FOTO: HILDA RÍOS /CUARTOSCURO.COM
“La clave es el dinero
secreto de la campaña que debe ser rastreado”, más o menos esa es la frase que
habría sido resumida -para la ficción y la leyenda popular- como “sigue el
dinero”, y que está en el centro de la investigación de dos periodistas de The
Washington Post, en la pieza conocida como Watergate, que llevó a la renuncia
del Presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, en 1974.
Indagando el robo de
documentos a una base del Partido Demócrata, los investigadores conocieron
también de dinero no reportado en la campaña para la reelección del republicano
Nixon. “Siguiendo el dinero” se develó el entramado de corrupción que tumbó al
Presidente y lo demás es historia.
La frase “seguir el dinero”
se quedó para establecer que en un acto de política, campaña y gobierno, hay
corrupción, y la única forma de establecer las líneas y las pruebas de ello, es
precisamente, seguir el dinero. Investigar de dónde salió, cómo salió, a dónde
se transfirió, quién lo gastó, en qué.
En México, a pesar de ser de
los países más corruptos del mundo, rankeado en la posición 123 de 176 países
analizados por Transparencia Internacional, y el más corrupto de los 35 que integran
la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de
acuerdo al mismo organismo, rara vez se sigue el dinero de forma eficiente,
científica y ministerial.
Ahí está el caso por ejemplo,
de la profesora Elba Esther Gordillo Morales, en el cual tanto la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público como la Procuraduría General de la República,
siguieron el dinero y encontraron el delito de lavado de dinero, operaciones
con recursos de procedencia ilícita y… hasta ahí llegaron. Cinco años después,
han dejado de seguir el dinero, porque lo que persiguen en este caso, es
político, es poder, y ahí está una alianza electoral.
La corrupción lo permea todo.
Un ambiente de corrupción
gubernamental y partidista como el que estamos atestiguando este sexenio,
afecta otros sectores de la sociedad. La corrupción afecta la construcción, la
educación que se provee en las aulas escolares, inhibe el crecimiento
económico, y fomenta la inseguridad y la violencia.
Seguir el dinero sería lo
conducente para atrapar a los capos de la droga y disminuir con ello la
creciente ola de asesinatos en este país. Seguir el dinero sucio en las
campañas, quitaría candidaturas a los aliados de la criminalidad. Seguir el
dinero en las cuentas privadas de los funcionarios, sentaría el precedente de
cárcel para los deshonestos.
El problema en México es que
las instituciones de investigación ministerial, administrativa, solo siguen el
dinero cuando les conviene. Cuando quieren castigar por razones de partido o
personales a alguien, y no cuando deben procurar justicia y certeza jurídica
para todos.
Hay en México hoyos de
corrupción que no han sido escarbados lo suficiente para encarcelar a los
culpables. Veracruz es uno de ellos.
De la mano del PRI, del
Presidente Enrique Peña Nieto, del ex Secretario de Desarrollo Social José
Antonio Meade, del ex Secretario de Hacienda, Luis Videgaray y arropado por los
dirigentes nacionales del Partido Revolucionario Institucional, Javier Duarte
de Ochoa convirtió aquel bello estado en paradigma de la corrupción, de la
impunidad y la inseguridad.
Ayer asesinaron al periodista
número 13 en México en 2017. Gumaro Pérez Aguilando, de La Voz del Sur estaba
amenazado. Él contaba con medidas cautelares pero únicamente cuando estaba
laborando. El día que lo mataron fue en la escuela de su hijo a la que había
acudido para presenciar el festival navideño.
Todo sucedió en Veracruz, el
hoyo negro de la corrupción priísta. Durante el sexenio de Javier Duarte, el
más corrupto del que se tenga memoria, 17 periodistas fueron asesinados en
aquel Estado. En lo que va del año, cuatro han sido ejecutados.
La corrupción que inicia en
el poder público, el desfalco multimillonario de Duarte a las arcas estatales y
por lo cual él y varios ex colaboradores están siendo procesados, solo trajo
inseguridad y violencia. La corrupción que inicia en el Gobierno llega hasta el
narcotráfico y el crimen organizado.
El crecimiento del
narcotráfico y con ello de la violencia, es el reflejo de un mal Gobierno. Así
sucede en Tamaulipas donde los ex Gobernadores son perseguidos, en Chihuahua
donde uno está prófugo, en Coahuila donde dos cargan con la sospecha y el
señalamiento público, en Baja California donde la inseguridad incrementó a
niveles inéditos.
En México con Enrique Peña
Nieto, se vive en el sexenio de la corrupción y la impunidad política, en el
cual se contabilizan más de 104 mil ejecutados en cinco años de gobierno. Y los
dineros desviados o reportados en este país y en otros como producto de lo
ilícito, suman miles de millones de pesos.
Seguir el dinero ilícito en
el gobierno, es dar con la línea de la corrupción de funcionarios y de
criminales, y con ello, llegar hasta los asesinos de periodistas.
Pero en este sexenio, en el
que México ocupa los primeros lugares de corrupción, los primeros en los
índices de inseguridad, catalogado como el segundo país más violento, y el
primero ya de mayor riesgo para los periodistas empatado con Siria con 13
asesinatos (en 2016 México empató con Afganistán con 13 muertes de periodistas
según la UNESCO), es evidente que no hay justicia, que lo que prevalece es la
impunidad. Lo mismo para políticos y funcionarios que para narcotraficantes,
criminales y asesinos.
Los actos de corrupción que
se van sumando en el sexenio, ahora los desvíos de dinero público para
actividades electorales en Tamaulipas, Chihuahua y Veracruz, con la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público como aval de la transa según consta en actas
ministeriales, permanecen en la impunidad, y eso, genera violencia. No hay
castigo, no hay ni siquiera apercibimiento, no proceso contra los señalados, y
la impunidad se vuelve la regla.
A punto de finalizar 2017, el
Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto sigue destacando por la violencia y
la corrupción. Por los excesos de sus funcionarios, y la falta de procuración
de justicia. Porque no se sigue el dinero en las investigaciones, y son
permisivos con los actos de desvíos detectados por autoridades fiscalizadoras,
reportados por testigos encarcelados, o denunciados por ciudadanos organizados.
Actores todos que se topan con la impunidad oficializada en este sexenio.
(SEMANARIO ZETA/DESTACADOS ADELA NAVARRO BELLO/ MIÉRCOLES, 20 DICIEMBRE,
2017 01:57 PM)
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