En Lomas Taurinas la vida sigue su ritmo
como si nada pasara, y es que para quienes viven ahí la esperanza de que su
situación cambie para bien es un lujo ya extinto
En pleno verano el sol no
calienta en Lomas Taurinas. El viento frío levanta el polvo de las calles que
hace 24 años vieron desfilar a Luis Donaldo Colosio con vida por última vez y
parece que desde entonces el tiempo se detuvo en aquel lugar que cambiaria la
política mexicana para siempre.
Ahora nos encontramos al
borde de otro momento histórico: los comicios del próximo 1 de julio, donde se
renovará al Ejecutivo Federal junto con 3 mil 400 cargos más, dando como
resultado las elecciones más caras y complejas que ha visto México en su
historia.
Sin embargo, en donde el
candidato del Partido Revolucionario Institucional fue asesinado a balazos, las
cosas permanecen en calma.
La propaganda política de las
coaliciones partidistas que están impulsando a los cuatro candidatos
presidenciales brilla por su ausencia.
Lo único que adorna las
paredes y los retorcidos postes de luz son los graffitis.
En Lomas Taurinas la vida
sigue su ritmo como si nada pasara, y es que para quienes viven ahí la
esperanza de que su situación cambie para bien es un lujo ya extinto.
La inseguridad, la pobreza y
la falta de servicios básicos difícilmente les permiten a los tijuanense de esa
entidad preocuparse por la coyuntura electoral del momento.
Sentadas frente a una estatua
de Colosio desgastada por el sol y el adverso clima de la región se encuentran
dos señoras que han vivido en Lomas Taurinas toda su vida.
Sin embargo, ni ellas ni los
dueños de las misceláneas que rodean la “(p)laza de la Unidad y la Esperanza”
saben que a tan sólo 3 kilómetros de donde ellos se encuentran, en la
Universidad Autónomo de Baja California, se llevará a cabo el segundo y más
importante debate entre quienes buscan heredar la silla del águila.
En su contexto de vida lo que
los candidatos prometan en ese ejercicio democrático de 20 millones de pesos es
irrelevante, pues en su experiencia los compromisos que de ahí deriven saben
que difícilmente se cumplirán; sin importar quién gane, en Lomas Taurinas nada
cambia.
A pesar de eso dicen con
seguridad que saldrán a votar el próximo 1 de julio. No quieren que sus
respectivas boletas queden sin usarse y puedan ser utilizadas de forma
indebida.
Mientras tanto un par de
niños patinan frente a la biblioteca bautizada con el nombre de la esposa de
Colosio.
Para ellos todavía es muy
pronto para preocuparse por el futuro político del país.
Derrapan sus llantas tratando
de dejar maracas en el piso que hace años quedó manchado por la sangre del
personaje representado en la estatua que ahora ellos ignoran, al igual que como
la clase política los ha ignorado a ellos desde aquel trágico 23 de marzo de
1994.
(REPORTE INDIGO/ LAURA ISLAS Y ERNESTO SANTILLÁN/ MAY
20, 2018)
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