El 13 de mayo de 2012 , un total de 49
cadáveres mutilados fueron encontrados por la madrugada en Cadereyta, a un
costado de la carretera libre a Reynosa, 40 kilómetros al oriente de Monterrey,
Nuevo León. A lado de los cuerpos de 43 hombres y seis mujeres había una manta
en la que Los Zetas se atribuían los homicidios.
Hoy, cuando se cumplen cinco años de
aquel atroz hallazgo, se sabe que la mayoría de los asesinados eran migrantes,
pero más allá del reconocimiento de 14 de las víctimas, no hay una sola persona
consignada por este caso. Aun así, familiares de los ejecutados ese 13 de mayo
siguen con su reclamo de justicia.
Por considerarlo de interés para
nuestros lectores, SinEmbargo publica este texto escrito por Madeleine Penman,
investigadora para México de Amnistía Internacional.
La masacre de 49 personas, cuyos cuerpos
fueron desmembrados, cumple ya cinco años y las autoridades aún no consignan a
ningún responsable. Foto: Cuartoscuro
Madeleine Penman
Ciudad de México, 13 de mayo
(SinEmbargo).– Cuarenta y nueve cuerpos desmembrados, sin cabeza, piernas y
brazos, arrojados a lado de la carretera Monterrey–Reynosa. Un hallazgo de
estas proporciones parece una película de terror.
Pero hoy, a cinco años de la
masacre de migrantes del 13 de mayo de 2012 en el municipio de Cadereyta, Nuevo
León, poco se conoce sobre los hechos y poco se comenta sobre uno de los
acontecimientos más atroces y escalofriantes en la historia reciente de México.
Sin embargo, para Vilma
López, los hechos no han quedado en el olvido. Vilma perdió a su esposo José
Enrique Velásquez, quien partió de Honduras para emprender un camino
peligrosísimo con la intención de llegar a Estados Unidos como migrante sin
documentos. La última vez que Vilma supo de él fue por una llamada que le hizo
a principios de mayo 2012 donde le dijo que estaba por cruzar la frontera de
Estados Unidos, pero no precisó lugar. Unos días después, las noticias
resonaron con la información de los cuerpos encontrados en Nuevo León al lado
de una manta firmada por Los Zetas.
Vilma es una de 14 familias
que ya conocen lo que pasó con su ser querido. En 2014, a Vilma le fueron
entregados los restos de su esposo, que le llegaron en pedazos. El trabajo
forense hecho hasta el día de hoy ha logrado identificar a 14 de las 49
víctimas de la masacre. Diez de esas personas eran migrantes hondureños, 2
migrantes nicaragüenses, un migrante guatemalteco y un mexicano. Aunque
Vilma sabe que su esposo fue asesinado y
ya no vive con la incertidumbre de
tenerlo desaparecido, este saber es solamente el inicio de una larga búsqueda
de verdad y justicia.
“Las autoridades nos han dado
información, pero nos quedamos con preguntas,” relató Vilma en una conversación
reciente con Amnistía Internacional.
“¿Quiénes eran los perpetradores?”.
En el caso de la masacre de
Cadereyta, a pesar de que hay por lo menos 16 tomos de expediente de
investigación en el caso dentro de la Procuraduría General de la República
(PGR) y cuatro tomos en la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León
(PGJNL), no hay una sola consignación penal en este caso. No obstante, el caso
abunda con información de contexto con la que se podría indagar con más
profundidad, tomando en cuenta que esta masacre ocurrió durante un momento
pre-electoral y una rivalidad desbordante entre el cartel del Golfo y Los
Zetas.
La Procuraduría General de la
República ha recabado las declaraciones de integrantes de Los Zetas, donde
relatan que participaron en trasladar los cuerpos ya desembrados y decapitados.
Dos sobrevivientes de la masacre relataron que más de 30 personas fueron
retenidas en una casa de seguridad en Nuevo Laredo, Tamaulipas, en las semanas
anteriores a la masacre. No obstante estos indicios que dan para conocer mucho
más, los avances en la investigación son muy pocos, y no se sabe más sobre la
red multi-criminal que pudo haber operado entre el estado de Monterrey y
Tamualipas, ni sobre la posibilidad de que la Policía Federal y el Ejército
tuvieran más información sobre los hechos en tiempo real, debido a su presencia
en la zona.
El día del hallazgo de los 49 cuerpos
sin cabeza y sin extremidades en el kilómetro 47 de la carretera libre
Monterrey-Reynosa a la entrada de la comunidad de San Juan. Foto: Cuartoscuro
Como organización
internacional de derechos humanos, Amnistía Internacional lleva años observando
el proceso de identificación de cuerpos e investigación de este caso, al igual
que estamos atentos a la investigación
sobre las dos masacres infames de San Fernando, Tamaulipas, de agosto 2010, con
el hallazgo de 72 cuerpos de migrantes y del hallazgo de fosas clandestinas con
193 restos de personas en el mismo municipio en 2011.
En un contexto donde las
personas migrantes están siendo más atacadas que nunca, con un gobierno en
Estados Unidos que les quiere tachar de criminales, es más importante que nunca que las víctimas
de estas masacres no queden como víctimas invisibles. Las historias humanas
detrás de estos hechos describen una realidad regional que se agudiza una vez
más, con personas que salen de países como Honduras que viven una violencia
extrema y que no dejan a sus ciudadanos otra opción sino la de huir y buscar
protección en otro lado.
Los carteles de droga
involucrados en la masacre de Cadereyta aún tienen redes muy poderosas en la
frontera de Estados Unidos y México, y con una política migratoria más
endurecida por el gobierno de Trump, estas redes criminales solamente se verán
fortalecidas, pudiendo cobrar más por traficar personas en este nuevo contexto.
“Quizá el camino va a ser
escabroso, pero si nos unimos toda la humanidad, sí lo podemos lograr. Vamos a
llegar a la verdad. Nos sentimos alegres por eso”. Después de cinco años, la
posibilidad de conocer la verdad de lo sucedido en Cadereyta da aliento a Vilma
López.
López Obrador: con Felipe Calderón hubo
una masacre cada 20 días y la tortura se incrementó 1,000%
(SIN EMBARGO.MX/ REDACCIÓN / MAYO 13, 2017, 7:00 PM)
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