Desde
marzo de este año, cuando se presentaron conclusiones sobre la problemática de
la indigencia en Tijuana, ni una de las recomendaciones se ha tomado en cuenta.
Hoy, el esfuerzo para combatir el fenómeno queda en el trabajo municipal, con
un programa que “rasca” presupuesto de varias dependencias
Jesús
dice que si no consigue 50 pesos antes de terminar el día, no podrá dormir.
Sabe –le ha pasado–, que mañana caminará desesperado por conseguir lo
suficiente para una dosis de cristal. Le dará lo mismo robar, porque el tiempo
se le hará insuficiente para limosnear, cuidar carros o limpiar parabrisas.
Hoy,
cuando está por terminar el lunes 5 de octubre, está sentado en una banca del
Parque Teniente Guerrero del centro de Tijuana, adonde llegan decenas de
indigentes relegados de las zonas más visibles del primer cuadro. Lo acompañan
dos tacos de pescado que recogió enteros de un bote de basura, una Coca-Cola de
bote y tres bolsas de plástico donde carga sus pertenencias.
“Con
la malilla se te hace fácil ver algo mal ‘parkiado’ y agarrarlo, por eso trato
de conseguir la feria. A veces mejor compro comida y los demás hasta se enojan,
como si estuviera tirando el dinero”.
Jesús
tiene 37 años, es nacido en Tijuana, y la mitad de su vida la ha caminado en
las calles. Carga, además de su adicción, el recuerdo del asesinato de su
hermano, un intento de violación, y a veces, con la preocupación de dónde
dormirá en días de lluvia.
Recuerda
que los tiempos de mayor bonanza para él, iniciaron cuando logró hacerse de un
lugar en la Garita Internacional de San Ysidro trabajando de lo que saliera.
Tiempo en que sacó hasta para rentar un cuarto.
Fueron
meses, hasta que denunció a unos malandros con la policía, y después pensó que
se había señalado a él mismo, pues ni los oficiales lo dejaron regresar a
trabajar.
—
¿Cuáles han sido los momentos más difíciles en la calle?
“Cuando
estaba más chico, que un cabrón quiso violarme. Me subió al carro y me agarró
la verga pues, me alcancé a salir y ya no supe qué pasó. Luego cuando mataron a
mi hermano, él sí trabajaba y todo, y yo estaba en la cárcel por robo simple.
Estuve seis meses”.
Difícilmente
muestra la cara, concentra su mirada en sus manos entrecruzadas y la rotación
de sus pulgares. Dice que quiere tener una pareja y también hijos, ya que se
encuentre mejor. Cuando se le pregunta qué está haciendo para salir de las
calles, espera unos segundos y se anima: “pues poco a poco estoy dejando la
droga”.
Es
inapelable que la indigencia se revise desde la perspectiva de los derechos
humanos y como un problema de salud pública, insiste el Doctor Jorge Bustamante
Fernández, investigador del Departamento de Estudios Sociales de El Colegio de
la Frontera Norte (Colef).
“No
se ha hecho de forma específica como se refiere al problema, es una cuestión
específicamente de Tijuana, yo no recuerdo otro problema de indigencia en
alguna otra de las ciudades fronterizas donde hacemos investigación. Pero sí,
obviamente si ve el artículo primero (Constitucional), pues ahí está la base de
la obligación de atender la cuestión como un problema de derechos humanos, de
atender a esta población”,
La
realidad, continúa, es que no hay un esfuerzo real de las autoridades del
Estado, no existe un presupuesto específico o alguna institución pública que de
verdad le haga frente.
DESDE EL DESALOJO… NADA
Desde
el primero de marzo de este año, cuando se presumió la “limpieza” de la
canalización del Río Tijuana, los esfuerzos se centraron en la zona conocida
como “el Bordo”, donde por años se refugiaron los indigentes. En aquellos días,
la cifra de personas enviadas a centros de rehabilitación quedó en 500.
Inició
luego la vigilancia policiaca en el lomo de la canalización y en las calles más
concurridas de la zona centro, así como detenciones por la falta administrativa
que significa no traer documentos oficiales.
El
repliegue de la indigencia fue tal, que desde la mitad del año, organizaciones
como el Desayunador Salesiano del Padre Chava lo notaron en la cantidad de
platos servidos cada mañana. Sí antes eran alrededor de mil 200, luego
difícilmente se alcanzaban los 900, comenta el Padre Óscar Torres, quien fuera
responsable del comedor.
La
actividad coordinada entre los tres niveles de gobierno, terminó con una sesión
de resultados del Consejo Estatal de Atención al Migrante (CEAM) en la ciudad
de Mexicali durante el mismo mes. En ella, se presentaron conclusiones y
recomendación.
“Dijimos
que Baja California necesita un espacio para recibir migrantes y necesita crear
una institución de atención a indigentes. El Gobierno, y no solo el estatal,
municipal y federal, necesitan crear una institución”, comenta el titular del
CEAM, Carlos Mora Álvarez.
A
más de seis meses de aquellas conclusiones, que se entregaron tanto al
Gobernador Francisco Vega, como al alcalde Jorge Astiazarán Orcí, no ha pasado
nada.
“Otra
de las recomendaciones es que la Secretaría de Desarrollo Social, tanto estatal
como municipal, y la secretaría de Salud del Estado y municipal, tienen que
marcar pautas y establecer un programa para atenderlos, no lo han hecho”.
El
exhorto para la acción, se hará nuevamente en la próxima sesión del consejo,
refirió Mora Álvarez.
Pero
la obligación de coordinación entre las instituciones no es un tema nuevo, pues
desde el año 2002 está aprobada en Baja California la Ley de Asistencia Social,
misma que obliga a la creación de un Sistema Estatal de Asistencia Social, cuyo
objetivo es precisamente atender la indigencia.
Cuestionado
sobre la conformación y los trabajos del sistema, el Secretario de Desarrollo
Social del Estado, Ricardo Magaña –quien debe encabezarlo por Ley-, señaló que
el sistema no existe, pero justificó que
DIF se encuentra próxima a la publicación de una convocatoria para
integrarlo, con una estructura distinta a la establecida en la disposición
legal, dando entrada a académicos, sociedad civil y ciudadanos.
Dijo
que los 59 millones de pesos a disposición de SEDESOE son para la atención de
la totalidad del espectro de grupos
vulnerables.
Consideró
que la problemática de la indigencia no puede ser erradicada, pero si combatida
de manera más eficaz con la coordinación de recursos y programas de los tres
órdenes de gobierno, cosa que no se da.
Actualmente,
el desplazamiento de este sector se observa sobre todo en la parte sur de la
delegación Centro y La Mesa, sobre todo cerca de instituciones que sin que sea
su obligación, dotan de alimento, jeringas y métodos anticonceptivos.
OMISIÓN EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS
Hablar
de la indigencia en Tijuana y colgarle el calificativo “preocupante” sería una
exageración, dice el académico Bustamante Fernández.
Y
es que, explica, no hay elementos para considerar la problemática como un
riesgo para la ciudadanía, ya que ni ha disparado los índices delictivos, ni
significa un foco de infección dadas sus condiciones de vida.
“Para
los efectos sociales, implicaciones sobre la sociedad de Tijuana cercano a
cero, no son más que efectos sobre la visibilidad, sobre el turismo, pero no
tiene un efecto completo que haya sido detectado de infección, de lo cual la
población de Tijuana resulte con efectos significativos”.
Lo
que sí es indiscutible, comenta, es que se trata de una omisión en materia de
derechos humanos del Estado mexicano, principalmente porque no existe un
presupuesto específico para combatir la indigencia.
“El
Estado mexicano tiene una obligación de atenderlos como seres humanos, ésta es
una obligación que está insertada en el artículo primero Constitucional y que
se refiere al obligación de cumplir con los acuerdos internacionales (derechos
humanos) que ha firmado México. Hay una combinación de responsabilidades del
Gobierno Federal, que no atiende, porque no asigna presupuesto especial para
esa cuestión, aunque es responsabilidad del gobierno mexicano. Y por otro lado
también es una responsabilidad del municipio, pero más bien corresponde a la competencia del
Estado mexicano”.
PROGRAMA MEJORA CON RESULTADOS, PERO SIN
PRESUPUESTO PROPIO
Para
disminuir el problema, el Ayuntamiento de Tijuana le apuesta al Programa
Mejora, un combinado del presupuesto de apoyo social del alcalde, Jorge
Astiazarán –el mismo que lo lanzó–, de la Secretaría de Desarrollo Social
Municipal (Sedesom), del DIF, y otras dependencias del nivel.
El
mismo, que de acuerdo al titular de desarrollo social municipal, Rodolfo
Fajardo, ha apoyado desde su inicio –hace dos años– a un aproximado de mil 800
personas, entre los mil que han sido internados en centros de rehabilitación o
al Hospital de Salud Mental, y 800 que han sido apoyados en su retorno a sus
estados de origen.
El
funcionario asegura que en los próximos días “se intensificará” el programa,
para invitar a más personas a recibir apoyo, junto a los rondines que hará la
Unidad Municipal de Apoyo Social.
“Es
un tema social. Si una persona se encuentra en estado de abandono se lleva a un
albergue; si es adicción se mete a un centro; si se encuentran deambulando con
problemas psiquiátricos, al Hospital de Salud Mental”.
—Secretario,
la indigencia no disminuye en la ciudad.
“Es
un tema fuerte en Tijuana, y a veces ver a un grupo de cinco personas
deambulando se te hace un mundo, pero realmente el ayuntamiento ha hecho lo que
tenemos al alcance”.
De
los 100 centros de rehabilitación inscritos en el catálogo del Ayuntamiento de
Tijuana, 20 ya han recibido personas enviadas, dijo Fajardo, más otras 10 que
estarán recibiendo en los próximos días.
(SEMANARIO
ZETA/ EZENARIOS/ Saúl Alejandro Ramírez / Héctor Ortiz Ramírez / Fotos. José
Agustín Reyes Díaz de León / Héctor Ortiz/
14 de Octubre del 2015 a las 20:43:51)
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