sábado, 21 de marzo de 2015

DOLOR QUE DESBORDA EL ALMA JUSTICIA VACÍA; ‘JORGE NO ERA UN SICARIO’


Saltillo, Coah.- Jorge tendría 28 años de edad. Mil 825 días después de su muerte, su madre lo imagina como era: un muchacho responsable, que no tomaba alcohol, no fumaba y que había logrado con un promedio de 95 estudiar becado una maestría en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).

Rosa Elvia Mercado Alonso extraña a su hijo, como ayer, como hoy, como siempre lo hará. Piensa que tal vez ya tuviera uno o dos nietos. A cinco años de la tragedia en la que Jorge Mercado Alonso y su compañero, Javier Arredondo Verdugo, fueron asesinados en las instalaciones del campus Monterrey, la herida sigue abierta.

El caso continúa impune porque la Procuraduría General de la República (PGR) lo mantiene en calidad de “carpetazo”, al no realizar ninguna diligencia legal desde julio del año pasado, mientras que en el 2013 uno de los militares relacionados con la muerte de los estudiantes, enjuiciados bajo el delito de “alteración de los hechos” fue absuelto, tal como se lo confirmaron las autoridades castrenses a la madre de Jorge.

“Se me notificó del juicio militar en febrero de 2013, cuando me habló a mí el capitán de apellido Ramírez; luego en abril me llamó para decirme que se había hecho el juicio, en ese tiempo lo enjuiciaron por alteración de los hechos y lo liberaron”.

LETAL CONFUSIÓN

Rosy, como sus cercanos la conocen, está sentada en la sala de su casa. Habla de Dios como su única fortaleza para continuar después de que su único hijo, Jorge, fuera señalado como sicario.

Los estudiantes abandonaron la biblioteca del Tec a las 00:38 del sábado 20 de marzo, y siete minutos más tarde fueron abatidos a balazos frente a la puerta de la institución.

El hecho ocurrió luego de que momentos antes de salir del campus, ubicado en avenida Eugenio Garza Sada, en Monterrey, los soldados sostuvieran un enfrentamiento con presuntos delincuentes que trataron de darse a la fuga y supuestamente se habrían internado en el plantel.

De acuerdo al expediente de la PGR, la noche del 19 de marzo, los soldados se enfrentaron con sicarios, debido a que –como había ocurrido desde dos días antes–, grupos de delincuentes cerraron vialidades de la capital neoleonesa y ello desembocó en un choque armado.

Mientras, adentro del campus, Mercado Alonso y Arredondo Verdugo estudiaban para los exámenes trimestrales en su especialidad. Estaban a esa hora en la biblioteca porque en época de pruebas ésta da servicio día y noche.

A las 00:40 horas, la balacera se había desatado en el cruce de Eugenio Garza Sada y Luis Elizondo. Los elementos castrenses seguían desde tres kilómetros atrás varias camionetas sospechosas, desde las cuales fueron tiroteados y comenzó la persecución.

Cinco minutos después, Mercado Alonso y Arredondo Verdugo ya habían abandonado la biblioteca y se dirigían a descansar a una de las casas de alojamiento para estudiantes. En ese momento, una camioneta militar chocó con una de los criminales, lo que provocó que los ocupantes dispararan contra los militares.

Tras una investigación, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió la recomendación 45/2010, en la que documenta que las municiones utilizadas para cometer estos asesinatos eran de uso exclusivo del Ejército.

Concluyó que los militares habían colocado armas a los estudiantes para inculparlos y destruido pruebas en la zona para acusar falsamente a las víctimas de pertenecer a una banda de delincuentes.

IGNOMINIA

“Yo sólo pido que limpien el nombre de mi hijo, ya son cinco años de su muerte y él sigue siendo un sicario ante el mundo. Es lo único que pido, ésa es la mejor justicia, limpiar su imagen, él era estudioso, era un excelente estudiante, su memoria debe estar limpia… era un buen muchacho”, puntualiza Rosy.

Jorge tenía 23 años cuando murió. Practicaba gimnasia y era atleta, siempre que podía repartía oraciones y el Libro de la Salvación, era cristiano comprometido con su religión.

Participaba en el grupo de desarrolladores de un proyecto de un auto híbrido solar del Tecnológico de Monterrey; vivía en un departamento ubicado a unas cuadras del campus.

“A finales de 2013 el expediente estaba plagado de irregularidades, pero estudiantes de la Asamblea Tec estuvieron buscando la manera de cómo poder revisarlo y nos preguntaron, a mi esposo y a mí si estábamos dispuestos a seguir con el proceso. Yo les dije que sí, que si Dios lo disponía así”.

De las autoridades militares no supo nada desde entonces. Luego de que a los encargados del caso fueran removidos por el cambio de gobierno presidencial, el expediente quedó en el olvido.

Antes, los castrenses le ofrecieron el uso del seguro médico militar, con atención psicológica. A lo que Rosy respondió que no. “Yo tengo el mejor psicólogo, que es Dios. Él es el que me levanta, el que me cuida, el que me da la fortaleza para seguir adelante”.

“A principios de 2014 seguimos con el proceso con los muchachos, ya tuvimos contacto con Amnistía Internacional, pero necesitaban una organización legal y fue cuando llegaron con Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos AC (CADHAC), y les dijeron ‘necesitamos a las familias’”, explica Rosy.

LENTO AVANCE

La primera reunión con autoridades de CADHAC y con integrantes de la organización Amnistía Internacional se realizó el 3 de marzo de 2014. “Ahí nos aclararon que el proceso iba a ser largo, difícil, la persona que fue de Amnistía nos pregunto ¿están seguros que quieren seguir? Porque se van a enfrentar con situaciones muy difíciles”.

“Mi esposo lo primero que dijo fue: ‘ya una situación más difícil de la que ya vivimos, perder a Jorge, yo creo que ya no’”, cuenta la madre, y agrega “le dije, mire yo se lo he estado pidiendo a Dios, y si ese es el camino que me está mostrando, yo sé que Dios no me va a dejar a mi sola, sigamos adelante”.

Pero poco se ha conseguido en esta lucha. A pesar de que el expediente conformado por 30 tomos y del compromiso de las autoridades del Ministerio Público “para hacer la investigación”, poco se ha avanzado. No existe ningún detenido ni consignado por el doble homicidio.

A pesar de que se envió una carta al presidente Enrique Peña Nieto en la que se solicita que se giren instrucciones a la PGR para que concluya la integración de la indagatoria, se sancione a los responsables, y se repare el daño a las víctimas, la justicia no ha llegado.

“Que las autoridades pidan una disculpa pública por manchar el nombre de mi hijo, por señalarlo como parte de la delincuencia”, dice con un dejo de frustración y de una inquebrantable necesidad de justicia.

Rosy respira y asegura “Dios va delante de mí, yo por el honor de mi hijo hago lo que sea, porque para mí no es justo que después de cinco años todavía esté como sicario, no es justo”.

‘MUY CLARA’ SU INOCENCIA

“Las declaraciones fueron transparentes, todos se expresaron de Jorge como un buen muchacho, porque es verdad, él era un muchacho muy dedicado, lo decía en sus actos, llevaba una vida tranquila”.

Fue el subdirector de Averiguaciones Previas de la Región Noreste, que abarca Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, de la PGR, Ricardo Báez, quien le aseguró a la familia Mercado Alonso que estaba en la mejor disposición para apoyarlos y era necesario que rindieran la declaración, cuatro años después del asesinato de los estudiantes.

El matrimonio Mercado Alonso rindió la declaración en su casa. “Nos dieron la opción de que fuera aquí o en la PGR, preferimos en la casa, Báez vino con el Ministerio Público y nos tomaron la declaración, una declaración muy larga pero él nos dijo que le quedaba muy clara la inocencia de los muchachos”.

BUSCARON ‘ENMENDAR’ ERROR

Tras una investigación, la CNDH emitió la recomendación 45/2010, en la que documenta que las municiones utilizadas para cometer estos asesinatos eran de uso exclusivo del Ejército.
Concluyó que los militares habían colocado armas a los estudiantes para inculparlos y destruido pruebas en la zona, para acusar falsamente a las víctimas de pertenecer a una banda delincuencial.


(ZOCALO/ PAOLA A. PRAGA/21/03/2015 - 12:59 PM)

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