Raymundo Riva Palacio
Será cuestión de tiempo, pero
en las áreas de seguridad del Gobierno mexicano están convencidos que Joaquín
“El Chapo” Guzmán será capturado durante la Presidencia de Enrique Peña Nieto.
Quizás mucho más pronto,
confían, porque hasta este momento uno de los líderes del cártel del Pacífico
se encuentra cercado en las barrancas de la Sierra de Durango.
Funcionarios federales
afirman que está en la zona más agreste de la región, en donde sólo se puede
llegar a pie, en mula o en helicóptero.
No es fácil avistarlo porque
no lo acompañan muchas personas en la huida, y es apoyado por el silencio de
los pobladores de sus laderas, que aunque no representan una base social,
retribuyen los bienes materiales que por años les ha dado el cártel.
La suerte acompaña al
Gobierno mexicano.
O quizás, el equipo que
preparó su evasión creó esas nuevas oportunidades al no haber participado sus
socios del Pacífico directamente en la fuga, como sí lo fueron en su primera
evasión en 2001 de Puente Grande, cuando su compadre, Ismael “El Mayo” Zambada,
supervisó el escape.
En esta segunda fuga,
participó en la planeación –a los 60 días en que llegó al penal de El Altiplano
en febrero de 2014– su círculo más íntimo que, por las propias características
de su inexperiencia, dejó rastros que permitieron identificar a los nueve
primeros cómplices –a los que ya se les dictó el auto de formal prisión–, y
dejó huellas de una decena más de conspiradores, sobre los que se siguen las
pistas.
Hay nueva información que
profundiza en los detalles sobre cómo se identificó al grupo íntimo de Guzmán y
que hace la crónica de la fortuna que ha acompañado a los investigadores
mexicanos. En este espacio se habló de la información obtenida por la PGR de
los teléfonos celulares de los abogados, que permitieron llegar a los pilotos
que participaron en la operación del escape, con datos cruzados sobre todas las
operaciones aéreas en el centro del país, que llevó a los investigadores a la
pista privada en San Juan del Río.
Guzmán y sus cómplices
llegaron por tierra hasta la pista en San Juan del Río, donde tomó una avioneta
hasta Culiacancito, una pequeña comunidad a 13 kilómetros de Culiacán, para
reabastecerse de combustible.
La segunda nave usada en la
fuga fue piloteada por Romano Lanciani Llanes, un piloto privado especializado
en fumigaciones, contratado como señuelo en caso que los siguieran, que no pudo
acompañar a “El Chapo” hasta bastantitas, una pequeña comunidad en el municipio
de Tamazula, en la sierra de Durango, porque cuando aterrizó se despistó y sus
alas quedaron dañadas.
Ahí también se quedó el
cuñado de Guzmán, Édgar Coronel Aispuro, el coordinador de la fuga, que ya no
continuó el viaje hasta la sierra.
Los teléfonos intervenidos
llevaron también a los empresarios poblanos que financiaron la fuga, los
hermanos Trillo.
Uno lo ayudó en la primera
fuga, y el otro era lavador de dinero del cártel del Pacífico, sobre quien ya
había una investigación desde que “El Chapo” estaba en El Altiplano.
Esa red de vínculos permitió
también establecer la presunta responsabilidad criminal del jefe de los
abogados de Guzmán, Manuel Gómez Núñez.
La identificación de Coronel
Aispuro fue mediante el análisis hemático en unos calzones que encontraron los
peritos en la casa donde inició el túnel por donde se escapó.
Con la información que
aportaron los investigadores mexicanos y el cruce de datos de inteligencia con
la DEA, se identificó a Lázaro Araujo Burgos, “El Juan”, quien dirigió la
construcción del túnel. Araujo Burgos era buscado por la DEA, como uno de los
responsables de la red de túneles en la frontera con Estados Unidos.
La DEA está presionando al
Gobierno mexicano para que detengan a los jornaleros que cavaron el túnel,
porque forman parte de un grupo del cártel del Pacífico que hace este tipo de
obras en todo el país.
Los investigadores mexicanos
tienen altas expectativas de su captura, porque en el túnel de escape
encontraron manchas de sangre, mediante las cuales esperan identificarlos.
Mientras los comandos de la
Marina estrechan el cerco sobre “El Chapo” en las barrancas de la sierra de
Durango, la PGR ha ido desdoblando la estructura financiera de los hermanos
Trillo.
La PGR trabaja con la Unidad
de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda para descubrir su
entramado en Puebla, el Distrito Federal y Jalisco, que abarca negocios
comerciales e inmobiliarios donde lavaban dinero.
De acuerdo con los
investigadores, ni el cártel del Pacífico ni el Jalisco Nueva Generación –una creación
de Guzmán– aportaron dinero para la fuga.
Guzmán repitió lo que hizo
durante su primera evasión en 2001: ir donde su familia podía protegerlo. Hace
15 años, tras su escape de Puente Grande, se fue a Compostela, Nayarit, donde
el presidente municipal era su pariente.
Esta vez viajó a Tamazula,
donde el alcalde, Ricardo Ochoa Beltrán, es su concuño. Según funcionarios
federales, las investigaciones en Sinaloa se han enfocado en el entorno directo
de Guzmán, y hasta ahora sólo dos familiares aparecen vinculados a su fuga.
La reiteración de Guzmán, sin
embargo, ha corrido con diferente suerte. Se puede explicar porque en la
primera fuga, quien lo protegió fue “El Mayo” Zambada y el cártel del Pacífico.
Hoy, sus socios se ven
lejanos, como si lo hubieran soltado y dejado a su suerte.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx twitter:
@rivapa
(ZOCALO/ COLUMNA “ESTRICTAMENTE
PERSONAL” de Raymundo Riva Palacio/ 03 de noviembre)
No hay comentarios:
Publicar un comentario