VIOLENCIA EN SINALOA. La fallida
estrategia.
No le queda mucho tiempo al
gobernador Quirino Ordaz para demostrar que combatió con éxito el problema de
la violencia. Los ejecutados siguen apareciendo todos los días sobre todo en
Culiacán.
Apenas el jueves presumía que
en Mazatlán habían bajado los índices delictivos y el jueves mismo el grupo de
rastreadoras “Tesoros perdidos”, encontraba 11 cuerpos enterrados en fosas
clandestinas ubicadas… en Mazatlán.
No sabemos en qué basa el
gobernador su optimismo. Sería más constructivo reconocer que las variables que
producen la violencia siguen ahí, como el dinosaurio… a saber: la
descomposición social, la pobreza, el dinero fácil –pero mortal—, el
narcotráfico con su infernal variante del narcomenudeo, el sicariato, el
alcoholismo, la drogadicción, la corrupción de las policías y a veces hasta de
miembros del Ejército y de la Marina, el miedo de los ministerios públicos y la
precariedad e ineficacia de la Fiscalía…
En todos estos sentidos debe
enderezarse una estrategia para combatir la violencia. Es loable que se
refuerce el tema policiaco-militar, pero el gobernador debe reconocer que esto
no es suficiente sobre todo a mediano y largo plazo. Así estaríamos pensando
también en combatir las causas. Debiera aprovechar ahora que anda tan de manita
sudada con el presidente de la república para unirse a esa visión. Ya son dos
años de su administración y los números no le favorecen. Ha estado muy ocupado
en desarrollar obra, lo cual no es malo, pero sí en el caso de que esta
propensión vaya en detrimento de otras necesidades y menos si se nos presentan
como prioritarias. Y el combate a la violencia es una de ellas.
En una entrega reciente
decíamos que el gobierno estatal hace una presentación tramposa de los números
sobre incidencia delictiva. Y es cierto. Lo hacen siempre los gobiernos. De
todos los niveles. Pretenden engañar a sus gobernados y terminan engañándose a
sí mismos. Pero es como usar vasos de color para paladear el agua y decir que
tiene sabor. Quieren verse guapos en el espejo pero el espejo no miente. Ahí
están los muertos de todos los días, los robos de autos y asaltos a mano
armada, los feminicidios, los secuestros, las desapariciones forzadas… y un
delito que ha estado creciendo silenciosamente sin que nadie hable de ello: la
extorsión.
Durante lustros presumimos
que en Sinaloa este delito era marginal “porque los narcos sinaloenses tienen
escuela”. Bah. Esto es una falacia ahora. Sí, hay una escuela y esto le ha
permitido al Cártel de Sinaloa y los liderazgos, familias y organizaciones que
lo conforman, sobrevivir a los embates del gobierno y al tiempo. Pero la
composición y estructura del crimen organizado va cambiando conforme a sus
necesidades y con ellas también las formas de la violencia. En Sinaloa se cobra
piso. En los Mochis, en Mazatlán, en Culiacán, las ciudades principales y
controladas por cárteles distintos. Esto lo inventó la Cosa Nostra en Sicilia
—pizzo—, pero luego también fue usado por la Ndrangheta y la Camorra, que
operan en regiones distintas de Italia. Y luego se extendió a las ciudades de
los Estados Unidos.
En México el cobro de piso se
ha extendido por buena parte del país y está ligado siempre al crimen
organizado. Todos los cárteles lo practican en mayor o menor medida. Unas de
las principales fuentes de ingresos del Cártel de Jalisco Nueva Generación, por
ejemplo, es esta. Ya no se diga de los Zetas o del Cártel del Golfo.
En Culiacán, conocidos
empresarios han sido extorsionados de la forma más vil, poniendo en riesgo, en
algunos casos a sus familias. Los casos a veces ni se denuncian aunque las
autoridades tienen conocimiento de ellos. En las zonas mineras las empresas
tienen que pagar piso a las bandas que las controlan, o no operan. Ya fue
denunciado. ¿Qué se ha hecho o se está haciendo al respecto? Nada o casi nada.
Y la impunidad prohíja más violencia, eso es científico.
BOLA Y CADENA
Y AQUÍ ES DONDE ENTRA EL TEMA de la Fiscalía General de Sinaloa. ¿Cuáles son sus
números? ¿Están aclarando los crímenes? Se han observado avances en un tema
vital y de alto impacto como los feminicidios, pero, en general, los niveles de
impunidad se mantienen. En 2018, por ejemplo, la Fiscalía solo judicializó 111
casos de homicidios de 1 mil 122 que se cometieron. Es decir, ni el 10 por
ciento. La carga material de los robos de autos va hacia el propietario y las
aseguradoras; los robos a casa-habitación totalmente sobre las víctimas. Lo
mismo que la mayoría de los asaltos a comercios. ¿Y la policía preventiva de
Culiacán? ¿Nos ha dado algo la “cuarta transformación” en este tema?
Absolutamente nada. Y aquí el que tiene que hablar es el alcalde. Total, le
encanta.
SENTIDO CONTRARIO
BUENA LA SERIE DE ENTREVISTAS QUE DIO el diputado Sergio Jacobo la semana pasada, donde
acusa que la presente legislatura, encabezada por Morena —subrayado por él—, ha
sido la menos improductiva en lustros. Lo que no dijo es que muchas de las
sesiones fueron saboteadas por las huestes del PRI, con uno y otro pretexto.
Humo negro
EL VIERNES PASADO MURIÓ SADOL
OSORIO SALCIDO, alcalde de Culiacán de 1996 a 1998. Fue parte fundamental de
aquella derrota aplastante que el PAN le propinó al PRI en el primer trienio de
Renato Vega Alvarado, cuando el blanquiazul se llevó las cinco principales
alcaldías de la entidad. Sadol fue un buen alcalde, transparente, cauto en el
manejo de las finanzas y un hombre que volteaba a ver a los de abajo. Un ser de
bien. Y eso, ahora, es decir un chingo. Descanse en paz.
Columna publicada el 10 de febrero de 2019 en la
edición 837 del semanario Ríodoce.
(RIODOCE/ ISMAEL BOJÓRQUEZ/ 12 FEBRERO, 2019)
No hay comentarios:
Publicar un comentario