jueves, 24 de noviembre de 2011

"EL CHAPO"" GUZMAN

 
Estoy seguro que a “El Chapo” Guzmán le dio mucho gusto cuando supo la noticia de su fuga. Me imagino que alguno de sus canchanchanes le llevó El Debate a la cama con un cafecito negro y bien caliente.

O releyó este periódico mientras se despachaba unos huevos revueltos con machaca y mucho chile.

A lo mejor con una Pacífico. Se enteraría de lo publicado. Sobre algunas declaraciones de funcionarios se reiría.

 Pero comentaría los detalles a sus cuates con alegría. Más o menos me imagino cuántos estaban a su alrededor. Parecerían como los nietos cuando la abuela les lee un cuento.

Embebidos unos, cautivados otros, boquiabiertos algunos, escuchando la narración del episodio sobre cómo lo dejaron salir.

Dicen que llegó a Badiraguato y por la noche directito de Puente Grande, Jalisco. Todo lo tenía arreglado.

En cuanto pusiera un pie afuera del penal lo transportarían tan rápido como el piloto Adrián Fernández le da las vueltas a la pista en su auto de carreras.

Ya sabía que allí en Sinaloa y a la hora cuando llegara estarían mil agentes de la Policía Federal Preventiva. Pero ya estaba enterado.

“Solamente se mueven durante el día”. Ahora sí, como dice la vieja referencia “El Chapo” les pasó de noche.

De tarugo iba a llegar a su casa. Joaquín López Dóriga, se las olió. Con la intuición y hartos recursos mandó a sus compañeros de Televisa a Badiraguato.

Dieron con la residencia de Joaquín, pero este hombre se les adelantó. Ya los veía venir. Por eso no encontraron nada ni a nadie. Pero como en el juego infantil, cuando uno anda buscando cierta prenda, anduvieron calientes, calientitos, más calientes. Lástima que no mandó videograbar las carreras parejeras que hubo en Ciudad Juárez el domingo. Una estimada amiga me contó que allí estaban los de Sinaloa con todo y sus caballos. Pero a la hora de las carreras no les importó si perdían. Brincaban de gusto al saber la noticia de que “El Chapo” salió por la puerta principal de Puente Grande.

De una cosa no hay duda: Si existe en el mundo algún lugar donde esté seguro “El Chapo” es en Sinaloa. Allí lo protegen sus paisanos. Si se diera el caso de ser interrogado alguno o varios por la policía, podrían quemarles los pies como a Cuauhtémoc, pero no dirán nada.

Figurémonos a esos camaradas como su primer anillo de seguridad. Se la rifan y son capaces de morirse más por amistad y cariño a “El Chapo” que por interés.

La segunda tapia para protegerlo es la Policía Judicial Federal. La tercera los agentes ministeriales del Estado.

 Finalmente, los agentes municipales. Apalabrado con todo mundo. Por eso está bien protegido. Y ay de aquel que diga una sola palabra.

Ya sabe: Abrir la boca es como para abrirle un boquete entre pecho, cuello y cabeza.

Irónicamente, cuando “El Chapo”  pisó tierra sinaloense, apenas los funcionarios de Seguridad Nacional y Procuraduría de Jalisco estaban anunciando la fuga.

Y las cosas se movieron con precisión para Joaquín. Salió pisando para no caminar sobre las huellas que dejó su última captura.

Seguramente recordó –(qué casualidad!– en aquel 1993 a él sí lo persiguieron y a los Arellano hasta los dejaron subir a un jet de Aeroméxico.

Cuando estaba en Sinaloa, la atención oficial sobre “El Chapo” se torció y desembocó en una discusión entre las comisiones de Derechos Humanos.

“Que yo denuncié a tiempo como estaba encarcelado y con privilegios”, “Que no me hicieron caso”, “Que metían bebida y mujeres”.

 Que la Comisión de Jalisco le dijo a Nacional y archivaron los papeles.

 Que la nacional sostiene lo contrario y total, se enfrascaron en una discusión intensa sin resultados.

Pero de pronto aparecen posibilidades extraordinarias: Primero, todo mundo piensa:  Joaquín va sobre el Cártel Arellano Félix (CAF) para matar a sus jefes.

Por su culpa estuvo en prisión. Mientras titiritaba en Almoloya, sus contrincantes viajaban cómodamente en avión desde Tijuana, acompañados de un padrecito y llegaron sin problemas hasta la Nunciatura Apostólica en el Distrito Federal.

 Hasta utilizaron al representante papal Girolamo Prigione para llevarle un mensaje al Presidente de la República, asegurando no haber matado al Cardenal Juan Jesús Posadas y Ocampo.

Naturalmente, culpando a Guzmán. Con todo eso en el recuerdo, cuando le abrieron las puertas de Puente Grande indudablemente no pensó ir a dar gracias al CAF.

Taimado, se lanzará sobre sus enemigos como lo suponen muchos. Se esperará. Primero se alejará de los reflectores de la persecución. Todo a su tiempo. Y lleva una ventaja.

Todos, o casi todos los sinaloenses del narcotráfico se le sumarán. Perseguirán a los Arellano hasta el último rincón de este planeta.

La segunda posibilidad: Lógicamente los Arellano están pensando:

“Vamos a matar a ‘El Chapo’ antes que nos encuentre”, acordándose cómo en la Discoteca Christine de Puerto Vallarta estuvo a punto de hacerlo.

Y que ellos fueron en 1993 a Guadalajara exclusivamente a tirotearlo y Joaquín se les escapó. Los burló. No pudieron encontrarlo y allí estaba.

Me supongo entonces, un temor más grande en el CAF. Están a la defensiva. Y tienen una desventaja. Su grupo de sicarios, algunos de Tijuana y otros del Barrio Logan, actúan por dinero y por camaradas.

No son tantos como los sinaloenses dispuestos a morirse por “El Chapo”, por paisa. Por hombre.

La tercera posibilidad: A ciertos funcionarios y a muchos policías no les conviene ni capturar a Joaquín ni localizar a los Arellano. Si se tratara de “El Chapo”, confesaría para empezar a quienes sobornó o cómo le hizo para darse el lujo de salir sin escándalo de Puente Grande.

Lo preferirían muerto antes que hablando. Y en el caso de los “aretes”, como les dicen a los Arellano, también hay bastantes ex funcionarios, ex policías y muchos en servicio que serían “descobijados” y terminarían en prisión. También quisieran eliminarlos.

Frente a esas tres posibilidades debería existir una acción oficial donde se anteponga la inteligencia a la fuerza.

En 2000, tres agentes del Ministerio Público Federal fueron secuestrados, torturados, asesinados y tirados en una barranca en la sierra de La Rumorosa, porque andaban muy cerquita de los Arellano.

Estaban trabajando sin impresionar, sin “apantallar”. Lo hacían con inteligencia. Solamente la traición de sus propios compañeros de la PGR al servicio de los Arellano les impidió pisarles los talones al CAF.

De algo estoy seguro: Esos tres fiscales hicieron más comparados con los mil policías de la Federal Preventiva acantonados en Tijuana según eso para “barrer” la Ciudad como lo pregonó el Presidente Fox.

 La realidad es definitiva: Ni han “barrido”, ni han limpiado, ni han recogido la basura. Solamente han logrado que no se levante polvo.

La Policía Federal Preventiva está bien para recuperar la Universidad Nacional Autónoma de México o desalojar a residentes de la lengüeta arenosa de Ensenada. No para ir tras los Arellano ni “barrer” Tijuana.

El Secretario de Seguridad Nacional, don Alejandro Gertz Manero está actuando –por lo menos en Tijuana– con sus estrategias fracasadas en el Distrito Federal. Debería seguir los ejemplos del Ejército o Delegados de la PGR del Ejército.

 Capturaron a “El Kitty” Páez, Amado Cruz, Ismael Higuera “El Mayel” y a Jesús Labra “Don Chuy”, todos capos claves del Cártel Arellano Félix.

 Actuaron simplemente con inteligencia. Los capturaron en momento y lugares precisos. Con una distinción: No dispararon ni una sola vez.

Y me consta, no han capturado al CAF por una sencilla razón: No están en territorio mexicano.

Por los hechos, pienso que la Secretaría de Seguridad Pública Nacional puede convertirse en simple espectadora de una gran guerra entre “El Chapo” y los Arellano Félix.

 Que la Delegación PGR-Tijuana y Sinaloa, así como las Procuradurías de esos dos Estados, podrían resentir algunas bajas.

No tanto por resistirse contra los mafiosos, sino como blancos del sinaloense.

La Gran Cruzada contra el Crimen Organizado anunciada por Vicente Fox no es el envío de tropas federales preventivas a donde hay capos.

Primero y sería lo más atinado, “barrer” la PGR con todo y sus delegaciones. Luego, las procuradurías estatales y las policías municipales. En todas está metido el narcotráfico.

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