El Presidente Enrique Peña
Nieto regresará de sus vacaciones para el último jalón del sexenio. Aunque
aproximadamente un mes antes de la elección entregó la plaza y trabajó más por
tener una elección y una transición en paz que por mantener el poder, el
epílogo será amargo. Disfrutó el poder con frivolidades y excesos, que por ser
personales no tendrán repercusiones en el séptimo y octavo año de gobierno,
como se conocen los periodos más delicados para un ex Presidente, cuando existe
el riesgo que los usen como chivos expiatorios de las cosas que no salgan bien
a la nueva administración. Peña Nieto quiere ir a Ixtapan de la Sal, su lugar
de descanso preferido, para reiniciar su vida privada, aunque a decir de
personas que tienen contacto con él, no está confiado de que su sucesor. Andrés
Manuel López Obrador, pueda mantener su palabra de no tocarlo.
López Obrador ha dicho
repetidamente que no piensa tomar acción en contra de Peña Nieto, pero la
demanda de un ajuste de cuentas contra la corrupción, lejos de haber amainado
se ha incrementado en las últimas semanas. Objetivamente hablando, si en efecto
López Obrador quiere un profundo cambio de régimen, tendrá que acabar con el
viejo régimen, que significa, como en el ancian regime francés, guillotinar al rey. Para mirar hacia
el frente, debe tener limpio el retrovisor. Si éste se encuentra sucio, no
sabrá qué pueda acabar con sus intenciones, como sucedió con Vicente Fox cuando
al ganar con el mandato del cambio, no hizo nada para cambiar el sistema
vigente.
Cercanos a López Obrador
comentan que la corrupción sí será atacada, y que hay varios funcionarios
peñistas a quien están revisando sus haberes. En lo alto de su lista se
encuentra la secretaria de Desarrollo, Agrario, Territorial y Urbano, Rosario
Robles, con quien López Obrador tiene viejos diferendos desde que ella presidía
el PRD. Robles dice en público y en privado que no hay nada por lo cual puedan
perseguirla, lo que en el peor de los casos, técnicamente sería factible porque
ella no firmó nada que pudiera probarse ilegal. Pero los mexicanos conocemos
bien nuestra justicia, donde lo importante no es lo que existe o es, sino lo
que parece. En el hipotético caso que Robles fuera la primera en la lista del
gabinete sobre la que el nuevo gobierno pudiera actuar y ganar tiempo para la
transformación prometida, una persecución política, ¿daría suficiente circo a
masa que babea sangre?
Las expectativas de quienes
votaron por López Obrador difícilmente amainarán con alguien del gabinete. La
exigencia presionará ir hacia arriba. ¿Qué tanto puede demorar que la escala en
el ajuste de cuentas suba? Un indicador es lo que tarde en tener problemas el
proyecto de López Obrador. Si las cosas salen como las ofreció originalmente, Peña
Nieto podrá dormir tranquilo allá por la mitad del próximo sexenio. Mientras
tanto, tiene que prepararse jurídicamente para lo que pudiera vennirle encima.
En forma específica, que es lo más claro y concreto por lo que pueden
perseguirlo, ejecuciones extrajudiciales. Dos casos paradigmáticos ha tenido el
gobierno de Peña Nieto, Nochixtlán y Tanhuato, referidos a detalle en este
espacio en su momento.
En Nochixtlán, se apuntó en
octubre pasado, el uso excesivo y letal de la fuerza, y violaciones a los derechos
humanos provocaron la muerte de siete personas y dejaron más de 500 lesionados
que protestaban contra la Reforma Educativa, como consecuencia del “pésimo”
diseño, planeación y ejecución del operativo armado y ordenado por el entonces
jefe de la Policía Federal, Enrique Galindo, que derivó en un choque en tres
comunidades, como señaló una recomendación de la CNDH. Fue un ejemplo, apuntó,
“de lo que no deben ser las acciones policiales”. Nochixtlán fue una metáfora
de la incapacidad de este gobierno en materia de seguridad, pero también de la
soberbia. Galindo fue removido ante las crecientes críticas a su trabajo, pero
el ex Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong lo rehabilitó como
operador político al arrancar el proceso electoral pasado. Galindo llegó a
tener incluso expectativas de ser Senador, y Osorio Chong, quien lo protegió,
hoy será coordinador del PRI en el Senado.
Sobre otro caso flagrante, en
Tanhuato, se publicaron detalles en este espacio en agosto de 2015 sobre lo que
pasó el 22 de mayo de ese año en el rancho “El Sol”, cuando policías federales
se enfrentaron con supuestos miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación. Fue
una matanza, concluyó la CNDH, y hubo ejecuciones extrajudiciales y se alteró
la escena del crimen. Durante más de un año la Policía Federal sostuvo que no
violó derechos humanos y que actuó conforme al protocolo de uso de la fuerza.
Mentira.
Los policías federales
violaron el código de conducta y los Principios Básicos Sobre el Empleo de la
Fuerza y de Armas de Fuego por los Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la
Ley. El índice de letalidad de la Policía Federal, establece como estándar un
policía muerto por 1.4 agresores; en Tanhuato fue un policía muerto por 42
agresores abatidos.
El excesivo uso de la fuerza
debe ser una excepción, y cuando no se aplican los protocolos, se considera
ejecución extrajudicial, sumaria o arbitraria, según los principios y
estándares del Derecho Internacional, de donde se puede desprender una
responsabilidad directa hacia el Estado.
Peña Nieto tiene sobre sus
hombros Nochixtlán y Tanhuato, que si no resuelve antes de terminar su
Presidencia, podrán ser su pesadilla y, eventualmente, un proceso penal que,
por el tipo de delito, nunca prescribe.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA
PALACIO/ 07/08/2018 | 04:02 AM)
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