Políticos
y policías de Texas manejan en los últimos tiempos un discurso altamente
productivo: esgrimen estrechos vínculos de las bandas y pandillas fronterizas
con los poderosos cárteles de la droga que actúan en Tamaulipas. Así, obtienen
abultados presupuestos y apoyo de tecnología anticrimen de punta. Pero mientras
ellos atizan ese alarmismo que se traduce en un aumento de la xenofobia y el
antimexicanismo, académicos y especialistas advierten: pandillas texanas sin
vínculos con el narcotráfico mexicano luchan entre sí por el control de la
droga y por los negocios asociados al crimen organizado.
MCALLEN,
Texas (Proceso).- En marzo pasado, un grupo de pescadores encontró flotando en
la Isla del Padre el cuerpo de un hombre desnudo y decapitado. La cabeza no fue
localizada. Gracias a las huellas dactilares pudo establecerse su identidad:
Franklin Rodríguez Palacios Paz, inmigrante ilegal originario de Honduras, de
30 años.
“Tengo
mucho tiempo tratando de hacer cumplir la ley y esta es la primera vez que veo
un asesinato como este. La cabeza de la víctima fue limpiamente cortada, y al
parecer utilizaron un instrumento muy afilado. También, el cadáver tiene una
serie de laceraciones en el pecho que pudieron deberse a un intento de cortar
el cuerpo”, comenta el sheriff que investiga el crimen. “A primera vista esto
podría muy bien ser una ejecución de un cártel”, enfatiza el jefe policiaco.
Anteriormente,
el 23 de julio del 2014, un miembro de una pandilla acusado de ejecutar a un joven
de 19 años hirió con disparos de fusil de asalto a dos uniformados que
pretendían detenerlo, en una balacera que duró alrededor de tres horas.
Los
agentes policiacos recibieron el reporte de que el pandillero, identificado
como Joaquín Cibrián, se hallaba refugiado en un domicilio de La Joya, Texas, y
solicitaron apoyo para capturarlo. “Una vez que llegaron las autoridades a la
casa, su objetivo comenzó a dispararles con un rifle semiautomático”, contó el
jefe de la policía, Giovanni Hernández, al diario local Breitbart Texas.
“Los
policías volvieron a su formación y buscaron ponerse a cubierto detrás de sus
unidades. A medida que la situación empeoraba, terminaron siendo inmovilizados
durante tres horas”, refirió Hernández. Cibrián no pudo ser sometido hasta que
llegaron cuerpos especiales que utilizaron gases para obligarlo a abandonar su
refugio…
Fragmento
del reportaje que se publica en la edición 2017 de la revista Proceso,
actualmente en circulación.
(PROCESO/
REPORTAJE ESPECIAL/JUAN ALBERTO CEDILLO/ 30 DE JUNIO DE 2015)
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