Oscar Axel Soto Cortez, de 17 años,
desapareció a mediados de 2017 entre Sinaloa y Nayarit. Su madre, Rosa Isela
Cortez confiesa la cruda ambivalencia que sufre a diario tras aparición de su
hijo en un video de un presunto grupo delictivo.
“A veces desearía que estuviera muerto a
pensar que lo traen haciendo tanto daño a otra persona. Porque si estuviera
vivo y trabajando en eso, él sufriría mucho. Yo sé que a él le duele lastimar
hasta a un animalito […]. A veces pienso que prefiero que esté muerto a que
esté sufriendo pero a la vez me retracto y digo: ‘¡No, yo lo quiero vivo!’ No
me importa que me lo entreguen mudo. No me importa que me lo entreguen sin
pies, sin manos, pero que me lo entreguen vivo”.
Y exclama en una súplica que lanza para
encontrarlo: “¿De qué les sirve el cuerpo de mi hijo? Si ya lo mataron que lo
dejen tirado donde sea, ¿por qué enterrarlo donde no lo encontramos?, ¿de qué
les sirve muerto?”
Ciudad de México, 24 de mayo
(Sin Embargo).- La última vez que Rosa Isela habló con su hijo Oscar Axel Soto
Cortez fue en una llamada telefónica el 14 julio de 2017, trece días después de
su desaparición. El joven de 17 años no quiso darle detalles de su ubicación
sólo le pidió que rezara por él, que lo perdonara por las veces que se portó
mal y le dijo que cuidara de sus hermanos, luego la llamada se cortó y no
volvió a telefonear jamás. Tres meses después, Oscar apareció en un video
adjudicado al crimen organizado donde decía que tenía una semana como
integrante del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Desde entonces no ha
sabido nada más.
Rosa Isela respira
rápidamente. Su voz se escucha entrecortada.
“A veces desearía que [mi
hijo] estuviera muerto a pensar que lo traen haciendo tanto daño a otra
persona. Porque si estuviera vivo y trabajando en eso, él sufriría mucho. Yo sé
que a él le duele lastimar hasta a un animalito […]. A veces pienso que prefiero
que esté muerto a que esté sufriendo, pero a la vez me retracto y digo: ‘¡No,
yo lo quiero vivo!’. No me importa que me lo entreguen mudo, no me importa que
me lo entreguen sin pies, sin manos, pero que me lo entreguen vivo”, dice.
La cruda ambivalencia que
confiesa Rosa Isela es porque en diez meses de la presunta privación de la
libertad de su hijo y tras la aparición de un video, no ha tenido rastro de él
mientras que las autoridades no han hecho nada en la investigación.
“Lo único que quiero es encontrarlo,
ya no es tanto encontrarlo con vida, simplemente que me lo regresen [….]”.
LA DESAPARICIÓN
Oscar Axel Soto Cortez vivía
con su madre en Nayarit. En junio del año pasado ella lo mandó a trabajar
Sinaloa, donde residía una de sus tías y primas. El menor consiguió un empleo
en una empacadora de mangos, cuenta Rosa Isela.
El 18 de junio el joven envió
varios mensajes.
“Me dijo que lo perdonara por
todo lo mal que se portó, que nos va a extrañar, que nos ama mucho, que nunca
nos va a olvidar”, cuenta la madre.
Rosa Isela afirma que le
preguntó qué ocurría y él le respondió que estaba bien. Ella insistió: “¿pero
sí te voy a ver el fin de semana?”, pues la mujer tenía planeado ir a Sinaloa
en los siguientes días.
De acuerdo con la señora
Cortez, Oscar salió de Sinaloa rumbo a Nayarit el lunes 19 de junio y desde
entonces no supieron de él. Empezaron a buscarlo, a publicar su fotografía en
Facebook y en redes sociales. Sin embargo, la madre recibió un mensaje anónimo
advirtiéndole que detuviera la búsqueda porque le podrían hacer daño a él o a
su familia.
A los trece días, Oscar se
comunicó con su madre. Lo hizo al menos tres veces en las dos primeras semanas
de julio pero jamás reveló qué hacía o dónde estaba, sólo le decía que lo
perdonara, que él ya no podía hacer nada; le solicitaba que rezará mucho por él
y que no lo volvería a ver más que en una caja o en una bolsa… o nunca lo iba a
volver a ver.
La última llamada fue la
noche del 14 de julio.
“Esa vez lo escuché mal pero
él me decía que estaba bien, simplemente que estaba muy cansado. Se oía mucho
silencio, él se escuchaba débil, no era su voz normal”, dice.
Rosa detalla que en esa
ocasión el muchacho insistía en que sólo quería escucharla cuando de pronto la
llamada se cortó y nunca volvió a comunicarse.
A principios del mes de
agosto, entre las diez u once de la noche, una persona desconocida tocó a la
puerta de la casa de Rosa Isela: abrió y el hombre le dijo que acudiera a la
Fiscalía de Nayarit a recoger a su hijo porque lo habían “levantado por secuestro”.
El sujeto inmediatamente se fue.
“Yo no pude preguntarle nada:
quedé impactada. No sabía nada. No conocía a esta persona”.
Rosa Isela se dirigió de
inmediato a las oficinas de la Fiscalía en Tepic, Nayarit, pero ahí, comenta,
los funcionarios le dijeron que no sabían nada de Oscar, ni de qué hablaba.
La señora explicó lo ocurrido
y los servidores públicos le manifestaron que debía interponer la denuncia en
la Fiscalía de Sinaloa porque, al ser ese estado donde desapareció, ahí
correspondía la acción legal.
“Pero yo me sentía mal, no
hice nada por miedo”, explica.
Pasaron los días y las
semanas, hasta que el 21 octubre de 2017 apareció en una página de Facebook un
video anónimo que mostraba a Oscar siendo interrogado y donde él decía que
tenía una semana de trabajar para el Cártel Jalisco Nueva Generación.
A Rosa Isela se le añadía
otra carga emocional: el fallecimiento de su padre. Cuando apareció el video se
encontraba en Sinaloa por los cortejos fúnebres de su progenitor.
Al enterarse de las imágenes
exhibidas, se regresó a Tepic. El 25 de octubre de 2017, detalla, interpuso la
denuncia en el área de secuestros de la Fiscalía General de aquel estado.
Oscar Axel Soto Cortez. Foto: Cortesía
La madre comenta que al
denunciar presentó el video de su hijo y expuso lo sucedido en agosto, cuando
un hombre le dijo que lo habían secuestrado.
“Pero ellos [las autoridades]
me seguían diciendo que no saben nada, que ellos no tienen idea de qué pasó con
ese video, nada, ¡nada!”.
En la Fiscalía, agrega Rosa
Isela, le prometieron que le iban a informar sobre la investigación, pero no
ocurrió así. En las semanas consecutivas, la madre del joven llamaba a la
Fiscalía pero la repuesta era la misma.
“Siempre me decían es que no
sabían nada del video, hasta que una vez yo me enojé y les dije: ‘yo no quiero
saber del video, yo quiero saber qué pasa con mi hijo, ¿dónde está?’, y ellos
decían: ‘es que no sabemos nada, estamos investigando’”.
El Cártel Jalisco Nueva
Generación (CJNG) es catalogado por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos
(DEA, por sus siglas en inglés) como el más reciente de los seis que trafican
drogas en Estados Unidos, pero como uno de los más bélicos pues su tiene alta
voluntad para enfrentar a los cuerpos de seguridad.
La organización criminal
surgió en 2010 como un brazo armado del Cártel de Sinaloa llamado “Los Mata
Zetas”. Después conformó su propio imperio con presencia en ocho entidades:
Jalisco, Colima, Michoacán, Guanajuato, Nayarit, Guerrero, Morelos y Veracruz.
NO MOVIERON NI UN DEDO
La señora Cortez se cansó de
recibir la misma respuesta sin avance y dejó, por unos meses, de ir a las
oficinas de las autoridades en Tepic, y estas jamás le llamaron.
En 19 de febrero de este
2018, se enteró, por una página de Facebook, que personas de la Procuraduría
General de la República (PGR) levantaría las muestras de ADN a madres y padres
de personas desaparecidas en Nayarit.
Cuando ella acudió a realizar
la prueba, los funcionarios le cuestionaron si ya se la había efectuado la
Fiscalía estatal. Es así como ella se enteró que debieron ofrecer ese
procedimiento, lo que provocó más enojo y decepción de las autoridades estatales.
La madre llamó al comandante
que la atendió, de secuestros, para reprochar por qué nunca le dijo, desde un
principio, que tenía que hacerse la prueba de ADN, según comenta al rememorar
la plática que tuvo con el agente del aérea de secuestros.
–¿No le dijimos?– le replicó
el comandante ante el reclamo.
–No, nunca me comentaron
nada.
–Ah disculpemos, es que a lo
mejor se nos pasó.
Rosa Isela afirma que habló
pocas veces con el comandante, al menos cinco, y no podía creer que en ninguna
de esas ocasiones no le explicara un procedimiento importante como la prueba de
ADN.
“Él [el comandante] me dio su
número de celular, me dijo que yo le hablara y que él me iba a estar
informando. Cuando yo le marcaba me contestaba: ‘no sabemos nada del video’”, expresa
la mujer.
La madre de Oscar Soto señala
que a principios de marzo, la licenciada de la PGR que le hizo la prueba, le
recomendó que cuando fuera a la Fiscalía ya no buscara al personal de
secuestros, sino al área de desaparecidos.
La mujer acudió al área
citada y se percató que no tenían conocimiento de la carpeta de investigación
sobre el caso de Oscar.
“En el área de personas de
desaparecidos me dicen que ahí no ha sabían nada. Fuimos al área de secuestros
y cuando vuelvo a repetir lo que pasó el comandante de secuestros me dijo: ‘¿a
poco hay un video de su hijo?'”.
–Sí, hay un video de mi hijo
que yo lo entregué el día 25 de octubre al comandante Sepúlveda –, respondió.
Rosa Isela refiere que el
comandante encargado de desaparecidos no estaba enterado de ese video.
“Yo estoy molesta porque en
el área de desaparecidos me dicen que no está la carpeta de mi hijo. ¿Cómo era
posible que el comandante de desaparecidos no estaba enterado de nada, si yo
entregué ese video?”, afirma.
EL APOYO DE COLECTIVOS
En ese mismo mes, durante sus
visitas a la Fiscalía, Rosa Isela también se dio cuenta de la existencia de los
Colectivos de Búsqueda de Desaparecidos cuando un comandante le preguntó si
pertenecía a uno de ellos.
“Cuando salí [de la visita a
FGE] llegué a mi casa e inmediatamente me puse a buscar los colectivos y a
escribí a todos los que hallé en Facebook, hasta que una persona me habló y fue
cuando yo me acerqué al colectivo”, narra la mujer.
La organización ciudadana la
asesoró y le recomendó pedir una copia del expediente de su hijo, entre otros
procedimientos para el caso, los cuales ella desconocía. “Yo estaba ajena de
todo, yo no sabía nada”, expresa.
Rosa Isela regresó a la
Fiscalía, solicitó la copia de su expediente y cuando se la entregaron se llevó
otra sorpresa: no mostraba ninguna diligencia hecha para la búsqueda de Oscar.
“¡No había nada en la carpeta
de mi hijo, sólo está la declaración, son tres o cuatro hojas las que hay, que
es mi declaración y nada más desde octubre que yo denuncie y hasta la fecha no
hay nada, no han hecho absolutamente nada, ni el video, no saben nada ellos”,
afirma.
La mujer explica que en una
de las visitas que realizó a la Fiscalía pidió que agentes acudieran a Tuxpan,
Nayarit, a investigar a un barrio en donde se rumoraba que a su hijo lo
privaron de la libertad, torturaron y asesinaron.
“En ese barrio, que se llama
Talegas, decían que a mi hijo lo levantaron, que fue el cartel de aquí de
Tepic; que ellos le cortaron la cabeza a mi hijo; que lo mataron y lo
torturaron, eso es lo que estuvieron diciendo en Tuxpan. A mi me contaron eso
unos conocidos de mi hijo, pero nunca me dijeron quién era el que andaba
diciendo esas cosas. Yo le dije al comandante –en octubre de 2017, cuando fui a
entregar el video–, le dije de todo esto”, narra Rosa Isela.
La madre abunda que en la
carpeta de investigación no aparece ninguna diligencia sobre esa investigación.
Rosa Isela dice que al ver
una total inacción, ni la más minina diligencia, decidió acudir a la Comisión
Estatal de Derechos Humanos en Nayarit y, afirma, igualmente se decepcionó de
ellos.
“Esperé llamada de Derechos
Humanos y tampoco. Hablé yo y me contestó un licenciado que me dijo que ya no
llevaba las carpetas, que estaban con otro licenciados, pero ellos no estaban
en ese momento”, comenta.
“Yo me cansé de estar dando
vueltas porque no estoy muy bien, mi hijo desapareció, mi padre murió, se me
juntó todo. Mi única esperanza es del colectivo, pero sí tengo mucho enojo”,
añade.
Rosa Isela afirma que siente
una gran impotencia y enojo contra las instituciones. “No puedo creer que
habiendo un video, la Fiscalía siga diciendo que no hay nada. No puedo creer
que desde octubre sigan diciendo que no hay nada y que no haya ni un solo avance
en la investigación de mi hijo. Da mucho coraje, impotencia”.
Sumado al dolor de perder a
su hijo, la indolencia y ausencia de las autoridades también pesa, agrega.
“Esto es una pesadilla, y más
porque la autoridad se hace ciega, no hace nada yo antes pensaba que solo era
mi hijo”:
La mujer clama por empatía
para el dolor de las madres con hijos desaparecidos el cual, -enfatiza- es
superior a que si hubiesen fallecido.
“No se vale que hagan eso, y
mi coraje es porque, ¿cómo es posible que no sea suficiente el daño que nos
hacen quitándonoslos para todavía hacer más daño escondiéndolos?; ¿por qué
hacen tanto daño, por qué tanta maldad? Eso duele mucho”.
Y también pregunta: “¿De qué
les sirve el cuerpo de mi hijo? Si ya lo mataron que lo dejen tirado donde sea.
¿Por qué enterrarlo donde no los encontramos?, ¿de qué les sirve muerto?”
La madre del joven reconoce
que tiene mucho miedo, su familia no duerme bien por el temor; pero su
principal interés es encontrar a su hijo, no buscar culpables, sólo quiere
hallar a Oscar.
“Lo único que quiero es
encontrarlo, ya no es tanto encontrar con vida, simplemente que me lo regresen
[…] que me lo entreguen como sea para tener donde llorarle”.
(SIN EMBARGO/ SUGEYRY GÁNDARA/ 25 DE MAYO 2018)
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