A través de “fuentes de alto
nivel” del gabinete de seguridad del Gobierno Federal, el periodista Carlos
Loret de Mola tuvo acceso a los momentos en que el narcotraficante sinaloense
Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias “El Chapo”, se enteró del secuestro de
sus dos hijos, Iván Archivaldo y Alfredo Guzmán Salazar, quien fueron
supuestamente privados ilegalmente de su libertad por un grupo de hombres
armados, cuando cenaban en un restaurante de Puerto Vallarta, Jalisco, el
pasado lunes 15 de agosto.
El capo, líder Cártel de
Sinaloa, recibió la noticia de voz de su pareja, Emma Coronel Aispuro, durante
una visita en el penal de máxima seguridad Centro Federal de Readaptación
Social (Cefereso) No. 9, ubicado en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Quienes lo monitorean las 24
horas, dijo Loret, detectaron a un ‘Chapo’ intranquilo que nunca explotó ni
tampoco vociferaba, pero sí estaba bastante nervioso. Empezó a caminar de un
lado a otro, se tocaba la cara y miraba a todos lados.
“El Chapo” no reaccionó
violento, sino que se contuvo cuanto pudo. Las mismas fuentes le dijeron al
periodista, que el Gobierno federal le ofreció que presentara una denuncia
formal y les diera cualquier pista sobre quien ordenó el plagio de sus
vástagos.
Sin embargo, el
narcotraficante sinaloense dijo que no, “agradeció el gesto” y no hablo más
sobre el tema. Sus hijos fueron liberados casi una semana después, pero jamás
se supo del comportamiento tan extraño del capo y de la relación que esto pudo
haber tenido con el intenso movimiento militar y de seguridad fuera del
Cefereso, señaló el periodista.
Loret asegura que con el paso
de los días a “El Chapo” se le avisó de la liberación de sus hijos, por lo que
siguió con sus actividades normales.
(SEMANARIO ZETA/ Carlos Álvarez/ Miércoles, 24 agosto, 2016 03:40 PM)
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