viernes, 29 de enero de 2016

EL REINO QUE SACUDE AL MUNDO


La monarquía árabe más poderosa del mundo parece inmune a la inestabilidad de la región. También son islamistas extremos y no respetan los derechos humanos, entonces ¿qué los hace diferentes a sus vecinos?

Saudí Aramco es  la compañía petrolera más importante del mundo y al comenzar a cotizar en la bolsa es ahora la más cara, muy por encima de Apple, que antes ostentaba ese lugar

"La lucha de Arabia Saudita contra el terrorismo es ambigua. Para Arabia Saudita la amenaza principal no es Al-Qaeda o ISIS, sino Irán”

Thomas Lippman investigador y periodista especializado en Medio Oriente

266,000 millones de barriles de petróleo en las reservas de Arabia Saudita

153 ejecuciones de prisioneros en 2015

47 personas ejecutadas por “terrorismo” en enero de 2016

41% del PIB aproximadamente representan sus ganancias petroleras

¿Por qué Arabia Saudita, un país con tantas contradicciones, es un aliado tan cercano al primer mundo y permaneció inmune a la Primavera Árabe?

La evidencia muestra que de acuerdo con los estándares de Occidente la monarquía saudí es más una amenaza humanitaria que un aliado en su búsqueda incasable de la democracia universal.

DERECHOS HUMANOS

El caso más polémico de la violación de derechos humanos fue el caso de los 47 ejecutados, entre los que se encontraba Nimr Baqir al-Nimr, clérigo chiíta condenado en un juicio político ante Tribunal Penal de Arabia Saudita.

Excepto este hombre y tres militantes chiítas, el resto fue declarado culpable de tener nexos con Al-Qaeda.

Nimr había criticado fuertemente al gobierno saudí, junto con otros siete activistas, y todos ellos fueron detenidos por participar en manifestaciones para exigir reformas políticas en el país.

Este es uno de los numerosos casos en que se violan los derechos humanos, en donde los acusados que se enfrentan a la pena de muerte, no se les permite ver a un abogado y a menudo son condenados con base en “confesiones” obtenidas mediante tortura o malos tratos.

Arabia Saudita ha sido durante mucho tiempo uno de los países con el mayor número de presos en el mundo.

Entre enero y noviembre de 2015, las autoridades saudíes condenaron a muerte al menos a 153 personas. Este es el número de ejecuciones más alto que ha habido desde el año 1995, de acuerdo con información de Amnistía Internacional.

AMBIGÜEDADES: EL YIHAD Y EL TERRORISMO

En 2003 una insurrección de Al-Qaeda atacó la península arábiga y fracasó por la gran eficacia de las fuerzas de seguridad saudíes. Pero también, porque la población no los apoyó. Lo mismo ha sucedido con el Estado Islámico (ISIS).

En este sentido, Arabia Saudita ha puesto todos sus esfuerzos en demostrar que se encuentra a la cabeza del “verdadero” Islam.

Los saudíes han fortalecido el rigor de la religión y no han escatimado en sus medios económicos para mostrar esta visión del Islam en el extranjero. Lo que les ha ganado la fama de ser “ambiguos” en su lucha contra el Estado Islámico y el terrorismo extremista en la zona, pues el salafismo y el yihadismo envían el mismo mensaje, pero sin las armas.

RUPTURA DIPLOMÁTICA CON IRÁN

La población en Irán es chiíta, y la población saudí aprende desde la escuela a defenderse de ellos, ya que los chiítas son considerados blasfemos.

Arabia Saudita privilegia la guerra contra Irán, antes que la guerra contra ISIS, porque la principal amenaza para Arabia Saudita no es ni Al-Qaeda ni ISIS, sino el país que se gobierna desde de Teherán.

Si la legendaria guerra entre sunitas y chiítas se siente más presente ahora, es por el actual conflicto entre Irán y Arabia Saudita.

Visto desde la perspectiva de Arabia Saudita, Irán amenaza sus intereses por todos lados: en el Líbano a través de Hezbollah; en Irak a través de la influencia iraní en el gobierno de Bagdad; en Yemen a través de los rebeldes hutíes; y en Siria a través del apoyo a Bashar al-Asad. Claramente, para el gobierno de Riad esto es una guerra por la influencia regional.

La ruptura de relaciones diplomáticas con Irán, anunciada el domingo 3 de enero por Arabia Saudita, es un nuevo giro en un viejo conflicto de por lo menos treinta años constantes.

Cuando Estados Unidos, gran aliado de Arabia Saudita, firmó el histórico acuerdo nuclear para frenar el acceso iraní a la bomba atómica a cambio de levantar sanciones, no solo se frenaba la expansión de las armas nucleares en Oriente Próximo —además de poner fin a 35 años de enfrentamiento entre Washington y Teherán—, también se protegía la seguridad de Arabia Saudita.

Riad respondía con la ruptura al fuego en su embajada en Teherán, hecho por unos manifestantes iraníes que denunciaban la ejecución del clérigo chiíta Nimr al-Nimr.

Más allá de este episodio, las dos grandes potencias de Oriente Medio compiten históricamente por la hegemonía regional. Pues cada una pose el estandarte de “defensor” del verdadero Islam: el sunnismo de Riad y chiísmo de Teherán, las dos principales ramas del Islam. Pero también, su competencia en el mercado del petróleo.

Durante años, Arabia Saudita ha dejado que el mercado le dicte el precio del barril. Con la llegada del petróleo norteamericano, canadiense y brasileño, la producción saudí se elevó aún más.

En respuesta a esta situación, la estrategia de Arabia Saudita ha sido mantener su volumen de producción en el mercado. Pudo haber elegido una estrategia de precios a corto plazo, mediante la reducción de su producción. Sin embargo, optó por mantener su producción hasta un nivel de precio 30 dólares por barril.

SIN PRIMAVERA ÁRABE

La Primavera Árabe, que comenzó en 2011, condujo a enfrentamientos entre los dos países a través de la intermediación de los aliados, entre ellos Siria, Bahréin y Yemen.

En Siria, desde 2011, Irán es el principal apoyo del régimen de Bashar al-Asad, un miembro de la comunidad alauita, una rama del chiísmo, y su principal relevo en la región, y a quienes proporciona un gran apoyo militar y financiero.

Arabia Saudita, con el consenso de Estados Unidos, apoya a los grupos rebeldes de la oposición, en su mayoría sunita.

Si la Primavera Árabe no triunfó en Arabia Saudita es porque el pueblo saudí considera como legitimo a su gobierno. Los saudíes no se sitúan en un contexto de insurrección, sumado a que la opresión en el seno del reino no les da la oportunidad de oponerse.

Si muchos jóvenes buscan una vida social más liberal, esto no significa una rebelión política. No hay que olvidar que lo que los saudíes aprenden en las escuela, que dentro de la tradición del Corán, está escrito que un buen musulmán debe honrar y obedecer a su líder.


(REPORTE INDIGO/ ANDREA MONTES RENAUD / Viernes 29 de enero de 2016)

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