sábado, 18 de mayo de 2013

LA NUEVA RULETA RUSA: EL "CARRUSEL SEXUAL"


Milenio
México.- Era muy joven cuando supe de la ruleta rusa: un jugador toma un revólver (puede ser de cinco o seis balas) y abre el tambor. En él pone de uno a tres explosivos, dependiendo de la cantidad de dinero que hayan apostado los involucrados. 
 
Luego se gira el tambor al azar, cerrándolo rápidamente de modo que ninguno pueda ver en qué recámara se encuentran las balas. Por turnos, los jugadores colocan la boca del cañón sobre su sien y aprietan el gatillo sin mover el arma. 
 
Si ninguna munición es disparada, el jugador continúa en el juego y la pistola pasa a su compañero. Si se salva, el revólver continúa al siguiente jugador hasta que a uno de ellos le toque la bala y muera.

Me parecía una anécdota de ficción, algo que solo pasaba en las películas de gánsters o de vaqueros. El día que me quedó claro que también en la vida real se llevaba a cabo, pensé que eso solo lo hacían personas valientes o muy tontas. 
 
Sobre todo esto último, aunque le dejaba la valentía a aquellos que no tenían más remedio que hacerlo porque el malo de la historia los obligaba.

Esa sensación de asombro, curiosidad y tristeza que siempre me ha generado la ruleta rusa la sentí esta semana, tras leer las notas publicadas sobre el “carrusel”, ese juego que, dicen los medios de Medellín, Colombia, está de moda entre los adolescentes de esa tierra.

Es también semejante a aquel viejo juego de las sillas, pero en versión tres equis: aquí, son jóvenes quienes hacen una ronda. Las chicas van al centro y los chicos alrededor de ellas. Están desnudos. La música comienza y ellos van bailando en torno a las muchachas. Cuando la música se detiene, deben penetrar a la adolescente que tengan enfrente. El que eyacule primero, pierde y es descalificado. Así hasta que gana aquel que logra no venirse.

Según datos de la Secretaría de Salud en Medellín, seis mil 967 mujeres entre diez y 19 años quedaron embarazadas tan solo el año pasado, mientras que en 2011 fueron seis mil 880 mujeres en el mismo rango de edad. 
 
Estudios de la Gobernación de Antioquia revelan que 82.5 por ciento de los embarazos adolescentes acaban en un aborto clandestino.

Luz Marina Peláez Vanegas, encargada del proyecto de Salud Sexual Reproductiva de la Secretaría de Salud de Medellín, confirmó que escucha sobre este tipo de juego desde hace un año, a través de los relatos de las chicas que han quedado embarazadas. 
Pero ese no es el único problema de salud. También están creciendo los casos de pacientes adolescentes con infecciones de transmisión sexual, particularmente sífilis y VIH/sida en chicas gestantes.

La sífilis es un padecimiento de épocas tempranas, de hace siglos. Con la aparición de la penicilina se pudieron controlar de manera sencilla sus síntomas y en los años noventa hubo una relativa disminución de casos —particularmente en Europa— debido al uso generalizado del preservativo por temor al contagio de VIH. Ahora vuelve a ser una infección de transmisión sexual común debido a este tipo de prácticas.

En aquellas escenas de la ruleta rusa en donde, les decía, obligaban a llevarla a cabo a un participante solitario, había un villano, un personaje malote que no le dejaba otra opción. 
 
En el carrusel parece ser que a los involucrados nadie los obliga. Una niña de 14 años que resultó embarazada por este ritual aseguró que era una “locura momentánea”, que le pareció normal porque todas sus amigas lo hacían: 
 
 “Eran los 15 años de una amiga. Nos fuimos para una finca y estábamos tomando licor. Cuando pusieron la música todos nos pusimos a bailar. Éramos unas diez personas y alguien propuso el juego, pero no pensé que pudiera quedar embarazada. No era mucho tiempo (el que dejaban el pene dentro de ellas), pensé que solo era un juego”, dijo al diario colombiano El Tiempo la chiquilla, que está esperando un hijo sin saber quién es el padre.

Parece ser que nadie los obliga, repito, pero en realidad sí están siendo obligados por una sociedad que señala pero no informa, que demanda pero no educa, que está cada vez más tecnologizada pero que no escucha, no mira, no habla; una sociedad que exige (“buen comportamiento”, vestir a la moda, ser castos, ver televisión de contenido sexual, ser triunfadores, creer en la virgen, ser machos, buscar marido y un larguísimo etcétera) pero malinterpreta la moral y la ética en la sexualidad, así como la individualidad.
 
 El bullying siempre ha existido, aunque cada vez son más crueles los castigos. Las actitudes que se realizan a pesar de estar en contra de ellas para quedar bien con los iguales, con los mayores, con las figuras de poder, son cosa común desde hace décadas, pero cada vez son más los chavos que están creciendo con rencor, con miedo, con odio, creyendo que el mundo es un campo de guerra en donde sobrevive el más gandalla.

Otro tema que se desprende de esta situación: la vida erótica puede ser lúdica, divertida, juguetona, pero NO ES UN JUEGO. Implica conocimiento, responsabilidad, comprensión, respeto, consenso. 
 
Me perturba sobremanera, cuando leo este tipo de notas, saber que las nuevas generaciones están creciendo con la idea de que el encuentro sexual es un simple juego de “mete-saca”, una competencia en donde ellas —terrible situación que, a pesar de que vivamos en la “modernidad”, se sigue reproduciendo— no importan, son ceros a la izquierda que crecen suponiendo que no tienen el derecho de sentir placer ni de experimentar una vida sensual placentera, conciente, llena de orgasmos y alegría. 
 
Tendríamos, todos, que revalorar la sexualidad como lo que es: parte esencial e irrenunciable del ser humano. No es una forma de poder ni del poder.

¿Cómo se evita que se reproduzcan juegos sexuales absurdos como el carrusel (al cual también llaman “ruleta”)? Con educación sexual desde temprana edad y de manera permanente. 
 
No es verdad que si desde muy pequeños les hablamos a nuestros hijos de estos temas, después serán unos libertinos que comenzarán su vida sexual muy pronto. De hecho, eso está pasando con los adolescentes a los que nunca les dieron información.

Es una realidad que ellos y ellas comienzan su vida sexual cada vez más jóvenes. Eso no se puede frenar ni con mucha ni con nula educación sexual, aunque sí es común que los muchach@s que han tenido a su disposición, durante su crecimiento, material educativo de este tipo, posterguen un poco más el momento de su primera vez o elijan mejor con quién tenerla. Lo que sí es posible lograr al abrirnos a la información es que se cuiden.
 
 Que conozcan los riesgos y las maravillas de los encuentros cuerpo a cuerpo. Que usen condón, no se presten a este tipo de actividades, visiten al médico. O, cuando menos, tengan cierta conciencia de lo que están haciendo.

No se vale decir que eso pasa en otro país, porque sabemos que hoy en día todo es “viral”. Así que los invito a que reflexionen al respecto. 
 
Pensar de vez en cuando sobre nuestra vida erótica, buscar información al respecto (médica, sexológica, psicológica, ética, filosófica, política…) los hará crecer como seres humanos, parejas, padres e hijos.

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