lunes, 19 de septiembre de 2011

GOBIERNO DE SINALOA BAJO SOSPECHA

Alejandro Sicairos
Riodoce.com.mx

Cuatro crímenes parecen venir de un mismo lugar En la misma línea de fuego que le quitó la vida a Luis Pérez Hernández —exfuncionario en los sexenios de Juan Millán Lizárraga y Jesús Aguilar Padilla— así como a la vidente Martha Olivia Alonso Pérez y al abogado Francisco Eduardo Urrea Ortega, el asesinato del periodista Humberto Millán Salazar robustece la hipótesis de una posible acción de la delincuencia política para eliminar a quienes poseen información no divulgada sobre políticos y gobernantes de los sexenios anterior y actual.

A la misma hora que el gremio periodístico despedía al director del medio digital A Discusión, el viernes la Procuraduría General de Justicia del Estado definía en la averiguación previa 60/2011 que el crimen de Millán Salazar derivó del trabajo que este realizaba como comunicador.

 Humberto Millán fue levantado por un grupo armado alrededor de las 6:20 de la mañana del miércoles 24 de agosto cuando salía de las oficinas de A Discusión, ubicadas en la colonia Canaco y a las 9:30 del día siguiente se confirmó su muerte al ser identificado el cadáver.

 De acuerdo con el testimonio inicial rendido por Eduardo Millán Salazar, quien lo acompañaba al momento de los hechos, sicarios a bordo de dos vehículos interceptaron la camioneta Tahoe en que se transportaban ambos, procediendo a llevarse a Humberto Millán, luego de que el comunicador les pidiera dejaran libre a su hermano.

Las primeras periciales señalan que Millán Salazar fue llevado directamente a un paraje cercano al campo Morelia, en la salida norte de Culiacán, lugar en que fue asesinado entre las 7:30 y las 8:00 horas, con dos balazos calibre 9 milímetros que le fueron disparados en la región posterior del cuello y en región frontal, sin existir huellas de tortura.

Se establece también que el grupo ejecutor estudió con anterioridad los movimientos rutinarios de la víctima, siguiéndolo en el recorrido que hacía de su oficina hacia la sede del grupo Radiofórmula, donde tenía un espacio noticioso.

 Queda asentado en la indagatoria que a ningún familiar o amigo le dio a conocer que fuera seguido o sufriera amenazas en los días previos a la desaparición forzada y asesinato. La fiscalía estatal, apoyada por expertos de la Procuraduría General de la República, solicitó la autorización de la familia para proceder a asegurar los espacios en los cuales el periodista efectuaba su labor y revisar archivos y materiales publicados recientemente.

El Ministerio Público enfocaba la indagatoria hacia las críticas que Millán Salazar publicó en 2010 y 2011 contra políticos que protagonizaron el reciente proceso electoral y contra funcionarios de primer nivel del gobierno de Mario López Valdez.

Presionada por la familia y reporteros que insistían en investigar a quienes Millán Salazar confrontó con su trabajo periodístico, la PGJE finalmente estableció que “el sentido crítico-político que diariamente hacía el comunicador, es la línea de investigación que está fortaleciéndose”.

La conexión
Luis Pérez Después de ser detenido el 10 de marzo de 2010 en el Aeropuerto de la Ciudad de México, y tras el arraigo que un juez federal concedió en su contra a petición de la Unidad Especializada en Investigación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita, de la PGR, Luis Pérez Hernández se comunicó con tres personas: el ex gobernador Juan Millán Lizárraga, el periodista Humberto Millán Salazar y la vidente Martha Olivia Alonso Pérez.

 A su exjefe Juan Millán le pidió que lo apoyara en justificar recursos por el orden de los dos millones de pesos anuales que la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada halló en las cuentas personales del exdirector de Gobierno del Estado, solo en el sexenio de Juan Millán.

 Conforme a los reportes que la misma SIEDO hizo sobre tales llamadas, Luis Pérez le pidió a Humberto Millán que lo ayudara a denunciar el atropello del que según el exfuncionario era objeto posterior al cateo de la residencia que el entonces detenido tenía en el sector Recursos Hidráulicos, en la parte posterior del Congreso del Estado.

 A Martha Olivia Alonso Pérez, practicante de la cartomancia y confidente personal, el también operador político de la campaña que llevó a la gubernatura a Mario López Valdez la puso al tanto de la circunstancia que vivía tras ser detenido por elementos adscritos a la tercera sección del Estado Mayor de la Policía Federal. El 20 de marzo de 2010 la SIEDO logra que le amplíen el arraigo 20 días al exdirector y exsubsecretario de Gobierno por el presunto delito de lavado de dinero.

 La noche del 8 de mayo la PGR lo puso en libertad al no poder acreditarle los delitos imputados, regresando Luis Pérez a Sinaloa para incorporarse a la campaña de Malova. Al ganar López Valdez la gubernatura, Luis Pérez se autopromovió para ser titular de la Secretaría de Seguridad Pública, aspiración que se le vino abajo a finales de 2010 al definirse el cargo a favor de Francisco Córdova Celaya.

Fue entonces que se declaró inconforme por su exclusión del gabinete malovista e incluso advirtió al mandatario y a su recién nombrado secretario de Gobierno, Gerardo Vargas Landeros, que “no saben el alacrán que se están echando encima”.

 El 24 de enero de 2011 Luis Pérez fue levantado por un grupo armado en la casa de la vidente Martha Olivia Pérez, en la calle Presa de Valsequillo de la colonia Las Quintas, en Culiacán y un día después fue hallado ejecutado en un centro comercial de Guamúchil, con evidentes huellas de crueldad y tortura.

 La línea central de la investigación abierta por la Procuraduría apuntó a la información que poseía quien fue el jefe de los servicios de espionaje en el sexenio de Juan Millán.

En tanto la vidente Oli Pérez resultó muerta en su domicilio cuando un asesino solitario que se hizo pasar como cliente le efectuó un solo disparo a la cabeza, con arma calibre .38 súper.

 De nuevo el Ministerio Público centró la indagatoria en la información privilegiada que la cartomancista tenía en su poder debido a ser confidente de Luis Pérez y además testigo clave del asesinato de este.

 En ese mismo contexto de asesinatos cometidos contra quienes poseían información inconveniente para políticos y gobernantes, la madrugada del 28 de julio fue levantado en el sector Tres Ríos el abogado Francisco Eduardo Urrea Ortega, el Fuco, cuyo cadáver se localizó el mismo día en la tarde cerca de la Unidad de Servicios Estatales, al poniente de Culiacán.

Y la Procuraduría encasilló el caso en la misma hipótesis en que clasificó las muertes de Luis Pérez, Oli Alonso y Humberto Millán: poseían o divulgaron información que afectó intereses políticos.

 Narco, tema vedado
 De hecho un avance preliminar de las pesquisas efectuadas por la PGJE establece que el periodista Humberto Millán Salazar se concentraba en tocar asuntos políticos, con un estilo punzante dirigido a políticos en el poder, críticas que lo mismo le lanzó a la administración pública que encabezó Jesús Aguilar Padilla como a la que ahora preside Mario López Valdez.

 El director del diario digital A Discusión rara vez abordó temas de la delincuencia organizada. De las pocas veces que lo hizo se tiene registro de la nota publicada por Millán Salazar el domingo 4 de abril de 2010, cuando a raíz de que la revista Proceso divulgó en su edición 1744 el reportaje Narcopolítica en Sinaloa.

Escribió una información que tituló: Vizcarra Calderón, en la mira del Cisen por relación con Zambada: Proceso. El motivo son los negocios que presuntamente ha realizado durante más de dos décadas con uno de los barones sinaloenses de la droga, Ismael el Mayo Zambada.

 La historia que Chuy Vizcarra cuenta de sí mismo como comerciante desde niño en la escuela y en el mercado municipal Garmendia es muy distinta de lo que registra su ficha en el Cisen”. Luego, el 16 de junio de 2010, al celebrarse el segundo debate electoral que sostuvieron Mario López Valdez y Jesús Vizcarra Calderón, candidatos al Gobierno de Sinaloa, redactó otra nota firmada por él titulada “Vizcarra mostró intolerancia y no respondió si es compadre o no de el Mayo.

 Escribió: “Vizcarra dejó una y otra vez sin respuesta la pregunta central: ¿es o no es compadre de Ismael Zambada? De hecho, dejó sin respuesta otras interrogantes más fáciles: ¿eres socio de Jesús Aguilar Padilla? ¿Compraste la revista Proceso para que no circulara en Sinaloa con motivo del reportaje sobre el poder del Mayo? ¿Compraste el proceso interno del PRI para ser candidato a gobernador?”.

De acuerdo con versiones obtenidas por Ríodoce, tras esos comentarios le llegó a Humberto Millán una “atenta advertencia” de que no se metiera en esos temas. Con el mismo emisario, el periodista regresó la promesa de no volver a tocar el asunto y así lo hizo hasta el día de su muerte.

Desde entonces se enfocó por completo al tema político y en razón de ello el reportero Berzahí Osuna Enciso, colaborador y amigo personal de Millán Salazar desde el año 2000, señaló en la declaración rendida ante Averiguaciones Previas, momentos después del levantón que sufrió el director de A Discusión, que el estilo periodístico de este “siempre ha sido frontal, directo y sin ambages, cualidad que siempre ha incomodado a los funcionarios públicos y que ha derivado en amenazas directas e intentos de censura”.

 El video desconocido
 Fue precisamente en esa declaración ministerial donde Berzahí Osuna reveló que durante el proceso electoral y poselectoral que Sinaloa vivió en 2010 Millán le comentó “sus temores fundados de que los integrantes de la clase política afectados por su ejercicio periodístico, habiendo sido incapaces de sofocar su trabajo, intentaran agresiones contra su integridad física”.

Afirma que Millán Salazar le entregó un documento videograbado “el cual no he visto, pero en el que, según me comentó en su momento, hace señalamientos específicos y denuncias concretas sobre qué personas del Gobierno podrían ser responsables de cualquier atentado que sufriera él o su familia, el cual me pidió, en juramento de nuestra amistad, que lo hiciera público, en caso de que algo llegara a ocurrirle”.

Ríodoce le solicitó a Berzahí Osuna una copia del video grabado en vida por Humberto Millán, pero la negó al explicar que él decidirá el momento más adecuado para entregarlo tanto a la Procuraduría como a los medios de información.

“No quisiera que la investigación se prejuicie y excluya a actores políticos que no son considerados en ese documento”. Horas antes Osuna Enciso había precisado a periodistas y al gobernador Mario López Valdez, en reunión que el mandatario sostuvo con dirigentes y reporteros de las diferentes asociaciones una vez encontrado el cadáver de Millán Salazar, que las investigaciones deben incluir también a funcionarios del gabinete malovista.

 Mencionó a Gerardo Vargas Landeros, actual secretario de Gobierno, como uno de los políticos con los cuales Humberto Millán tuvo confrontaciones. “Solo espero que esté limpio de culpa y su inocencia esté acreditada en el expediente”.

 Un día después de que Humberto Millán fuera “levantado”, Eva Obdulia Guerrero Quintero, esposa del periodista, compareció ante el MP adscrito a Averiguaciones Previas. Ahí responsabilizó del hecho al ex gobernador Jesús Aguilar Padilla, al ex candidato del PRI a gobernador Jesús Vizcarra Calderón y al actual alcalde de Culiacán, Héctor Melesio Cuen Ojeda.

 “Porque mi esposo había estado haciendo críticas muy fuertes sobre ellos y ellos le habían cerrado el semanario (A Discusión)”, argumentó en la declaración que rindió a las 8:40 horas del 25 de agosto. Para José Alfredo Beltrán, dirigente de la Asociación de Periodistas 7 de Junio, la sospecha de que este crimen esté vinculado con grupos de poder político se sustenta en que Humberto Millán accedía a fuentes de primer nivel, daba primicias y exhibía mucho los sótanos de la función pública.

“Con las evidencias que publicaba irritaba mucho a personajes públicos. Era un hombre arrojado, aventado, se sorprendía uno mucho de cómo se atrevía a invadir espacios que un periodista convencional no tocaba.

 “Raras veces tocaba asuntos de la delincuencia organizada; era evidente que no le apasionaba el tema del crimen organizado o el narcotráfico”.

Recordó que hacia el gobierno de Mario López Valdez, el director de A Discusión siguió manteniendo una postura muy crítica hacia personajes que detentan el poder. Justificó la no entrega o divulgación del video grabado por Millán Salazar al argumentar que “no se quiere generarle tablas de salvación o chivos expiatorios al gobierno de Malova”.

 “Fue grabado en una circunstancia particular, en un momento en que la guerra de lodo era abominable en la escena electoral de Sinaloa”, puntualiza.

Preludios de impunidad Periodistas de todos los medios y todas las organizaciones gremiales se habían reunido el jueves a las 10.00 horas en el auditorio del edificio de la Procuraduría de Justicia. 

 Ahí lo recibiría el procurador Marco Antonio Higuera Gómez para dar avances de la investigación de la desaparición de Humberto Millán.

 Lo que los recibió fue una noticia que les erizó la piel. Un reporte recibido a las 8:43 de la mañana en la central policiaca C-4, sobre un cadáver localizado en las inmediaciones del campo Morelia, era atendido por peritos forenses.

Los minutos siguientes trajeron la noticia a cuentagotas: se trataba del cadáver de Humberto Millán Salazar.

El procurador no salió a confirmar el homicidio sino fue el subprocurador Martín Robles Armenta quien encaró la indignación e impotencia de los periodistas. Antecedió el silencio a los reporteros y luego la decisión de exigir una audiencia con el gobernador Mario López Valdez. En el Salón de Gobernadores, ante las exigencias de los periodistas, Malova dio la cara.

Se dijo particularmente afectado por la muerte de Humberto Millán: “La indignación para mí también es”, y se comprometió a investigar a quien resulte en la indagatoria, sea quien sea, “en lo político puede haber señalamientos, tanto de los que se fueron como de los que actualmente gobiernan”.

En la indagatoria, dijo, “no vamos a simular nada”. Y remató: “Sinaloa no es tierra de nadie, en Sinaloa hay gobierno, hay leyes y hay instituciones que vamos a castigar y vamos a hacer lo que esté a nuestro alcance para que esto no siga ocurriendo, coincido con ustedes que no puede quedar esto impune”.

 Es el mismo discurso que el gobernador deletreó ante los restos de Luis Pérez Hernández, siete meses antes de ese jueves 26 agosto, el día que hallaron muerto a Humberto Millán. Una promesa vacía, nunca la voluntad política.

 El reloj marca la muerte 06: 20 horas. El miércoles 24 de agosto un grupo armado intercepta en la colonia Canaco a Humberto Millán y a su hermano Eduardo, El periodista pide que dejen libre a su hermano.

 06:30 horas. La Procuraduría recibe el reporte del levantón y pone en alerta a todas las corporaciones policiacas.

08:00 horas. De acuerdo con los médicos forenses, a esa hora era asesinado Humberto Millán en un paraje de la salida sur de Culiacán.

10:00 horas. Los periodistas acuerdan un plan de máxima presión para abrir la posibilidad de que los delincuentes dejaran libre a Millán Salazar.

 11:00 horas. El procurador de justicia, el secretario de Gobierno y el delegado de la PGR reciben a los periodistas. “Está en marcha el máximo esfuerzo de la autoridad para localizarlo con vida, con salidas de la ciudad bloqueadas y helicópteros sobrevolando”, dicen.

 13:00 horas. Recorridos efectuados por diferentes medios de comunicación detectan que no hay tal operativo especial para localizar al periodista.

21:00 horas. Humberto Millán sigue desaparecido y la familia y colaboradores de él no habían recibido aún protección de la Procuraduría.

08:43 horas. Ya es jueves 26 de agosto, cuando un reporte a C-4 indica que hay un cadáver al sur de Culiacán, en una parcela de riego.

10:00 horas. Los periodistas acuden a la Procuraduría a pedir avances de la investigación y son enterados que Humberto Millán fue asesinado.

 11: 00 horas. El gobernador recibe a los comunicadores y les ofrece no dejar impune la muerte del director del diario digital A Discusión.

La muerte tiene permiso
Humberto Millán le había dicho a Eva Beltrán, su esposa, que la justicia en Sinaloa servía para maldita la cosa. Ella lo confirmó el amanecer del miércoles de la semana pasada cuando imploró a las autoridades que hallaran a su marido vivo… pero se lo regresaron muerto.

Era el adiós que la familia le daba al periodista, pero los alcances del drama cotidiano que vive Sinaloa fueron a corroborarlo muchos. Políticos, funcionarios, periodistas, luchadores sociales, académicos y empresarios miraban el ataúd, prueba fehaciente de que las cosas han llegado muy lejos en el desastre de la seguridad pública.

De un murmullo silencioso, ahogado por la certeza de que aquí la muerte tiene permiso, emanaban enormes interrogaciones. ¿Quién lo mató? ¿Por qué lo asesinaron? ¿Ya se animaron los políticos a matar a periodistas? ¿Volverán los reporteros a escribir igual que antes?

La noche del velorio había llegado Mario López Valdez, acompañado del exgobernador Juan Millán y un séquito de servidores públicos. Malova se “asomó” apresuradamente a la capilla ardiente, dio algunos pésames y salió con igual prisa. Juan Millán escrutaba a los lados con ojos desorbitados.

 Decía que estaba seguro que el Gobierno actual hará justicia. Afuera la agencia funeraria era blindaba discretamente por la llegada del gobernador.

 Adentro todos tenían miedo y en la tenebra del horror cada quien tejía su propia hipótesis sobre el crimen. Nadie se creía vivo del todo. Los narcos y los políticos tienen licencia para matar.

 Las horas corrieron en torno al ataúd. Antes de despedir al colega, los periodistas se colocaron una imagen de él en los rostros y gritaron: “¡Todos somos Humberto!”.

Fue entonces que un aplauso prolongado marcó la retirada. “Así como él lo hacía, yo les pido a los periodistas que exijan que se esclarezca el crimen y que se le haga justicia al nombre de Humberto”, pidió Eva Beltrán.

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