martes, 6 de noviembre de 2018

GRAVE LA DENUNCIA DE LA PGR CONTRA TELEMAX POR DESVÍO DE 270 MILLONES DE PESOS: MORENA


Es contradictorio que mientras el Gobierno del Estado presume ocupar los primeros lugares nacionales por ausencia de observaciones de la Auditoria Superior de la Federación (ASF), enfrente denuncias por desvíos millonarios que ponen en tela de duda su compromiso con el combate a la corrupción, cuestionó Jacobo Mendoza Ruíz.

El presidente estatal de Morena detalló que Telemax ha sido demandada penalmente por la propia ASF ante la PGR por un desvío de 270 millones de pesos vinculado al caso de empresas fantasma en Chihuahua. Asimismo, el gobierno enfrenta acusaciones por desvíos de 68 millones de pesos en recursos federales del Seguro Popular y del Fondo de Aportaciones para Servicios de Salud (FASSA).

“La respuesta de la administración estatal ha sido minimizar las acusaciones en lugar de separar de sus puestos a los funcionarios involucrados y coadyuvar en las investigaciones para dejar sin lugar a dudas su compromiso en la lucha frontal contra la corrupción y la impunidad”, criticó Mendoza Ruíz.

(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ REDACCION/ 06 NOVIEMBRE 2018)     

AMENAZAN A CANDIDATOS A FISCALÍA DE SONORA



       Tres aspirantes a la Fiscalía General de Justicia del Estado de Sonora (FGJS) fueron amenazados mediante un narcomensaje este martes en Hermosillo.

La manta apareció esta madrugada en un puente peatonal sobre el cruce de Luis Encinas y Américas.

"LOS ARREGLOS SE CUMPLEN ACUERDATE DE OBREGON (Sic)", se lee, "NO ESTAMOS JUGANDO CNG JALISCO".

Hasta el momento, ninguna autoridad de Seguridad Pública del Estado ha dado una versión sobre este hecho.

Apenas ayer, la Gobernadora Claudia Pavlovich informó que esta semana enviará la terna de candidatos al Congreso para que, después de un mes, se avale a un nuevo Fiscal General, tras la renuncia de Rodolfo Montes de Oca.

"También se va caminando el tema del Secretario de Seguridad Pública", dijo a medios locales sobre el puesto al que renunció también Adolfo García Morales.

"Esperemos que todo se resuelva lo más pronto posible, dentro de los tiempos que deben de darse, respetando los tiempos y observaciones".

(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ REFORMA/ 06 NOVIEMBRE 2018)

CISEN


“¿De quién es el auto?”, me preguntó con mirada de puñal el agente de Migración. “Mío”, respondí. Y sin pronunciar un cortés “por favor” soltó mandón la palabra: “¡Bájese!”. Jalé la manivela pero no pude abrir la puerta porque una nueva frase me detuvo: “Apague el motor y ponga aquí sus llaves”, señalándome el techo del carro. Di vuelta al switch. Y entonces salí de mi Volkswagen negro, una “pulguita”. El vigilante me dijo entre cansado y fastidiado: “Abra la cajuela”. Cuando le aclaré que necesitaba las llaves, de mala gana apuntó con su índice dándome a entender “tómalas”. Levanté la capota: Llanta de refacción, cruceta, diminuto gato, un pequeño estuche negro de plástico con herramienta y nada más. “Okey”, dijo tras echarle una mirada. ¡Zas! Sonó cuando cerré la cajuela. Me quedé con las llaves.

Como si fuera baraja, el migrante vio los pasaportes de mi esposa y tres hijos. Puso sus manazas sobre el techo y se agachó a la ventanilla, los llamó por su nombre y cada uno fue respondiendo correctamente y les regresó el documento. Con el dorso de su mano golpeó las portezuelas en busca de algo sólido e irregular. Dio pequeñas pataditas a las llantas esperando encontrar algo más que aire, y terminando de rodear el auto preguntó: “¿A dónde van?”. Escuchó “…a San Diego” y reinterrogó “¿A qué van?”. Entre sorna y broma se me ocurrió responder: “Bueno, pues íbamos a desayunar, pero después de tanta espera, creo que mejor vamos a comer”, no le cayó bien la respuesta. Así, con más disgusto que formalidad dijo: “¡Pasen!” y cruzamos la frontera.

Como decía mi abuelita: “Las tripas gruñen de hambre”. Desde la noche anterior nos pusimos de acuerdo en familia: “Mañana vamos a desayunar al otro lado”. Y al día siguiente, cuando salimos, ya íbamos saboreándonos unos hotcakes con huevos revueltos y tocino. Primero cafecito negro y luego un vaso de leche helada.

Rumbo a la garita nos encontramos lo entonces pocas veces visto: Una enorme “cola”. Inmediatamente di la media vuelta y enfilé para Otay, el otro paso más alejado, esperaba menos tráfico y me sorprendí. Luego de alinearme, detrás de mi auto, en un ratito, creció la fila que se movía con tanta calmosidad que empujaba al fastidio esquina con el berrinche.

Todavía no existían los celulares, por eso no pude hablar al periódico y preguntar el motivo de “la cola”. No me quedó otra que bajarme del auto y consultar al más cercano automovilista por la tardanza. Enfurecido respondió que no sabía.

Al rato, primero uno y luego otros helicópteros pasaron cerquita de nosotros; abajo y a sus costados se leían las iniciales de las televisoras estadounidenses. Entonces sí pensé: “Algo grave pasó”. Encendí el radio del auto y escuché la noticia. “Mataron en Guadalajara a Enrique Camarena Salazar, agente antidrogas de Estados Unidos”. Transmitieron los detalles de rigor. Por eso el retraso en el paso a Estados Unidos. “Seguramente los migrantes recibieron órdenes de revisar todo”, les dije a mi esposa e hijos aquel cinco de marzo de 1985.

Fue la segunda ocasión que vi un embrollo así desde los setentas, cuando la famosa “Operación Intercepción” me pescó en el cruce Mexicali-Calexico. La ordenó el presidente Richard M. Nixon, era una revisión endemoniada que también provocaba retrasos. Los oficiales de Inmigración traían un artilugio como palo de golf, pero que en el extremo inferior redondo tenía un espejo hacia arriba. Lo metían bajo la carrocería para ver si no había por allí algún pegoste con droga. El sistemita ese atormentó y disgustó. Miles de mexicanos nos sentimos ofendidos; es que nada más por cruzar a Estados Unidos se nos estaba etiquetando como sospechosos de narcotráfico.

Aquel marzo del 85 no detuvieron sospechosos en la garita, pero a los pocos días sucedió lo increíble. Un juez estadounidense sobornó con 30 mil dólares a tres agentes de la policía estatal bajacaliforniana. Secuestraron a René Martín Verdugo en territorio mexicano. Lo encajuelaron, se fueron a despoblado, y en la imaginaria división territorial fronteriza la policía de Estados Unidos lo recibió. Sigue prisionero. Fue enlistado como asociado de Rafael Caro Quintero, el afamado narcotraficante de la época. Los estadounidenses le pusieron el dedo como autor intelectual en el crimen de Camarena.

Otros policías antidrogas secuestraron al doctor Humberto Álvarez Machain en Guadalajara, acusado de cuidar a Camarena para que no se muriera cuando lo torturaban. Encarcelado varios años, sorpresivamente lo liberaron, pero a Rubén Zuno Arce le desgraciaron. Dijeron que era dueño de la casa donde fue el martirio, lo citaron a un tribunal, viajó desde Guadalajara para cumplir. Inocente, tercos descaminados lo condenaron a prisión de por vida.

Camarena investigaba el narcotráfico en Guadalajara desde el consulado de Estados Unidos. El 7 de febrero del 85 salió a comer, le acompañaba su esposa cuando varios fulanos aparecieron. Nada se supo hasta el 5 de marzo, cuando encontraron tirado su cadáver. Desde entonces, la policía de Estados Unidos insiste en buscar más culpables aparte de los inocentes que tiene encarcelados.

En Tijuana ejecutaron a José Juan Palafox Cadena. Era el jefe local del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (CISEN). Iba en auto solo y desarmado, estaba a cuatro cuadras de su oficina en el Fraccionamiento Agua Caliente. Pasaditas las diez de la noche un julio 26, dos hombres en una camioneta empezaron a rebasarlo. Y cuando se emparejaron le dispararon seis veces, allí murió. En un hombre con el cargo de Palafox, fue imprudente permitir ese paso y a esa hora.

El tráfico en la garita no se detuvo, continuó como si nada el movimiento de pasajeros en el aeropuerto, central de autobuses y carreteras. No se detuvo la circulación en bulevares, avenidas, calles y callejones, nada de retenes u otra forma para atajar o perseguir matarifes. Rodeando el auto de la víctima y borrando evidencias, más curiosos y menos policías. Los agentes federales se aparecieron al último. Transcurridos los días, oficialmente ni pista ni detenidos. Secreto a voces: Fueron agentes estatales.

Entristece que tal suceda entre funcionarios, duele ver el mayor empeño estadounidense cuando les matan un compañero y la poca solidaridad de mexicanos si ejecutan a un agente. Pero lo más grave: Oficialmente el CISEN es lo máximo en inteligencia y seguridad de este país, no puede ser posible tanta ignorancia para resolver el fatal enredijo, es para alarmar. Si eso pasa en el CISEN con uno de los suyos, mal deben andar muchas cosas. No aclarar nada, despostilla a la Secretaría de Gobernación, es tiempo de hablar sobre sogas en la casa del ahorcado. El silencio embarra de complicidad.

Tomado de la colección “Dobleplana” de Jesús Blancornelas, publicado por última vez en agosto de 2002.

(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA / JESÚS BLANCORNELAS /LUNES, 5 NOVIEMBRE, 2018 12:00 PM)

PROFESORA


Mi profesora Raquel era muy rigurosa. Soltera y cuarentona. Dueña con su hermana del Colegio “Progreso”. No por eso caía en la burguesía, pero era demasiado culta e inteligente. Lucía robusta. A pesar de eso le gustaba vestir falda ajustada y hasta abajo de la rodilla. Casi siempre negra. Pero debía encantarle lo floreado porque sus blusas o suéteres lo tenían estampado o bordado. Morena. Sus labios siempre bien pintados. Igual pestañas y bien depiladas las cejas. Su nariz un poquito achatada. Un lunar grande en la mejilla izquierda. El pelo negro, asomándole una que otra cana. Peinado alto a la Ida Lupino o Ginger Rogers. Sonriente muy pocas veces. Normalmente muy seria sin caer en cara de berrinche.

Era una maestra excelente. Me caía bien. No regateaba buenas calificaciones cuando el trabajo estaba bien hecho. Pero nada le enojaba tanto como las tareas incumplidas. Tenía el tiempo suficiente para revisarlas porque no éramos más de treinta en el salón. Se encargaba de todas las materias, menos la de Educación Física donde recibíamos la instrucción con un profesor. Pero de todas formas estaba presente. Así es que la pasaba con nosotros todo el día.

Cuando estuve con ella en sexto año de primaria, varias veces sufrí el rigor de su castigo. Se enojaba. Pero de veras derramaba bilis si nos distraíamos en la clase. Yo era de los más chaparros. Solamente otro compañero tenía pocos centímetros de estatura menos. Por eso nos sentaban en el doble pupitre al frente del par de filas en el salón. Una solo para hombres y en la otra nuestras primeras arranca-suspiros. Estábamos en el segundo piso y dos grandes ventanas dejaban colar sin estorbo la luz natural. Ni hacía falta prender el foco. No recuerdo haberlo visto encendido. Es que entrábamos a las nueve de la mañana y salíamos exactamente al mediodía.

Después de comer, el regreso era a las tres y la jornada terminaba a las cinco. Siempre de lunes a viernes. Casi ninguno de los compañeros esperaba algún autobús para irse a casa ni lo había en la escuela para transportarnos especialmente. Todos lo hacíamos a pie. Yo vivía a nueve cuadras. De vez en cuando nos dábamos nuestra desviada para acompañar a las chamacas o nada más ir tras ellas.

Cada año las clases se iniciaban pasando el Día de los Santos Reyes y no terminaban hasta cuando empezaban las posadas, el meritito 16 de diciembre. Nuestras únicas vacaciones eran durante Semana Santa. Y los días festivos debíamos desfilar. Cuando lo hacíamos, mi compañero y yo, por chaparros, íbamos al frente del contingente, llevando siempre bien planchadito el banderín con el nombre de nuestra escuela. Los demás nos daban carrilla. Pero llegaba la hora del desquite: Cuando los papás iban y tomaban fotos siempre salíamos en primer lugar. A sus hijos apenas si se les veía la cabeza. Fue el año del 47.

Recuerdo que uno de tantos domingos fuimos al cine. Hicimos “cola” para llegar a la taquilla. Con mi madre Cuca y mi hermana Arcelia ocupamos las butacas de madera en la localidad de balcón. Se me salieron las lágrimas cuando vi a Pedro Infante haciéndola de Pepe “El Toro” en Nosotros los Pobres. Pantalón mezclillero de pechera. Playera a rayas blanco y negro. Su mechón cayéndole sobre la frente. El rostro tiznado por una quemazón. Llorando ahora sí que a grito abierto. Llevaba en sus manos seguramente un muñeco pero cubierto con aquella cobijita gris obscura. Simulaba con tanto realismo que cargaba a su hijo muerto en un incendio. Era una tragedia.

Como no queriendo vi de reojo a mi madre. Tenía su pañuelo pegado al pómulo derecho. También lloraba. Al otro día, cuando llegué a la escuela antes de las nueve platiqué sobre la película a mis compañeros con la respectiva tonadita de “Amorcito corazón, yo tengo tentación de un beso mordelón…” Recuerdo sus ojos sobresaltados. Interrumpí al llamado de formarnos para rendir honores a la Bandera y pasar lista. La “bolita” me atrapó para seguir contándoles cuando subimos la escalera y llegamos al salón.

Tan entretenidos estábamos que ni cuenta nos dimos cuando llegó la maestra. Todos se pusieron de pie menos nosotros. Con su maciza regla, madera toda y metro preciso, golpeó mi pupitre. Lo sentí como relámpago furia del cielo. Luego, igual que un chubasco vino la regañina. Escuché entre estremecimientos. Y terminó con un “…de castigo, no salen a recreo”.

Me pasó al pizarrón, como siempre lo hacía al azar, para escribir día, mes y año. Nervioso como estaba temblé en el trazo y rápidamente me cayó nueva llamada de atención. Regresé al pupitre y escuché un tronante: “A ver, su tarea”. Saqué rápidamente mi cuaderno. Viendo la situación no le dije que sábado y domingo anduve jugando y dejé de estudiar contrario a su orden. Y que la tarea la hice hasta el lunes, de volada, mientras desayunaba antes de ir a la escuela. Precisamente por la prisa no estaba bien el rasgo de las letras y me equivoqué en aritmética.

La profesora Raquel siempre traía un lápiz bicolor. Con el azul aprobaba. El rojo era para reprobar. Poco faltó hasta para romper la hoja de mi cuaderno al tacharlo. Sin abandonar el sermón, con índice y pulgar me agarró del oído derecho. Rapidito, me puse de pie. Y mientras crecía su coraje me encaminaba al rincón, al fondo del salón. “Aquí se la pasará todo el día”. Por fortuna no había orejas de burro en la escuela, pero ése era el castigo para los que no cumplíamos con nuestra tarea. Aparte del dolor por el jalón de oído, sentí mucha vergüenza ante mis compañeritas. De pasadita a unas las vi serias y a otras dejando escapar una risita burlona.

Total, ese mes saqué tres cincos: Conducta, Aprovechamiento y Matemáticas. Cuando le entregué la calificación a mi madre primero preguntó por qué y le dije. Luego advirtió “…ahora que venga tu padre vas a darle una explicación”. Quedé engarrotado. Por la noche mi papá terminó con aquel día fatal. Otra llamada de atención. Desde entonces no fallé con la tarea. La empezaba desde el mismo viernes hasta la noche para tener tiempo y disfrutar el domingo. El sábado primero de este septiembre, viendo y oyendo el informe en la televisión me quedé acalambrado. Beatriz Paredes me recordó a mi profesora Raquel.

Escrito tomado de la colección “Dobleplana de Jesús Blancornelas, publicado el 23 de noviembre de 2007.

(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA / JESÚS BLANCORNELAS /LUNES, 29 OCTUBRE, 2018 12:00 PM)

HEREDIA, NO ALBARRÁN


A su padre lo mataron en Sinaloa. Tiroteado en 1976. Dejó viuda a Doña Irma Heredia. Su hijo es Arturo Villarreal Heredia. No como le conocíamos en Tijuana, Arturo Villarreal Albarrán, “El Nalgón”. Todavía lo identificó así la Procuraduría General de la República (PGR) en agosto 4 de este año. Cuando detuvieron a Ray del Villar. El joven que andaba acompañado de dos camaradas y un par de damitas. Parrandeaban y traían una camioneta lujosa: Cadillac último modelo. Provocaron recelo entre los policías cuando los vieron. Atajados inmediatamente. Apresados. Directo a las bartolinas. Fue cuando alguien soltó torpe versión: “Es el asesino del editor de ZETA, Licenciado Ortiz Franco”. Se hizo la escandalera.

Rápidamente, la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) los acarreó con los federales. Se deshicieron de ellos como si fueran papas calientes. Y el señor Delegado de la PGR recibió indicación superior: Enviar a los jóvenes directito a la Ciudad de México. Pero allá descubrieron la verdad: Ray no fue el asesino. Ni siquiera tenía pizca de liga con el Cártel Arellano Félix. Así quedó claro. La famosa versión en Tijuana resultó falsa. Por eso les abrieron la celda a los acompañantes de Ray. “Váyanse”, pero el joven se quedó arraigado. Se le investiga no por el crimen del Licenciado Ortiz Franco, sino por sus relaciones con el crimen organizado.

Aclarado que es Villarreal Heredia y no Villarreal Albarrán, eso no hace cambiar las hipótesis de la PGR y ZETA. Éstas continúan y firmes. Este hombre ordenó el asesinato de nuestro editor. Los motivos se mantienen claros: Ortiz Franco, igual que numerosos reporteros, vio las fotografías publicitadas por la agencia antinarcóticos norteamericana (Drug Enforcement Administration-DEA). Aparecían docenas. Los detectives estadounidenses les identificaron e informaron: “Todos pertenecen al Cártel Arellano Félix”.

Aparte, el editor de ZETA recibió información confidencial: Entre los crapulosos fotografiados, había un grupo con notable casualidad. Todos compraron en 40 mil dólares, credenciales de la Procuraduría General de Justicia del Estado. Así podrían tener más facilidades para andar de perversos. El Licenciado Ortiz confirmó con otras fuentes esa información. Luego de comprobada, la publicó. Hasta entró en detalles. Todos se fotografiaron con iguales saco, camisa y corbata. Muy bien peinaditos.

Esto fue lo que aparentemente disgustó a Villarreal Heredia y no Albarrán. Ahora se supo. Corrió la voz entre los policías ministeriales. Secreteándose: “‘El Nalgón’ anda muy enojado”. Y como acostumbran los mafiosos matones, primero debieron seguir al periodista en todos sus movimientos diarios. Por eso se dieron cuenta de que estaba consultando un terapeuta. Y que iba a mediodía. Las investigaciones de ZETA por un lado, y la PGR por el otro coinciden: Por lo menos dos agentes de la Policía Ministerial en Tijuana, acompañaron a Eduardo Ronquillo “El Niño”. Estaban vigilando entrada y salida del periodista desde las mesas del restaurante Big Boy en la colonia Revolución. Lo vieron abandonar el consultorio. Salieron para informar a José Briceño “El Cholo” y Heriberto Lazcano “El Lazca”, mientras Ortiz Franco iba camino a su automóvil acompañado de sus hijos. Los matones le siguieron en camioneta. Ahora se sabe que el agente de la Policía Municipal, Rafael Zárate Vélez, uniformado y en servicio, detuvo el tráfico. Eso facilitó que los malvados llegaran y ejecutaran al periodista. Luego huyeron rumbo al Este. Cuadras adelante, se bajaron de la camioneta. Treparon en otro carro para huir. Más tarde se supo: Una mujer era dueña del vehículo abandonado. Lo reportó como robado para cobrar el seguro, pero los mafiosos lo usaron para asesinar.

Hasta ahí las investigaciones desde hace cinco años y tres meses. La PGR no ha logrado ningún avance. Hay algo muy significativo. Están perfectamente identificados. Debe saberse dónde merodean. Recientemente, una versión los ubicó en discotecas de Tijuana. “Gruperos” les dedicaban corridos a Villarreal Heredia y Briceño. Otra referencia la hizo el semanario Expediente Público: Hirieron a “El Cholo” durante las fiestas patrias. Pero las policías no saben nada. Aparte, hay una situación especial. El revoloteo sobre la investigación casi borró un detalle. Policías ministeriales nunca averiguaron quién fue la persona que les vendió credenciales a los mafiosos. Ese eslabón jamás fue sumado al del espinoso caso. Desde cuando fue publicada la versión de Ortiz Franco, la PGJE jamás desmintió o corrigió. Su silencio fue harto expresivo. Como mil palabras claramente dichas o escritas. Lo más notable: Ni a los policías federales o estatales les ha dado por averiguar este punto. Claro que no cambiarían el motivo ni el fin del crimen, pero sí pondrían en claro quién de esa Procuraduría está o estaba ligado con los Arellano Félix.

El apodado “Nalgón” ha sido astuto. No se le conoce en fotografía o, por lo menos, son raras las gráficas existentes. Llegó a Tijuana en los años noventa. Fue invitado a Tijuana por los hermanos Beltrán Murillo. Para más señas, Carlos “El Fitas”. Por cierto, casado con una hermana de “El Nalgón”. Y Julio, que también está en Tijuana. A Manuel “El Tuturrutas” lo mataron en Chiapas. Era compadre de Ramón Arellano Félix. Lo servía al momento que lo ejecutaron. Y aparte está Crescencio, quien pocas veces se la pasa en Baja California, pero muchas en el poblado Chacala, perteneciente a Tamazula en el Estado de Durango. La mera sierra. Más cerquita de Sinaloa. Allí está Manuel, hijo del difuntito. Le dicen “El Panillo”. Tiene un grupo armado. Hace pareja con un primo, Julio Beltrán Quintero, quien como cadena interminable, tenía un hermano, Adolfo “El Sinaloa”. Lo mataron mientras estaba en el restaurante “Los Gavilanes” en Guadalajara.

Originalmente, a “El Nalgón” lo invitaron los Beltrán Murillo a Tijuana. Sólo para secuestrar. Pero ya estando en la frontera fueron vistos por asociados del Cártel Arellano Félix. Les invitaron. Posiblemente fue Aureliano Félix, “El Macumba”, antiguo policía ministerial de Tijuana, quien les llamó. Era experto en reclutar para el cártel y fue así como Arturo Villarreal Heredia se puso a las órdenes de Efraín Pérez Pazuengo, “El Efra”, entonces el hombre fuerte de los hermanos en Tijuana. Pero el año pasado la PGR descubrió el escondite de estos malandros. Fueron enviados a la Ciudad de México y de allí a “La Palma”, donde todavía están.

Ya sin “El Efra” como carta fuerte del Cártel Arellano Félix, nombraron a Villarreal Heredia “El Nalgón” para encargarse de los pistoleros. Lo primero que hizo fue asociarse muy de cerca con José Briceño “El Cholo”. No existe una referencia clara, pero sí la posibilidad de que su acercamiento se debió al temor de perder el liderato. Luego hubo una época, en 2004, cuando Osiel Cárdenas Guillén y Benjamín Arellano hicieron amistad estando prisioneros en “La Palma”. Por eso “Los Zetas” de Tamaulipas ayudaron a los hermanos en Tijuana. Participaron en la ejecución del Subprocurador de Justicia, Licenciado Rogelio Delgado Neri. Luego prepararon la fuga del penal “La Mesa” y auxiliaron para asesinar al Licenciado Ortiz Franco. La historia de estos asesinos está clara. Por lo menos las procuradurías y menos los narcos, han desmentido tal información. Solamente falta que los capturen.

NOMBRES, FECHAS Y LUGARES

2004

Junio 22.- El Licenciado Francisco J. Ortiz Franco, editor de ZETA, fue ejecutado de dos balazos en la colonia Revolución, cuando se disponía a conducir su auto acompañado de sus hijos.

Ese mismo día fue encontrada la camioneta usada por los asesinos.

JUNIO Y JULIO

El caso fue investigado por la Procuraduría de Justicia del Estado.

AGOSTO

La Procuraduría General de la República atrajo el caso.

2005

AGOSTO

Ray del Villar fue detenido en Tijuana. No hubo acusación, pero una versión periodística que resultó falsa, lo ubicó como asesino del Licenciado Ortiz Franco
RESULTADOS: NINGUNO.

PROTAGONISTAS

* Arturo Villarreal Heredia “El Nalgón”        Detenido
Heriberto Lazcano “El Lazca”           Prófugo

* José Briceño “El Cholo”                  Prófugo
Carlos Beltrán Murillo                       Prófugo
Julio Beltrán Murillo                          Prófugo
Crescencio Beltrán Murillo               Prófugo
Eduardo Ronquillo “El Niño”                     Ejecutado
Rafael Zárate (policía cómplice)      Ejecutado
Dos ministeriales cómplices             No identificados
Ray del Villar                                        Arraigado

* JOSÉ BRICEÑO “EL CHOLO”, en las corporaciones policiacas de Baja California lo ubicaron como muerto en una disputa por el poder, cuando de suyo padecía una enfermedad terminal. Un testigo de la PGR “informó” que en efecto había muerto. Ninguna versión ha sido confirmada por la autoridad.

* ARTURO VILLARREAL HEREDIA fue detenido en agosto de 2006. Está preso en Estados Unidos donde cumple una sentencia de 30 años, impuesta por asociación criminal, tráfico de drogas y homicidios. No ha sido juzgado por el crimen contra el periodista.



Escrito tomado de la colección “Dobleplana” de Jesús Bancornelas y publicado por última vez en julio de 2011.

(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA / JESÚS BLANCORNELAS /LUNES, 22 OCTUBRE, 2018 12:00 PM)

MAREOS


Cuando chamaco, viajar en autobús era mareo seguro. A veces hasta con vómito. Por eso mientras traqueteaba el armatoste me daban a chupar medio limón con azúcar. Y a ir oliendo un algodoncito empapado de alcohol. Mi madre advertía antes y durante el viaje “…no te asomes a la ventana porque se te vuela la cabeza viendo los postes”. Es que como en las películas “pasaban” muy rápido enclavados tan cerca a la carretera. No tomaba pastillas para el mareo porque decían que estaba muy chico y podía volverme tarado. “Así es que te aguantas”. Pero por esas rarezas, en el tren la pasaba como si nada. Hasta dormía sin sentir lo duro de las bancas siempre de tablillas fuertes y bien barnizadas. Redondeadas al parejo de las corvas. Así no sentía lo duro de la esquina. Tampoco me trastornaba el olor penetrante a chapopote comparado con la hedionda gasolina del autobús, autos y camiones en sentido contrario. Me adormilaba el traca-traca de las ruedas sobre las vías. Y aunque el vagón se movía más a los lados a veces suavemente y otras brusco. Pero ni vahídos, dolor de cabeza y menos ganas de ir al baño.

Cuando viajaba en autobús ni jugaba y menos platicaba con mi hermana. Iba con la cabeza agachada rezando a mi manera. Y como oía a mis padres y tías, me comprometía con una “manda” famosa. “Virgencita de San Juan, no dejes marearme y te prometo entrar de rodillas a tu templo”. Y como casi siempre el viaje era San Luis-Guadalajara, llegábamos a San Juan de los Lagos, mitad de jornada. El chofer “nos daba” una hora para comer y visitar el templo. Entonces no tenía plaza enfrente ni pavimento a los lados. Todo, eran puestos de dulces. Arrayanes, jamoncillos, charamuscas, cocadas, tejocotes cristalizados y, la verdad, sobraban ojos y faltaban centavos para darse el gusto.

Entraba de rodillas, desde el grueso portón hasta la orilla del altar. Siempre vi muy chiquita la imagen. Pero cuantas veces fui sobraban los fieles. Cumplida la promesa me encantaba ver los retablos colgados entonces al lado derecho del templo y cerquita del altar. Casi todos dibujados sobre madera y a colores. Otros en tela. Obra personal de los agradecidos devotos en señal del favor pedido a la Virgen y concedido. Nada de pintores profesionales.  Hubiera querido pasar tanto tiempo como para ver cada uno. Pero con el tiempo encima apenas le echaba ojo a unos cuantos. Eran admirables. El de cierto hombre aplastado por “una troca” pero “gracias a la Virgencita volví a vivir”. Las muletas colgando con su etiqueta constando cómo dejó de usarlas algún cristiano cuando la sanjuanera le hizo el milagro para nuevamente caminar. Había muchos retablos de señoritas agradecidas por haber encontrado al hombre de su vida. Otras escribieron con pincel pasional, cuando el amado regresó luego de “andar volado” con una “mala fulana”. La madre agradecida porque encontró al pequeño perdido. El campesino derribado y arrastrado por su caballo. Todo mundo lo daba por muerto. En plena desgracia se encomendó a la Virgen y dejó su testimonio por salvarlo.

En mi parentela materna era muy dados a “las mandas”. Más a la Virgen de San Juan de los Lagos. De allá venían mis abuelos y sus padres. En la línea paterna la devoción se encaminaba al Señor del Saucito. Llamado así un pueblucho entonces terregoso, asoleado y desértico en los años cuarenta. Había más perros y menos pobladores. Sobraba el pulque, aguamiel, colonche, “gorditas” de maíz y dulce. Torteadas a mano, les ponían una hoja de mazorca abajo. Inmediatamente las metían en hornos caseros de ladrillo. Sabrosas. Allí, cerca del camposanto está el templo del Señor del Saucito. Crucificado. Y lleno también de retablos. Colgaban además pequeñas figuritas planas de oro legítimo chapeado o plata: Piernitas, brazos, cabezas, corazones y manos como señal de gratitud y por alivio en tales partes. Eso lo vi hace 56 años y cuando tenía nueve. Igualmente los viajes.

Por aquellos días mi padre nos llevó al viejo aeropuerto cercano a Morales en San Luis Potosí. Simple pista terregosa. Ni torre de control y menos alumbrado para aterrizaje nocturno. “Vamos a subirnos a una avioneta”. Le cobraban cinco pesos “por una vueltecita sobre la ciudad”. Me clavé en el suelo cuando quiso treparme. Tenía pavor y pénsula. Se caerá igualito a como los veía en las películas sobre la guerra. O en el noticiero “Movietone”, de cada domingo en el cine.

Pero cuando llegué a los 21 en 1957 no pude hacerme para atrás. Ya tenía dos años como reportero y fui enviado al “Esto” de Distrito Federal. Jamás olvidaré al avión. Un DC-3. Dos ruidosos motores con hélice. Un hombre empezaba a darles vuelta a mano. Cuando arrancaban soltaban apestoso humo entre negruzco y azulado. Tenía dos grandes llantas delanteras. La trasera muy pequeña. Por eso en tierra, nariz para arriba y cola abajo. Para mi fortuna no hubo zangoloteos en aquel vuelo. Apenas dos que tres turbulencias antes de aterrizar en México. Bajé sonriente, entre llovizna y sin mareos.

Ese mismo año y por mi trabajo debí encaramarme en aeroplanos de un motor o aviones comerciales. Siempre ida y vuelta a México. Unas veces desde Torreón o Monterrey. Otras, Guadalajara o Morelia. También Aguascalientes o León. Por eso cuando menos lo imaginé desapareció el temor a los mareos. Desde entonces me encanta viajar por aire. Los jets son una maravilla. Pero me choca la incomodidad en algunos. Apeñuscan los asientos para más pasajeros. El de enfrente pega en las rodillas y cuando se reclina, lo tiene uno en las narices.

Solamente dos veces me ataranté y asusté. Una, en avioneta. Salimos de Mexicali a Isla de Cedros. Nos atrapó una tormenta y andábamos como pelota de raquet. Tanto como recordar a la Virgen de San Juan de los Lagos y ofrecerle una “manda”. Y la otra ocasión, saliendo de Tijuana a México. Era un DC-9. Ya los discontinuaron. Llevábamos media hora de vuelo. El piloto avisó por el sonido “…señores pasajeros, se presentó una pequeña emergencia y debemos regresar”. Pidió no asustarnos. Las aeromozas nos dijeron a casi todos “no es nada de cuidado”. Algunas lloraban y otros rezaban angustiados. Me agarré fuerte al descansa-brazos. “Hasta aquí llegué”. Pero al ratito aterrizamos a salvo. Al bajar nos advirtieron “…antes de una hora salimos…cuestión de reparación inmediata”.

Llegó la hora de levantar vuelo. Algunos decidieron no subir y cancelar. Otros lo hicieron con desconfianza. Un viajero me dijo “…quédese, esa descompostura es un aviso”. Pero en eso vi a un sacerdote. No lo había divisado al inicio original del viaje. Subió tranquilamente. Me animó su presencia. Pensé “…Dios va con este hombre y yo cerca de él”. Subí al jet. Tranquilo. Casi tres horas después las turbulencias alrededor de Aguascalientes alarmaron. El susto entró al jet sin abrir la cabina. Arreció el bamboleo y alcancé, por si las dudas, la bolsa para mareados. Busqué al sacerdote. Unos 45 años. Robusto y dejando ver el inicio de calvicie. Lentes con armazón dorada. Traje negro. Notable su alzacuello. Tranquilo. Entré en la quietud. Al ratito aterrizó el jet. La semana pasada viajé entrada por salida a México. Escribí estas líneas en el vuelo 177 de Aeroméxico. Recordé al cura y ni siquiera vi la bolsa de mareo.
Tomado de la colección “Dobleplana” de Jesús Blancornelas, publicado por última vez en noviembre de 2015.


(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA / JESÚS BLANCORNELAS /LUNES, 15 OCTUBRE, 2018 12:00 PM)

TIJUANA


Muchas personas dicen y no se puede negar que Tijuana es una ciudad insegura. Reporteros de otras ciudades y países me han preguntado antes de venir o cuando están aquí, si pueden andar en las calles sin temor a ser asesinados. Las pocas veces que viajo en México o al extranjero, se sorprenden cuando les digo que vivo en Tijuana. Muchas me creen en Estados Unidos. Y cuando preguntan si no tengo miedo de vivir con mi familia y trabajar en la frontera mexicana, siempre les explico: La gran mayoría de los tijuanenses nativos o por adopción, no somos la causa de la delincuencia. Sufrimos el efecto. Nuestra desgracia son narcotraficantes y migrantes.

Tenemos la desventura de estar geográficamente en el paso natural al Estado más rico de la Unión Americana. Allá tienen los mafiosos a su enorme clientela de consumidores. Allá buscan ganar dinero los paisanos hundidos en la pobreza mexicana. Angustiados, con derecho a una mejor vida para sus familiares y propia.

Transportadores, vendedores y compradores de droga llegan a Tijuana de otros Estados. Se topan en el mercado con los “dueños de la plaza”. Estos señores, adinerados y con pistoleros a sueldo o “por cabeza”, no permiten la competencia. Por eso asesinan a los ocurrentes. Estos pobres vienen con dificultades a la frontera. Sueñan con imitar a los capos desde su niñez. Quieren tener su “cuerno de chivo”, el matón que los proteja, una camioneta Lobo último modelo, la güera por un lado y hasta su corrido con la tambora. Por eso la gran mayoría de los ajusticiados no son de Tijuana. Tampoco los pistoleros. Vienen para vengar o matar por encargo y pago. Muchos, de los Estados al sur de Baja California. Desgraciadamente también sicarios descendientes de mexicanos nos caen del norte estadounidense inmediato.

Otros llegan no para competir con los poderosos. Producen y venden drogas que no manejan los cárteles: “crystal” y “crack”. La dosis es barata. Desde 50 pesos. Rentan un cuartucho o una vivienda. Las convierten en lo popularmente conocido como “tienditas”. Operan tantas, que antes de ser ejecutado el Director de la Policía, Alfredo de la Torre, hace más de un año, me aseguró que había unas cinco mil. La mayoría, comentaba, propiedad de recién llegados o que no son de Tijuana. Eso, sin contar los “picaderos”, llamados así por funcionar bajo los puentes elevados de las avenidas, en lotes y viviendas abandonadas o en las afueras de la ciudad. Allí compran y se inyectan la heroína. Aparte de consumir, desparraman el SIDA. Son lugares tan conocidos como la ubicación del más popular super-mercado. Estos “negocios” provocan competencia. Increíble. Tanto en calidad como precio. Y esa rivalidad nunca se arregla con palabras ni diálogos. Se soluciona asesinando. El que más puede sobre el menos armado. La ley de la fuerza. Por eso aparecen de la noche a la mañana “encobijados” luego de ser torturados o ejecutados. Descuartizados en bolsas de plástico. Otros con un tiro en la nuca. Y lo que más sorprendió saber: Muertos los sumergen en ácido hasta desbaratarlos y tirar sus restos en el drenaje.

Esto provoca la venta callejera y fácil de armas. La importación “hormiga” de ametralladoras y pistolas. Todo viene de Estados Unidos, nunca de territorio mexicano por una razón: Para transportar por tierra desde el interior del país, hay que atravesar el extenso desierto sonorense. Abundan los retenes. Y por aire, son fácilmente detectables en los aeropuertos.

El de los migrantes es tan o más grave que el embrollo del narcotráfico. Viajan a Tijuana desde casi todos los Estados del país, Centro y Sudamérica. También asiáticos y europeos. Muchos se cuelan a Estados Unidos para convertirse en indocumentados. Otros tantos no pueden. Miles son deportados. Más tardan en regresarlos a territorio mexicano que ellos insistir en regresar hasta una, dos o tres veces. Bastantes lo alcanzan. Cientos y cientos no. Entonces se anclan irremediablemente en Tijuana. Sin dinero para telefonear a su casa, comprar un pasaje de regreso o de perdido para comer. Así, unos buscan y logran empleo decente. Pero muchos encuentran ocupación indecente. Roban en la calle o asaltan casas. Es la única forma que encuentran para sobrevivir. Luego se hacen de una pistola. Hay estadísticas oficiales de la Cámara Nacional de Comercio en Tijuana: Muchas tiendas modestas en las colonias han sido atracadas hasta cuatro o cinco veces. Luego se les hace fácil comerciar con la droga. Ponerse a las órdenes de la mafia para matar cristianos o transportar. Otros se dedican a desvalijar bancos o a secuestrar adinerados. Y en todo esto hay una clara referencia de los delincuentes foráneos: El 80 por ciento de los internos en las cárceles son de otros Estados.

Recientemente familiares de sinaloenses desaparecidos en Tijuana vinieron y reclamaron a las autoridades. Aseguraron que sus parientes fueron víctimas de un “comando de la muerte” cuando viajaron a nuestra ciudad. Organizaron conferencias de prensa. Aparecieron en televisión y hasta “hicieron plantón” cerca de la Línea Internacional para llamar la atención. Su resultado fue nada. En medio de todo esto existe una serie de realidades. Bajo el supuesto no concedido de un “comando asesino” sería de las mafias. Y lo más dramático: La mayoría de los desaparecidos debieron tener relación directa o indirecta con el narcotráfico. No se los deseo, pero muchos cadáveres deberán estar en la fosa común cuando no fueron identificados. Otros fueron desbaratados en ácido. Y hace pocas semanas informamos en este espacio sobre la aparición de 39 cadáveres en el Servicio Médico Forense no identificados.

Respeto absolutamente el dolor de los familiares. Pero debe aceptarse la realidad. En la gran mayoría de sus denuncias no puede ser casualidad que desaparezcan sinaloenses simplemente por visitar Tijuana. Sinaloenses en Tijuana los hay luchones y honrados por montón. Emprendedores. He trabajado y trabajo con ellos desde hace mucho. Conozco compañeros que de la nada han hecho su patrimonio decentemente. Y muchos de los principales capitales de Baja California son de distinguidas familias que se vinieron de Sinaloa. Merecen respeto.

En Tijuana nos desagradan los narcotraficantes y también los migrantes fracasados. Unos y otros vienen a cometer delitos. A matar. Nos incomodan nuestras policías estatal y federal. Permanecen como si nada hubiera pasado. Solamente la Municipal enfrenta las peores situaciones. Bien claro debe quedar: Los tijuanenses no hicimos insegura nuestra ciudad. De fuera han venido para convertirla en escenario de crímenes y robos.

Escrito tomado de la colección “Dobleplana” de Jesús Blancornelas, publicado por última vez en mayo de 2008.

(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA/  JESÚS BLANCORNELAS /LUNES, 8 OCTUBRE, 2018 12:00 PM)

INTELIGENTES


Los asesinos de las mujeres juarenses están cortados por la misma tijera: Deben tener entre 25 a 35 años y posiblemente sean casados y no se conozcan entre sí. Inteligentes como para no ser descubiertos y… bien parecidos. He consultado a expertos y libros. También vi ocasionalmente documentales de estadounidenses sobre crímenes en serie de mujeres.

La hipótesis inicial es que las damitas juarenses fueron atraídas por una persona que les gustó. Las invitó a platicar o tomar un trago. Aceptaron y se abrió la relación. Son de esos hombres simuladores perfectos de la simpatía. A muchas les caen bien, carácter, físico e inteligencia. Seguramente las víctimas ni siquiera se imaginaron estar tratando con el o los asesinos. De otra forma y sabiendo cómo han estado matando jovencitas en los últimos años, hubieran rechazado ya. No dudo que muchas tomaron precauciones. Nada de salir solas, acompañadas por alguien de confianza y no frecuentaron sitios desconocidos. Por eso el punto de apoyo para los expertos: Fueron conquistadas. Aparte y hasta donde se sabe, no hay la referencia de secuestro como un molde en todos o la mayoría de los crímenes. No existen testigos sobre cierto o varios individuos utilizando la fuerza para llevarse a una damita. Esto arroja otra hipótesis: Atraídas, convencidas, conquistadas y seducidas. Hay una norma de origen estadounidense: Nueve de cada 10 asesinos son psicópatas. Según el diccionario es “…anomalía síquica por la que la conducta social del individuo se ve alterada, sin que se modifique su capacidad intelectual”.

Un loco, desquiciado o maniático sexual pierde el sentido de las proporciones con tal de lograr su objetivo. Los vemos públicamente. No esconden sus propósitos. Gozan de fama. Son conocidos en el vecindario. Traen la sospecha en la frente. No pueden disimularla. Por eso los observadores consultados me insistieron sobre la inteligencia de los asesinos. Otra consideración: Golpes, cuchilladas o balazos, suceden cuando por lógica el individuo se desequilibra. Seguramente hay damitas que aceptaron plática sin relación sexual y no tuvieron problemas. Ahora se encuentran vivas sin saber que convivieron con alguno de los asesinos. Además, tratándose de violaciones -aún con maltrato- la mujer sobreviviente prefiere callarlo y no pasar la vergüenza al denunciarlo. El atacante amenaza a la víctima por si lo acusa, pero no mata. Al contrario, la mancilla una y otra vez siempre atemorizándola. Por eso es más fácil capturar al violador de una niña o una dama. Se denuncia sólo o lo señalan. Aparte, regularmente no hay creencia en quien se dice violada y lo denuncia luego de años. Eso acaba de suceder en Ciudad Juárez. Es inaceptable eso. Si fuera como aseguran las supuestas víctimas del pasado, por lógica estarían muertas.

Uno de los expertos consultados me dijo estas palabras y las apunté: “Se ha escrito en Chihuahua más de las mujeres muertas que de la guerra en Afganistán”. Y me sentenció: “Es posible el fin de los bombardeos y las invasiones, primero, a la captura del o los asesinos verdaderos de las mujeres en Ciudad Juárez”. Lo razonó así: En la guerra el enemigo está localizado. Hay un enfrentamiento. Tarde o temprano terminará la batalla. En Chihuahua, ya llevan años con un asesinato tras otro, casi todos iguales. Han detenido a varias personas y no les han podido comprobar nada pleno.

Alguien tuvo la ocurrencia de señalar al narcotráfico. Soy el primero en condenarlos. Pero no tienen relación. Al contrario, los mafiosos son espléndidos con las mujeres y por eso no les faltan. Ellas los buscan. Las llenan de regalos. Auto y casa bonitos. Mucho dinero para vestirse elegantes, llamativas. Oídos, cuello, muñecas, dedos y tobillos enjoyados. Buena ropa aunque de mal gusto. A los narcos les encanta presumir a sus mujeres. Y si de dificultades se trata, mejor las menosprecian. En el peor de los casos les cantan un corrido.

Las de Ciudad Juárez no son ejecuciones. Es obra de perversos. Los ajusticiamientos de la mafia tienen su marca.

En Sinaloa, Distrito Federal, Guadalajara, Tamaulipas y Chihuahua los tirotean a media calle o encajuelan. Las ejecuciones en Tijuana y Mexicali suceden más con el “levantón”, llamado así el secuestro. Torturas hasta la muerte buscando o no confesión. Cadáveres enredados en una cobija “enteipada” a la altura del cuello, cintura y tobillos. Los tiran en basureros, barrancas o calles a veces de fraccionamientos pudientes, y en otras de colonias muy humildes. Pero entre miles de ejecuciones en esas zonas del narcotráfico, ninguna parecida con el asesinato en serie de mujeres.

Hace poco se habló en Ciudad Juárez sobre la sospecha del terrible “snuff”. Llaman así en Estados Unidos a un macabro sistema. Cineastas fracasados o degenerados, prometen convertir en estrellas a chamacas. La oferta, a cambio de una videograbación con escenas atrevidas hasta llegar a la relación sexual. En el clímax las ahorcan o acuchillan. Prolongan su desgracia. Captan esa mezcla de placer y agonía. Son escenas agradables para los adinerados trastornados. Pagan miles de dólares por cassette. Pero los cineastas seleccionan con cuidado a las víctimas: Sin empleo, ni residencia fija. Prostitutas o viciosas alejadas de su familia. Esto, para cuando descubran el cadáver nadie lo reclame y menos lo identifique. La malaventura juarense no encaja en tal salvajada.

Me sorprenden mucho las deducciones de las autoridades en Chihuahua: 80 por ciento de los crímenes, dicen, están resueltos. Pero en realidad, dentro y fuera de Ciudad Juárez no convencen. Gustavo González Meza “La Foca” y Víctor García Uribe “El Cerillo”, capturados hace días, no tienen trazas de asesinos. Les quieren cargar las muertas. Un joven periodista de Chihuahua me comentó: Las “confesiones” parecen telenovelas. El lenguaje es impropio para su preparación y hasta “declararon” nombre, apellidos paterno y materno, así como edad exacta de “sus víctimas”. Les pasó igual como a “Los Toltecas” y a Sharif. No tengo duda: Estos sucesos en Juárez son revoltura de ineficacia policíaca e inteligencia asesina. Ni la asesoría del ex agente del FBI Steven Slater ha servido. En su caso, se derivó en poder tras el trono del Procurador. Y en lo general, derrapó en lo político. No importa cuando hubo más muertes, si en el gobierno panista de Pancho Barrio o el priista actual de Patricio Martínez. Lo que vale es aclarar con hechos. Hay dos posibilidades: Que el o los asesinos están en Ciudad Juárez. O vivan en El Paso o más al norte de Estados Unidos.

Tomado de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas.

(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA/  JESÚS BLANCORNELAS/ LUNES, 1 OCTUBRE, 2018 12:00 PM)

LA BALACERA


Anochecía; 3 de marzo de 1994. A los separos de la Policía Judicial del Estado llegó detenido un personaje: Francisco Javier Arellano Félix. Y atrasito, Ismael Higuera “El Mayel”. No pasaron quince minutos cuando se apareció Francisco Fiol Santana, jefe del Grupo de Homicidios. Los vio; sin saludarlos, se dirigió a tres o cuatro agentes vigilantes: “Déjenlos libres”. Se vieron sorprendidos entre sí los policías. “¿No entienden?, ¡déjenlos libres!”. Los acompañó hasta la puerta, llamó a uno de sus agentes. “A ver, lleva aquí a los señores a donde te indiquen”. No hubo un “gracias” ni un “que les vaya bien”; nada.

Fiol regresó a las oficinas, pidió el acta, la dobló y la echó a su bolsa; y así, como quien utiliza “quitamanchas”, no quedó rastro del paso circunstancial de Francisco Javier y “El Mayel” en la Policía Judicial del Estado, ni parte, ni reporte, ni acta para iniciar averiguación; nada. Sólo hay una prueba impresa en el periódico El Heraldo, propiedad de Jorge Hank Rhon, cuando Francisco Javier es llevado, esposado, a los separos. Estoy seguro de que la publicaron sin saber de quién se trataba.

La fotografía fue tomada cerca de las ocho de la noche, tras una tupida balacera. Seguramente a Francisco Javier y a “El Mayel” les pasaron muy cerquitas los tiros; “El Árabe”, que así le decían a un gatillero de los Arellano, cubrió con su cuerpo a Francisco Javier. Y así fue, increíble, como se salvó primero de la muerte y luego de la prisión.

El resto del episodio es dramático: recién había cumplido cuatro años el primer gobierno panista en Baja California, y a esas alturas la PGR ya era un chapoteadero de corrupción, cuando se afianzó el Cártel Arellano Félix. Sembraron soborno y cosecharon impunidad, invirtieron dólares y obtuvieron complicidad como utilidad. A su generosidad, la procuraduría panista correspondió con protección, encubriendo sus crímenes; despistó y “congeló” investigaciones, tanto como aquella noche dejó libre a Francisco Javier y a “El Mayel”.

Los dos iban en una Suburban nuevecita, un guardaespaldas de “El Mayel” y su chofer de confianza; atrás, en una patrulla, varios agentes judiciales estatales los custodiaban. Hicieron alto frente al “Mercado de Todos” en La Mesa de Tijuana. Iban tras “El Güero” Palma, que, se enteraron, estaba protegido por agentes federales. Allí se toparon con el convoy contrario: una Suburban azul, nuevecita, repleta de hombres de la PGR. Adentro, Palma. Sintiéndose con más autoridad, se bajó el comandante de la Policía Judicial, Alejandro Castañeda. Encaró a los contrarios; el diálogo debió ir subiendo de tono, seguramente el policía reconoció a Francisco Javier y “El Mayel”. Ni siquiera se dio cuenta; desde dentro del vehículo le dispararon a la cabeza y el pecho quién sabe cuántas veces. No tuvo agonía, murió a media calle.
Respingaron sus camaradas, desenfundaron y apretaron gatillos; metros separaban a los dos grupos, unidos por la desesperación, cobijados por la muerte. Los retaguardias protectores también debieron apearse y tirotear a los atacantes de Francisco Javier; fue increíble el revoltijo de policías federales y estatales matándose por culpa del maldito narcotráfico. Nunca hubo un disparadero así. El Obisbo de Tijuana, Berlié Belaunzarán, iba camino a su casa, escuchó el tiroteo y llegó al sitio; bendijo a los muertos y agónicos.

Se aparecieron los patrulleros municipales, luego los policías estatales y también los federales. Pudo haber seguido y, por fortuna, no siguió la balacera. Paramédicos auxiliaron a los heridos, las paredes cercanas quedaron descarapeladas; ahora sí que corrió la sangre, los vehículos nuevos, todos perforados a balazos, destrozados sus cristales. Armas en el pavimento todavía humeantes, cientos de casquillos. Mezcla de sangre, pólvora, odio, corrupción y muerte.

El Licenciado Sergio Ortiz Lara, Subprocurador de Justicia del Estado, se dio cuenta de cómo fueron liberados Francisco Javier y “El Mayel”; indudablemente hubiera acusado a los policías, pero no pudo. Los Arellano actuaron más rápido y detuvieron al funcionario; le endilgaron el delito de permitir la fuga de los mafiosos, precisamente la que él iba a denunciar; lo consignaron, fue procesado. El gobierno estatal de Ruffo pagó la fianza para liberarlo. Sucedió entonces lo dramático: toda la prensa condenó ese pago; hasta a las planas de los diarios llegó la influencia de los Arellano.

Con el tiempo, Francisco Fiol Santana dejó la policía; navegó un rato en la Judicial Federal, luego fue detenido por posesión de droga y portación de arma prohibida. Salió libre meses después, regresó a Tijuana, vivía solo en un departamento. Los vecinos dijeron que a nadie molestaba, pero una madrugada lo encontraron muerto.

Tomado del Libro El Cártel, de Jesús Blancornelas, publicado por última vez en mayo de 2008.


(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA  /JESÚS BLANCORNELAS /LUNES, 24 SEPTIEMBRE, 2018 12:00 PM)
    

LA ESCUELA DE “LOS ZETAS”


Todas eran mujeres. Traían una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecían como si nada. Calmaditas. Parecía que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policía ni se movía. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada. Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerío. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quiénes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: “Son Las Zetas”. ¿Cómo que “Las Zetas”? Mi amigo explicó: “Son las viejas de ‘Los Zetas’… casi todas”. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la “levantan”. Se la llevan a Sugar Lake. Allí les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hacían cuanto querían. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de “Los Zetas” salieron de Miguel Alemán.

Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. “Los Texas” fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan García Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cártel del Golfo. Otro policía federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos “Texas” se amafiaron con “Los Chachos” al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a García Abrego, heredero del Cártel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tenía la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatusó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policías traidores. Deudores y ejecutar “rajones”. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibían su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí hay una gran presencia militar le “sacaron la vuelta”. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

Dos problemas grandes tuvieron “Los Zetas”. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policía comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: “Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetas”. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y órdenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores.

El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: “Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les había proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostíbulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertas”. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policías que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar órdenes desde “La Palma”. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumentó su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamín Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Todo en venganza porque este capo quería e insiste arrebatarle “la plaza” de Nuevo Laredo.

Los Zetas empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martín Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos tráilers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. Los Zetas sabían a lo que se atenían. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos días. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarían desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas. En Río Bravo, Tamaulipas, funcionan “Los Equix”, que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de “Los Números” sonorenses. “El 1” y “El 2” son los jefes. Normalmente se les ve con mucha escolta. Radios y “cuernos de chivo”. De “Los Papas Calientes” todo mundo sabe. Son policías y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están “Los de la Guardia”. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Río Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí sobre “Los Zetillas”. Nada. El nombre correcto es “Zetías”. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman “Halcones”. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma, pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

“Esto crecerá en Tamaulipas” me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policía no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con “Los Zetas”. Pero sí quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún día los veremos en un video.

Tomado de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas, publicado el 13 de Diciembre de 2005.

(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA  JESÚS BLANCORNELAS /LUNES, 17 SEPTIEMBRE, 2018 12:00 PM)

COLOCAN NARCOMANTA DIRIGIDA A “LA RANA” EN ENSENADA


Una manta con un narcomensaje dirigido a “La Rana, fue colocada en el puente Kiliwas en la zona norte de Ensenada, este martes 6 de noviembre.

Se trata del  cuarto narcomensaje localizado en menos de un mes en distintos puntos de la ciudad. Todos firmados por “La Barredora”.

El primero fue en Pórticos del Mar con una cartulina clavada en un cadáver, después en  El Ciprés, y otra más el pasado domingo en la Colonia 89.

La policía municipal atendió el reporte a las 6:28 horas de este martes durante recorrido preventivo del Operativo Permanente de Vigilancia por el circuito oriente y puente Kiliwa.

EL MENSAJE QUE A LA LETRA DECÍA:

“Esto va para toda la gente de la rana pónganse a trabajar o van a robar gasolina y dejen de amenazar a la gente para que trabaja y no que les cobren protecciones Uds no son un cartel son unos ratas y corrientes que viven de lo que roban y sinaloa ya los vomito y tu rana ya te hiciste  sapo ya no ahí tregua no queremos que nos entreges a tu gente te queremos a ti nos ponen a tu gusto a tu gente para que te dejemos de buscar donde te metas te vamos a encontrar sinaloa…”.

(SEMANARIO ZETA/ DESTACADOS  LORENA LAMAS /MARTES, 6 NOVIEMBRE, 2018 08:19 AM)

LAS FAVORITAS DEL SR. PRESIDENTE: MILES DE MILLONES EN CONTRATOS SIN LICITACIÓN, PARA 10 EMPRESAS



Amigos cercanos del Presidente, herederos de centenarios negocios o personajes fantasmagóricos, algunos empresarios mexicanos se cubrieron con el gran manto de la Adjudicación Directa, uno de los signos del sexenio de Enrique Peña Nieto. Una muestra de diez casos, localizada en la profundidad del mar de los millones de ventas del Gobierno, da fe de esa danza de contratos y dinero sin que medie la competencia.
Según la consulta en Compranet y el Portal de Obligaciones y Transparencia, este procedimiento –el menos transparente de los tres permitidos por la Ley para adquirir bienes y servicios– creció de 94 mil 154 contratos en 2012 a 125 mil 162 en 2016. Así, el 71 por ciento de los contratos –según el IMCO–, fue otorgado de esta manera que volvió a las dependencias federales y organismos autónomos clientes cautivos y seguros.
Por ejemplo, cuando el Papa Francisco pisó suelo mexicano, la empresa Actidea de Eduardo Gama Pizarro no diseñó ninguna estrategia para convencer que era la mejor para la organización de la visita y recibió 30 millones de pesos por ello. Tampoco lo hicieron Kimberly Clark de Claudio X. González Laporte o Pinsa de Eduvigildo Carranza para venderle papel higiénico y atún a Diconsa. Y cuando en 2014, la popularidad del Presidente se vino abajo, nadie compitió para hacer un centro cibernético en Los Pinos porque el contrato por 128 millones de pesos lo tuvo Productos de Consumo O’mega, una empresa cuya directiva no es pública.

Ciudad de México, 30 de octubre (SinEmbargo).– Hubo un tiempo, en México, en que la designación del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia de la República corría a cargo del propio Presidente de la República. Luego, el aspirante ganaba la elección de manera abrumadora. A esa práctica se le llamó “dedazo” porque bastaba que el Jefe del Ejecutivo federal señalara al elegido para sucederlo en el poder.

En el Gobierno de Enrique Peña Nieto esa usanza continuó con mucho éxito. Y no fue precisamente en lo político –el candidato José Antonio Meade Kuribreña perdió en las elecciones del pasado 1 de julio y llevó al partido a la tercera posición como fuerza política–, pero sí en las ventas del Gobierno. La administración que expira otorgó el 71 por ciento de los contratos mediante Adjudicación Directa, el procedimiento menos transparente de los tres que permite la Ley de Adquisiciones y Arrendamientos y Servicios del Sector Público (LAASSP) y que implica una asignación del Gobierno en automático, según el estudio “El Sistema Mexicano de Contrataciones Públicas” del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).

¿Cómo eran esos empresarios beneficiados? Amigos cercanos, herederos en segunda o tercera generación o personajes misteriosos a quienes jamás se les vio la cara en los eventos protocolarios del Presidente, ni en ningún otro lugar. La Unidad de Datos de SinEmbargo tomó una muestra de diez casos que ejemplifican el beneficio de la Adjudicación Directa en el sexenio que está por concluir. Son historias de cómo, el Gobierno firmó contratos con compradores únicos por servicios necesarios como la organización de eventos como El Grito de Independencia o la visita del Papa, los abarrotes para Diconsa o los seguros de vida de los funcionarios.

Pequeños, medianos o grandes, incluso con malas notas de las calificadoras o serias crisis, el Gobierno les dio los contratos sin obligarlos a la menor competencia. En lo político, un signo de Enrique Peña Nieto fue la lealtad con viejos amigos a los que designó en puestos clave de la Administración, en lo empresarial también. Una consulta en el portal Compranet da cuenta que el número de contratos otorgados mediante Adjudicación Directa crecía conforme transcurría el Gobierno. Mientras que en 2012 -el año en que EPN se puso la banda presidencial- se otorgaron 94 mil 154 contratos, en 2014 esa cifra fue de 108 mil 503. En 2016, fue de 125 mil 162. En cuanto a los montos, de 101 millones de pesos en 2012 se pasó a 151 mil 346 millones en 2014, y a 138 mil 120 millones en 2016.

Con ello, el panorama cambió y los rostros de los ganadores fueron otros. Una de las conclusiones del estudio del IMCO fue que durante la Administración de Felipe Calderón, había cien empresas con el 43 por ciento adjudicado de manera directa y para 2016 –el tercer año de EPN–, sólo tenían 20 por ciento. En cambio, las empresas con más contratos de 2016 pasaron de tener el 16 por ciento del monto total en 2012 al 51 por ciento. Un incremento de 218 por ciento. Además, 73 entidades que no figuraban al concluir en 2012, tenían el 32 por ciento a la mitad del sexenio.

El panorama anterior no coincide con las tendencias internacionales que marcan que la Adjudicación Directa debe ser excepcional y no predominante. Para el índice del IMCO, el porcentaje que completó el Gobierno que concluirá el próximo 30 de noviembre es tan grande que entraña el terrible riesgo de la corrupción y abre las puertas para un nuevo marco jurídico en las ventas del Gobierno.

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LAS EMPRESAS

1.- PESCADOS INDUSTRIALIZADOS (PINSA)

Giro: Atún.
Empresario: Eduvigildo Carranza.
Contratos: 1,693.
Monto: 455 millones 522 mil 400 pesos con 42 centavos.

Relación con EPN: En tres ocasiones, el Presidente pasó sus vacaciones en el complejo turístico Estrella del Mar, propiedad del empresario. Ambos declararon ahí que son amigos y permitieron que se les retratara juntos. El resort se encuentra en la Isla de la Piedra en Mazatlán, Sinaloa; cuenta con un campo de golf profesional de 18 hoyos diseñado por Robert Trent Jones Jr. arquitecto reconocido en el mundo, 5.6 kilómetros de playa virgen, un spa, cancha de tenis y 68 habitaciones. Para jugar golf se les unió el Gobernador del estado, Quirino Ordaz.

En 2017, Eduvigildo Carranza recibió el Premio Nacional Agroalimentario. Se lo entregó el propio Presidente en la 33 Asamblea General Ordinaria del Consejo Nacional Agropecuario. Pinsa, con sus marcas Atún Dolores, Mazatún y El Dorado, genera más de cuatro mil empleos. Casi todo el atún que compró Diconsa, lo vendió esta empresa sinaloense que hace unas década era pequeña.



En la imagen, Eduvigildo Carranza recibe el Premio Nacional Agroalimentario de manos de Enrique Peña Nieto. El Jefe del Ejecutivo federal ha pasado vacaciones en el complejo turístico Estrella del Mar, situado en la Isla de la Piedra en Mazatlán y que es propiedad del empresario sinaloense. Foto: Presidencia de la República

2.- ACTIDEA

Giro:  Eventos.
Empresario: Eduardo Gama Pizarro.
Contratos: 150.
Monto: 500 millones de pesos.

Relación con EPN: Jamás apareció en público ni hizo alarde del crecimiento exponencial de su empresa. No se tomó fotos al lado del Presidente, ni aceptó entrevistas en las que contara sobre su estrategia empresarial. ¿Alguna foto? No hay ninguna que ilustre su historia de éxito. Mientras mantenía este bajo perfil, su empresa se convirtió en la reina de los festejos y actos públicos del Gobierno federal. De hecho, en la dominante. Fue la que, por 30 millones de pesos, organizó la recepción del Papa Francisco a México en febrero de 2016. También estuvo a cargo de El Grito de Independencia de 2013 a 2015 en el Zócalo capitalino. Ese evento le dejó por tres años 55 millones 556 mil pesos.

No sólo recibió contratos del Gobierno para organizar eventos. También un perdón. Dejó de pagar 167 mil 958 pesos por una multa al Sistema de Administración Tributaria (SAT), entidad a la que también le organizó eventos a los que asistió el entonces Secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso.



Actidea organizó decenas de eventos en el sexenio de Enrique Peña Nieto en diversos escenarios: Palacio Nacional, el Zócalo capitalino y la recepción del Papa Francisco a México, entre muchos otros, por lo que sumó 150 contratos con valor de 500 millones de pesos. Foto: Actidea

3.- GRUPO HERDEZ

Giro: Alimentos enlatados.
Empresarios: Enrique Hernández Pons y Héctor Hernández Pons.
Contratos: 2,090.
Monto: 208.4 millones de pesos.

Relación con EPN: En el preámbulo de las votaciones del pasado 1 de julio, Héctor Hernández Pons Torres le envió una carta a sus empleados en la que les pedía tomar las medidas necesarias para “amortiguar un posible deterioro a su patrimonio” ante el eventual triunfo de Andrés Manuel López Obrador, del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Les dijo: “En estos 104 años que tiene Grupo Herdez de existir, hemos pasado por muchas situaciones adversas y de alguna u otra forma hemos salido adelante, aunque no sin sufrir daño económico que nos limitara la posibilidad de crecer y generar más bienestar”.

Herdez es la líder en México del sector de alimentos procesados y tiene un siglo de operaciones. Empresa familiar, su dirección y gestión ha pasado de generación en generación. La de Héctor Hernández Pons Torres es la tercera. Ha promovido de manera pública su respaldo a los Gobiernos emanados del Partido Revolucionario Institucional, pero no se llevó mal con los dos que surgieron del Partido Acción Nacional.



Héctor Hernández Pons es presidente de Grupo Herdez, además es presidente de la Cámara Nacional de Conservas Alimenticias, Consejero Regional de Banamex y de Nafin, presidente del Capítulo de la CdMx del Business Alliance for Secure Commerce y miembro del Consejo de Papalote Museo del Niño. Foto: Especial

4.- GRUPO TELEVISA

Giro: Contenidos televisivos y editoriales.
Empresario: Emilio Azcárraga Jean.
Contratos: 260.
Monto: 6,036 millones de pesos.

Relación con EPN: Un signo del Gobierno que concluirá el próximo noviembre fue el gasto en publicidad oficial que ascendió a 40 mil millones de pesos. Televisa fue la más beneficiada. Sólo en 2016, el presupuesto de anuncios oficiales fue de 10 mil 699 millones de pesos y Televisa recibió dos mil 600 millones de pesos.

Desde que fue Gobernador del Estado de México, Peña Nieto conformó un binomio con Televisa. En 2010, se casó con Angélica Rivera Hurtado, actriz de esta casa productora. La unión fue televisada con la misma producción de un final feliz de telenovela. Pero los años trajeron más drama que felicidad. En su segundo año en la Presidencia de la República, a Peña Nieto le fue descubierta la posesión de una mansión en Las Lomas de Chapultepec en la Ciudad de México concedida por Juan Armando Hinojosa Cantú, contratista millonario del Gobierno. Fue Rivera Hurtado quien apareció para explicar que ella era la dueña. En su alocución, en un video publicado en su página oficial, indicó que se hizo de la propiedad con el sueldo que percibió por más de veinte años en Televisa. Pero su discurso resultó increíble y la popularidad del Gobierno se fue en declive.

A la par, la empresa también vio el precipicio. 2016 cerró como el año menos rentable de la compañía en una década, según el reporte ante la Bolsa Mexicana de Valores. A partir de entonces, se cancelaron contratos lucrativos, se desecharon programas emblemáticos y se le retiraron los contratos de exclusividad a actores. Todo ello, los especialistas lo explicaron por la competencia que impuso Netflix y YouTube y el fracaso en el gusto del público del género de la telenovela. El 26 de octubre de 2017, Emilio Azcárraga Jean –el heredero en tercera generación– renunció a la Dirección General y se quedó como presidente del Consejo de Administración del consorcio. Una de sus últimas declaraciones [septiembre] fue que el recorte a la publicidad oficial, anunciada por el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, no afectará a Televisa.



Emilio Azcárraga Jean y Enrique Peña Nieto tienen una vieja amistad. La imagen corrresponde al 27 de noviembre de 2007, cuando el actual Presidente de México era aún Gobernador del Edomex, durante la inauguración del Centro de Rehabilitación Infantil Teletón en Neza. Foto: Isaac Esquivel, Cuartoscuro

5.- EXPECTRAS Y PROPIEDADES INMOBILIARIAS DE MÉXICO (GRUPO HOMEX)

Giro: Construcción.
Empresario: Eustaquio Tomás de Nicolás Gutiérrez.
Contratos: 17.
Monto: 272.18 millones de pesos.

Relación con EPN: El empresario compartió casa con Enrique Peña Nieto cuando los dos estudiaban en la Universidad Panamericana. En 1989, constituyó en Culiacán, Sinaloa, a Homex, un consorcio con varias divisiones en la construcción y comercialización de viviendas. Desde 2005, De Nicolás es miembro del Consejo de Administración de la Bolsa Mexicana de Valores y fue presidente y vicepresidente regional de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (Canadevi).

La firma empezó a arrastrar deudas desde 2010. Se enfrascó en litigios, expropiaciones de predios y reclamos millonarios de adeudos. Una de sus medidas fue reducir al mínimo su personal, lo que le ocasionó demandas laborales. En 2013, la empresa adquirió más problemas por una emisión de bonos por 11 mil 869 millones de pesos y enfrentó demandas de grupos bancarios como Barclays y Credit Suisse, tras incumplir con los pagos de garantías.

En 2016, la Comisión de Valores de Estados Unidos le abrió una investigación en su contra por presunto fraude. Durante el peñanietismo y pese a la crisis de la empresa, el grupo recibió 272 millones de pesos por Adjudicación Directa.


Eustaquio Tomás de Nicolás Gutiérrez es el presidente del Consejo de Desarrolladora Homex. La empresa fue fundada en Culiacán, Sinaloa en 1989, y se enfocó, primero, al desarrollo de áreas comerciales y, luego, al diseño, comercialización y construcción de vivienda de interés social y media. Foto: Homex

6.- SIXSIGMA NETWORKS

Giro: Tecnología.
Empresaria: María Asunción Aramburuzabala.
Contratos: 53.
Monto: 6,933 millones de pesos.

Relación con EPN: Heredera del empresario español Félix Aramburuzabala, quien en conjunto con Pablo Díez, fundara en 1925 la cervecería Modelo, esta mujer –nacida el 2 de mayo de 1963 en la Ciudad de México y Licencia en Contaduría Pública en el Instituto Tecnológico autónomo de México (ITAM)– se convirtió en la más adinerada de México, según la revista Expansión. Pese a que su empresa de tecnología no obtuvo buenas calificaciones en los años peñanietistas, el Gobierno federal se mantuvo como su principal cliente de software. Incluso, tuvo el contrato para expedir la Clave Única de Identidad, compromiso que el Presidente hizo bajo el Pacto por México y que repitió cuando se generó la crisis de Ayotzinapa en el decálogo en el que reasumió el Estado de Derecho en 2014. Pero no lo cumplió. La clave no estuvo lista y el proyecto fue abandonado.

La empresa es dueña de la marca KIO que brinda servicios de tecnología en México, Panamá, Guatemala, República Dominicana y España. En 2015, la calificadora Standard and Poor’s (S&P) evaluó sus bonos como “basura”, lo que no impidió que el Gobierno mexicano continuara como su cliente.



En la imagen, el Presidente Peña y María Asunción Aramburuzabala el 9 de julio de 2015, día en que el Consejo Mexicano de Negocios anunció inversiones en México por 33 mil millones de dólares, equivalentes a más de 520 mil millones de pesos para ese año. Foto: Presidencia de la República

7.- GRUPO NACIONAL PROVINCIAL Y GRUPO PROFUTURO GNP

Giro: Seguros.
Empresario: Alberto Bailléres.
Contratos: 77.
Monto: 580.61 millones de pesos.

Relación con EPN: Según la lista de Forbes es el tercer hombre más rico del país. Es hijo de Raúl Bailléres, quien fundó el Instituto Tecnológico Autónomo de México de donde egresaron hombres que fueron piezas clave en el Gobierno peñanietista como José Antonio Meade, Luis Videgaray Caso y Virgilio Andrade Martínez. Emblema de los negocios en México, ha mantenido relaciones cordiales con los Gobiernos en turno. El de EPN no fue la excepción. Durante el sexenio de Felipe Calderón, la fortuna de la familia Baillères pasó de 2.8 mil millones a 16.5 mil millones de dólares, según el cálculo de Forbes. La clave de este crecimiento: las acciones de Peñoles en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) que se apreciaron 450 por ciento. Pero este relumbrón se disipó debido a la estrepitosa caída del oro y la plata en el mundo. Durante el peñanietismo, Alberto Bailléres se concentró en la diversificación de su consorcio, Grupo BAL del que se desprende la aseguradora GNP que le vendió 580 millones de pesos 511 mil pesos por Adjudicación Directa al Gobierno mexicano para los seguros de vida de los funcionarios públicos.



El empresario Alberto Baillères González y el Presidente Peña Nieto en una imagen del 2 de noviembre de 2016, durante la ceremonia conmemorativa del 70º Aniversario del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Foto: Presidencia de la República

8.- ESTUDIOS AZTECA

Giro: Televisión.
Empresario: Ricardo Salinas Pliego.
Contratos: 290.
Monto: 4,164 millones de pesos.

Relación con EPN: La televisora fue una de las beneficiarias de la publicidad oficial en la que este Gobierno gastó de manera indiscriminada. Como Televisa, la casa de Salinas Pliego también le sirvió de escaparate para su principal característica: la empatía con el público televidente. En 2017, en la celebración de 15 años del Banco Azteca, realizado en Campo Marte, le hizo un reconocimiento al dueño de Azteca, muy en su estilo. Peña Nieto dijo: “Lo digo con respeto a Ricardo Salinas. Hablando de que el progreso se construye a través de los inconformes, yo tendría que inconformarme con tal afirmación, porque debería decir que el progreso efectivamente es de aquellos que están en la actitud de ser innovadores, de tener proyecto, de tener visión, no sólo de ser inconformes”.

En 2013, el Gobierno de Peña Nieto lanzó el programa “Ponte al Corriente” que otorgó facilidades a deudores de impuestos. Pero más que aumentar la recaudación, sirvió para otorgar perdones a empresarios acaudalados. A Salinas Pliego le fueron condonados 13 millones 280 mil pesos a su filial Azteca Novelas por los impuestos de 2015.



Ricardo Salinas Pliego y Enrique Peña Nieto –al centro en la imagen–, durante el evento conmemorativo a los 15 años de Banco Azteca –propiedad de Salinas Pliego–, que se celebró en el Campo Marte de la Ciudad de México. Foto: Mario Jasso, Cuartoscuro

9.- PRODUCTOS DE CONSUMO O’MEGA

Giro: Tecnología.
Empresario: No es público. La dirige Juan Carlos Ordóñez Rojas.
Contratos: Cuatro.
Monto: más de 200 millones de pesos.

Relación con EPN: No se trata de una empresa fantasma, pero su directiva no es pública. Aun con esa falta de transparencia, el Presidente le otorgó un contrato por 128 millones de pesos sin mediar licitación para que construyera un centro de datos en la casa oficial de Los Pinos, en 2014, el año en que la aceptación de su gestión se derrumbó. El dinero para dicho proyecto cibernético equivale al monto destinado por el Gobierno Federal y el de Puebla a los Bancos de Alimentos de ese estado, un programa que fue parte de la Cruzada Nacional contra el Hambre que ese mismo año se puso en marcha en ciertos municipios del país para amainar la pobreza extrema.

Pero la parte técnica del contrato fue puesto bajo reserva hasta 2026. Ese año, Enrique Peña Nieto tendrá ocho años de haber dejado la residencia oficial de Los Pinos, su edad será de 60 años y la tragedia de Ayotzinapa que descarriló su Gobierno tendrá 12 años de haber ocurrido. La revelación de que poseía una mansión en las Lomas de Chapultepec, el affair conocido como “casa blanca, cumplirá 12 años. Y habrá pasado un año de que Andrés Manuel López Obrador haya dejado la Presidencia.

10.- KIMBERLY CLARK

Giro: Papel.
Empresario: Claudio X. González Laporte.
Contratos: 2,360.
Monto: 296.11 millones de pesos.

Relación con EPN: La familia de Claudio X González Laporte ha mantenido de manera pública inclinación hacia los Gobiernos tanto del PRI como del PAN. El consorcio que formó tiene 93 años de operaciones con productos de consumo personal como toallas femeninas, pañales, servilletas, papel higiénico, jabón y toallitas húmedas.

En este sexenio, los abarrotes no comestibles de la compañía no faltaron en las tiendas de la Distribuidora Conasupo (Diconsa), parte de la Secretaría de Desarrollo Social. Las más de dos mil adjudicaciones a Kimberly-Clark se dieron cuando Héctor Eduardo Velasco Monroy, hoy Diputado federal por el PRI por Atlacomulco, Estado de México, fue Director de Diconsa. Lo que más le vendió Kimberly Clark fue papel higiénico, servilletas, toallas y pañales.

En octubre de este año, el Presidente de la República le entregó el galardón al Mérito Centenario CONCAMIN a González Laporte.



Claudio X. González Laporte y el Presidente Enrique Peña. El empresario es uno de los más influyentes del país: presidente del Consejo de Administración de Kimberly Clark de México, y fundador del Consejo Mexicano de Negocios (CMN) antes Consejo Mexicano de Hombres de Negocios. Foto: Guillermo Perea, Cuartoscuro

(SIN EMBARGO/ LINALOE R. FLORES/ OCTUBRE 30, 2018, 12:05AM)