sábado, 13 de julio de 2013

"EXORCIZAN" LAS ENTRAÑAS DEL VATICANO

México, DF.-Al reformar ayer las leyes vaticanas, el papa Francisco va a la caza de corruptos, pederastas y blanqueadores de dinero, con lo que parece estar dispuesto a acabar con los demonios que habitan en la Santa Sede.

A unos meses de ser nombrado Papa, Francisco ha iniciado una limpia total de las entrañas del Vaticano.

Ha comenzado a exorcizar los demonios que dejaron a la institución religiosa en crisis, y que habrían orillado al fatigado Benedicto XVI a renunciar.

Luchas internas, intrigas, corrupción, lavado de dinero, encubrimiento de pederastas y excesos. Todos esos son los pecados que el argentino Jorge Mario Bergoglio parece dispuesto a purgar desde la Santa Sede.

No ha cambiado la línea de su discurso, conocido por llamar a la conversión, a la humildad, a dejar atrás lo que él llama “el aburguesamiento del corazón”.

Y lo que en un principio eran mensajes aventurados, poco a poco se han ido cristalizando.

Si Juan Pablo II se caracterizó por su espíritu viajero y Joseph Ratzinger por tener un carácter hogareño y reservado, el actual pontífice está levantando alto el estandarte de reformador.

Consciente de la cuna de lobos en la que se ha convertido el “cuarto de mandos” de una de las religiones con mayor número de seguidores a nivel mundial, el jesuita argentino ha emprendido una serie de decretos y decisiones en busca de la reivindicación del catolicismo. 

En una decisión contundente revelada hace apenas unos días, el Papa levantó el veto para que se investiguen las cuentas de la iglesia, que desde hace tiempo navegan en aguas turbias.

En el renglón de los delitos sexuales anunció ayer la reformación al arcaico código que rige el Vaticano, y ha tipificado de manera específica los crímenes sexuales contra niños, antes sólo explicados como violaciones “en contra de las buenas costumbres”.

De igual forma, dispuesto a cerrar de una vez por todas con la herida que dejó Paolo Gabrielli, antiguo mayordomo de Benedicto, y quien filtrara los documentos que pondrían en evidencia las batallas de poder dentro de la administración de la Iglesia, el Papa ha incluido por primera vez el delito de filtración de información dentro del estado Vaticano.

En tiempos donde la fuga de información confidencial está a la orden, la decisión parece encaminada a implementar una política de “la ropa sucia se lava en casa”.

Y en cuanto a la constante crítica de la opulencia que rige la vida de muchos prelados y religiosos, Bergoglio ha decidido romper con paradigmas.

Llamó a que los miembros de la institución espiritual vivan una vida de humildad y austeridad y pidió que se alejen de los lujos que los convierten en “lobos rapaces”.

¿Será éste el Papa que pueda reparar la dañada estructura de una religión que día con día pierde más adeptos?

Va por pederastas

El papa Francisco reformó este jueves las leyes que gobiernan la Ciudad del Vaticano.

Entre los distintos puntos que han sido modificados resalta el que está enfocado a combatir uno de los estigmas más grandes de la Iglesia: la pederastia.

La legislación fue aprobada por clérigos y laicos que viven y trabajan dentro de la Ciudad del Vaticano.

En el pasado ya existía un apartado destinado a los delitos sexuales –basado en el antiguo Código Italiano de 1889– pero sólo se mencionaban de manera general.
Ahora, la ley da una definición más amplia de las agresiones contra los niños, que incluye la venta de infantes, prostitución infantil, reclutamiento de niños, violencia sexual o actos sexuales con menores, así como la producción y posesión de pornografía infantil.

Muchas de las nuevas disposiciones eran necesarias para actualizar el sistema legal del Vaticano, ya que la Santa Sede firmó tratados internacionales, como la Convención de la ONU sobre los derechos del niño, publicó la agencia de noticias The Associated Press. 

Estos cambios sólo aplican dentro de las murallas del pequeño territorio enclavado en la nación italiana.

Lo anterior debido a que la ley canónica sigue intacta y es la que rige a todos los católicos creyentes de manera universal.
No obstante, la reforma representa un gran paso a combatir los casos de pedofilia que se han registrado en las décadas pasadas y han mermado la credibilidad en la Iglesia.

Durante el papado de Ratzinger, los crímenes sexuales cometidos por sacerdotes agravaron la crisis religiosa.

Una encuesta del Pew Research Center realizada a principios de este año reveló que la mayoría de los cerca de 80 millones de norteamericanos de confesión católica, consideraron que Benedicto XVI no supo lidiar de manera adecuada los escándalos de pederastia y exigieron, además, una reforma interna.

Hoy, Bergoglio se ha puesto el disfraz de exorcista y apunta para ir construyendo un cambio sustancial, desterrando a los demonios de la Iglesia católica.

Reforma a los Legionarios 

La orden de los Legionarios de Cristo cargará probablemente por muchos años con los actos indebidos que se comprobaron a su fundador Marcial Maciel.
En un intento de dar vuelta a una página en blanco en su historia, Francisco dio a conocer este miércoles que convocará a una asamblea general a principios del próximo año, para limpiar el nombre de la congregación.

En una carta publicada, el Pontífice dijo: “Éstos son pasos imprescindibles para el camino de una renovación auténtica y profunda de la Congregación de los Legionarios de Cristo”.

Se ha dicho que elegirían un nuevo liderazgo, aprobarían nuevas constituciones y tratarían de dejar atrás la estela oscura de Maciel, no sin antes buscar justicia.

El fallecido sacerdote creó los Legionarios de Cristo en 1941, y fue más de medio siglo después que el Vaticano comenzó a supervisarlos de manera directa.

En 2010, dos años después de la muerte de Maciel, una investigación lo encontró culpable de un largo historial de abusos sexuales a seminaristas.
Según han concluido investigadores, y publicado los medios, la Iglesia sabía de los crímenes del fundador de la Legión y ayudó a mantenerlos en secreto gracias a la enorme contribución económica de la congregación a las arcas del Vaticano.

Ya una vez se intentó cambiar la situación de la orden religiosa nacida en México, y durante su papado, Benedicto XVI nombró al cardenal Velasio De Paolis como encargado de monitorear la reforma.

Sin embargo, ante la falta de cambios sustanciales y con los encubridores de Maciel todavía en posiciones de importancia dentro de la estructura de la organización, quedó en el intento.

De acuerdo con información de Nicole Winfield, de AP, desde que estalló el escándalo en 2009 el número de seminaristas ha disminuido considerablemente en la Legión, además de que han cerrado escuelas.

A la caza de los cuervos

El diario italiano “L’Osserva-tore” publicó hace un año en una de sus editoriales: “Benedicto XVI es un pastor rodeado por lobos”.

Y no era para menos. El desgastado religioso alemán parecía no tener las energías suficientes para lidiar con una guerra sin cuartel peleada dentro del Vaticano.

Batalla que, de entrada, fue puesta en evidencia por su antiguo mayordomo, Paolo Gabrielle.
Apodado por los medios europeos como “el topo” o “el cuervo”, Gabrielli –hoy perdonado por el mismo Benedicto– fue el culpable de la fuga de información que provocó el escándalo nombrado como “VaticanLeaks” por el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi. 

En un intento por cambiar el rumbo de las cosas, el papa Francisco ha optado por cerrar la grieta y evitar otro derrame de información, como el que ocasionó “el cuervo” Gabrielle.

Junto con la reforma que tipifica los delitos sexuales contra niños, se incluyó una inédita ley que castigará a quien revele o reciba información documentada como confidencial con una pena que va de seis meses a ocho años de prisión, esta última circunstancia, en caso de que se haya dado a conocer material que dañe los “intereses fundamentales” de la Santa Sede.

Contra los corruptos

En mayo, Jorge Mario Bergoglio dijo: “Hemos creado nuevos ídolos. La antigua veneración del becerro de oro ha tomado una nueva y desalmada forma en el culto al dinero y la dictadura de la economía, no tiene rostro y carece de una verdadera meta humana”.

Dispuesto a combatir los actos de corrupción, el Pontífice sorprendió a más de uno cuando anunció hace unos días la creación de una comisión encargada de supervisar las actividades del Instituto de Obras Religiosas (IOR), también conocido como el banco del Vaticano, involucrado en una serie de escándalos criminales y de lavado de dinero.

A menos de una semana de que la nueva medida se diera a conocer comenzaron a rodar las cabezas de los “peces gordos”, dentro de la Santa Sede.

El viernes 5 de julio, el contador del Vaticano, monseñor Nunzio Scarano, fue arrestado por un supuesto plan para introducir de manera ilegal 26 millones de dólares en efectivo a través de un jet privado proveniente de Suiza.

Junto con Scarano fueron aprehendidos el financiero Giovanni Carenzio y el agente de una agencia de seguridad Giovanni Zito.

Los tres detenidos pretendían contrabandear el efectivo a Italia y así evitar el pago de impuestos.

Dicho caso engrosa el historial negro del denominado “banco de Dios”, vinculado con la quiebra del Banco Ambrosiano en 1982, del cual era uno de sus principales accionistas.

La nueva estrategia busca alinearse con la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, de 2003.

El pecado de la vanidad

Al inicio de su pontificado, Francisco se declaró a sí mismo como “el Papa de los pobres”.
Aunque al principio dicha declaración generó suspicacia, a base de acciones es como ha podido sostener el mote.

Lejos de la parafernalia suntuosa que es común ver en muchos clérigos de alto rango, el Pontífice se muestra sencillo.

Habla directo y sin tapujos. Recientemente llamó a los sacerdotes y obispos a ser “pastores”, y no ceder ante la avaricia del dinero.
A las monjas las llamó a ser “madres espirituales y no solteronas”. “Perdonadme si hablo así, pero es importante esta maternidad de la vida consagrada”, dijo durante una misa en la capilla de Santa Marta.

“No compartir con los pobres es robarles y quitarles la vida”, aseveró en otra ocasión. Su discurso revolucionario ha hecho eco en América Latina.

El sacerdote colombiano Hernando Fayid decidió vender su Mercedes Benz, modelo E 200 convertible blanco, motivado por las palabras de Francisco, quien dijo que le dolía en el alma ver a sacerdotes conducir autos último modelo.

“Este carro es un regalo de la familia, nadie puede decir que yo desvié algunos recursos que pertenezcan a la Iglesia”, explicó Fayid.

Y en la misma semana que fue nombrado El Hombre del Año por la revista “Vanity Fair”, el Pontífice eligió a la trágica isla italiana Lampedusa como su primer destino de su viaje pastoral.

Lampedusa es una pequeña locación más cercana a África que a Italia continental, y que se ha convertido en el cementerio de miles de migrantes africanos que buscaron alcanzar el sueño de llegar a Europa y murieron en el intento.

“¿Quién lloró por esa gente que estaba a bordo del bote? ¿Por las madres jóvenes que trajeron a sus bebés? ¿Por esos hombres que querían apoyar a sus familias? Somos una sociedad que ha olvidado cómo llorar”, dijo Francisco durante la misa, celebrada con un altar improvisado hecho con una barca reciclada, alguna vez utilizada para llegar del continente africano a Lampedusa.
 
(ZOCALO/  Reporte Índigo / 13/07/2013 - 04:00 AM)

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