jueves, 5 de mayo de 2011

ES LA MISMA

PESA LA MALDICION DE DON PLUTARCO


Es increíble cómo el ciudadano común y corriente, el jodido, el damnificado por la vida, se le haya transformado de socio y copropietario de una cooperativa camaronera, con la exclusiva de explotación de las principales especies marinas comerciales, se le convirtió en un pescador sometido, robado, engañado y despojado de su única riqueza que poseía como legítimo dueño del sector social de la pesca.


La desaparición de la explotación de las especies reservadas por las cooperativas en los tiempos de Carlos Salinas de Gortari, permitó el regreso de los ex armadores, que disfrazados de cooperativistas al tranferirse la flota camaronera a los pescadores en los años 80's, y bajo el liderazgo de Florentino López Tapia, todo era miel sobre hojuelas, ya que la relación entre los ex dueños de los barcos y sus trabajadores, era de agarradita de nalga para arriba y decían, que no había clases sociales entre ellos, ni había caciques de la pesca.


El Gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León, le quitó por decreto a las cooperativas pesqueras las especies reservadas, entre ellas el camarón y, esto provocó la rebatinga de los barcos y plantas procesadoras de camarón que existían en Guaymas, y se dedicaron a destruir de manera sistemática todo vestigio de la propiedad social, organizada en cooperativas.


Cuando las cooperativas perdieron sus embarcaciones y las plantas empacadoras, directivos sobrevivientes no solamente se apropiaron de los bienes de sus organizaciones sino que se dedicaron a vender facturas a los nuevos armadores, para que éstos últimos obtuvieran las guías de pesca y estar en posibilidad de transportar y exportar los diferentes productos marinos, capturados por los ex cooperativistas,que ahora trabajan como empleados para ellos, con sus propias pangas, chinchorros y motores fuera de borda en el caso de los ribereños.


Los armadores a través de este mecanismo obtienen así jugosas ganancias en ventas, que anteriormente se repartían proporcionalmente a la producción y el trabajo de cada uno de los socios de la cooperativa, donde incluso en algunas de ellas, las embarcaciones de altamar eran manejadas como unidades de producción, y el producto que se capturaba se repartía entre la tripulación, no se aportaba al fondo global de la cooperativa como ocurría con la mayoría de ellos.


La estructura y la organización del sector social de la pesca de Guaymas, en los años 80's rebasó con mucho a lo alcanzado por los armadores, que después de una década de marginación de la actividad pesquera y por los resultados alcanzados por el cooperativismo guaymense, provocaron la envidia de los ex armadores y a través de la avaricia y hambre de poder, intrigaron y maniobraron políticamente con el Gobierno Federal en los años del Salinato para destruir a la propiedad social, y vaya que si lo lograron, que de la noche a la mañana, los pescadores fueron despojados de su patrimonio construido por las cooperativas camaroneras, que tenían embarcaciones de altamar, ribera, plantas, transportes, tienda de consumo, ferretería y propiedades inmobiliarias.


Todo esto se perdió, ya que los ex armadores y ex dueños de las plantas empacadoras despojaron a los pescadores con el apoyo de banqueros, abogados, jueces, contadores, presidentes de Juntas de Conciliación y Arbitraje, que a través de juicios simulados, ex armadores disfrazados de cooperativistas demandaron a las mismas y en tiempo récord las autoridades del trabajo resolvían a favor de los "trabajadores", autorizando el embargo de los bienes muebles e inmuebles de las cooperativas, que muchas de las veces, ellos mismos eran los presidentes o miembros del consejo de administración.


Solamente, un reducido grupo de cooperativistas lograron mantenerse en el sector social de la pesca en calidad de pequeños armadores. Otros lograron hacer algún negocio familiar y, en la mayoría de los "cooperativistas" que aprovecharon la ocasión para quedarse con una o varias embarcaciones, terminaron de veladores, taxistas, jardineros,albañiles, guaruras, paqueteros de supermercados y los últimos, como pseudo líderes pesqueros, pero siempre al servicio de los armadores, sus patrones, ahora dueño de la mar y sus pescaditos.


Esta claro, que éstos pobres diablos, quisieron continuar con su mismo ritmo de vida y respeto que se les tenía cuando estaban agrupados en la Federación Regional de Cooperativas Pesqueras "Sur de Sonora" FCL con Florentino López Tapia cuando tenìan el poder pleno, pero por las ambiciones personales y de grupos, se dividieron y se enfrentaron unos con otros para quedarse con las migajas del pastel, que se estaba repartiendo cuando estaban unidos como sector social de la pesca.


El poder corrompe y transforma a cualquier mortal, principalmente al que tiene dinero, pero no goza de una sólida educación, muchas veces no sabe como utilizarlo, mucho menos invertirlo para hacer negocios.


El nuevo rico, que hace fortuna robando, fraudeando y engañando, tarde o temprano pierde fàcilmente el capital acumulado, así como lo obtuvo, ya que facilmente lo despilfarra. Otros con ocupar cualquier puesto público o de elección popular, se pierden en lo superfluo y lo efímero del poder que solo tiene vigencia de 3 a 6 años, al igual que los serviles y arrastrados, creen que todos ellos tienen derecho, por lo general de atropellar a sus semejantes, por el poder que les da el dinero, el puesto público o su relación y cobijo que les da el patrón. Todos ellos se transforman en unos groseros, prepotentes, patanes sin historia, arbitrarios, egoístas, megalómanos y todos los atributos negativos que existen en este mundo.


Luego entonces, qué pasa en Guaymas, con los ciudadanos, con los pescadores ribereños, de altura y las autoridades. Hasta cuándo nos quitaremos la pesada losa, que cargamos en nuestras espaldas. ¿Será entonces, cierta la maldición de Don Plutarco Elías Calles? o será que quedamos traumados con el estigma del "Turco", que dice: "Guaymas, nunca dejará de ser una aldea de pescadores". O los guaymenses rechazamos el cambio y la modernización o qué nos está pasando a nosotros.


Hasta cuándo intentaremos organizarnos para poder detonar el puerto y estar en posibilidades de asegurar la tenencia de la tierra, el abasto de agua potable, energía eléctrica, infraestructura urbana básica, sanitaria, hidraúlica y pluvial. Plantas potabilizadoras y tratadoras de aguas negras y grises; Alumbrado público automatizado y eficiente, rellenos sanitarios sin riesgo de contaminación o daños a terceros; parques industriales seguros y eficientes entre otros para aprovechar las inversiones extranjeras que año con año, llegan a Sonora y pasan por un lado de Guayms por la falta de agua e infraestructura.


Con estas bondades, estaremos en posibilidad de vender el puerto como potencial atractivo turìstico, por las innumerables bellezas naturales que tiene el mismo o como la puerta de entrada de las cargas que vienen en tránsito internacional por mar con destino a los Estados Unidos, específicamente a los estado de Arizona, California y Nuevo México.


Si somos o lo que queda como puerto de mayor captura de camarón, pescado y mariscos, entonces, cómo es que no tenemos plantas congeladoras, mínimas necesarias y suficientes, donde se maquilen los productos del mar, no solamente en marquetas sino también darle un plus o valor agregado, para que se vendan estos productos en el mercado nacional o extranjero.


Entonces, qué pasa. porqué continuamos descreditándonos, sintiéndonos los huérfanos de las administraciones en turno, causando lástima, lamentándonos que toda la miseria del mundo recae en nosotros, los guaymenses, que somos los inadaptados, a pesar de la hegemonía y respeto acumulados, hace más de 15 años pasados.


Hoy las cooperativas pesqueras de ribera, la mayoría de ellas son una farsa y son de membrete. Actualmente son contadas con los dedos de una mano, las cooperativas que tienen permisos de pesca, los demás son pescadores libres. Éstos últimos son los que verdaderamente producen, a pesar de su ilegalidad, ya que nunca han tenido interés de regularizar sus documentos personales del mar, y mucho menos conseguir permisos de pesca.


Los patrones que los emplean y les compran el producto capturado en cada marea, no les interesa si pertenecen a una cooperativa o son pescadores libres. Lo único que les interesa es su producto, al precio que el patrón establece, es por ello, que el ordenamiento pesquero, no se da porque a nadie le importa, incluyendo a las autoridades que se las gastan en novenas y confesiones, facilitando y fomentando la corrupción con el laberinto de trámites burocráticos, en vez de ser facilitadores y hacer honor al mote de servidores públicos.


Es más fácil sentirse protegido por los gobiernos en turno, que recuperar el nivel que se tenía al Puerto de Guaymas, como el principal productor de camarón y sardina en el noroeste del país. Quién sabe si volvamos a a esos tiempos, los pescadores y los ciudadanos tienen la palabra, de liberarse del yugo de los caciques políticos y de los acaparadores de la pesca.


Los terrenos con vocación para el turismo, desarrollo habitacional e industrial, la caza y la pesca deportiva y por último, las empresas maquiladoras


Debido a su miopía en ingeniería financiera los caciques y terratenientes, no han permitido el desrrollo del puerto, obstaculizando deliberadamente interesar a nuevos capitales, quedando la ciudad y puerto de Guaymas, aislado e inmerso en el subdesarrollo, víctima de la avaricia, la envidia y el hambre de poder de los hombres del dinero, manteniendo a Guayms en el deterioro continuo en su tejido social.


A este deterioro y envenenamiento de la sociedad guaymense contribuyen también algunos medios de información, particularmente conductores de medios electrónicos, inclusive radio y televisión, que inducen a los ciudadanos que los escuchan y ven, a comportarse no de manera original, que nos identifica como porteños, sino que nos orillan a perder la identidad, entrometiéndonos en casos y cosas superfluas sin beneficio para ellos y sus familias, así como los caciques, usando estos medios de comunicación a su servicio, para modelar y controlar poco a poco el comportamiento, el carácter y la personalidad del ciudadano guaymense, que es único en todo el estado de Sonora.


De tal manera que cuando el pueblo elige libremente a sus candidatos y le gana a los caciques, pues resulta que Juan pueblo pierde, porque al candidato que le brindaron la confianza, termina traicionando al pueblo...Es la misma.

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