Fuera máscaras. El Presidente
Enrique Peña Nieto se asumió como jefe de la campaña presidencial, formalmente,
desde este lunes. Comenzó discretamente desde su mensaje político el 2 de
septiembre por su quinto Informe de Gobierno, pero la emergencia generada por
el sismo del 7 de septiembre lo revitalizó como actor político. Todos los días
recorrió zonas siniestradas y estuvo presente en la opinión pública, lo que le
generó recuperación en la aprobación presidencial. No lucró con la desgracia,
pero mostró su potencial político y sembró las bases para que reconociera su
papel en la decisión final sobre el candidato del PRI a la Presidencia, y
pusiera el 14 de diciembre como límite al PRI para designar abanderado.
Peña Nieto empezó a jugar
fuerte, aunque con retraso frente a dos de los secretarios en quienes ha pensado
para la candidatura presidencial, que están peleando sus propias batallas.
Sus casos son representativos
por la manera como se están sacrificando viejas alianzas, y porque se
encuentran involucrados dos aspirantes a la candidatura presidencial, los secretarios
de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y de Educación, Aurelio Nuño, en
Morelos y Chiapas, que otrora fueron aliados del Presidente. El gobernador de
Morelos, Graco Ramírez, fue punta de lanza contra el líder de Morena, Andrés
Manuel López Obrador, y el Gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, que llevó al
Partido Verde a coaligarse para frenar la caída electoral del PRI, están siendo
avasallados por una estrategia agresiva donde lo importante no son las
lealtades, sino la extensión de su poder.
Los dos son parte de la
novena de estados que van a elecciones gubernatoriales el próximo año, y se
encuentran dentro de las siete que no gobierna el PRI. En Morelos, Osorio Chong
está en guerra contra Ramírez, y adoptó al Alcalde de Cuernavaca, Cuauhtémoc
Blanco, a quien está utilizando como ariete contra el Gobernador.
Blanco, cuya estrategia
electoral se diseña en Bucareli, está siendo preparado para que busque la
Gubernatura, probablemente con la bandera de Encuentro Social y, eventualmente,
con el respaldo del PRI, sacrificando a los aspirantes tricolores que si bien
tienen la experiencia y el oficio político, carecen del carisma y arrastre del
ex futbolista estrella.
En Chiapas, Nuño se le ha
atravesado al Gobernador, y le ha ido arrebatando, con el respaldo del líder
del PRI, Enrique Ochoa, el control sobre su sucesión. Velasco ha sido débil
frente al poderoso secretario de Educación y ha permitido que Nuño y Ochoa
impulsen al senador y dirigente estatal del PRI, Roberto Albores Gleason, como candidato
a la Gubernatura. La imposición generó divisiones en el PRI, sobre todo con el
grupo que responde a Manlio Fabio Beltrones, donde el aspirante a la
candidatura, Willy Ochoa, ha sido marginado y castigado por Albores Gleason.
Eliminar a Velasco del proceso de sucesión y secuestrarlo desde el centro,
coloca en riesgo electoral al estado ante la creciente fuerza de Morena, donde
Zoe Robledo, hijo de un ex Gobernador priista, será el candidato.
La forma como Osorio Chong y
Nuño están machucando a sus viejos aliados es inexplicable a simple mirada. No
se entiende como una compensación con Jalisco, una de las Gubernaturas en poder
del PRI que se pondrán en juego, y donde la fuerza de Enrique Alfaro de
Movimiento Ciudadano hace suponer hoy en día que no habrá poder alguno que le
impida convertirse en el próximo Gobernador. Jalisco tiene el cuarto peso
electoral en el País, mientras que Chiapas y Morelos tienen un valor electoral
marginal. Yucatán, el otro estado gobernado por el PRI, es la única entidad en
competencia el próximo año donde el partido en el poder podría mantener al
Ejecutivo estatal, pero tampoco podría ser tomado, en caso de derrota, como un
quid pro quo con su vecino Chiapas o con Morelos.
La irrupción de los
secretarios en esos estados, si bien se puede argumentar que forma parte de un
gran diseño electoral, también se puede ubicar como una serie de movimientos
estratégicos de Osorio Chong y Nuño en función de sus propios intereses
sucesorios. Sin embargo, bajo esta misma racional, si Peña Nieto no los ha
frenado es porque los avala y respalda, aunque los márgenes de riesgo sean
amplios.
Pero, ¿qué le garantiza a
Nuño que si concreta la imposición de Albores Gleason sobre los deseos del
Gobernador Velasco, una alianza encabezada por el PRI y sometiendo al Verde
podrá frenar la ola morena? Es más probable que la imposición socave la alianza
con los verdes, y la derrota ante Morena sea más que una posibilidad. En
Morelos, Osorio Chong mandó a su hombre de confianza, Jorge Márquez, oficial
mayor de Gobernación, arropado como responsable de la reconstrucción por el
sismo del 19 de septiembre, para desafiar a Ramírez y a la estructura que tiene
el PRD en el estado.
Si Nuño está en busca de
demostrar que él puede construir alianzas ganadoras, aún a costa de sacrificar
a sus aliados como sucedió en el estado de México, Osorio Chong está moviendo
su músculo a través de Encuentro Social, ratificando que ese partido que nació
en 2015, sirve fundamentalmente a sus propósitos y objetivos políticos. Su
choque con Ramírez y el PRD en campo, es una apuesta tan arriesgada como la de
Nuño en Chiapas. En ambos casos, la temeridad y ambición política es el vaso
que los une, aunque no para sumar, sino dentro de su propia confrontación, como
ha sucedido en el pasado entre priistas, para incidir e influenciar en la
sucesión presidencial.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/
19/10/2017 | 02:00 AM)
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