sábado, 1 de octubre de 2011

¿QUÉ MÁS?

De Sinaloa a Tamaulipas, brotan los signos de la barbarieRíodoce / Los Mochis
La finca macabra descubierta circunstancialmente por un vaquero que pastoreaba su hato en socas de maíz, en las inmediaciones del ejido Plan de San Luis, se convirtió en panteón clandestino en donde 13 personas fueron inhumadas, zona de tortura, pira mortuoria, paredón de fusilamiento y área de pintado de narcomantas, utilizadas para la manipulación social.
Los estudios a los cadáveres de las 13 personas localizadas ejecutadas, todas con un disparo en la cabeza, revelan que fue entre julio y agosto del 2010 cuando en los terrenos salitrosos se cavaron las primeras tumbas clandestinas, destapadas apenas el lunes.

De acuerdo con informes policiales y militares, es justamente durante el segundo semestre del 2010 cuando el grupo autodenominado La Limpia Mazatleca, brazo armado y narcomenudista al servicio del cártel de los hermanos Beltrán Leyva arreció su guerra contra sus rivales del cártel de Sinaloa, asesinando, privando de la libertad a personas, jóvenes principalmente, y colocando mantas en escuelas públicas y privadas, en anuncios espectaculares y en techos de edificios elevados, pidiendo el cese de las muertes, culpando a sus oponentes del baño del sangre, pidiendo el respaldo y la unión de la población a sus acciones de exterminio de ladrones, asaltantes y extorsionadores, y exigiendo que el Ejército saliera de las calles.

La finca ahora abandonada fue construida de block sobre tierra salitrosa que fue regada con sangre. Tiene techo de madera y lámina negra. De las vigas cuelgan trozos de cuerdas de fibras sintéticas amarillas. Carece de puerta y enjarre. Es rectangular, con medidas aproximadas a los seis metros de largo por cuatro de ancho, en lo que parece que era el patio está delimitado por frondosos álamos y un cerco de girasoles de la altura de un humano promedio. La maleza corre libre. Los matorrales ocultan trusas, trozos de sudaderas y de camisetas blancas de resaque. Decenas de envases de alimentos, refrescos, y latas de cerveza quedaron atrapados entre las barañas. Hay cajetillas de Marlboro, y pedazos de sacos de papel de semilla de maíz, todo salpicado de sangre seca. Los muros exteriores están agujereados por disparos lo mismo que los troncos de los álamos.

La pared interior sur de la covacha es reveladora pues sobre ella se puede leer en letras mayúsculas rojas y negras: “Gobierno en general y militares, Ya no soportamos más muertes”. El tercer renglón es ilegible.

Militares confirmaron que la forma de letra, redacción y pintura concuerdan con algunas mantas colocadas en la ciudad, por lo que no descartaron que la finca macabra fue utilizada como centro de operaciones de asesinos para torturar a sus víctimas inocentes o culpables, matarlas, y sepultarlas.

Las rutas de llegada

Para llegar a la casa hay dos caminos, y en ambos la muerte está presente. Se puede acceder desde el ejido Plan de San Luis, en cuyas calles quedó muerto el comandante de la Policía Municipal Raymundo Cinco Valenzuela, el 12 de marzo reciente, cuando trató de escapar de un comando que lo atrapó de la tienda Soriana. “Fueron Los Mazatlecos”, culpan compañeros de filas del agente.

También se arriba desde el ejido Mochis, en cuyos sembradíos de caña fueron asesinados dos jóvenes apenas el 30 de septiembre del 2010. Estos en similitud con algunos de los cadáveres inhumados, tenía los ojos cubiertos con cinta café y estaban inmovilizados de brazos y piernas. “Por ladrones, se dijo entonces y la Limpia Mazatleca se atribuyó el doble asesinato.

El panteón clandestino que fue localizado a unos metros de la casa abandonada sorprendió al procurador general de Justicia del Estado, Marco Antonio Higuera Gómez, quien afirmó que no había antecedentes de la existencia de tumbas clandestinas y que desconocía qué grupo delictivo operó las ejecuciones sumarias.

Sin embargo, el indicio de que en Sinaloa y en especial el norte se sepultaba clandestinamente a personas que habían sido privadas de la libertad por comandos lo es el caso del periodista radiofónico, José Luis Romero, cuyo cadáver fue exhumado por desconocidos 17 días de que desapareció. El 14 de enero, el cadáver apareció en una bolsa de hule negro sobre la carretera Los Mochis-San Blas. El cuerpo estaba impregnado de lodo y presentaba signos de descomposición.

El cuerpo fue sacado a la luz luego de que una manta denunciara a Los Mazatlecos como los autores de la privación de la libertad del reportero.

Hasta el fin de semana, la Procuraduría General de Justicia no tenía claro qué grupo delictivo había asesinado a las 13 personas localizadas en la finca macabra del Plan de San Luis, incluso no determinaba si enviaría el caso a la PGR. “Lo estamos analizando”, anunció Jesús Martín Robles Armenta, subprocurador general de Justicia, quien aceptó no tener nada sobre los autores, la naturaleza del ataque, la causa o motivo, ni de otros datos.

Las víctimas

Lo primero es la identificación de los cuerpos y a ello se centrarán.

Hasta el viernes, tres de los 13 cuerpos habían sido identificados mediante pruebas de sobre exposición cráneofotográfica, comparación de expediente dental e identificación de prendas de vestir.

Dos de los cuerpos pertenecían a las estudiantes de la UAS y primas, Ingrid Murillo Sierra y Ethel Murillo Murillo, privadas de la libertad el 18 de octubre del 2010 cuando transitaban en un auto último modelo sobre la carretera Internacional con rumbo a Culiacán, a la universidad. Cuando cruzaron Guasave, ellas desaparecieron, confirmaron las investigaciones posteriores.

El tercer cadáver identificado es el del dentista Édgar Peñuelas Gutiérrez, quien desapareció en agosto del 2010. Entonces, él atendía en su consultorio a dos personas cuando arribó el comando y se los llevó a todos. El consultorio se ubica a unos metros de la partida de la Policía Ministerial del Estado, sobre el bulevar Río Fuerte, y casi frente al sitio en donde el jefe de investigaciones de esa misma corporación, Jesús Manuel Escalante Leyva, fuera asesinado de más de 30 balazos, tras que presuntamente investigaba la entonces desaparición del periodista radiofónico, de quien era amigo.

De los diez cuerpos restantes no hay identificación, pese a que decenas de familias han desfilado por la funeraria para tratar de reconocer los restos, principalmente huesos y ropas.

Los restos de las 13 personas muertas en la casa macabra demuestran que cada uno de ellos recibió un disparo en la cabeza, como “tiro de gracia”. A los varones se les cubrió el rostro con cinta café o plateada, y a ellas con tela.

Los cuerpos fueron enterrados clandestinamente a diferente profundidad y distantes algunos metros. Se encontraron ocho fosas clandestinas, algunas individuales y otras compartidas, como la de las primas y la de tres desconocidos.

Hasta ahora, en las excavaciones forenses no se han encontrado ojivas, pero sí un cascajo calibre 9 milímetros.

Los reconocimientos del terreno continúan, pero no han encontrado más fosas.


“A media tabla”: Malova

Mario López Valdez, gobernador de Sinaloa, calificó el caso de las fosas clandestinas como muy lamentable: “Son cosas que no debieran ocurrir, pero en el mundo de barbarie de la violencia… en 19 estados del país hay más de 700 cadáveres en 120 fosas. Nosotros estamos a media tabla. Quisiera que no hubiese más. La verdad es que las fosas están ahí, con cadáveres de más de seis meses. La autoridad debe de investigar.

“No estamos vencidos por la delincuencia, no bajamos las brazos, en pie de lucha, estamos contra un rival que es fuerte, que no se da por vencido”.

El alcalde de Ahome, Zenén Aarón Xóchihua Enciso, coincidió con el gobernador en torno al calificativo de “muy lamentable, pero hay que seguir adelante”.

Afirmó que no es la primera vez que se dan las fosas comunes “que generan estos señores para ocultar los cuerpos de las personas que han levantado. Quisiéramos que no pasaran, pero ahí están”.

Aunque no es de su competencia ni responsabilidad, dijo que el municipio dará el apoyo necesario para coadyuvar con la Procuraduría.

“La capacidad de asombro ya se perdió, estas gentes son capaces de cualquier cosa, operan en la clandestinidad, en lo oscuro. Lo que esté de nuestra parte se va a apoyar”.



México, un cementerio clandestino

Ríodoce

Siete meses después, el espanto puso una prueba más a México. En el mismo lugar en el que en septiembre de 2010 fueron asesinados 72 migrantes, fueron encontradas fosas clandestinas en las que había en principio 59 cuerpos.

La información oficial confirmó lo que desde que se conoció el caso empezó a especularse: que se trataba de los integrantes de un autobús que había sido asaltado semanas atrás y cuyos pasajeros habían sido secuestrados.

Las autoridades locales y federales se dieron a la tarea de seguir buscando y encontraron más cuerpos, siguieron excavando y la cifra llegó a 88. No terminaría ahí el horror, pues las pistas indicaban que había más cuerpos enterrados. Dos días después encontraron 32 más hasta llegar a 116. Hasta el viernes, oficialmente los cuerpos encontrados sumaban 145.

En septiembre de 2010, cuando fueron encontrados los cuerpos de 72 inmigrantes, todos latinoamericanos, el Gobierno federal incrementó la vigilancia militar en la zona, controlada por Los Zetas. Pero la presencia del Ejército mexicano se fue relajando hasta dejar nuevamente el territorio en manos de esta organización criminal.

Corrupta la Policía de San Fernando y contra la pared el Gobierno estatal encabezado por Egidio Torre Cantú —que llegó al poder en calidad de sustituto después de que un grupo armado asesinó a su hermano Rodolfo en la recta final de la campaña—, la zona de San Fernando volvió a convertirse en campo fértil para el secuestro, la extorsión, el tráfico ilegal de personas, el asesinato y el trasiego de drogas hacia Norteamérica.

Ninguna medida adicional tomó la PGR ni el Ejército para desmantelar las bandas criminales y menos lo haría el Gobierno estatal que no halla cómo cuidarse solo.

Marisela Morales, titular de la Procuraduría General de la República, dijo en una conferencia de prensa que gracias a acciones de inteligencia militar ocurrió el hallazgo de las narcofosas en el estado de Tamaulipas, después de las denuncias de la desaparición de pasajeros que viajaban en autobuses por carreteras de dicho estado.

Por lo menos dos decenas de personas involucradas en estos hechos han sido detenidos y están sujetos a investigación, entre ellos varios policías municipales de San Fernando.

Por su parte, en el mismo evento, el secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora, indicó que “los criminales buscan atemorizar a la población. Pone en evidencia también la fragilidad institucional local para combatir a la delincuencia. Seguiremos con todo vigor y aun con mayor intensidad el combate al crimen organizado en esta región del país”.

“Los criminales buscaron prevalecer su terror y hoy están tras las rejas o han sido abatidos por fuerzas federales, este caso no es ni será la excepción.

“De todos estos acontecimientos y para tomar el pleno control de la zona, les informo que por instrucciones del presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, en conjunto del Gobierno de Tamaulipas, hemos tomado las siguientes decisiones: primero, desde hace unos días hemos iniciado un gran despliegue militar y de efectivos en la zona hasta que logremos detener a todos los delincuentes involucrados en los hechos. El Gobierno federal reforzará y mantendrá un operativo permanente en las carreteras de esta región”.

Algo parecido se dijo cuando fueron encontrados los 72 cuerpos de los indocumentados en la misma zona, acribillados por las mismas bandas de narcos, protegidos desde las mismas estructuras de seguridad.

Pero nada trascendente ocurrió: la misma banda siguió haciendo lo mismo en la misma zona, con la misma impunidad.

Durango, Sonora y Sinaloa


Los muertos parecían rebelarse por todas partes, porque México no salía del espanto por las narcofosas de Tamaulipas, cuando fueron descubiertas otras en el norte de Sinaloa. Aquí no se trató de un golpe de “inteligencia militar”, sino una casualidad, cuando un vaquero observó lo que parecía ser un cuerpo semienterrado en un predio perteneciente al ejido Plan de San Luis.

Igual aquí se encontraron dos cuerpos, luego uno, más tarde tres… hasta llegar a 13. Entre ellos, dos mujeres estudiantes de Medicina que habían desaparecido el año pasado después de cruzar la caseta de peaje de Cuatro Caminos, Guasave, cuando viajaban de Los Mochis a Culiacán.

Y no terminaba el asombro cuando se recibieron noticias desde Durango, donde habían encontrado diez cuerpos en una narcofosa, que luego fueron 17. Al cierre de esta edición, la cifra había aumentado a 21… y seguían excavando.

Casi al mismo tiempo era reportado un cuerpo encontrado en una fosa clandestina. Al día siguiente ya eran 5…

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