La esposa de Héctor Beltrán
Leyva, Clara Laborín Archuleta, detenida en Sonora, es señalada como la jefa en
su totalidad del Cártel Beltrán Leyva. Autoridades le consideran una
de las principales generadoras de la violencia en Acapulco. Su protagonismo le llevó a
involucrarse en labores operativas sobre los jefes de células de la
organización, como Fausto Isidro Meza Flores, Trinidad Olivas Valenzuela y
Sajid Emilio Quintero Navidad
Desde hace más de una década estaba identificada
simplemente como una esposa más de un capo del narcotráfico; sin embargo, en
los meses recientes cobró notoriedad como la sucesora de su marido encarcelado
y líder emergente de un cártel familiar que recupera fuerza en México.
Se trata de Clara Elena Laborín
Archuleta, conocida como “La Señora” u “Osiris”, esposa de Héctor Manuel
Beltrán Leyva “El H”, e identificada como líder del Cártel Beltrán Leyva que
anteriormente encabezó su cuñado, Arturo Beltrán Leyva “El Barbas”, y después
su marido, “El H”.
La capisa, en palabra del escritor Élmer Mendoza al
referirse al femenino de capo, fue aprehendida por agentes federales el lunes
12 de septiembre en Hermosillo, Sonora.
Aunque las autoridades
señalan que la mujer no figuraba en la lista de los 122 objetivos prioritarios
del Gobierno Federal, sí estaba incluida en la lista de los 50 objetivos
prioritarios del replanteamiento de la Estrategia de Atención del Estado de
Guerrero.
Desde el segundo semestre de
2015, el nombre de Clara Laborín comenzó a llamar la atención del Centro de
Investigación de Seguridad Nacional (CISEN), no como el de la pareja de un capo
de las drogas, sino como el de una baronesa del narcotráfico en asunción del
poder del llamado Cártel Beltrán Leyva.
La aparición de narcomantas
en Acapulco y las huellas de su presencia la delataban, por ello la Agencia de
Investigación Criminal (AIC) de la Procuraduría General de la República (PGR),
en coordinación con el CISEN, pusieron especial énfasis a sus movimientos y
ubicación.
LA CAPTURA
La noche del domingo 11 de
septiembre se registró una inusual movilización de unidades de la PGR y de la
Policía Federal en Hermosillo, Sonora.
Vecinos del Poniente de la ciudad
reportaron la madrugada del lunes el arribo de los agentes, quienes allanaron
diferentes inmuebles. Los medios de comunicación
informaban sobre el hecho, pero predominaba el desconcierto. Las autoridades locales no
contaban con información fidedigna de lo que ocurría.
Las primeras presunciones
apuntaban que se trataba del seguimiento de las investigaciones contra el ex
gobernador Guillermo Padrés Elías.
El primer convoy de unidades
federales se dirigió al fraccionamiento La Jolla, donde los policías sellaron
los accesos y penetraron en una residencia. Ahí detuvieron a una mujer y fueron
asegurados cuatro vehículos, entre éstos un Hummer H2.
Después se reportaron hechos
similares en la calle Lago Ontario, en Valle del Lago, donde fueron retenidos
dos vehículos, y en un edificio de las calles Guerrero y Zacatecas, en la
colonia Centro.
El desconcierto continuó
hasta que la noche del martes 13, se conoció sobre la captura de Clara Elena
Laborín Archuleta, la mujer que fue localizada en el primero de los cateos.
También se informó de la detención de Alan Contreras Páez “El Cha”, presunto
operador financiero y principal enlace con Joaquín Alonso Piedra “El Joako”,
“El Prestamista” o “El Señor de los Fierros”, apresado el 26 de julio anterior
en Acapulco.
Al momento de efectuarse el
operativo federal, “La Señora” de Beltrán Leyva tenía en su domicilio dos kilos
de cocaína y diversas armas de fuego, por lo que fue puesta a disposición de un
agente del Ministerio Público de la Federación, adscrito a la Unidad
Especializada en Investigación de Delitos Contra la Salud (UEIDCS), de la
Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada
(SEIDO), en Ciudad de México.
Según el Gobierno Federal,
Laborín Archuleta es considerada una de las principales generadoras de la
violencia en Acapulco, a partir del financiamiento a grupos criminales afines
al clan Beltrán Leyva que enfrentan al Cártel Independiente de Acapulco
(CIDA).
EN ESCENA
Existen tres momentos clave
en la historia de Clara Elena:
Como la esposa de un narcotraficante.
En calidad
de narcoempresaria, dedicada al lavado de dinero.
Presunta líder de la
organización criminal que perteneció a su marido y a sus cuñados, los Beltrán
Leyva, tras su ruptura con el Cártel de Sinaloa a finales de la década próxima
pasada.
Primero, fue la inclusión de
Laborín en la lista de cabecillas y empresas del narcotráfico que elabora y
actualiza la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), del Departamento
del Tesoro de los Estados Unidos de América, el 4 de diciembre de 2009. Ahí se
le vinculó junto con la compañía Morexpress, S.A. de C.V., de Hermosillo, a los
Beltrán.
“La Señora”, domiciliada en
Agua Prieta y Hermosillo, fue de esa forma relacionada junto con otras 21
personas y diez empresas al grupo delictivo escindido del cártel que lideraba
Joaquín Archivaldo “El Chapo” Guzmán tras la detención de Alfredo Beltrán Leyva
“El Mochomo” en enero de 2008.
Luego, el mediodía del 13 de
abril de 2010, se conoció del “levantón” que sufrió la mujer a las afueras de
su residencia por las calles Del Paseo y Juan Navarrete, Fraccionamiento La
Alameda, en la capital sonorense.
Sujetos armados se llevaron a
Clara sin que sus escoltas, al parecer policías, lo impidieran.
Fue hasta el 26 de abril,
cuando los primeros rayos del sol delataron sobre una banqueta ubicada a un
costado de la Universidad de Sonora, a una mujer maniatada, cubierta de los
ojos, y con un narcomensaje. Se trataba de Clara Elena, sana y salva. La
cartulina informaba de la devolución de su mujer a Héctor Beltrán Leyva:
“Aquí está tu esposa, por la
que te negaste a responder, te la entrego sana y salva para que veas y aprendas
que para nosotros la familia es sagrada”.
El papel contenía otros
mensajes amenazantes. A partir de julio de 2015 una serie de narcomantas y la
detención de algunos operadores de los Beltrán Leyva en Guerrero alertaron a la
autoridad federal sobre el liderazgo asumido por parte de Clara Laborín en la
organización criminal, luego de la aprehensión de su esposo Héctor “El H”, el
10 de octubre de 2014.
En septiembre del año próximo
pasado, una manta colocada en la colonia Santa Cruz, en Acapulco, advertía:
“Víctor Nogueda Pizza alias El Erizzo y para usted señora Clara Elena Laborín
Archuleta y esposa de Héctor Beltrán quiero recordarles que también ustedes
tienen familia y si quieren pelear estamos dispuestos a pelear”.
Los autores del mensaje se
deslindaban de hechos delictivos que les estaban atribuyendo:
“Nos llaman bola de
secuestradores y extorsionadores y ustedes son los que están extorsionando a
hoteleros, empresarios y narcotúnel junto con Joaquín Alonso, y nos llaman
secuestradores, y ahora tienen al secuestrador más grande de la barredora que
es El Cremas y quieren espantarnos, Aldo Ramón alias El Mortal recuerda que tú
también tienes familia ponte a pensar…”.
Clara Elena Laborín
Archuleta, “La Señora”, esposa de Héctor Beltrán Leyva, “El H”.
PROTAGONISMOS
Clara no se conformaba con ser la esposa de un capo, o como muchas otras
parejas de narcotraficantes, de disfrutar de sus fortunas y despilfarrar el
dinero en los principales centros comerciales de la República y el extranjero.
Tampoco era suficiente
administrar las empresas producto de las ganancias de negocios ilícitos. Aunque
no se han revelado datos concretos, las fuentes de inteligencia ubican a
Laborín en tareas operativas del cártel, cercana a los jefes de células que
operan no solo en Sonora y Guerrero (que es donde más era vista), sino en todo
el país.
Atrás quedaron aquellos años
en los que la que fuera Miss Sonora -hace casi tres décadas- aparecía al lado
de empresarios del espectáculo, modistas, funcionarios de las áreas de
asistencia pública y personajes vinculados a los medios de comunicación con la
farándula.
Ahora, con la misma careta de
la empresaria en los rubros de clínicas de salud, de la industria de la
construcción e inmobiliaria, estaba más cerca de los negocios del cultivo de
enervantes, el trasiego de los mismos, el cobro de plaza y la eliminación de
obstáculos mediante la violencia, refieren los informes.
Ahora la esposa de Beltrán
Leyva no solo esperaba los resultados que le reportaban por cortesía los
grandes operadores del cártel, como Fausto Isidro Fausto Isidro Meza Flores “El
Chapo Isidro”, líder de Los Mazatlecos; Trinidad Olivas Valenzuela “El Chapo
Trini”, en Ciudad Obregón; Emilio Sajid Quintero Navidad “El Cadete”, en la
zona desértica de Sonora hacia Caborca; y su sobrino, Alfredo Beltrán Guzmán
“El Mochomito”, sino que les giraba órdenes.
De confirmarse la versión
oficial y de las fuentes informales, Clara Elena sería considerada una de las
primeras mujeres que dirige en su totalidad a un cártel de la droga, pues antes
se ha hecho mención de damas narcotraficantes o lavadoras de dinero como
parejas del gran capo.
Quizá “La Señora” pueda
equipararse a Enedina Arellano Félix, a la que se ha señalado como una capisa
del narco, más en la parte financiera y estratégica que en la operativa.
JEFAS, ADMINISTRADORAS Y SICARIAS: LAS MUJERES DEL NARCO
Aunque no muchas, las mujeres que han ocupado
un lugar elevado en las jerarquías del crimen organizado en México, se han
caracterizado tanto por administrar y manejar las finanzas de los cárteles,
como participar en el trasiego de droga y hasta comandar grupos armados para
ejecuciones y secuestros.
Apenas el 19 de septiembre de
2015, Melissa Margarita Calderón Ojeda “La China” fue detenida antes de que
abordara una aeronave en el Aeropuerto de Cabo San Lucas.
Meses antes, la mujer de 31
años había sido identificada por autoridades federales como la jefa de sicarios
en Baja California Sur, del narcotraficante Dámaso López Serrano “El Mini
Licenciado”, del Cártel de Sinaloa. Con la complicidad de agentes municipales,
estatales ministeriales, había logrado escapar de unos modestos departamentos
en La Paz cuando un operativo se montó para su captura.
Precisamente en marzo de
2016, la mujer fue trasladada de la prisión de esa ciudad a un centro
penitenciario federal. Entre los crímenes que le atribuyen, está el “levantón”
de los capitanes de barco del Grupo Pando, Marco Antonio Espinoza y César Darío
Liera Villavicencio, ocurrido la madrugada del 11 de febrero de 2015 en el
hotel La Purísima de La Paz.
El jefe directo de “La China”
era Gabriel Antonio Leal Gutiérrez “El 28” y, de acuerdo con las declaraciones
de la sicaria ante la SEIDO, “uno de mis éxitos en este movimiento y por el
cual fui bien recibida por la organización del ‘Licenciado’ Dámaso, es porque
en distintos momentos tuve romances y relaciones sexuales y sentimentales con
jefes policiacos, a los cuales he alineado y puesto en contacto con mis jefes
para que trabajen con nosotros”.
Una de las mujeres más
notorias en el narcotráfico, en parte porque continúa prófuga y porque el
gobierno mexicano niega su liderazgo en la estructura criminal, es Enedina
Arellano Félix, integrante de la familia que controló y disputa el tráfico de
drogas en Tijuana.
Si bien, los hermanos Ramón,
Benjamín, Francisco Javier y Eduardo, así como su sobrino Luis Fernando Sánchez
Arellano “El Ingeniero” se encuentran en prisión o han sido asesinados, Enedina
no ha sido siquiera aprehendida por su relación al grupo criminal.
La mujer, de más de 50 años
de edad, controla las operaciones financieras de la estructura criminal desde
la década de 1980. Por otra parte, agencias estadounidenses como la DEA y el
Departamento del Tesoro de Estados Unidos han confirmado la participación de
Enedina en el Cártel Arellano Félix.
Integrante de este mismo
cártel es Ivonne Soto Vega “La Pantera”, detenida en Tijuana en julio de 2001
por la Procuraduría General de la República y el Ejército Mexicano, e
identificada como la principal lavadora de dinero del CAF, además de
colaboradora directa desde hacía 15 años, de los hermanos Ramón y Benjamín.
La mujer, de ahora 65 años de
edad, desarrollaba su labor para el cártel en Tijuana y San Diego, California,
mediante transferencias de dinero procedentes del narcotráfico a casas de
cambio y hacia cuentas bancarias en México y Estados Unidos. También hacía circular el
dinero por diversas inmobiliarias, según se informó en su momento.
Otras de las mujeres más
notorias es Sandra Ávila Beltrán “La Reina del Pacífico”, aprehendida en 2007
junto a su novio, Juan Diego Espinoza “El Tigre”, jefe del Cártel del Norte del
Valle de Colombia.
La mujer era buscada tanto
por autoridades mexicanas como norteamericanas por los delitos de lavado de
dinero -para el Cártel de Sinaloa- y por el tráfico de 30 toneladas de cocaína
a Estados Unidos. De 56 años, Sandra nació
dentro de la familia del narcotraficante Rafael Caro Quintero, quien fuera
líder del desaparecido Cártel de Guadalajara.
“La Reina del Pacífico” se
volvió conocida por asistir en los tráficos de cocaína desde Colombia hasta
México y de ahí a Estados Unidos, así como por lavar el dinero producto de
ello. Luego de que su hijo fuera secuestrado en 2002, Ávila Beltrán comenzó a
ser rastreada por las corporaciones de seguridad pública.
Tras pagar una pena de 70
meses en Estados Unidos, donde se declaró culpable, regresó deportada a México,
donde permaneció en prisión dos años y medio hasta que el 7 de febrero de 2015
salió libre del penal de Tepic, Nayarit. Producto de sus condenas en
ambos países, pasó ocho años encarcelada.
VIOLENCIA RECRUDECE CON SECUESTRADOS EN TAMAULIPAS Y
“BOMBAZOS” EN GUANAJUATO
En la semana que concluye, se
han recrudecido los eventos de violencia a lo largo y ancho del país.
Por ejemplo, un grupo de 15
personas fue secuestrado el lunes 12 de septiembre por un comando armado,
cuando viajaban en un autobús procedente del Estado de Tamaulipas hacia la
vecina entidad de Coahuila, ambos fronterizos con Estados Unidos, según
confirmaron autoridades locales.
El chofer del transporte
público reveló el secuestro cuando llegó a un control del Estado de Coahuila,
pero se negó a ofrecer detalles a las autoridades porque, afirmó, fue amenazado
de muerte por los presuntos delincuentes, quienes también secuestraron a las 15
personas en varias camionetas, llevándolas con rumbo desconocido, indicó el
reporte oficial del gobierno de Coahuila, que anunció el hecho hasta dos días
después.
El autobús de pasajeros de la
línea comercial Frontera, recorría la ruta en la que el conductor logró escapar
a un control de seguridad, en el municipio de Hidalgo, sobre la Carretera
Federal Número 2, en territorio de Coahuila, limítrofe con Tamaulipas, a la
orilla mexicana del Río Bravo, que marca la frontera natural con Estados
Unidos.
Sin embargo, agentes de la
denominada Fuerza Coahuila observaron que la unidad presentaba vidrios rotos,
por lo que “cuestionaron sobre el hecho al operador de la unidad, quien
manifestó a los agentes que minutos después de salir de la central de autobuses
de la ciudad de Laredo, Estado de Tamaulipas, fue interceptado por hombres
armados que le hicieron señales para que detuviera su marcha”, indica el
reporte oficial.
El chofer desobedeció la
orden de alto de los delincuentes, pero los atacantes alcanzaron al autobús y
le quebraron los vidrios, obligándolo a detener la marcha. Sin embargo, las
autoridades de Coahuila descartaron que los vehículos en los cuales fueron
llevadas las personas hayan ingresado a esa entidad federativa.
Por otra parte, en
Guanajuato, el procurador de Justicia, Carlos Zamarripa Aguirre, informó que se
logró la captura de cuatro personas involucradas en los ataques con bombas a
negocios en los municipios de Abasolo y San Miguel de Allende, por lo que
fueron imputados por terrorismo, lesiones y daños por explosión.
Sin embargo, uno de los
detenidos, Baltazar Guadalupe Barrientos Olivares, señalado como presunto autor
de dos atentados con bombas caseras a tres negocios en el municipio de Abasolo,
fue puesto en libertad por un juez de Control, al desechar las pruebas que
presentó la fiscalía. En los ataques que el sujeto
presuntamente perpetró con explosivos, ocho personas resultaron lesionadas.
El 28 de agosto, un individuo encapuchado
lanzó una bolsa con explosivos al bar Las Caguamas del Chino, y después, el 2
de septiembre, artefactos explosivos fueron lanzados contra una tortillería y
una tienda de Abasolo. Por último, el 6 de
septiembre, explotó una mochila abandonada en un bar en San Miguel de Allende. Un mes antes se había
registrado otro estallido en un bar de esa misma localidad.
El 12 de
septiembre, en León, la capital del Estado, elementos de la Policía Municipal
fueron atacados con una bomba molotov en la colonia Los Castillos. El saldo del ataque fueron
dos policías con lesiones: uno perdió tres dedos de una mano y el otro resultó
con heridas en el rostro. El explosivo de manufactura casera tenía entre sus
componentes tachuelas y balines.
(SEMANARIO ZETA/ FOTOS: INTERNET /
REPORTAJEZ INVESTIGACIONES ZETA/ LUNES, 19 SEPTIEMBRE, 2016 12:11 PM)
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