miércoles, 26 de marzo de 2014

EL KILÓMETRO DE LA MUERTE EN CULIACÁN


A lo largo de mil metros, los vecinos de Capistrano transitan entre desechos contaminantes y difuntos

CULIACÁN.- La brecha de Capistrano es un tiradero de basura y de muertos...

El sol de la mañana despierta el tufo tierno de la muerte en el camino que conecta a "La Costerita". Las cruces se pierden entre la maleza sin vida en un lugar en donde el olvido no se olvida.

Cenotafios de muerte estéril en la tierra de los once ríos.

"Allá tiraron a uno", cuenta una persona que hurga entre la basura, "ahí mismo lo mataron porque estaba la sangre fresca todavía".

Una capa de polvo cubre el recuerdo de la vida. Las cruces que subrayan la inseguridad en Culiacán.

"Ahí tiraron a dos", continúa el hombre que pidió el anonimato, "el sábado o domingo en la noche tiraron a uno por aquí también... Se escucharon los balazos...".

La cinta de "prohibido el paso" se adhiere a los arbustos en un espacio huérfano aún de cruz.

El cruce de personas es esporádico. La mirada al suelo al encuentro de un vehículo.

"Es un desmadre", lamenta el hombre, "ya no puede ni andar uno en la noche".

A 100 metros de la brecha se encuentran las últimas casas del Fraccionamiento Las Amapas. La distancia que los separa de la muerte y la basura.

"Aquí ya no sólo es tiradero de basura", expresa el de la voz anónima, "es un tiradero de muertos. Aquí están dos, tres, cuatro con este... como unos 15 en un año. Seis en menos de 15 días", señaló.

Hedor a basura y cuerpos de animales descompuestos hiere el olfato, y el polvo nubla la vista en la brecha de Capistrano. El kilómetro de muerte al sur de la ciudad.

Capistrano, el conjunto habitacional que le da el nombre a la brecha, se encuentra metros adelante. La distancia es corta entre la vida y la muerte.

"Hace días llegamos y vimos una patrulla allá abajo", relata una joven, "era un muerto porque desde aquí se miraba. Nos dijo un vecino que se habían oído balazos, que ahí lo habían matado".

Por la brecha los balazos son constantes y el oído se educa al sonido.

"Otra vez", recuerda la muchacha, "se escuchó como si hubieran tocado la puerta. No es la puerta. Son balazos...".

Dicho camino que separa un lote de terreno baldío y un monte de arbustos es propicio para la tira de cadáveres.

"Sí, he sabido que ahí los tiran", asiente la joven, "de hecho, llegan carros en la noche que uno no sabe ni qué...".

(NOROESTE/ Martín González/26-03-2014)

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