jueves, 1 de noviembre de 2012

EL EXCUSADO DE LA VERGUENZA



Por varios años, al igual que miles de personas, he circulado por varias carreteras del estado, incluyendo la autopista Tijuana-Ensenada y pasado por la  caseta de San Miguel o de Ensenada, en donde está instalado el retén militar “temporal” y se resguarda el personal militar que efectúa las revisiones.
 
Por todos estos años he visto lo que miles de turistas (incluidos los gabachos que tanto nos dicen que “necesitamos”): unas instalaciones militares “temporales” que rayan en lo vergonzoso.

 Hago eco de lo que el buen Salomón López detalló en la sección Cartaz de la edición 2006 de ZETA sobre las denigrantes instalaciones que albergaban al personal militar de la geotermoeléctrica de Cerro Prieto en Mexicali hace ya bastantes años, y narra cómo una simple misiva hizo que los mandos vieran algo que antes no podían o no querían ver: instalaciones deplorables, justificando el hecho que estar en la milicia “es de hombres”.

Son muchos ya los años que hemos tenido estos retenes del Ejército por las carreteras de nuestro estado (y seguramente del país), y especialmente los fijos como el de Rosarito y Ensenada, el de San Quintín y muchos otros más, me pregunto varias cosas: ¿Por qué, pese al enorme presupuesto que les han asignado como nunca a las fuerzas militares en nuestro país, seguimos viendo campamentos improvisados (que duran años) con lo que parece ser lonas de segunda o tercera mano, techos de lámina en campamentos con temperaturas en el exterior de 45 grados, almacenamiento de agua en tibores de 200 litros, retretes de pozo (anexo foto), piso de tierra y colgadijos de cable eléctrico puesto al aventón tomados de un poste que está enfrente, esto cuando hay energía eléctrica?

 ¿Por qué a los agentes de la PFP que arriban en aviones para “operativos especiales” los tienen ocupando moteles con tooodos los servicios, alimentos y comodidades? ¿Por qué tienen un “título universitario”? Para que duela aún más: ¿por qué exigimos mejores condiciones de vida para los presos en las cárceles del estado, que tienen suspendidas sus garantías individuales? ¿Por qué no instalan estos retenes como debe ser, para que el personal tome un merecido descanso en instalaciones adecuadas?

Es cuestión de darse una vueltecita al retén de Rosarito, el más cercano, para que en vivo y a todo color lo percaten, o al de Ensenada, que tiene años igual. Mientras que los elementos de la PFP ocuparon por meses lo que fue el motel Conquistador y el Real Inn, otro motelito que está a en el bulevar Díaz Ordaz, con todos con los servicios completos, agua caliente, camas cambiadas a diario y sus alimentos incluidos a costo millonario.

Hace apenas cuatro semanas tuvimos el desfile militar del 16 de Septiembre, donde participaron, según “el parte”, 90 aviones y más de 15 mil elementos militares armados, todos con uniformes brillantes, unidades impecables y pulcramente detalladas, y todos los mandos luciendo también nuevos uniformes, con corte sastre, donde colgaban sus condecoraciones. En la narrativa del desfile, nos describen que el “camuflaje pixeleado” viene ya en todos los uniformes y unidades. También nos presumen el nuevo vehículo blindado SANDCAT, utilizado en operaciones muy especiales. Nos mencionan los cuatro nuevos aviones C275 Sparta, los 6 Beechcraft y los helicópteros Bell UH60, además de los vehículos y embarcaciones, equipo que seguramente costó cientos de millones de pesos, por citar algunos datos.

Haciendo unos pequeños cálculos, se puede considerar que tan solo con el costo del combustible derrochado en los sobrevuelos de los aviones F5, Hércules C-130, Pilatos y los helicópteros Blackhawk, gasolina y diesel de los vehículos usados en el desfile del pasado 16, más los gastos adyacentes, se construyen, arman, dotan o instalan adecuadamente los albergues y cocinas para los elementos del mencionado retén militar. 

 Mejor aún: en lugar de pugnar y legislar por la construcción o remodelación de nuevas cárceles para la población de reos (con aire acondicionado para Mexicali), hago otra pregunta… ¿Qué tal poner a éstos en tiendas de campaña militar, carpas en suelo de tierra, techos de lonas o láminas, agua en tibores y retretes de pozo, sin luz eléctrica (igualito a utilizados por la tropa militar que resguarda nuestra seguridad) para que cumplan su condena, mientras trabajan en algo provechoso? ¿Qué tal usar el presupuesto de esas cárceles para construir los retenes, dar alimento y… ¡NO, no, no, no! ¿Qué estoy pensando? Esto jamás va a suceder… y usted, ¿qué opina?

Un cordial saludo.

Jesús Vega
Tijuana B.C.

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