lunes, 15 de abril de 2013

QUE DESMADRE PARTE II

Agueda Barojas Ontiveros

Si el alcalde Otto Claussen cree que los 151 millones de pesos que le consiguió el diputado federal, Manlio Fabio Beltrones, para que no pase de noche el primer año de su administración, le van a servir como bono eterno con la ciudadanía, se equivoca.

Cuando llegó a la actual administración y vio lo que su antecesor le había heredado,  Otto Claussen sólo atinó a decir: “Esto es un desmadre”. 

A siete meses de gobierno, el alcalde guaymense con más afectos en Hermosillo que en este bello puerto, se mordió la lengua. Su administración es un desmadre.

La forma tan relajada y hasta cierto punto valemadrista de gobernar de Otto Claussen ha dado como resultado que su administración navegue entre lo chusco y lo frívolo, pero también entre las mentiras, la intriga, los pleitos y la corrupción.

Hemos visto pasar algunas administraciones y cada una de ellas tiene su toque especial, pero si en algo se parece Claussen Iberri a su antecesor es precisamente eso, el valemadrismo con el que está tomando la responsabilidad que le otorgaron en las urnas.

Las extrañas desapariciones del alcalde son muy obvias. Se nota cuando no está en Guaymas y que no vengan y digan que anda en México gestionando porque no va todos los días a la Ciudad de México.

Que no digan que se la lleva en Hermosillo gestionando porque buena relación con el gobierno del Estado no tiene.

Quien nos hace el favor de gobernarnos, está físicamente en palacio, solo cuando es necesario.

El alcalde deja instrucciones ante de desaparecer y si bien es cierto hay quienes las cumplen, también hay quienes aprovechan el vacío para hacer y deshacer.

A Otto Claussen no le va a bastar el bono que acaba de comprar con los ciudadanos al anunciar 74 obras de pavimentación en 24 colonias.

Si bien es cierto, es una buena noticia, pero no es suficiente.

Pavimentar para un alcalde es como acudir a la escuela si se es estudiante  o escribir un libro para un escritor. Hasta César Lizárraga lo hizo, todos lo han hecho. ¿Dónde está lo extraordinario? Aplaudible será una vez que concluyan y que comprobemos que no habrá la tradicionales mochadas o las empresas fantasmas o de constructores amigos, como en el pasado.

Aplaudiremos cuando veamos que realmente fueron obras de calidad y que con el dinero público no pagó favores de campaña.

Guaymas requiere más que pavimentación y más que colocar maceteros y bancas a la entrada de palacio municipal.

El palacio municipal, más que una manita de gato como se la están dando, requiere recursos porque, al igual que los multifamiliares, se puede desplomar en cualquier momento.

Guaymas necesita más que la rehabilitación de las plazas públicas, camellones y banquetas. Eso lo puede hacer cualquiera y si bien es cierto sus antecesores no lo hicieron,   que ahora lo hagan no es suficiente porque con ello no estamos abonando para que nuestra ciudad crezca y se desarrolle en todos los ámbitos.  

Si bien es cierto  se maquilla la ciudad y se pone bonita, no es suficiente para que los inversionistas lleguen a esta ciudad a generar empleos.

Guaymas tiene un grave problema que sigue sin resolverse y que no se resolverá con 74 obras de pavimentación.

El tema de la seguridad pública sigue siendo una asignatura pendiente.

La Seguridad Pública de Guaymas es un caos y al igual que sus antecesores,  Claussen Iberri hace como que no sabe lo que ocurre. Que no se pierda la maldita costumbre de hacerse …….

La dirección de Seguridad Pública y la administración municipal son campos de batalla que ya han dejado varios heridos,  y no tarda en dejar varios muertitos. Políticamente hablando.

Cuando fue diputado local, Otto Claussen no perdió la oportunidad de cuestionar la seguridad pública en Guaymas.

Carro que robaban, boletín que mandaba.

Hoy las cosas siguen exactamente igual, con los mismos personajes que le heredó un gobierno que no supo gobernar.

En Seguridad Pública la lucha encarnizada es por el botín, por el “bissnes”. No solo los delitos siguen vigentes en la ciudad, también las mañas.

La batalla en estos momentos es contra los jueces calificadores y su coordinador, quienes representan un obstáculo para el negocio.

Detenido que llega con los jueces calificadores, llega centaveado.

Es tan evidente la guerra que los agentes policiacos, por órdenes de sus jefes claro, llegan al Juzgado Calificador diciendo que delito o falta se le va a achacar al detenido.

Los dueños del bissnes se están topando con pared porque el coordinador de jueces calificadores, Nicolás Gastélum Pardo, personaje allegado al regidor Jesús Fajardo, tiene claro cuál  es el trabajo de los jueces a su cargo.

Los daños colaterales de esta guerra los está sufriendo el Secretario del Ayuntamiento, Ramón Leyva Montoya, quien  ha sido presionado para que presione a los jueces  a fin de que jalen con el negocio.

Leyva Montoya, dice, no quiere “jalar”. Tanto que ha cuidado su “prestigio” como para caer tan bajo y por tan poco.

Esta no es la única batalla que libra Leyva Montoya. El Secretario del Ayuntamiento tiene que lidiar también con las perversas intenciones del Secretario Particular del alcalde, Eduardo Gaxiola Márquez, quien intenta tumbarlo de la silla.

El Secretario Particular pretendió utilizar al SUTSAG para lograr su objetivo, pero el Sindicato no se dejó utilizar. 

Pero esta no es la única batalla que se libra, está la de Carlos Garza, director de Desarrollo Rural y Gianco Urías, coordinador de Comisarias, quienes no se pueden ver ni en pintura, aunque esos son temas menores,  frívolos si usted quiere.

Lo importante no es que estos dos funcionarios  se rompan las medias y se aruñen la cara, sino los saldos de la ausencia de alcalde Otto Claussen, eso es lo verdaderamente trascendente aunque lo difícil de decir.

Es muy fácil “entretenerse” con los de abajo, cuando la responsabilidad de que las cosas  marchen bien es de los que están arriba.

Que desmadre, dirá el alcalde cuando se entere de todo lo que pasa en su administración.

El otro desmadre
Y donde ya se contagiaron del desmadre de Guaymas es en Empalme, donde también se están librando batallas. Sobre aviso no hay engaño y el presidente municipal, Héctor Laguna Torres, no puede decirse sorprendido de que el Síndico, Roberto Romero haya abierto un frente en su contra.

El pleito ya tiene rato, pero fue más evidente la semana pasada cuando sesionaron para la aprobación del envío de los estados financieros del primer trimetre del año.

Roberto Romero no los aprobó, alegando inconsistencias. Si el alcalde empalmense no desmuestra oficio para resolver este conflicto...aguassss!

No tiene la culpa el indio, sino el que lo hizo Síndico.

(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ Agueda Barojas Ontiveros/ Domingo, 14 de Abril de 2013 10:46)

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