miércoles, 6 de abril de 2016

‘TE VIOLAMOS PARA QUE TE HAGAS MUJERCITA’


Lima, Perú.- “Te voy a mandar violar para que te hagas mujercita”, le decía su hermana. Por aquel entonces Kattia Montenegro, una estudiante de 21 años de Arequipa, una ciudad del sur de Perú, no había hecho pública su orientación sexual. Pero su hermana sabía que era lesbiana y le hacía la vida imposible, hasta tal punto de amenazarla con una violación “correctiva”. Practicar sexo con un hombre, “probar un buen varón”, la “enderezaría”, según ella.

Las mujeres homosexuales que se han visto sometidas a este tipo de prácticas con el objetivo de forzarlas a la heterosexualidad no se ven reflejadas en las encuestas sobre violencia en el país. Pero los expertos, tanto del Gobierno como de la sociedad civil, aseguran que no son casos aislados.

“Lamentablemente es una práctica que tiene cierta recurrencia”, reconoce Margarita Díaz Picasso, la directora general de Igualdad de Género y No Discriminación del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables de Perú, a BBC Mundo.

Los casos “no están documentados, no es usual la denuncia, pero los he escuchado desde 2005”, dice por su parte María Isabel Cedano, directora de la organización Estudio para la Defensa de Derechos de la Mujer (Demus), una activista con 25 años de experiencia, 10 de ellos en el ámbito del feminismo. Y un estudio reciente del Centro de  Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos y la Red Peruana TLGB, el Informe anual sobre los derechos humanos de personas transexuales, lesbianas, gays y bisexuales en el Perú 2014-2015, ha vuelto a poner el tema sobre la mesa.

‘QUERÍA CURARME’

El informe no habla de cifras, pero recoge testimonios y sitúa los casos en un contexto más amplio.

“Son el resultado de la violencia de un paraguas grande, de un sistema de opresión llamado patriarcado”, remarca Maribel Reyes, la secretaria nacional de una de las organizaciones detrás del estudio, la Red Peruana TLGB, a BBC Mundo.

Una violencia que se manifiesta de diversas formas, desde insultos, pasando por la agresión física, hasta las amenazas de este tipo, aclara. El propio término, violación correctiva, ha nacido de ese enfoque de presión que dice que hay que castigar todo lo que se salga de la norma establecida: “la mujer heterosexual y sumisa a la sombra de un
hombre”, prosigue.

Por eso, “no creo que los que someten a mujeres lesbianas a estos procesos crean que van a cambiar su orientación sexual, sino que lo hacen a modo de castigo”.

Ese fue el castigo que le aplicaron a C., una mujer lesbiana cuyo testimonio incluye, junto con otros, el informe de Promsex y la Red Peruana TLGB.

Estaba sola en casa, en su habitación, cuando llegó un amigo de la familia. Alguien “a quien tratábamos como si fuera un pariente y (al que) le tenía confianza”, cuenta.

La puerta estaba abierta, así que entró y la forzó. “Quería ‘curarme’ a la fuerza. Lo entendía así, pues me decía que no estaba bien ‘ser como eres’ y que ‘una mujer que llora por otra, no es correcto’”.

No quiso saber nada más de él y trató de olvidar. Pero “en febrero se materializaron todos mis miedos: estaba embarazada”.

Un caso similar es descrito por Marxy Condori, del Movimiento Lesbia de Arequipa en el libro Hey, soy Gay. La activista cuenta que una amiga lesbiana fue violada por su tío “para hacerla mujer”. “La mamá le decía que no denunciara porque era su tío. Y nosotros le decíamos que si no denunciaba podía volver a pasar, que su familia no podría presionarla”.

FAMILIAS HOSTILES

Como en el de estas víctimas, en la mayoría de los casos este tipo de violencia suele provenir del entorno familiar o cercano, dice el informe.

Así lo señala también otra investigación, Estado de violencia: diagnóstico de la situación de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, intersexuales y que en la Lima metropolitana, circunscrita a la capital peruana y publicada por el colectivo No Tengo Miedo en 2014.

De acuerdo a esta, de cada 10 lesbianas, 4.3 han sufrido violencia familiar. “En el caso de las lesbianas, el 22% de la violencia familiar es sistemática”, señala el estudio. Y “en el 75% de los casos de violencia familiar se utiliza la heterosexualidad obligatoria como mecanismo de control”, añade. “Para corregirla y/o curarla, se utiliza el control   emocional, económico e incluso la amenaza de violencia sexual y muerte (...)”.

A Shalym, cuando su madre se enteró de que era lesbiana y salía con una chica le quitó el celular, le prohibió usar las redes sociales y no le dejaba salir.

Perú no cuenta con una política nacional contra la discriminación por la orientación sexual y la identidad de género. Ni tampoco tiene tipificados los crímenes de odio hacia la población LGTBI, aunque ha habido iniciativas parlamentarias para cambiar esa realidad y organizaciones como Amnistía Internacional llevan años luchando para ello.

PERÚ NO ES EL ÚNICO

Sudáfrica es donde han sonado con más fuerza estos casos, pero también ha habido casos en India y Zimbabwe. En julio de 2007 la pareja lésbica Sizakele Sigasa y Salome Massooa fue violada y asesinada en Sudáfrica. Como consecuencia, varios grupos defensores de los derechos humanos crearon la campaña 07/07/07, para reclamar el fin

de los crímenes de odio contra la población LGTB. Pero el caso que tuvo mayor notoriedad y puso a estas violaciones en el punto de mira internacional fue el ataque a Eudy Simelane, exjugadora del equipo nacional de futbol, activista y una de las primeras mujeres en vivir abiertamente como lesbiana en Kwa Thema, en el noreste del país.

Simelane fue violada brutalmente por un grupo de hombres antes de ser apuñalada 25 veces en la cara, el pecho y las piernas. Ocurrió en abril de 2009, pero ya un año antes Triangle, una organización sudafricana defensora de los derechos de los homosexuales, había revelado que un 86% de las mujeres lesbianas negras vivía con miedo a una
agresión sexual.

PREJUICIOS

» Perú no reconoce los crímenes de odio por orientación sexual o identidad de género.

» También se han reportado casos en Zimbabwe e India, entre otros países.

» En 2012 en Ecuador clausuraron varias clínicas para “curar” homosexuales, en las que la violación era uno de los métodos empleados.

» Las prácticas tienen el objetivo de cambiar la orientación sexual de la víctima o simplemente castigarla por su “rebeldía”, dicen los activistas.

ABUSOS Y HUMILLACIONES

» Cuando tenía 23 años, en 2007, Paola Concha fue ingresada a la fuerza en uno de los centros “correctivos” en Quito, Ecuador. Durante los 18 meses en los que permaneció en él, fue sometida a todo tipo de vejaciones: la esposaron, encerraron sin comida durante días, la obligaron a vestirse como hombre y la violaron.


(ZOCALO/ Agencias/ 06/04/2016 - 04:00 AM)

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