Al Frente
Ya era raro ver el
desfile del EZLN en fin de año como festín para los nostálgicos del Sup Marcos
y su arjoniana vocación para el discurso poético-político-musical, cuya
significación fue casi tan vigorosa como una manifestación de los seguidores
del Fua.
Digo, hay que
reconocer que el extraño y relativo sentido del timming de los zapatistas les
ha hecho perder cierto interés en los grandes públicos que suele mirarlos como
una extravagancia más de la mexicana alegría. O sea, está bien que se hayan
guardado para no sobreexponer su imagen, pero se tardan tanto en salir a la
palestra, regularmente en los últimos tiempos para ponerse salinistas, mal
hablar del Peje y, de paso, medio darle sus sobadas a Jelipillo, el inolvidable
preciso que confundió el bullying con la narcoguerra.
Pero fue todavía más
raro que el novio de Anahí que trabaja de gobernador de Chiapas sacara el
pasamontañas para exigir el respeto a los acuerdos de San Andrés, de los cuales
ya ni Durito y el comanche Tacho se acordaban en el mundo de caramelo de los
municipios autónomos. Una cosa más o menos increíble viniendo de quien viene,
bueno que los mayas tenían razón, es muy pero muy probable. Nada más le faltó
suscribir el viejo texto Demarques y en 10 y ponerse a cantar la internacional.
En una de esas la ex de OV7 nos puede dar la sorpresa de convertirse en la
nueva Tania la guerrillera o en la Angela Davis de pelo lacio. Ya en estas, a
lo mejor y nos toca ver como los del EZLN se incorporarán a las campañas de
despistolización de Mancera. Así les cambiarían sus viejas carabinas por
tabletas, bicicletas o algún otro gadget del momento. (¿Los malos de Malolandia
serán tan avariciosos que con tal de molestar al doctor y hacerse de alguna
tecnología de punta serían capaces de mandar a todos sus sicarios a entregar
sus armas hasta que se acabe la dotación para el cambalache?).
Y en el alucine,
quizá nos tocará ver a el señor licenciado don Marcos en las fiestas del Nini
verde, bailando a todo lo que da el “Gangnam Style” ahora que el nada talentoso
Mr. Psy, decepcionado de ganar millones con su dudosa coreografía, ya no quiere
interpretar más esa bonita melodía. ¿Qué hará ahora el Psy ese, entrarle a la
onda Jenni Rivera?
En una de esas el
gran Psy se nos va a la campaña de filiación de Morena. O a la del PRD que a
estas alturas, después del pacto con Peña, debe tener menos adeptos que el
Necaxa.
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