lunes, 10 de noviembre de 2014

AUSENCIAS QUE LASTIMAN: VENDIERON TODO Y NO LOS ENCUENTRAN


Diez hombres desaparecieron en Tamaulipas desde 2010; las esposas han abandonado la búsqueda porque ya no tienen dinero para hacer el trabajo de las autoridades

OAXACA, Oax, 10 de noviembre.— Después de cuatro años de peregrinar para dar con su paradero, las esposas y familiares de diez hombres desaparecidos en el norte del país, tres de la Laguna de Zapotengo y siete de la cabecera municipal de San Pedro Pochutla, en la región Costa, han tenido que abandonar su búsqueda.

La señora Celerina Santos Santiago, esposa de Nemorio Vizarratea Vinalay, uno de los desaparecidos, oriundo de Zapotengo, poblado de apenas una centena de habitantes, dijo:

“Ya dejamos de buscarlos porque se acabó el dinero, no por otra cosa. Ahora queda en las manos de Dios que regresen.”

La mujer afirmó que las madres y esposas de los hombres, integrantes de la Sociedad Cooperativa Ecoturística-Zapotengo de Pochutla, se organizaron y emprendieron el rastreo por varios lugares del país desde que conocieron su desaparición: el 14 de julio del 2010 en Tamaulipas.

“Fuimos a la capital del estado (Oaxaca), al Distrito Federal, a Tamaulipas y a Morelos; subimos, bajamos, nos cansamos de dar vueltas y nada”, señaló.

El grupo de mujeres utilizaron sus pocos ahorros y debieron vender embarcaciones destinadas a recorridos turísticos en la laguna de la comunidad.

“Acabamos con todo; malbaratamos unos terrenos, vendimos cosas de la casa y seis lanchas en busca de ellos; fuimos a todos lados, pero no los encontramos”, asentó.

Consideró que la ayuda de los gobiernos federal y estatal fue insuficiente para las familias, que tuvieron que mantener sus propias  investigaciones sobre los desaparecidos.

“Como a los que están en el gobierno no les duele, no hacen nada; no les importa porque no son sus parientes”, lamentó.

Destacó que por eso (falta de dinero) dejaron el regreso de sus familiares desaparecidos en las manos de Dios, porque eso sí, no han perdido la fe de volver a verlos vivos.

“En él está si regresan o no; tenemos esperanzas y fe de que algún día van a llegar”, comentó.

En 2013 su esperanza se animó cuando ganó una ternera en una rifa realizada por el Comisariado de Bienes Comunales de San Pedro Pochutla, en la aniversario luctuoso del general Emiliano Zapata.

“Como esposa de comunero fui en su representación (a la rifa). Para mí fue una señal; es una señal de Dios que está vivo. Lloré mucho, sé que está vivo y que va a regresar”, apuntó.

Desde su desaparición a la fecha, la incertidumbre agobia constantemente a sus familiares por no saber dónde se encuentran ellos.

“Es algo que jamás se nos olvida; podemos estar contentas un rato, pero luego nos acordamos de lo que pasó. Si me dijeran ‘está muerto’, me quedaría tranquila porque ya sé dónde está”, mencionó.

También refirió que la desaparición ha generado problemas en el interior de las familias por la falta del padre en el hogar.

La mujer dijo que la ausencia también ha ocasionado contrariedades en la familia porque la mayoría de los desaparecidos eran el sostenimiento económico.

“Vendimos casi todo, solamente nos quedamos con las casitas. El proyecto (ecoturístico) está parado.

“En su momento, la CDI (Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas) nos ayudó con una tiendita, donde vendimos productos básicos, pero solamente le ganamos un peso a cada producto.”

Otra familiar, Marisol Ramos Martínez, esposa de otro de los desaparecidos, Fidel Espino Ruiz, vendió algunas pertenencias y propiedades para indagar el paradero de su marido, pero no tuvo respuesta alguna.

Por la venta de sus propiedades y la falta del padre, los hijos han dejado la escuela, comentó.

“No tenemos para el pasaje ni para lo que piden los maestros en la escuela; el proyecto ecoturístico está ahí, parado”, refirió.

Contó que su decisión de no seguir buscando al esposo se la hizo saber a otra de las mujeres, Celerina Santos Santiago, por la carencia de dinero.

“Lo dejé en manos de Dios. Ya no tengo dinero, no me alcanza para seguir buscando; por ese motivo ya no le sigo”, lamentó.

EN 2010, EL ÚLTIMO CONTACTO

A pesar del hallazgo de cadáveres en fosas clandestinas en Tamaullipas y del tiempo transcurrido, los familiares de los diez pobladores de la Laguna Zapotengo y San Pedro Pochutla, desaparecidos en Tamaulipas, aún mantienen la esperanza de encontrarlos con vida.

“Tenemos fe en Dios; creemos que están bien y que van a regresar vivos”, afirmó María Vizarratea Salinas, hermana de Luis, Juan Carlos y Andrés.

El último contacto con los desaparecidos se registró el 14 de julio de 2010 por un mensaje de celular enviado por uno de ellos, Isauro Rojas Rojas, dirigido a su esposa María de Jesús. Le indicaba su llegada a la ciudad de Matamoros, donde comprarían vehículos.

“Como no se comunicaban, entonces mi hermana habló a su esposo y contestó un hombre con acento norteño que dijo ‘policía federal’. Pensó que se había equivocado y nuevamente marcó, pero la respuesta fue la misma”, asentó.

Explicó que las víctimas no llevaban mucho dinero, sólo el necesario con el fin de adquirir dos camionetas para ser destinadas al proyecto ecoturístico establecido en la laguna Zapotengo.

IBAN A COMPRAR CAMIONETAS

“En enero de ese año habían ido a comprar unas (camionetas) y regresaban en julio (a Matamoros); además de las camionetas iban a comprar piezas de
vehículos pesados, porque varios de los desaparecidos tenían un taller mecánico”, señaló.

Rechazó que sus familiares hayan tenido algún vínculo con la delincuencia organizada o se hayan dedicado a actividades delincuenciales.

“En Pochutla y en Zapotengo los conocen y saben que son hombres trabajadores y que no tienen ninguna relación con la delincuencia”, sostuvo.


(EXCELSIOR/ Patricia Briseño/ Corresponsal/ 10/11/2014 10:52) 

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