En un amplio reportaje publicado en el diario El Mexicano, de Baja
California, se da cuenta de cómo Joaquín Guzmán, uno de los líderes del cártel
de Sinaloa, visitó por lo menos tres veces el megaplantío localizado por el
Ejército en Ensenada. Los testimonios de los trabajadores detenidos ahí hablan
de ello:
Vio el progreso de su mega sembradío y se fue sin que nadie lo molestara,
según se puede leer en las testimoniales hechas por al menos 10 de los 58
campesinos detenidos en el invernadero descubierto por el Ejército Mexicano el
pasado 12 de julio en el poblado de San Agustín, ubicado al sur del municipio de
Ensenada.
Dentro de la toca penal 667/2011 y derivado del proceso penal 396/2011,
conformado por 2 mil 428 fojas, dividido en cinco tomos, se desprende lo que
quizá pudo haber sido la ocasión más cercana que tuvo el Ejército Mexicano de
capturar en tierras bajacalifornianas al hombre más buscado del mundo.
Ya
que al menos 10 campesinos aseguran haber visto aterrizar la avioneta en la que
viajaba Guzmán Loera, quien se hacía acompañar por tres hombres más y en una
ocasión, asegura uno de los declarantes, hasta llegó acompañado de “una mujer de
buen cuerpo”.
“Se le hizo una palapa especial a los ´pesados´ para que
cuando llegaran al invernadero a ver la marihuana que iba creciendo no se
asolearan, yo lo vi en una ocasión a escasos 20 metros, de reojo, porque la
instrucción era muy clara: cuando bajara el avión no teníamos que voltear a ver
a las personas que descendieran; todos nos volteábamos, pero en esa ocasión lo
vi, supe de inmediato que era ‘El Chapo’, pero se veía más delgado y joven”,
dice en su declaración uno de los detenidos, quien asegura que fue contratado en
su tierra natal, Sinaloa, luego de que las heladas acabaran con toda la
siembra.
Al principio, relata el detenido, ofrecieron pagarnos mil pesos
a la semana por venir a Baja California a cosechar uva. Yo estaba en mi casa y
hasta ahí llegó una persona para ofrecerme trabajo, lo cual acepté de inmediato;
me dijeron que saldríamos de Guamuchil y así fue.
Nos vinimos en un autobús
blanco y después de 30 horas llegamos a San Vicente, donde un pick up tipo Lobo
tripulado por alguien identificado como “El Jovito” nos llevó hasta el mega
plantío.
Llegamos de noche -narra en su declaración uno de los
campesinos-, nos dijeron que descansáramos porque al día siguiente empezaría la
chamba.
“Nunca me imaginé lo que vi, hectáreas y hectáreas de marihuana, y a los
lados desierto, de inmediato nos dijeron que el trabajo sería limpiando los
surcos donde estaba la droga y que nos pagarían mil pesos por semana y cuando
cosecharan no darían otros 10 mil dólares -dinero que nunca vieron, siquiera los
mil pesos-.
Antes de llevarnos al mega plantío nos dijeron que les diéramos las
direcciones exactas de nuestras familias y que ellos les mandarían el dinero,
por ello cuando estuvimos en medio del desierto, cosechando ‘mota’, no tuvimos
otro remedio que seguirle”, dijo uno de los 58 detenidos, de quien nos
reservamos su nombre.
ENCAPUCHADOS DABAN ÓRDENES EN MEGA
INVERNADERO
Otro detenido asegura que cuando amaneció pudieron
ver que se trataba de cuidar marihuana y se asustó, de inmediato vio que los
tres jefes, identificados como “El Ruco”, “El Negro” y “El Jovito”, estaban
armados con rifles de alto poder (al menos los dos primeros) y pasamontañas.
“Nos dijeron que el que se quisiera ir lo podía hacer, pero que recordáramos que
tenían nuestras direcciones y matarían a nuestras familias, por ello todos
desistimos, además para dónde nos íbamos si no sabíamos en dónde estábamos y
decían que el poblado más cercano estaba muy lejos”, dijo.
La primera vez
que llegó “El Chapo” Guzmán al poblado de San Agustín era ya de tarde, estaba
por caer el sol-cuenta en su declaración uno de los detenidos-, se escuchó el
avión pasar muy cerca del invernadero, el cual apenas se estaba construyendo y
de inmediato bajaron de la avioneta tres personas, nos dijeron que uno de ellos
era el “pesado”, el “chaca”: “El Chapo”. Los otros eran su personal más
cercano.
A su encuentro, se puede leer en las declaraciones asentadas en
el mismo expediente, del cual El Mexicano tiene copia, se aprestó el encargado
de la siembra, al que todos llamaban “El 21” y tras saludarlo se dirigieron a la
palapa.
“Quien todos sabíamos que era El Chapo dio unas instrucciones a ‘El 21’
y se fue antes de que cayera la noche, no duró en el suelo ni 20 minutos la
aeronave y tras despegar se perdió en el horizonte” esa tarde de finales de
marzo.
Los trabajadores llegaron al mega plantío con engaños, a todos les
ofrecieron mil pesos semanales y la posibilidad de ganar hasta 2 mil si eran
movidos.
Muchos de los detenidos aseguran en sus declaraciones que en Sinaloa
ganaban 50 pesos por jornal, pero todos tienen como característica haber sido
desempleados antes de venir a Baja California, ya que el frío devastó las
siembras.
La segunda vez que estuvo “El Chapo” Guzmán en el sembradío,
aseguran los ahora presos en El Hongo, la marihuana ya tenía cerca de un metro
de alto.
El narcotraficante se paseó por el invernadero, pero a los jornaleros
no les permitían acercarse a ellos, ni siquiera verlos. Los jefes de la siembra
o quienes les daban ordenes siempre andaban encapuchados y les insistían que no
vieran al patrón.
En todas las ocasiones el fugado de “Puente Grande”
durante el gobierno del ex presidente Vicente Fox y buscado en todo el mundo por
la Interpol llegó al mega invernadero de 120 hectáreas muy temprano o cayendo la
noche, nunca duró más de tres horas y siempre se le vio acompañado de otras dos
personas, a las cuales no pudieron describir físicamente los
detenidos.
Los mismos detenidos por narcotráfico en su modalidad de
siembra no saben decir cuál fue la última vez vieron al jefe del Cártel de
Sinaloa, ya que además de esas tres veces la avioneta se siguió escuchando, por
lo que elementos del Ejército cuestionaron a los detenidos antes de turnarlos a
la agencia federal si en alguna avioneta estuvieron transportando droga del mega
invernadero, lo cual no pudieron confirmar ni negar los jornaleros en ninguna de
las declaraciones, esto, a pesar de que luego de detenerlos en un puesto de
control en El Rosario los tuvieron hincados e incomunicados toda la
noche.
Aseguran los jornaleros que los militares nunca les pegaron, pero
sí los tuvieron hincados toda la noche previa bajo interrogatorio por separado
antes de mandarlos a la agencia federal.
“Nos preguntaban los ‘guachos’ mucho
sobre El Chapo, si lo habíamos visto todos, algunos dijeron que no y otros que
sólo escuchaban la avioneta aterrizar, otros aceptamos que sí lo vimos”,
argumentan.
De los líderes que cuidaban el sembradío el Ejército Mexicano
no logró detener a ninguno, ni siquiera a “El Jovito”, quien estaba en el
invernadero la tarde del 12 de julio cuando personal militar, perteneciente a la
Fuerza de Reacción “Móvil Vite” integrada por 30 soldados, irrumpió por el
camino vecinal que conducía al rancho del invernadero.
Cuando los
jornaleros escucharon por radio que el Ejército iba rumbo al plantío, ‘El
Jovito’ se subió a su Lobo de color blanco, placas de Estados Unidos y se dio a
la fuga tan rápido que no pudieron siquiera verlo los militares, mientras que
los cerca de 80 trabajadores, en su mayoría de origen sinaloense, se daban a la
fuga.
Unos corrieron a un cerro cercano y otros empezaron a correr por entre el
desierto, por la zona árida. El Ejército llegó a las 7 de la tarde y los
trabajadores se escondieron en los cerros aledaños; los militares sitiaron la
zona en espera de refuerzos, ya que sólo eran como 30 y los trabajadores unos
80, los últimos comenzaron a caminar hacía San Vicente.
SOBRE LA
DETENCIÒN DE LOS CAMPESINOS
Al caer la tarde del 12 de julio del
presente año, el grupo denominado “Móvil Vite”, integrado por 30 elementos de
tropa del Ejército Mexicano, al realizar recorrido terrestre a la altura del
kilómetro 141+500 de la carretera Transpeninsular, tramo San Quintín-Cataviña,
aproximadamente 5 kilómetros al Norte del poblado de San Agustín, encontró
cubierto con malla sombra un plantío de marihuana (en coordinada central
PD-930156) con un área aproximada de un millón 200 mil metros cuadrados, así
como una densidad de 12 plantas por metro cuadrado con una altura promedio de un
metro.
De hecho al día siguiente, el 13 de julio a eso de las 12:00
horas, los elementos castrenses encontraron escondidas en el invernadero a dos
personas, las cuales se identificaron como Salazar Armenta y 15 minutos después
a López Gastélum, quienes al verse acorralados declararon que se acababan de
escapar otras 60 o 70 personas más, las cuales iban rumbo al sur a bordo de un
pick up blanco y un camión de caja cerrada; inclusive dieron algunos nombres,
por lo que el Ejército de inmediato intensificó sus filtros de
revisión.
Ya de noche cayeron los primeros. Un grupo de campesinos logró
llegar caminando hasta la carretera federal y ahí sus integrantes tomaron un
camión pasajero rumbo a Tijuana, sin contar que para ese entonces sus nombres ya
formaban parte de una lista de personas buscadas, así que en el puesto de
revisión fueron encontrados y esposados 14 de los campesinos que ya se sentían
libres, sin un solo peso después de un mes de trabajo y otros con cuatro meses
de laborar con engaños y amenazas de muerte.
Los detenidos fueron
encerrados en una oficina del puesto de control, se les obligó a hincarse; horas
después llegó un camión de carga conducido por Teófilo Santiesteban y como
acompañantes iban Francisco Tarín Trasviña y Andrés Camacho López, mientras que
en el remolque llevaban unas 39 personas más.
Dijeron, al verse rodeados,
que venían de cortar cebolla, pero nunca contaron con que el Ejército Mexicano
tenía un “Detector Molecular” GT200, el cual detecta residuos de marihuana en
los carros o personas, por lo que al pasar el scaner por sus manos indicó que
habían tenido todos contacto con marihuana.
Hasta el momento los
campesinos sinaloenses siguen a la espera de ser sentenciados, ya que el
Magistrado del Tercer Tribunal Unitario del Décimo Quinto Circuito ratificó lo
dicho por el Juez Décimo de Distrito, en el sentido de que había elementos para
dictar el auto de formal prisión en su contra por el probable delito contra la
salud en su modalidad de siembra y cultivo del estupefaciente denominado
marihuana, previsto en el artículo 198 párrafo tercero, en relación con el
párrafo primero y sancionado en el artículo 194, ambos del Código Penal Federal,
además con el artículo 234 de la Ley General de Salud. |
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