martes, 15 de noviembre de 2011

FUGITIVOS EN LA FRONTERA DE BAJA CALIFORNIA

Pandilleros, traficantes, asesinos y pederastas se refugian en B.C.
 
Traficantes, multihomicidas y pederastas que huyen de la justicia en Estados Unidos se refugian en Baja California. El Buró Federal de Investigaciones sospecha que uno de los diez más buscados en el vecino país podría estar en este Estado y solicita la ayuda de la ciudadanía para encontrarlo. En la última década han sido detenidos en esta entidad más de 420 delincuentes norteamericanos, casi uno a la semana.

Luis Alonso Pérez
Era 25 de julio de 1998, pasaban las 6 de la mañana en el este de Los Ángeles cuando Joe Luis Sáenz y Juan Peña arribaron a un conjunto habitacional de Aliso Viejo.

Los dos pertenecían a la pandilla Cuatro Flats. Horas antes habían negociado una compra de droga a miembros de la pandilla rival East L.A. Trece.

Cuando llegaron al punto de reunión se acercaron a los dos “Treces” y les pidieron la droga, pero Sáenz en lugar de sacar dinero de sus bolsillos sacó una pistola y les disparó a quemarropa.

Menos de dos semanas después raptó, violó y asesinó a su ex novia y madre de su hija en la casa de su abuela. Sáenz sospechaba que la mujer denunciaría los recientes asesinatos a la policía.

Ese mismo mes dos integrantes de la pandilla angelina Lott Stoner fueron detenidos por policía de caminos en el Estado de Missouri y les confiscaron un paquete con 610 mil dólares marcados con la leyenda “Toro”, uno de los alias de Sáenz.

De regreso en el área de Los Ángeles uno de los pandilleros implicados, Óscar Torres, recibió una visita de Sáenz. Quería venganza por el dinero decomisado y le descargó cuatro tiros en la cabeza.

Tras la racha de asesinatos del 98 el pandillero mexicoamericano, que en ese entonces tenía 22 años, huyó del área de Los Ángeles y, de acuerdo con reportes del Buró Federal de Investigaciones (FBI), actualmente trabaja para un cártel de la droga mexicano y viaja constantemente entre Estados Unidos y México con documentos legítimos, obtenidos ilegalmente.

Sáenz apenas tiene 36 años y ya es uno de los diez hombres más buscados del país. El Gobierno Federal de Estados Unidos ofrece una recompensa de 100 mil dólares por información que lleve a su captura.

El FBI sospecha que el pandillero angelino podría estar escondiéndose en México, y confían que uno de los muchos enemigos que ha hecho durante su carrera delictiva lo delate y así aprehenderlo después de 13 años prófugo.

Al igual que Sáenz, cientos de estadounidenses prófugos de la justicia han buscado refugio en Baja California. En entrevista con ZETA el agente especial del FBI, Darrell Foxworth, explicó que durante las investigaciones se obtuvo información de testigos o familiares de los delincuentes que les lleve a sospechar que han escapado a México.

Uno de los más buscados por la oficina del FBI en San Diego es Carlos Rodríguez, un hombre de aproximadamente 34 años nacido en la ciudad de Tijuana y buscado desde el 2002 por su presunta participación como intermediario en la venta de droga entre narcotraficantes mexicanos y pandilleros de San Diego, así como su distribución en otros Estados de la Unión Americana.

Por sus nexos con criminales mexicanos se sospecha que Rodríguez podría estar escondido en Baja California.

Para el FBI y las agencias policiales locales no es raro que un prófugo cruce los límites estatales dentro del territorio nacional para evitar ser capturado.

“Pero aquí el estado vecino es el país soberano de México”, explicó el agente Foxworth, “así que tenemos que respetar sus leyes y trabajar con las agencias mexicanas para traerlos de vuelta a Estados Unidos”.

Un caso de éxito en la cooperación binacional han sido los arrestos de integrantes de la banda implicada en el asesinato del agente de la Patrulla Fronteriza Robert Rosas en julio de 2009.

Hasta ahora todos han sido detenidos salvo José Juan Chacón Morales, alias “El Camello”, por quien ahora se ofrece una recompensa de hasta 100 mil dólares por información que resulte en su arresto.

Entre la lista de más buscados del FBI en San Diego esta Niza Elena Valdivia Ruelas, madre de Luis Alarid, un agente de Aduanas y Protección Fronteriza encarcelado por permitir el cruce de autos cargados con droga o con inmigrantes indocumentados mientras atendía la caseta de inspección en la garita de Otay en San Diego.

Valdivia era una pieza clave para las actividades de tráfico en las que participaba Alarid. Tras la captura de su hijo permanece prófuga de la justicia y existen indicios de que se podría estar escondiendo al sur de la frontera.

Una llamada anónima podría llevar al arresto de esta presunta traficante. La denuncia anónima es una de las principales herramientas utilizadas por las autoridades norteamericanas para ubicar a los prófugos de la justicia.

Es por eso que programas como America’s Most Wanted resultan muy efectivos para las autoridades y son tan exitosos entre los televidentes, en un país donde los ciudadanos confían en las autoridades procuradoras de justicia y saben que una vez detenidos los delincuentes o sus cómplices no ejercerán represalias en su contra.

Su éxito ha sido tal que ahora la división del FBI en San Diego transmite un programa semanal de media hora dedicado a los más buscados de San Diego.

Sin embargo en el caso de los prófugos internacionales deben apoyarse con las autoridades mexicanas y trabajar estrechamente intercambiando información.

Baja California ya no es escondite de maleantes
Contrario a las pesquisas en Estados Unidos, en Baja California la policía no difunde en los medios la información fotografías de los delincuentes prófugos; aquí el factor sorpresa es determinante para su captura. Así, cuando los maleantes extranjeros se confían que nadie los conoce y creen pasar desapercibidos.

“Los agarramos dormidos, tranquilamente en sus camas, o caminando felices a la tienda de la esquina”, explicó Alfredo Arenas, director de la Unidad de Enlace Internacional de la Policía Estatal Preventiva (PEP), equipo especializado en la búsqueda y captura de fugitivos extranjeros en Baja California.

Por diez años Arenas y una pequeña escuadra de siete agentes investigadores y operativos han logrado la captura de 420 delincuentes extranjeros que habían decidido hacer de Baja California su escondite de la ley, es decir un promedio de un maleante detenido cada ocho días y medio.

Este grupo estatal es el único de su tipo en el país, ya que la Procuraduría General de la República (PGR) cuenta con un grupo especializado en el arresto de delincuentes trasnacionales, “pero ellos sólo se enfocan en los big shots”, bromeó el Comandante de la Unidad de Enlace.

La mayoría de los fugitivos estadounidenses detenidos en Baja California enfrentan cargos relacionados con las drogas, sobre todo el consumo y posesión, mientras que en menor escala la posesión con intento de distribución.

En segundo lugar están los homicidas, algunos por atropellamiento y motivos pasionales, pero la mayoría relacionados con el pandillerismo. Los de mayor peligro son los multihomicidas, asesinos que matan por trabajo o por placer.

“Ésos vienen, se esconden y los contrata el narco como gatilleros”, advirtió Arenas, quien asegura que ha recibido un par de llamadas amenazantes de supuestos cómplices, advirtiendo que ejercerán represalias en su contra si los entregan a las autoridades norteamericanas.

Aunque representan aproximadamente un 10 por ciento de los casos, los violadores y pederastas son una prioridad para el grupo de Enlace, ya que son los que tienen una mayor tendencia a reincidir en sus conductas delictivas.

“Por eso son los primeros contra los que nos vamos”, sostuvo Alfredo Arenas, orgulloso de que hasta el momento ningún pederasta detenido por los agentes de Enlace ha tenido tiempo suficiente para abusar de un niño mexicano.

Para detener a los prófugos los elementos a su cargo deben primero seguir la información proporcionada por sus contrapartes del norte de la frontera. Hacer investigación y patrullajes para dar con ellos. Ya ubicados, siguen sus pasos hasta tenerlos bien seguros y entonces efectuar el arresto.

En ocasiones han tenido que hacer trabajo encubierto, disfrazados de trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad, ingenieros de Telnor o repartidores de pizza.

“Hace poco disfrazamos a uno de mis agentes como mensajeros de Federal Express para agarrar a un pederasta”, narró el Comandante Arenas.

Ya habían rastreado al prófugo hasta su lugar de trabajo por medio de las órdenes por correo de videos pornografía infantil que había hecho a Estados Unidos y que comenzaba a vender en Baja California.

El agente encubierto llego al establecimiento con un paquete bajo el brazo, preguntó por el prófugo, le pidió firmar de recibido e inmediatamente lo esposó.

Aunque la rapidez en las detenciones es un factor de suma importancia en casos como la pederastia, otros fugitivos pueden permanecer años y hasta décadas evadiendo la justicia hasta el punto que logran hacer de nuevo una vida aparentando ser gente común con empresas o trabajos legítimos.

Uno de ellos es Agustino Serrano, un antiguo operador del cártel de los hermanos Arellano Félix que después de 17 años de prófugo –tras haber sido arrestado inicialmente en Nueva York en posesión de un cuantioso cargamento de cocaína– ya había hecho una vida normal en Tijuana.

“Cuando lo arrestamos confesó que había hecho esto y lo otro, pero dijo que él ya se había retirado. Lo siento, le dijimos, pero tienes cuentas pendientes”, narró Arenas, recordando con una sonrisa a medias en el rostro.

Una vez detenidos los prófugos son remitidos al Instituto Nacional de Migración, instancia gubernamental que se vigila su proceso de deportación para después ser entregados a las autoridades estadounidenses en alguna de las garitas del Estado.

“Antes (los delincuentes) creían de que al cruzar la frontera ya nadie los iba a agarrar, como en las películas de John Wayne cuando los forajidos cruzaban el Río Bravo ya eran impunes a la ley”, sostuvo Alfredo Arenas. “Ahora si cruzas la frontera, te vamos a agarrar”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario