Sergio, de cuatro años de edad, iba
dormido en la parte trasera de la camioneta, una Endeavor 2008. Los policías de
Fuerza Coahuila acusaron a Moisés, su padre, de manejar un vehículo robado. Lo
subieron a la parte trasera de su propio auto y un policía comenzó a manejar;
además, narra, amenazaron al pequeño.
Esta es la crónica de un abuso de
autoridad de la corporación con más quejas ante la Comisión de Derechos Humanos
de Coahuila.
Francisco Rodríguez
Coahuila/Ciudad de México, 11
de noviembre (Vanguardia/SinEmbargo).- El 25 de octubre, Moisés y su hijo
Sergio de 4 años, (nombres ficticios), fueron detenidos en Torreón por policías
de Fuerza Coahuila. A Moisés, a quien golpearon y torturaron frente a su hijo,
lo quisieron incriminar por el robo de una camioneta y posesión de droga,
mientras que al niño de cuatro años lo amenazaron que lo echarían con los
perros para que se lo comieran.
Esta es la crónica de un
abuso de autoridad de la corporación con más quejas ante la Comisión de
Derechos Humanos de Coahuila.
Eran las tres de la tarde
cuando Moisés conducía la camioneta de su suegra, por Diagonal Las Fuentes. “Ya
me pararon, al rato te hablo”, fue lo último que dijo Moisés a un amigo cuando
hablaba por celular. Pensó que esa había sido la razón de la detención.
Sergio, de cuatro años de
edad, iba dormido en la parte trasera de la camioneta, una Endeavor 2008.
Inmediatamente los policías de Fuerza Coahuila acusaron a Moisés de manejar un
vehículo robado, lo subieron a la parte trasera y un policía comenzó a manejar.
–Nos vas a decir dónde
conseguiste la camioneta –amenazó un policía que iba atrás.
–No sé de qué me hablan
–decía Moisés.
El policía comenzó a golpear
a Moisés con el puño en la espalda, en la cabeza, con la pistola. “Lo pusieron
a ver los tapetes”, contó después el niño, quien comenzó a llorar y a pedir que
no golpearan a su papá.
–Tú papá es muy malo, no te
ama a ti, lo tenemos que castigar –le decían los policías.
Condujeron hasta las
instalaciones de Fuerza Coahuila, llamada “La Fortaleza”. Los policías taparon
con trapos la cara de Moisés y le manitaron con cinta mientras seguían
golpeándolo y gritándole groserías. Todo frente al niño. “Ya ves que tu papá no
te ama, ya se va”, asustaron al hijo cuando metieron a Moisés a un cuarto. “Ya
se va, ya te abandonó. No te quiere”, le decían.
Después le pusieron a Moisés
una bolsa de plástico en la cabeza hasta que se desmayó. “No supe cuánto estuve
desmayado, pero desperté y ya no escuché al niño”, relata.
Cuando despertó, los policías
lo obligaron a tomarse una foto frente a una mesa con droga. A espaldas un
escudo de la corporación. “O te la tomas o desaparezco al niño”, lo amenazaron.
“Papito, papito”, alcanzaba a escuchar Moisés el llanto de su hijo. Le tomaron
la foto y después lo quisieron obligar a firmar unos papeles. “No voy a firmar
nada”, les dijo. Y lo volvieron a golpear.
“Si sigues de chillón te
vamos a echar a los perros para que te coman”, le dijo un policía al niño y lo
llevaron a un cuarto donde había una tele.
EL CALVARIO
Eran las 18:00 horas y Moisés
no regresaba con la camioneta y el niño. La suegra y la esposa de Moisés le
llamaron 25 veces y nunca contestó. Moisés había ido a visitar a su abuelita
pero nunca llegó. El amigo con el que estaba hablando les platicó lo sucedido y
pensaron que un tránsito lo había detenido.
Ya eran las 19:00 horas. La
familia se movilizó y promovió un amparo con el que se prohíbe la incomunicación
de un detenido. “Tienen que avisar si lo detienen”, cuenta la suegra de Moisés.
El actuario comenzó a llevar
el amparo a todas las corporaciones, primero a la ergástula municipal, donde
pensaron estaría. Pero no. La familia se movió en hospitales, pensando que
quizá se había accidentado.
“Hablé con una conocida que
trabaja en el C4 y a partir de un favor, lograron obtener en horas la Alerta Amber
por la desaparición del menor y de Moisés”, dijo la suegra.
Por la noche, el actuario se
presentó en “La Fortaleza”. Moisés escuchó a un policía: “Ya valió, andan
buscando a este wey, ¿quién es?. Ya nos cayó como con el otro cabrón”. Los
policías sacaron por otro lado a Moisés y se llevaron su camioneta. Fuerza Coahuila
no avisó de la detención al actuario.
Los policías “pasearon” a
Moisés. “Ya está libre, pueden regresar”, escuchó Moisés que decían por el
radio. Cuando lo regresaron, un guardia que había entrado en el cambio de turno
le preguntó por la droga.
—¿Estas chingaderas son
tuyas?
—No, sólo quiero a mi hijo.
—Si esto no es tuyo no vayas
a firmar. Te van a hundir. Fue el único que le ayudó.
Después la Alerta Amber llegó
a Fuerza Coahuila. “Quién es este wey, ya está circulando la foto de los dos.
El pedo se va a hacer grande”, dijo un policía.
QUÉ PODEMOS ESPERAR
Alrededor de la 01:30 horas,
según recuerda Moisés, una grúa llegó a las instalaciones.
A las dos de la mañana, la
familia recibió una llamada, informándoles que Sergio estaba en una casa cuna.
Fuerza Coahuila lo entregó a la Pronnif argumentando que el padre estaba
detenido.
“En la casa cuna no quisieron
abrir. Nos dijeron que no podían entregar al niño. Que abrían hasta las ocho”,
cuenta la abuela de Sergio.
A las 04:30 horas Moisés se
comunicó. Estaba en la cárcel municipal. “No sé dónde está el niño”, dijo. A
Moisés lo habían entregado los policías de Fuerza Coahuila. “Ten los papeles,
arregla tu pedo”, le dijeron y le dieron las llaves de la camioneta con la
boleta de la grúa.
Moisés estaba todo golpeado.
Le arrancaron también el vello del pecho. Pero la prioridad era Sergio.
Pronnif promovió desde la
mañana estudios psicológicos de la madre, un estudio de campo para investigar
el contexto en el que vivía el niño. Fueron a la casa, tomaron fotografías,
inspeccionaron el hogar. Hasta las seis de la tarde entregaron al niño.
Después, el menor contaría
que Javier, un encargado de Pronnif, lo había recogido y llevado a la casa
cuna. En el traslado conoció a dos amigos, que eran un niño y un bebé que
también había entregado Fuerza Coahuila.
“Llévame a la casa”, cuenta
el niño que le pedía a Javier. “Te compro una paleta, te llevo a la guardería y
le avisamos a tu abuela”, convenció el funcionario al niño.
“Yo sé que mi familia me ama,
sé que van a venir por mí. El policía es muy mentiroso”, decía Sergio.
“Estás tratando de que tengan
algo mejor de lo que tú tuviste para que lleguen y desbaraten todo. No se
vale”, se queja la abuela de Sergio. “Queremos que se sepa la forma como
trabaja Fuerza Coahuila. Si se ponen así con un niño qué podemos esperar de
otras cosas”.
A Sergio le explicaron que
los policías habían detenido a su papá porque iba recio. Días después, cuando
iba en el auto con su abuela, miró a unos policías cerca. “No manejes recio
abuela, vienen unos policías atrás de nosotros y nos quieren pegar”.
PROCEDEN
Pronnif promovió desde la
mañana estudios psicológicos de la madre, un estudio de campo para investigar
el contexto en el que vivía el niño.
Fueron a la casa, tomaron
fotografías, inspeccionaron el hogar.
Hasta las seis de la tarde
entregaron al niño.
ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON
AUTORIZACIÓN EXPRESA DE VANGUARDIA.
(SIN EMBARGO/ REDACCIÓN / NOVIEMBRE 11, 2017, 2:30 PM)
No hay comentarios:
Publicar un comentario