viernes, 23 de marzo de 2012

EL ARCHIVO GENERAL DEL ESTADO, UNA MEMORIA HECHA PEDAZOS


Imanol Caneyada /
Si nos basamos en la lamentable situación en que se encuentra el Archivo General del Estado (AGE) y a su atribulada historia, podríamos concluir que la clase política sonorense, cuando llega al poder, lo hace con la idea de que la historia de la entidad inicia con ellos y termina con ellos.

La conservación de la memoria documental del paso de los diferentes gobiernos por el Poder Ejecutivo ha sido, al menos en los últimos 30 años, inexistente, según pudimos constatar en una visita que realizamos a las instalaciones del Archivo.

Falta de guías, desorden generalizado, desaparición inexplicable de documentos, instalaciones obsoletas y arcaísmo en las técnicas de conservación son los principales problemas que enfrenta el AGE.

La memoria oficial de Sonora es senil y, de momento, nadie parece dispuesto a aplicarle un urgente tratamiento que la rehabilite.

El archivo ambulante
Los miles de documentos que se amontonan en la habitación al fondo de la oficina que alberga el Archivo General han sido objeto de múltiples mudanzas, de un incendio y de al menos una inundación. En el camino, muchos se han deteriorado, otros se han extraviado y algunos más han desaparecido misteriosamente.

El AGE alberga documentos fundacionales, edictos, reglamentos, circulares, acuerdos, proyectos, leyes que desde 1821, año en que Sonora se separó de Sinaloa, han ido acumulándose como una muestra fundamental de quiénes y cómo han gobernado la entidad.

El Archivo General ha viajado por diferentes puntos del estado; según la sede del gobierno en turno, iba cambiando de ubicación; Álamos, Arizpe, Ures y Hermosillo han sido las ciudades que lo han acogido en su itinerante existencia.

Una vez instalado definitivamente en Hermosillo, el archivo ha tenido diferentes hogares, siempre de forma provisional, ninguno acondicionado para ello. Hasta 1948 permaneció en Palacio de Gobierno; el incendio que sufrió en ese año el edificio, hizo que lo enviaran al edificio que actualmente alberga el Museo Biblioteca de la Universidad de Sonora.

Allí permaneció hasta 1976, cuando el Gobierno del Estado donó las instalaciones a la Unison; el problema, nos dice un empleado del AGE, es que se donó con todo y archivos, y todavía recientemente la Universidad ha enviado documentos que pertenecen al AGE, los cuales estaban olvidados en el Museo Biblioteca.

De 1976 a 1979, la memoria y registro oficial de Sonora permaneció almacenada en los bajos del Auditorio Cívico; y todavía tuvo una sede provisional antes de llegar en 1988 a las actuales oficinas, ubicadas en la calle Garmendia número 157, en el centro de la ciudad.

En el camino, las pérdidas y mutilaciones de documentos han sido invaluables, según la opinión de historiadores e investigadores, usuarios habituales del AGE.

Intentar ordenar el caos
Fueron precisamente los historiadores e investigadores, usuarios habituales del Archivo General, los que nos pusieron sobre aviso de la infinidad de problemas que padece el AGE.

En general, aquellos a los que consultamos coincidieron en el estado deplorable en que se encuentran los documentos, la inexistencia de guías de consulta, el desorden y cambio de ubicación de los documentos, y la misteriosa desaparición de éstos ante la falta de control.

Cuando nos presentamos en las instalaciones del Archivo General, uno de los trabajadores nos confirmó con un profundo sentimiento de impotencia y tristeza, que en efecto, ése era el estado del AGE en la actualidad y que así ha permanecido por años, en el mayor de los olvidos.

La fuente, en sus años de trabajo dentro del Archivo General, ha logrado conocer perfectamente los padecimientos de éste.

De entrada, el AGE nunca ha tenido un director o directora que tenga el perfil que requiere el cargo, y en múltiples ocasiones ha sido utilizado como trampolín político.

Además, el presupuesto destinado al Archivo no cubre ni por mucho las necesidades del mismo.

Soñador, nos explica que el Archivo General del Estado de México posee nueve edificios para albergar los documentos, en el que nos encontramos, únicamente hay una pequeña sala de consulta con seis mesas de trabajo (vacías en ese momento salvo dos), y un almacén en el que se guardan los documentos metidos en cajas.

Para el periodo que abarca de principios del siglo XIX a 1930, existe una serie de guías maltrechas que conservan los encargados del Archivo como oro molido.

Una media docena de libros encuadernados en pasta dura que registran la relación de documentos relativos al periodo en cuestión; algunas de sus páginas están restauradas con cinta adhesiva, otras, simplemente están a punto de romperse.

De 1930 a 1980 no existen guías de los documentos que archiva la institución, por lo que los usuarios interesados en un tema en específico, deben atenerse a la buena memoria de los encargados que, a fuerza del uso, los ubican, no siempre con buena fortuna, en el lugar correspondiente.

A partir de 1980, nos explican, las diferentes dependencias y secretarías del Poder Ejecutivo de Sonora simplemente dejaron de enviar la documentación que generan en su quehacer administrativo, documentación que está repartida en diferentes almacenes que rentan para el caso por toda la ciudad.

Un ejemplo, señala, es la bodega que la Secretaría de Hacienda tenía a un lado de la guardería ABC; si esa documentación hubiera estado en el Archivo General del Estado, tal vez no habría sucedido la tragedia.

Cuando le comentamos una de las quejas recurrentes de los usuarios del AGE, en el sentido de que hay documentos que consultan y que, al regresar a revisarlos posteriormente, se encuentran con que han desaparecido, nos confirma que sucede con frecuencia.

―¿Pero cómo es que desaparecen?

―Nosotros no sabemos cómo ni cuándo desaparecen, pero de pronto, a la hora de querer consultarlos, ya no están en el lugar en que estaban.

La persona que ofrece su testimonio sueña con un edificio para el AGE del tamaño de un COSTCO por lo menos, equipado con la tecnología necesaria.

En el actual no hay ni una computadora.

Hace dos años hubo un acuerdo con la Escuela de Historia de la Unison para llevar a cabo la digitalización del archivo, nunca se terminó la tarea porque, la universidad únicamente digitalizó los documentos que le convenían y abandonó la tarea.

Algunos de los documentos que guarda el archivo, tercia un usuario que ha permanecido atento a la charla, deberían estar resguardados en vitrinas por su importancia, pero ni eso. Y remata, esto confirma aquello que dijo Vasconcelos de la cultura y la carne asada.

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