Cuando los
interrogadores de la CIA torturaban a Jalid Sheikh Mohamed —acusado de haber
ideado los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en territorio
estadounidense— en una prisión secreta en Polonia en marzo de 2003, una
analista de alto rango de la CIA les pidió que le mostraran una fotografía de
un presunto terrorista llamado Majid Khan.
Los interrogadores
abofetearon a Mohamed, le impidieron dormir, lo rehidrataron a través del
recto, amenazaron con matar a sus hijos y lo torturaron con procedimiento de
casi ahogamiento en agua en 183 ocasiones. Entonces él ofreció detalles sobre
Khan.
La analista dijo
posteriormente al inspector general de la CIA que la información de Mohamed
ayudó a conducir al arresto de Khan, según los registros de la agencia. La CIA
incluyó eso como una historia exitosa en un reporte de 2004 que se hizo público
y que por muchos años permaneció como el relato más detallado sobre el
programa.
Sin embargo, la
analista, entonces subdirectora de la unidad Osama bin Laden de la CIA, sabía
que Khan ya había sido capturado en Pakistán cuando se interrogó a Mohamed
respecto a él, reveló el reporte de 520 páginas de la Comisión de Inteligencia
del Senado sobre los interrogatorios de la CIA que fue publicado la semana
pasada.
En otras palabras,
lo que dijo ella al inspector general no era verdad.
El reporte de la
cámara alta ha expuesto años de tales declaraciones falsas por parte de la CIA
que parecen tratar de reforzar la supuesta efectividad de los brutales
interrogatorios. La CIA admite inexactitud respecto al arresto de Khan,
mientras que rebate la mayor parte del reporte y subestima otros aspectos.
Sin embargo, la
investigación del Senado se apoyó en registros propios de la CIA para
documentar un patrón de una agencia que consistentemente resta importancia a la
brutalidad de las técnicas empleadas con detenidos y exagera el valor de la
información que produjeron.
“La CIA mintió”,
dijo en la cámara alta hace unos días el senador demócrata Mark Udall, uno de
los más duros críticos a la agencia.
En su respuesta por
escrito al reporte, la CIA dijo que estaba “desalentada” por haber “fracasado
en lograr sus propios estándares de precisión de lenguaje y admitimos que esto
fue inaceptable”. Pero, agregó la agencia, “incluso en esos casos,
fundamentamos que l impacto real de la información adquirida de los
interrogatorios fue significativo y aún está sustentada”.
Funcionarios de la
CIA insisten en que el tratamiento a Mohamed y otros detenidos produjo
información de inteligencia valiosa, algo que el reporte del Senado contradice.
La CIA defiende 18 de los 20 casos en que la cámara alta dice que la agencia
fracasó en obtener información de inteligencia excepcionalmente valiosa de
detenidos a través de interrogatorios brutales.
El reporte del
Senado ha expuesto mentiras mucho más allá de sus páginas.
El ex administrador
de la CIA José Rodríguez escribió en sus memorias de 2011, “Hard Measures”
(Medidas difíciles) que durante las simulaciones de ahogamiento, “nuestros
agentes utilizaron mucho menos agua durante períodos de tiempo mucho más cortos
de los que estaban autorizados”.
Registros de la CIA
citados en el reporte muestran que Rodríguez, quien destruyó videograbaciones
de algunas de las sesiones, no estaba diciendo la verdad.
(AP)
(RIODOCE/
REDACCION/ diciembre 13, 2014)
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