Fotos: Internet
Utilizando un satélite,
fotografiaron recientemente todos los cultivos de coca en diferentes zonas de
Colombia. Si fueran reunidos, formarían una superficie de 162 mil hectáreas.
Para dar una idea, es una extensión superior a todo el Distrito Federal. Esta
revelación estremecedora fue publicada a mediados de mayo. Apareció en primera
plana de Cambio, la excelente revista de Gabriel García Márquez. Imagínese: El
Bosque de Chapultepec sería como un lunar en grandísimo espacio. No le
llegarían Guadalajara, ni Monterrey. Y siendo la Ciudad más grande en la
frontera norte mexicana, Tijuana necesitaría multiplicarse por lo menos diez
veces para emparejar los famosos cultivos colombianos.
Con harto tino el artículo
fue titulado “El Gran Fracaso”. Es que don Andrés Pastrana, Presidente de
Colombia, solicitó el año pasado y obtuvo ayuda de su colega estadounidense
Bill Clinton: Mil 300 millones de dólares para fumigar los sembradíos. Pero el
resultado fue deprimente. Se inutilizaron 58 mil 200 hectáreas durante un año.
Pero al mismo tiempo, la mafia abrió 59 mil en otras partes. Pagaron mucho a
campesinos para derrumbar árboles y alistar al cultivo. Aparte, una simple
operación aritmética nos permite este dato sorprendente. En 1999 se cosechó
coca en 103 mil hectáreas. Ahora, aumentó en 63 por ciento.
Siguiendo con las cifras,
Cambio confirmó que en 1990 se utilizaban en total 40 mil hectáreas colombianas
en varias regiones. Y contra todas las campañas, la superficie se cuadruplicó
en diez años. Don Gustavo Socha, General de la Policía Anti-Narcóticos,
irremediablemente lo justificó: La fumigación es buena una vez, pero sería
mejor continua. De otra forma se vuelve a utilizar la tierra con el paso del
tiempo. Lo malo es que al mismo tiempo de esterilizar cultivos, no propusieron
a los campesinos otra forma de ganar tanto dinero como les ofrecen las mafias.
Me topé con otra noticia dramática:
Hernán Giraldo Serna hasta hace poco desconocido, es el nuevo gran capo
colombiano. La revista Newsweek lo calificó “la personificación de una
perturbadora tendencia en la industria del narcotráfico”. Un aterrador hecho me
llamó la atención: En sus inicios contrató a varios obreros para construir un
almacén subterráneo. Les pagó muy bien. Pero cuando terminaron, ordenó
matarlos. Y que con una sierra eléctrica los cortaron en pedacitos. Nadie sabe
si enterró los restos. Tal vez fueron regados en el campo. O de plano sirvieron
de alimento a los animales.
Hernán Giraldo Serna tiene a
su servicio directo por lo menos a 400 hombres súper armados. Les dicen “Los
Chamizos”, por aquello de su malvivir. Pero con eficacia digna de un estratega
militar, se unió a los anticomunistas de Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Así, han arrebatado miles de hectáreas dedicadas a la coca y controladas
originalmente por guerrilleros marxistas de las Fuerzas Armadas de la
Revolución Colombiana (FARC). Estos señores, con toda su experiencia y fuerza
armada, no han podido detenerlos y matarlos. De seguir como van Hernán y el AUC
es posible que en uno o dos años terminen con lo que el Gobierno no ha logrado
en más de 20: Aniquilar a las FARC. Según la revista Newsweek, esto le ha
valido a Hernán colocarse como el quinto narcotraficante más importante del
mundo. Su capacidad de producción le permite ganar al año solamente para y
limpios de polvo y paja, mil 200 millones de dólares. Ya le consideran en
Colombia como el sucesor del que fuera poderoso y sanguinario César Escobar
Gaviria. Estas ya son, con toda proporción y como las escribió Luis Spota:
Palabras Mayores.
En ese escenario hay un hecho
horrendo: El secuestro en serie de importantes empresarios. Luego lo increíble:
Hace algunas semanas raptaron a más de cien personas. Y el año pasado
sorprendieron plagiando un turbohélice comercial de Avianca con medio centenar
de pasajeros. Los mantuvieron en la selva hasta obtener rescate. En 1999, supe
que había mil 203 secuestrados simultáneamente. Algunos con más de un año en
cautiverio. Fueron y son víctimas de la guerrilla o el narco. Los sublevados
reclaman dinero. Los mafiosos presionan así a los jueces que tienen bajo
proceso a sus compañeros. Existe además en Colombia un punto reprobable. Once
periodistas fueron ejecutados en el último año por los famosos sicarios devotos
de la Virgen de la Soledad. Contrario a los mexicanos, siempre actúan sobre
motocicleta. El conductor es un experto corredor. Se acerca a la víctima, vaya
a pie o en auto. Atrás viaja un tirador de mucho tino y poca edad. Algunos sin
cumplir los quince años.
A fines de 1999 recuerdo lo
publicado en Estados Unidos y de rebote en México y Colombia: El Cártel
Arellano Félix tenía tratos con los guerrilleros de las FARC. Según las
versiones, los mexicanos intercambiaban armas por drogas. Pero los rebeldes
colombianos rechazaron inmediatamente la suposición. Las autoridades en los dos
países también y se derrumbó la información periodística. Mi hipótesis es que
hubo una confusión. Los Arellano Félix no estaban entregando armas porque jamás
manejaron ese negocio. Pero se convirtieron en clientes de Hernán Giraldo
Serna. Así, volvieron a tener la coca negada desde hace tres años por otros
grandes productores. Esto nos lleva a dos posibilidades: Si Giraldo sigue
arrebatando territorios a las FARC, los Arellano podrían hacer lo mismo con los
cárteles del Golfo y Ciudad Juárez. Un indicio no deseado serían ejecuciones al
por mayor en Tamaulipas y Chihuahua.
A fines de abril, mis
compañeros editores Adela Navarro y Francisco Ortiz Franco entrevistaron al
General Rosso José Serrano en San Diego, California. En la historia de este
hombre destaca la captura de los grandes capos en Colombia. Desbarató a los más
poderosos cárteles. Nada de tiroteos. Únicamente inteligencia. Infiltración de
las mafias. Cuando llegó a la jefatura despidió a 11 mil policías por sospechas
de estar ligados a las mafias. Empezó a trabajar con 800. Pero eso sí,
probados, con buenos sueldos y gratificaciones. El General ya está retirado
desde hace dos que tres años. Ahora vive en Miami. Su ausencia abrió las
puertas al renacimiento de las mafias. Me quedé sorprendido cuando dijo a mis
compañeros: México está hoy sumido en el narcotráfico, tal y como se encontraba
Colombia hace diez años.
Hasta donde estoy enterado,
la Procuraduría General de la República no cuenta con ese número de agentes verdaderamente
eficaces y con excelente sueldo. Tampoco tiene una estrategia definida para
enfrentar al narcotráfico. No hay la capacidad para infiltrar mafias. Ese
sistema todavía es de gran temor entre nuestros policías. Al contrario, los
narcos infiltraron las policías. En México existen grupos pequeños, medianos y
casi grandes manejando droga. Los hay en el Distrito Federal, Guadalajara,
Cancún, Oaxaca, Nuevo León, Saltillo y Durango. Se multiplican en Sinaloa. Allí
domina “El Mayo” Zambada. Pero siguen funcionando los grupos de “El Güero”
Palma, “El Chapo” Guzmán y “El Señor de los Cielos”. Aparte, los cárteles del
Golfo, Ciudad Juárez y Arellano. Reuniendo a los integrantes de estos grupos,
indudablemente son una fuerza numérica superior a la que tiene la Procuraduría
General de la República en el país. Por eso extraditar a “El Kitty” y pronto al
colimense Amezcua, capturar a “El June” o sospechosamente a Mario Villanueva, a
pesar de tanta publicidad, es como el Bosque de Chapultepec. Un pequeño lunar en
162 mil hectáreas.
Tomado de la colección Dobleplana de Jesús
Blancornelas, publicado por última vez en mayo de 2001.
(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA /JESÚS BLANCORNELAS /LUNES, 23 JULIO, 2018
12:00 PM)
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