miércoles, 7 de agosto de 2019

ORINES


Para Alejandro Román, ese gran bato.

Celeste era universitaria y vivía en una ciudad que parecía quedarle chica: conocía de memoria los antros y bares, los casinos, el cine, los cafés y restaurantes de caché y los más sencillos. Estudiaba una carrera universitaria y no le iba mal en calificaciones, pero ella quería más en su vida, sus pasos, el viento pegándole de frente, el sol inocuo y la luna rojiza y rodeada de ese velo lechoso, siempre retándola. Más, más, más. Quiero más.

Su madre le dijo que ya no llegara tan tarde y menos los fines de semana. Están muy feas las calles, la ciudad. Hay mucha gente mala. Dicen que en la noche patrullan los sicarios y que hay toque de queda. Qué es eso, preguntó Celeste. Esa palabra no existe en mi diccionario. Tenía un carro rojo, deportivo. Se veía bien el carro pero más cuando ella iba frente al volante. Como esa noche, que su amiga Rubí la invitó a gastarse una lana en los casinos.

Celeste veía cómo su amiga metía y metía monedas a las maquinitas. Sacaba billetes, los cambiaba por fichas y luego a los dados, otra vez las máquinas y otra ronda por la senda del perdedor. Hasta que acabó con el presupuesto que su padres le habían dado para esa semana. Vámonos, ya no tengo nada. La llevó a su casa por las venas de luces y asfalto, le dio un beso de despedida y partió. De regreso, recordó que su madre le había pedido leche deslactosada. Casi media noche. Empezó a buscar un ocso para comprarla.

Entró, fue al fondo buscando el refri de los lácteos. Nada. Le preguntó a la cajera. No han surtido, respondió. Salió al estacionamiento y justo cuando desactivó la a alarma de su carro rojo sintió algo duro en su costilla izquierda. No supo qué era, pero el hombre que estaba detrás le dijo no grites no respires no hables. La subió a una camioneta donde había otros tres. Encapuchados y armados. Uno le arrebató el bolso y vació papeles, tarjetas, billetera, lentes, cosméticos. El que revisaba dijo, encabronado, chingada madre. Ella sintió que se meaba.

Empezó a decirles que no le hicieran nada. Suplicó, sentada en el asiento delantero. Que era estudiante y que no traía dinero. Mis padres me esperan, por favor. Déjenme ir. Ellos la miraban como quien mira la señal de alto en un crucero. Ansiosos, sedientos, alterados. Volteaban para atrás y para los lados. Nada, jefe. No trae nada.

Pinche vieja, andas perreando. Bájate. Bájate, lárgate de aquí. Ella lloraba. Calladita porque te mato, cabrona. La siguieron con sus armas y vieron cómo se alejó en su carro. Al día siguiente salió en los periódicos balacera afuera de un ocso. Hombres armados atacan a los tripulantes de un vehículo rojo. Y ella, que vio la nota, sintió cómo brotaban los orines, cuesta abajo, entre sus piernas.

Columna publicada el 4 de agosto de 2019 en la edición 862 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/ JAVIER VALDEZ/ MALAYERBA/ AGOSTO 6, 2019, 7:37 AM)

EL CASO


El joven abogado tenía poco tiempo litigando. Puso un despacho cuyo escritorio rápidamente llenó de expedientes. Joven, bien parecidos, de familia honesta. Era hijo único. Su padre era un abogado de mucho prestigio que se había dedicado a la docencia, también limpio y de buenos principios. Ambos eran inteligentes y estudiosos de las leyes.

Esa mañana entraron por la puerta de la oficina dos hombres que apenas le sonrieron. Le preguntaron si él era el abogado. Aventaron al escritorio un sobre con treinta billetes de mil y le dijeron que tomara un caso: sacar de la cárcel a un joven que había sido detenido por el Ejército. Él les dijo que estaba bien y que pronto les llamaría.

Rayó en su piel tres surcos entre sus cejas y los miró alejarse. Algo no le gustó. Checó el expediente, tomó el celular e indagó. No encontró nada bueno. Le contó a su padre. Seguramente él, pensó, con su sapiencia, va a aconsejarme. Tragó saliva y le supo amarga. Cuando llegó a su casa el pollo estaba servido. Vino tinto, tortillas calientitas, algo de pan y manteles bajo los tres platos.

Terminaron de comer y charlar alrededor de la mesa. Padre, le dijo sin que su madre lo oyera, quiero hablar contigo. Se separaron y fueron hacia la sala, mientras degustaban el vino. Cuando terminó de contarle, el viejo abogado hizo un gesto con su boca. Creo que debes excusarte. Diles que no puedes, que no le entras a casos penales o cualquier cosa. Pero te aconsejo que les regreses el expediente y los billetes.

Al día siguiente llamó a esos dos y cuando los tuvo enfrente, sin siquiera separarse de su escritorio, les dio la noticia. Uno de ellos lo miró fijamente. El otro tomó el dinero y los papeles. El que le clavaba los ojos, le anunció: te vas a arrepentir. Él sonrió como maniquí. Aquellos salieron sin voltear y estrellaron la puerta. Voy a tomar unos días, a descansar, pensó. Sintió su pecho aprisionado, sus manos de papel, sus piernas flacas.

Es cumple de mi amá, le dijo a su padre cuando llegó a casa. Vámonos, hay que invitarla a cenar. Estás seguro, preguntó él. Claro. Subieron y avanzaron por el ancho bulevar. Vio por el retrovisor que una camioneta lo seguía. Cambió de carril pensando que lo querían rebasar, pero los de la camioneta hicieron lo mismo. Dio una vuelta y luego otra, y el vehículo seguía ahí, pegado.

Hizo una seña a su padre y él y ella terminaron hechos bola en el piso del automóvil. Los de la Tacoma se emparejaron y desde sus ventanas escupieron plomo incendiado.  Terminó chocando contra una barda. Volteó a ver a su madre, intacta. Su padre con un rozón en el hombro. Llegaron los paramédicos y vio entonces su ropa. Sangre. Ocho disparos. Cuando lo subían a la ambulancia, murió.

Columna publicada el 28 de julio de 2019 en la edición 861 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/ JAVIER VALDEZ/ MALAYERBA/ JULIO 30, 2019, 10:29 AM)

EL NEGRO


Déjate de chingaderas, le dijo doña Mari. Le había encontrado al negro pequeñas porciones de mariguana y chuqui y no era la primera vez. Cuando se dio cuenta, meses antes, que no solo consumía sino vendía, casi se desmaya en la sala de la casa, que también es cocina y comedor.

Ella sentía que su gobierno en esa familia iba en picada. Hacía dos años que su esposo había muerto y poquito después sus dos hijas se casaron apresuradamente. Siempre pensó que había sido por lo mismo: la incertidumbre, la falta de dinero, el sálvese quien pueda porque el barco se hunde, y su falta de autoridad. Desde entonces, doña Mari lavaba y planchaba ajeno y aun así no le alcanzaba.

Déjate de chingaderas, le repitió. Pero su hijo no parecía escucharla. Se agachó a juntar el guato de yerba y luego caminó hacia el rinconcito donde dormía. Cerró abruptamente, sellando el intento de diálogo. Él no levantaba la cabeza ni respondía a los reclamos. Tal vez un sí, amá. No amá. Doña Mari no quería decirle a su hija mayor, para no preocuparla. Pero aquello se le salía de las manos y se sentía débil, cansada: las ojeras eran norias profundas, había bajado de peso y la diabetes arreciaba. Le daba miedo la muerte, dejar a su hijo a la deriva y con esa droga. Al fin optó por comentarle a la hija.

La hija se preocupó y el sábado fue a buscar a su hermano. Oye, Negro. No la chingues. Mi amá se desmaya por ti, no duerme de las preocupaciones. Ta enferma, cabrón. Agarra la onda. Tú muy a gusto, vendiendo chingaderas y metiéndotelas por quién sabe dónde. O dejas esto o te vas de la casa. Sí, sí, pinche amargada. Le prometió que el lunes dejaría todo, que para entonces ya habría vendido lo que tenía. No quiero ver a mi amá lavando ajeno. Quiero ponerle un changarrito, aunque sea chiquito, pa que venda chuchulucos o ponga una cenaduría. Para eso quiero el dinero de la droga.

Pobre de ti, pinche Negro. Vengo el lunes y si veo algo de esto, te vas a la chingada. El Negro la miró con coraje, pero hasta ahí. Asintió levemente. Salió de ahí enojada, frustrada. Vio al Negro de niño, travieso y juguetón. Con muy pocos años ya se iba a la tienda y luego sin permiso sus pasos alcanzaron más allá de la esquina, de la cuadra y la colonia. Rebelde. Volvía transformado de esos trajines y con la escuela no pudo.

Se alejó. Entre la rabia, la tristeza, el dolor. Su madre enferma, frágil, y el Negro desorientado, enfermo y delincuente. No quiero que lo maten, pensó. El lunes ella iba camino a la escuela, a dejar a sus hijos. Bajaron los morros de la camioneta y prendió la radio. El conductor daba las noticias de última hora. Esta madrugada, un comando entró a una casa y mató a una mujer de setenta años. Iban por uno que llaman El Negro, pero ella se metió.

Columna publicada el 21 de julio de 2019 en la edición 860 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/ JAVIER VALDEZ/MALAYERBA/JULIO 23, 2019, 6:54 AM)

LUCES APAGADAS


Los sicarios llegaron al lugar y cerraron las calles de acceso. Eran unos cincuenta, en camionetas grandes y de modelo reciente. Iban todos de negro, con letras blancas y amarillas en la camisa, para que los ubicaran rápidamente y no los confundieran.

Echaron bala porque había que poner orden y sembrar su desorden: el poder de una gavilla se mide por el ruido de sus armas.

Aquello se convirtió en un corredero. Los vecinos se ocultaron tras las paredes, los clientes del abarrote se escondieron detrás del mostrador. La farmacia de la esquina bajó la cortina de acero y la máquina de la tortillería guardó silencio. Las mujeres gritaron mientras corrían hacia sus casas o a donde podían, con tal de escapar de las balas. Pero los delincuentes no las querían a ellas ni habían disparado sin ton ni son. Iban por él y si alguien se atravesaba lo iban a trozar también.

Esculcaron algunas viviendas y lo encontraron. Se resistió, lo golpearon. Gritó y le dieron un culatazo en la panza. Pataleó, les echó de la madre, quiso brincar pero estaba derribado, les tiró chingazos pero solo movía el aire. Al final, ya flaco de pulmones y con la garganta atrofiada, suplicó. Cállate perro. Dos cachazos en la frente.

Se lo llevaron a rastras y luego en vilo. Lo cargaban entre cuatro y lo aventaron a la caja de una camioneta, donde lo acostaron y le pegaron unas cuantas patadas. La policía ya sabía: habían recibido una veintena de reportes al cero sesenta y seis. Pero los comandantes y jefes de grupo sabían de lo que se trataba, así que mandaban a sus agentes a otros lados. Los de un patrulla, entre el despiste y no muy convencidos de cumplir con su deber, se acercaron con sigilo. Apagaron las luces y la radio de intercomunicación. También la torreta. Los polis iban agachados, atrás, y los de la cabina quisieron subir los chalecos antibalas a la cabeza, achicarse y zambullirse en ellos.

La patrulla hacía el ruido de las llantas avanzando por el asfalto. El motor apenas se escuchaba. Parecían andar de puntillas, para no ser vistos por los del comando de negro. Se acercaron más de lo que debían y fueron vistos por los matones. Les echaron las luces altas de una tacoma y quedaron en el centro de los fanales, como en medio del espectáculo: pillados. Uno de los sicarios se acercó sin dejar de apuntarles. Otro lo hacía desde lo alto del vehículo, con una calibre cincuenta.

Órale putos. Órale, a chingar a su madre. Dale para atrás, aquí no tienen nada qué hacer. Se los digo por su bien. El agente que manejaba la patrulla era el oficial a cargo. Sí jefe, sí jefe. Y así, como llegaron, se fueron. Silenciosamente. Al día siguiente fue encontrado el cadáver del joven levantado. Lesiones con saña, quemadas de odio y venganza, y tiros sin gracia.

Columna publicada el 14 de julio de 2019 en la edición 859 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/ JAVIER VALDEZ/ MALAYERBA/ JULIO 16, 2019, 6:58 AM)


NO QUIERO SER ESTUDIANTE


Para Estela Juárez y su cría de amor


La niña de apenas ocho años se acercó a mirar lo que leía su tía. La tía estaba metida en las páginas de ese libro, en cuya portada se leía que eran historias de orfandad, de la muerte barata, de las esposas de los asesinados, de los hijos de desaparecidos, del policía homicida, del gobierno sometido y cómplice. Un niño, una mirada ausente, de reclamo, de lluvia salada, de espera amarga, ilustraba la portada del ejemplar.

Qué lees, tiíta. La tía la miró y le dijo un libro. Es sobre la violencia, los narcotraficantes, la gente que ha muerto y la lucha de sus familiares por encontrar a sus familiares, porque no saben a dónde se los llevaron. Me lo prestas, quiero leerlo. No, mija. Este libro no es para niños. Verás: son historias reales y muy tristes, dolorosas, hablan de la violencia, de personas a las que han golpeado y les han disparado balazos.

Si quieres, si de verdad quieres saber, puedo contarte alguna de las historias. No leértela, porque son muy fuertes. La niña se retiró y solo dijo ay tiíta, cuando dio la media vuelta. A los días, la tía terminó de leer el libro, entre esos llantos bajo las sábanas, a solas, a oscuras, en medio de un invierno invasivo que no mide el mercurio del termómetro ni anuncia el meteorológico. Las heridas de las historias que contaba el libro se le habían pegado a la piel, las cicatrizas estaban asidas a su pecho, su mirada marcada por las lágrimas de esos, hijos y viudas, protagonistas: su alma estaba baldía.

Uno de esos domingos se levantó tarde. Mediodía y ella todavía con la modorra, buscando a tientas el café, lo caliente, la deliciosa y líquida amargura que además de despertarla, le levantaba el ánimo. Vio a su sobrina en la sala, luego del segundo sorbo. Junto a ella, el libro que le había prohibido. La mirada de la pequeña la delató: había leído las historias que ella censuró. Le preguntó. La niña asintió. Sonrió. Corrió hasta su tía. La abrazó y sus manos y piernas y tórax y panza, la atravesó. Fundidas, en medio de la sala. La tía soltó el llanto y la niña la consoló. Siempre, tiíta. Siempre habrá cosas buenas. Y lloró más.

Esa niña ya traía las lesiones de muchos, incluida su tía. Y sin embargo se levantaba de entre las ruinas para consolar y salir a la calle. En una calle se toparon con una manifestación. Eran los familiares de los cuarenta y tres de Ayotzinapa. Gritaban vivos los queremos. La niña los vio. Volteó a ver a su tía. Y vio de nuevo a los inconformes. Gritos, pancartas, la policía rodeando. La marabunta, la rabia. Tiíta, yo no quiero ser estudiante. Por qué, amor. Porque no quiero que Peña me desaparezca.

Columna publicada el 7 de julio de 2019 en la edición 858 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/ JAVIER VALDEZ/ MALAYERBA/ JULIO 9, 2019, 7:24 AM)

YO NO VOY


Pelo corto y un cuerpo compacto, como de brazos y tórax blindados. Recuerda esa vez que les dieron el pitazo: ahí, en esa casa blanca de pilares rojos, está El alacrán, un narco pesado de la localidad. Lo mandaron a él y a varios de su grupo. Cuando llegaron, el hombre estaba desarmado, sentado en la silla del comedor, junto a su esposa y un hijo. El hombre quiso brincar, tomar el fusil y enfrentarlos. No tuvo tiempo: ya lo tenían encañonado y varios uniformados encima.

Ellos llegaron gritando Secretaría de Marina. Pum. Tumbaron la puerta. Dos pasos, tres. Ya estaban frente a él, sometiéndolo. La esposa llorando, abrazándose al niño, que también chillaba. Vengo por él. Vengo por él. Gritó dos veces, viendo a la esposa y al hijo, intentando que no se preocuparan. Pero el cielo de hogar ya estaba quebrado, igual que la vida de esos tres. Salieron de ahí con la misma efectividad y el cincho atando las muñecas de ese hombre, uno de los más buscados por la autoridad.

Misión cumplida, le dijo a su superior. Era una de sus primeras encomiendas y la había atendido, como reza ese discurso tan usado por los políticos cuando anuncian una detención, sin disparar un solo tiro. Varios años en la marina y demasiada teoría en los salones de clase. A él le hubiera gustado más adiestramiento en cuanto al uso de armas, tácticas, enfrentamientos y casos de rehenes, francotirador, uso de explosivos, cuerpos de elite, etcétera. Pero no, poca formación militar y mucha teoría. Para él, los mejor adiestrados en cuanto al combate y operativos, son los militares. Los ve con envidia y añoranza.

Ese día que le dijeron que los iban a trasladar a Tamaulipas el suelo se le movió. Habían participado en un enfrentamiento: los civiles pusieron tres muertos, ellos ninguno. Su esposa estaba embarazada y la de su compañero tenía un bebé que apenas iba a cumplir el año. Y ellos ahí, mirando el abismo y pensando que iban a pisar el fuego del infierno: ahí, todos, uniformados y sicarios, alimentan las fauces de la muerte, que no tiene llenadera.

Él la pensó y la pensó. Ir a Tamaulipas, estar en medio de la guerra entre dos o tres organizaciones criminales. Patrullar con su estrés en calles oscuras y zonas deshabitadas, propicias para la emboscada y para que les perforen el uniforme y los trocen la piel, los músculos, sus órganos intestinos. No le gustó nada. Se puso nervioso y se lo contó a su esposa. Ella lloró y le dijo no te vayas, agarrándose la panza. Al día siguiente él se presentó al cuartel a renunciar.

Su amigo le dijo yo me voy. No me va a pasar nada. Se despidió de su bebé y de su esposa de veintitrés. Lo sorprendieron patrullando, cuando hacía guardia. Les dispararon desde todos lados y ni siquiera tocó el gatillo. Su esposa le llora. Su hijo pregunta cuándo va a regresar su papá.

Columna publicada el 30 de junio de 2019 en la edición 857 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/ JAVIER VALDEZ/ MALAYERBA/ JULIO 2, 2019, 6:55 AM)


NO ES ÉL


El hombre respiraba con dificultad. Bien le habría venido un compresor, para inflar sus pulmones. Alcanzó a decir que ahí lo tenían. Rumbo a… y dejó de hablar. Luego tomó de nuevo aire: lo están golpeando mucho, la verdad no han dejado de torturarlo.

Pero yo sé que él es inocente. Hubo un silencio exasperante. Largas pausas ahogando las palabras y la respiración. Y luego nada. Nada.

La madre se quedó esperando más detalles. Angustiada, con el corazón en la garganta: la esperanza diluida, ausente, palpitante a ratos, rasgando la lengua y arañando por dentro el pecho. Pensando cómo estará su hijo, si logran encontrarlo, si podrán rescatarlo y hablar con los delincuentes y decirles que él no hizo nada. Pero las horas pasan y las manecillas llegan vacías, tardadas.

Iba en su moto de repartidor. A un mandado de su hermano más grande. Trabajaba de madrugada, entregando periódicos a domicilio. Era muy responsable con sus horarios y solo había faltado dos días, porque le dio chikungunya y fiebre y dolor de huesos y vómito. Descansó y aunque no guardó suficiente reposo, se levantó al tercer día para irse a trabajar. Dijo no puedo faltar. Se montó en la motocicleta y a darle, muy de madrugada.

Pasó muy poco tiempo para que le cerraran el paso. Lo tumbaron de la moto y lo tundieron a patadas. Súbanlo a la camioneta. Jefe, él no es. No es. Cállate el hocico, le contestó. Claro que es él. Vamos a llevarlo a la bodega. El joven les dijo que no había hecho nada malo, que solo se dedicaba a entregar periódicos. Lloró, suplicó, pataleó, balbuceó, con el trapo en la boca y la cinta canela cubriéndole los ojos. Toques eléctricos en los güevos, cortadas en brazos, abdomen y piernas. Puñetazos y patadas. Vas a hablar porque vas a hablar, pinche perro.

Como no regresó esa mañana, a la hora de siempre, su madre empezó a sembrar arrugas en la frente: hondas y oscuras. Su cara ensombreció, como si portara una personalísima nube negra. Fueron a la Cruz Roja, a tránsito municipal, los hospitales y la policía. Acudieron al Ministerio Público, a denunciar. Les respondieron que esperara unas horas más, que a lo mejor se había ido con la novia, los amigos, de parranda, a dar la vuelta. Oiga, yo conozco a mi hijo y es muy niño muy responsable, trabajador. Ni novia tiene. Búsquelo, por favor. Se lo suplico.

En eso sonó el teléfono. El de casa. Una voz desconocida, de joven, le dijo: señora, aquí está su hijo, cerca de… lo han torturado mucho. Ya lo tienen bien madreado y como que está inconsciente. No habla ni abre los ojos, está como dormido. Yo creo que se desmayó. Muerto no está porque respira. Oiga, yo sé que no es él. Es un error, pero…

Luego el silencio. Luego se oyeron gritos. Reclamos, exclamaciones de dolor. Y de nuevo el silencio. Tu-tu-tu. Clic.

Columna publicada el 23 de junio de 2019 en la edición 856 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/ JAVIER VALDEZ/ MALAYERBA/ JUNIO 25, 2019, 6:26 AM)

EL CAJERO


Salida norte. El padre, que iba al volante, decidió detenerse. Su esposa le dijo que necesitaba acudir a un cajero automático para sacar efectivo. Vio uno a lo lejos y maniobró para estacionarse enfrente. Además de ellos dos, iban el bebé de dos años y la niña grande: ella en el asiento de atrás y el morrito en brazos de uno y otro, porque no se estaba quieto.

La mamá se bajó. Ahorita vengo, amor, le dijo al bebé, pero éste abrió los brazos y empezó a llorar. Quería irse con la madre y ella cedió, en un primer momento, pero luego le dijo que no. Mejor quédate con tu apá, ahorita vengo. Y se fue y el morrito se quedó llorando y venteando, mocoso y gritón: adicto a los brazos de ella, sus olores, ese sudor dulzón, esos sabores entre fluidos y cantos y voces y miradas, que desde neonato había bebido hasta el embriague.

Se quedó ahí, protestando por ese paraíso que se le iba, momentáneamente. El padre lo tomó en brazos y le habló y le hizo cariños y le sobó las manos y la panza y la espalda, pero el morro no reaccionaba y seguía llorando. Miraba cómo su madre daba pasos en sentido contrario. Ella volvería brevemente, pero él no lo sabía. Ese instante sin ella era su destierro del paraíso de esos brazos acunados, esa voz de violines en piezas de Vivaldi. Lloró y lloró. Gritos que su padre quiso en vano callar, con palabras, pero no lo logró.

Un vehículo de cristales sin fondo se estacionó a un lado. Ellos no repararon que iban armados, hasta que los vieron de frente, ya con el tiro arriba. Crac. Y empezaron a dispararles. El primero en recibir los balazos fue el bebé, que con más razón seguía queriendo asirse al viento, en medio del espanto y la muerte que pegaba y perforaba y pasaba rozando.

La jovencita que iba en el asiento de atrás también gritó, se asomó entre los asientos y metió la mano al fuego por su hermanito. Lo jaló hacia ella para pasarlo a la parte trasera y cubrirlo con su cuerpo. No pudo. Lo intentó una y otra vez. En uno de esos intentos un proyectil le tumbó medio dedo y luego otra más le pegó cerca de la nalga. Fueron segundos de una eternidad y media. La vida suspendida ahí, dejando paso a las perforaciones. El padre cayó después de los primeros rafagazos y ni tiempo tuvo de guarecer a su hijo.

La madre, que estaba en el cajero de la sucursal bancaria, tampoco alcanzó a reaccionar. La tarjeta en la ranura, el monitor gritándole si deseaba realizar otra operación, los clientes en la histeria y la muerte estacionada ahí, afuera, en esa sucursal del abismo.

Cuando todo acabó, ella, la niña, abrió los ojos y tenía sangre en las manos y en la espalda. No se dio cuenta: por dentro le sangraba el alma, por ese hermanito muerto, su padre inerte y su madre derritiéndose en lágrimas y un viento ruidoso, sufrido y podrido.

Columna publicada el 9 de junio de 2019 en la edición 854 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/ JAVIER VALDEZ/ MALAYERBA/JUNIO 11, 2019, 6:52 AM)

LA ASPIRADORA


Para irse con los narquillos de la cuadra, Irving ponía una aspiradora bajo su cobija. Su madre, que sospechaba que no iba a la escuela, que algo andaba mal, se asomaba y se calmaba cuando veía el bulto, en la penumbra de la recámara del morro. Aitá, bien dormidito mijo.


Pero no. Él optaba por cabalgar las nubes negras en forma Gran Cherokee, altas y con fanales que de tan poderosos parecían concentrar en sus intestinos las dosis de varios soles: sentir cómo bramaba ese motor, cómo les abrían paso los otros carros cuando recorrían violentamente las arterias citadinas, cómo se achicaba la gente y los otros vehículos a su paso, cómo sus manos parecían extensión de esa treinta y ocho Pietro Beretta cuando hacía crac crac, y cómo la vida se detenía cuando él sonreía con las manos en el volante.

El dueño de la camioneta era su amigo, el jefe del barrio. Rufián del vecindario. Patrón de los morros de la cuadra y más allá, dueño de tres camionetas de lujo y de modelo reciente, que con un guiño compraba y vendía cada cinco o seis meses, igual que conseguía morritas que la hacían de edecanes o que canjeaban acostones por un experia con bastón para la selfi. Era el bato, el jefe, el señor, el dueño de la vida y la muerte, el dios de la colonia.

La poli me la pela, decía, con las palabras erguidas como su sangre. Y así era cuando lo atoraban por error los retenes o se hacía perseguir por los ministeriales. Todo era que lo vieran del otro lado del cristal parabrisas o de los costados, y se le cuadraban. Más de una vez les cortó cartucho, les apuntó con la morena nueve milímetros, les enseñó el cuerno como quien muestra que sus genitales son más grandes que los de cualquiera. Se le cuadraban, sin más. Usté disculpe, jefe. No conocimos la camioneta, perdón.

E Irving contento, en su mero mole. Enclicado. Ese era su ambiente, su hábitat: montar esa nube negra marca Cherokee, agarrar la Pietro y cerrojar, no más por gusto, probar el velocímetro queriendo saltar del tablero, sentir el fuego en sus dedos, los pies, la mirada. Todo, menos la escuela y la casa. Hasta que su padre lo torció. No habló con él sino con el jefe. Dejas en paz a mi hijo, si quieres vivir tranquilo. Se lo dijo con fuerza, con los ojos llorosos, con relámpagos en las manos. Y así lo hizo.

Una que otra vez el narco ese intentó regresarlo a la clica y se topó con el padre, que custodiaba la casa como dragón. Lo sorprendieron los enemigos, en la calle. Se agarró a balazos y fue detenido. Veinticinco años de cárcel. El padre se asoma, ve el bulto bajo la sábana: era la aspiradora. A dónde se fue este cabrón de Irving, gritó. La madre, enterada, en calma, le responde anda con la novia.

Columna publicada el 2 de junio de 2019 en la edición 853 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/ JAVIER VALDEZ/MALAYERBA/ JUNIO 4, 2019, 6:49 AM)

VAN POR CÁRTEL DE LA ZONA NORTE


Ex agente municipal de Mulegé, identificado como Cristian, está a la cabeza de la banda criminal tras la captura del “Chucky”, quedando como líder de plaza de la zona norte, Mulegé y Loreto, principalmente. Bajo su mando están “El Alan” y “El Flash”, “El Flaco” y/o “El Perrillo”. Fuerzas de inteligencia no revelaron las identidades de los sicarios de “El Pacquiao” y/o “El Lee” que operan en Guerrero Negro y El Vizcaíno

Luego de la captura de cabecillas del Cártel de la Zona Norte de Baja California Sur que opera la ruta de narcomenudeo y desaparición de personas en la región que va de Guerrero Negro en el municipio de Mulegé, al municipio de Loreto, fuerzas de inteligencia militar y del Estado, siguen la pista de una nueva banda criminal en la entidad.

La detención de Edson Geovanni Reyes Reyes “El Chucky” y/o “El 04” y/o “El 4 de la Baja”, presunto líder de plaza desde Santa Rosalía hasta Guerrero Negro en Mulegé, así como Loreto en Sudcalifornia y Ensenada y Mexicali, en Baja California -ocurrida el 30 de abril de 2019 en Mexicali, Baja California- reveló nuevos líderes estratégicos en la media Península.

“La detención del ‘Chucky’ dio como resultado que se movieran las piezas criminales, ahora hemos detectado a ‘El Cristian’ y/o ‘El Pacquiao’, un ex policía municipal de la zona de Vizcaíno que causó baja aproximadamente en septiembre de 2017, periodo en que estaba muy fuerte la situación en Los Cabos, pero también había disputa en Mulegé. Este individuo estuvo operando bajo el mando del ‘Chucky’, y por obvias razones a su caída, es que se viene su ascenso en la estructura criminal”, informó la fuente de la Agencia Estatal de Investigación Criminal (AEIC), de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).

Según dicha fuente, el presunto líder de plaza de la zona norte de Baja California Sur lideraba a un grupo de jóvenes narcomenudistas entre los 20 y 25 años de edad, entre los cuales “El Chucky” era “el encargado de desaparecer a contrincantes de células independientes y de otros grupos criminales que operaban la venta de droga al menudeo, los torturaba y ejecutaba, a quienes enterró en las serranías -así dicen las declaraciones de su gente que ha sido detenida-  para que no fueran encontrados sus restos”.
En la nueva estructura criminal que presuntamente encabeza Cristian “El Pacquiao” y/o “El Lee”, autoridades detectaron presuntos vínculos, principalmente con agentes de la Dirección General de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Mulegé, los cuales se encargan de brindar seguridad a criminales en las operaciones y protección de corporaciones estatales y federales.

Por ejemplo, informes de inteligencia militar denotan una estructura bien armada, abusando de la lejanía de las comunidades, la distancia y la falta de una vigilancia efectiva de ciertas corporaciones, quedando al amparo principalmente de policías municipales que reciben pagos semanales por protección.

Algunos reciben mil, mil 500 pesos, incluso montos mayores. La información no ha sido revelada del todo, pues también se investigan nexos con militares, ministeriales y otras corporaciones.

“Cuenta con nexos con policías en activo, como halcones o punteros, son quienes vigilan la llegada de otras instituciones, como la Secretaría de la Defensa Nacional, Marina Armada de México, la procuraduría y la Policía Estatal. Los avisos que dan son vía WhatsApp o en algunos casos, por la región que es pequeña, acuden personalmente a alertar a narcomenudistas, incluso cuentan con el apoyo de trabajadores de gasolineras, quienes ponen al tanto de cuándo de horarios y los establecimientos que más visitan, con el fin de tener información en caso de algún aviso o atentado contra las insignias”, confirmó inteligencia militar.

Autoridades estatales y federales colocan a “El Pacquiao” y/o “El Lee” como el sucesor del “Chucky” en operaciones de narcomenudeo y líder de sicarios. Según datos en investigación, el ex policía municipal cuenta con un amplio conocimiento de la estructura policial, lo que en los últimos meses le ha permitido operar de manera tranquila.

LA NUEVA ESTRUCTURA DE “LOS JAVIERES”

Fuerzas de inteligencia estatal y federal consideran de prioridad la captura de la nueva estructura criminal, al ser blancos prioritarios para recuperar la tranquilidad y evitar que ciudadanos de la zona norte de BCS se sigan sintiendo inseguros.

Cristian N alias “El Pacquiao” o “El Lee”, presunto líder de plaza de la Zona Norte, es un ex Policía Municipal de El Vizcaíno que desertó en el mes de septiembre de año 2017, cuenta con aliados en diferentes corporaciones de seguridad pública.

“Se trata de remanentes de la célula violenta de ‘Los Javieres’ que operaba en Los Cabos y nos está generando un poco de inseguridad, el ciudadano desde luego quiere que ya no haya desaparecidos, que no haya venta de droga y hacia allá vamos con estas acciones, lo principal es desarticular a este grupo delictivo y que podamos contar con una estructura policial confiable, no solo es detener criminales, sino erradicar estos malos elementos y regresar esa tranquilidad que nos piden en Mulegé”, apuntó  un elemento de la AEIC.

De acuerdo a la estructura de inteligencia establecida por la Mesa de Seguridad Pública de Baja California Sur, luego de la detención del “Chucky” ubican como encargado de la plaza a Cristian “N” “El Pacquiao” y/o “El Lee”, ex agente municipal de la comunidad de El Vizcaíno, quien en el reacomodo trajo consigo a los jóvenes remanentes de la banda de “Los Javieres”, que trabajaban bajo las órdenes del Edson Geovanni desde 2017. Algunos de reciente llegada a la célula, como Kevin Armando “El Flash”, “El Flaco” o “El Perrillo”, actual líder de jóvenes narcomenudistas en la zona norte de Vizcaíno a Guerrero Negro. Como encargado financiero para contratar y pagar a los oficiales, fuerzas federales detectaron a Alan Antonio “N”.

“Parte importante en la operación para que la estructura resulte, es que cuentan con punteros, personas contratadas para avisar cuando llegamos a los operativos, ellos ponen al tanto a los criminales de la presencia policial o de otros grupos que se dedican a lo mismo”, refirió el elemento de inteligencia militar.

Precisamente en la estructura reconocen a por lo menos cinco masculinos que están apoyando en la estrategia criminal, así lo han dispuesto las investigaciones de la PGJE, Marina y Defensa Nacional.

Como punteros en la entrada de Guerrero Negro se encuentran: Efrén “N”, de apodo “El México” y padre del “Chucky”; además de Ricardo “N” alias “El Pitufo”; Bryan Alexander “N” “El Mujica”; Gildardo “N” “El Taxista”, todos ellos en Vizcaíno; y Cuauhtémoc “N” “El Temoc” en estaciones de gasolina.

“El Taxista” ha sido pieza fundamental en las operaciones de la zona norte, al fungir como el transporte o logística de los sicarios y narcomenudistas para trasladarse fácilmente de Vizcaíno a Guerrero Negro sin ser detectados por la autoridad, ya que se trata de un taxi registrado en sitio.

LA DESARTICULACIÓN DE LA ZONA NORTE

La célula de “Los Javieres” es parte del remanente que ingresó a BCS  por parte de los llamados “Dámasos”, que en 2017 fue uno de los grupos criminales que más asesinatos violentos dejó. Su mote lo recibieron por el líder iniciador Javier Guadalupe Acosta López “El Javier”, asesinado en julio de 2016 en Culiacán, Sinaloa.

“Lo que parecía ser la desarticulación de la Zona Norte, un cártel que sigue activo, para nosotros fue una buena noticia, se tuvo en la mira desde el asesinato del periodista de RadioKashana, desde entonces estuvieron en el mapa delictivo y como blanco principal, ya que conforme fueron cayendo, uno por uno evidenció a su propia célula criminal y dieron pistas importantes para desarticular al grupo delictivo que estaba desapareciendo personas, incluyendo los dos decapitados abandonados en Loreto”, expuso el agente militar de inteligencia consultado por ZETA.

El 21 de enero de 2019, la PGJE confirmó el asesinato del periodista y director de RadioKashana, Rafael Murúa Manríquez, encontrado torturado y con por lo menos cinco balas en el cuerpo.

Fuerzas de seguridad Estatal y Federal le siguen la pista a las cabezas visibles de criminales de la Zona Norte, están plenamente identificados y se espera acción a la brevedad y así terminar con la impunidad que reina en Loreto y Mulegé

Los sicarios fueron vinculados al asesinato del comunicador, ya que se encontraron pruebas suficientes y declaraciones en las que se confirmaba su participación en el homicidio. Ellos son:

* Héctor Mora García “El Moreno”, operador de Mulegé Pueblo y Santa Rosalía.

* Pedro Eduardo López Mendoza “El Güerito” o “El Jaiba”, de 21 años y originario de La Paz.

* Martín Salvatierra Amador “El Martín” y/o “El Picaporte”, originario de Santa Rosalía implicado como autor material del homicidio del comunicador, disparándole hasta en tres ocasiones al comunicador.

* Edson Reyes Reyes “El Chucky”, “El 04” y/o “El Cuatro de la Baja”, quien controlaba Guerrero Negro, San Ignacio y Vizcaíno, además de zonas de Mexicali, Tijuana y Ensenada en Baja California.

* Luis Santana Peña Nájera “El Luisillo” y/o “El Luisito”, sicario y narcomenudista de “El Chucky”.

Los dos últimos fueron encontrados responsables de haber participado en el delito de homicidio calificado con agravante en tortura, al privar de la vida y descuartizar a José Humberto Banda Solís y Marco Antonio Ibarra González, abandonando sus cabezas en el Kilómetro 66 de la carretera Loreto-Santa Rosalía el 7 de abril de 2018.

A ellos se suma Carlos Gustavo “N” “El Cangrejo”, detenido el 23 de julio por homicidio calificado.

Autoridades de inteligencia confirmaron el intento por ampliar el control por parte del grupo delictivo de la Zona Norte o “Los Javieres”, luego que el 14 de junio  fuera detenido Jesús Ramón “N”, tras poseer más de 8 mil 600 dosis de droga que pretendía distribuir a favor del Cártel de la Zona Norte o “Los Javieres”.

“Los últimos indicios que se tienen es que este nuevo cártel ha ganado mucha fuerza con apoyo de distribuidores, ellos establecieron algunas rutas de la droga, principalmente con Baja California, incluso los ciudadanos temen porque estas personas se han apoderado de la zona; ciudadanos habían denunciado la presencia de presuntos sicarios caminando con tranquilidad con armas fajadas, no se puede permitir eso, ya que representa una ingobernabilidad y en BCS se respeta la Ley”, lanzó inteligencia militar.

Actualmente la PGJE cuenta con información suficiente para llevar a cabo detenciones, sobre todo para desarticular al Cártel de la Zona Norte que, como remanente de la célula “Los Javieres”, se ha convertido ya en una organización con estructura criminal.
Las cabezas visibles eran 14 individuos que a su vez tienen el control de más criminales, la mitad ya se encuentra purgando una condena por homicidio doloso, el resto sigue operando y están en la miras de fuerzas del orden estatal y federal.

EL ASCENSO

Cristian “N” está a la cabeza del Cártel de la Zona Norte; su llegada se dio después de la captura del “Chucky”, quedando como líder de plaza de la zona norte, Mulegé y Loreto, principalmente. A su mando se encuentran “El Alan” y “El Flash”, “El Flaco” y/o “El Perrillo”, dicha estructura solo contempla la parte administrativa y operativa del narcomenudeo.

Sin embargo, las fuerzas de inteligencia no revelaron las identidades de los sicarios que están a cargo del también conocido como “El Pacquiao” y/o “El Lee”, quienes mantienen operaciones en Guerrero Negro y El Vizcaíno.

La estructura de distribución al menudeo tampoco ha sido evidenciada, por lo que se esperan operativos simultáneos para llevar a cabo la detención tanto de la estructura operativa como de logística y administrativa del Cártel de la Zona Norte, uno de los más violentos de los que se ha tenido registro en la entidad.

Investigaciones de inteligencia arrojan que Cristian “N” fue uno de los principales operadores y de logística, mientras “El Chucky” estuvo en operaciones en la zona norte desde finales de 2017 y 2018, años en que delinquió en la zona.

Los individuos que ya cuentan con un historial delictiva están siendo investigados por presuntos delitos como delincuencia organizada, narcomenudeo, homicidio doloso, colusión de servidores públicos, amenazas y lesiones, inclusive no se descarta que alguno de ellos haya participado como parte de la logística en el trasiego de armas, así como el transporte de las víctimas y demás. Información que estaba por confirmarse por parte de inteligencia de la PGJE y militar, así como la identidad de más miembros delincuenciales del Cártel de la Zona Norte.

(SEMANARIO ZETA/ EDICIÓN IMPRESA / INVESTIGACIONES ZETA/ MARTES, 6 AGOSTO, 2019 01:00 PM)

IGLESIA LA LUZ DEL MUNDO PIDE AMPAROS


En Juzgados de Guadalajara pide protección contra bloqueo de cuentas bancarias

Por lo menos tres juicios de amparo se iniciaron en juzgados federales del estado de Jalisco por parte de asociaciones religiosas relacionadas con la Iglesia de La Luz del Mundo en contra del bloqueo y congelamiento de cuentas bancarias.

Un primer asunto fue radicado en el Juzgado Segundo de Distrito en Materia Administrativa promovido por la Iglesia del Dios Vivo, Columna y Apoyo de la Verdad, La Luz del Mundo, A.R.

Otra demanda fue presentada ante el Juzgado Quinto de Distrito en la misma materia en Zapopan, Jalisco, por la apoderada de jurisdicción de la misma asociación religiosa en contra del bloqueo de cuentas en los bancos BBVA Bancomer, Santander y Grupo Value, casa de bolsa.

Un tercer amparo fue solicitado del Juzgado Octavo de Distrito del ramo en favor de la Fraternidad Levítica, A.R., en contra del mismo acto reclamado: bloqueo de cuentas en banco Santander y GBM Administradora de Activos, S.A. de C.V.

Las demandas presentadas por personas diversas fueron admitidas, se convirtieron en juicios de amparo y se señalaron fechas para la audiencia constitucional en fechas 29 de agosto, 2 de septiembre y 22 de agosto, respectivamente.

Los jueces que conocen de los juicios de derechos fundamentales ya solicitaron los informes previo y justificado a las autoridades señaladas como responsables, que son funcionarios de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda; Comisión Bancaria y de Valores (CNBV); y otras más.

En uno de los juicios de amparo se señala como abogados a José Luis Nassar, padre e hijo, quienes representaron legalmente al ex futbolista Rafael Márquez cuando autoridades ministeriales ordenaron el bloqueo de sus cuentas bancarias hace un par de años.

Las acciones de la asociación religiosa se presentaron a unos días de que se lleve a cabo al Santa Convocación de La Luz del Mundo que recibe al oriente de la ciudad de Guadalajara a miles de fieles de todo el orbe.

Hasta el momento se desconoce sí están o no bloqueadas las cuentas bancarias de la referida congregación, lo que será aclarado en los informes de las autoridades responsables, entre ellas los bancos antes nombrados.

(SEMANARIO ZETA/DESTACADAS BCS  /REDACCIÓN ZETA /LUNES, 5 AGOSTO, 2019 05:30 AM)

UBER DENUNCIA FRAUDE


Una denuncia llegó a ZETA por incumplimiento de un contrato y con la posibilidad del delito de fraude, presuntamente cometido por una pareja que ha burlado el sistema de la Plataforma de Uber.

La pareja conformada por Gabriela Eulalia Gallegos Gálvez y Fernando Rosas Reséndiz, compadres, según los denunciantes, han estafado a más de 30 choferes que prestan sus servicios a la aplicación, sin que nadie pueda hacer algo para evitarlo, ni siquiera la misma plataforma, mucho menos la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).

“Es como si fueran invisibles para el sistema, actúan, dañan a las personas y siguen activos en la plataforma pese a las claras irregularidades. Tú puedes pedir un Uber y es tal carro, y cuando llega resulta que es otro, eso cómo pueden permitirlo, eso es burlarse del usuario, se supone que ésta aplicación era segura y eso es lo que vendemos, no podemos ordenar algo y que te sirvan lo que quieran, eso pasa y no se hace nada”, denunció uno de los choferes afectados por la pareja.

La pareja utilizó vehículos de manera irregular para prestar el servicio de Uber, además de engañar al sistema afectaron a dueños de autos al no pagar la renta de las unidades, pedían unidades en proceso de registro y utilizaban otros registros para moverlos, a los dueños de los autos no les pagaban porque no había manera de comprobar viajes, y regresaban los autos destrozados.

Ni que decir de los choferes, contrataban personal y les daban gane con el depósito de garantía y los pagos con tarjeta.

“Dos autos se le entregaron a Fernando Rosas Reséndiz, el cual fue a Los Cabos y le entregó los carros así a esa señora que se llama Gabriela Eulalia Gallegos Gálvez, que es la persona que está reportada en Uber desde 2017, que ha hecho cantidad inimaginable de fraudes esa señora, tuvo problemas para dar de alta el carro, por qué motivo, la verdad lo desconozco, entonces lo que hace es operar el Mirage (modelo de auto) de forma ilegal con las placas de otro auto”, lanzó la denunciante Arlendy Flores Alegría, dueña junto con su esposo de dos autos que rentaba para servicio de Uber.

Una vez que Arlendy y su esposo denunciaron el hecho bajo expediente LP/MA114/2019, los imputados no fueron accesibles para cumplir con el pago de más de 11 mil pesos a través de la justicia alternativa. Además se encontraron con que había decenas de personas que habían sido defraudadas, la mayoría conductores de UBER.

“El Attitude polarizado totalmente de negro, kilometraje reventado, en el Attitude tanque vacío, igual el Mirage, lo entregó con el tanque vacío. Pues yo le dije, qué onda con dinero, cuentas, señora no tengo dinero, pero llegamos a un trato o cómo le hacemos, me dice, le dije okay, fírmame una hoja en la que tú te comprometes a pagar en base a lo que hiciste”, añadió Arlendy Flores.

En la carta compromiso firmada por Fernando Rosas, se compromete a pagar la cantidad de poco más de 11 mil pesos. Nunca llegó el pago, y junto con su socia Gabriela Eulalia Gallegos, ambos han defraudado con cantidades de los mil 500 a las 11 mil a choferes de Uber.

Hasta la fecha siguen en libertad defraudando choferes, ni siquiera han sido expulsados de la misma plataforma. Algunos nombres de choferes afectados son:

Ezequiel Flores.
Karina Godínez Nájera.
Normand Rodríguez Razo.
Andrés Munguía.
Arturo Sánchez Aguilar.
Emmanuel Guluarte Romero.
Alberto Ojeda.
Gabriel Hernández.
Roxana Arias.
Emmanuel Gallardo.
Jesús Rosas Bernal.

La lista es grandísima y conforme sale a la luz el fraude, más y más personas resultan ser afectadas por la pareja. Hasta el momento sólo hay la denuncia de Arlendy y su esposo, pero se ha incitado a que denuncian más.

“Traían tickets de San Lucas estos autos, y ahí tengo los tickets guardados, qué hacían en San Lucas, me pongo averiguar en internet, buscando información y me topo con los conductores que trajeron estos autos, esos conductores pagaban tres mil 500 de depósito por cada auto y tres mil 500 a la semana por esos autos, o sea que de entrada pagaban siete mil pesos”, contabilizó la afectada.

La manera en que operaban, era que pedía un depósito por si pasaba algo a los autos, cada auto había de dos a tres conductores, aparte una renta mensual, a algunos les quitaban los carros a la semana con el pretexto de que iban a servicio, inventaban golpes en las unidades y así se quedaban con el deposito, la renta mensual y utilizando vehículos de alguien más sin permiso, así es como han ido timando a personas y Uber se los ha permitido.

Los afectados hacen un llamado a la Procuraduría General de Justicia del Estado para que frenen la ola de fraudes que ha cometido dicha pareja en Baja California Sur.

(SEMANARIO ZETA /EZENARIO BCS / ANTONIO CERVANTES/ MARTES, 30 JULIO, 2019 01:00 PM)









ROBOS CON MÁS VIOLENCIA


Aunado a la modalidad de secuestro exprés, el hurto a casa habitación y la extorsión, han aumentado 44% en lo que va de 2019. “Lo que hacen los delincuentes es que al verse protegidos por la impunidad, actúan de esta manera, con amenazas y cobijados por la inoperancia de un sistema que garantiza más la seguridad de los delincuentes que de las víctimas, los ciudadanos salimos perdiendo”, afirma Silvia Lupián Durán, del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal

La madrugada del jueves 4 de julio, policías municipales de La Paz fueron alertados por la supuesta localización de personas sin vida a la orilla de la carretera en el Kilómetro 72, tramo carretero La Paz -Los Cabos, a la altura de la comunidad El Pescadero.

“Al llegar los agentes se percatan que se trata de dos personas y estaban con vida, en la entrevista que realizan los elementos se constató que fueron golpeados con un bate de beisbol y amenazados con armas de fuego, después de golpearlos y despojarlos de sus pertenencias los arrojaron a la orilla de la carretera”, informó un miembro de la Mesa de Seguridad de Baja California Sur.

Los afectados responden a los nombres de Ulises “N”, de 43 años de edad y originario de Ciudad de México, de ocupación comerciante; el segundo es Óscar “N”, de 51 años, oriundo de Cancún, Quintana Roo, también comerciante.

En la relatoría de los hechos quedó establecido que el incidente ocurrió a las 9:30 pm del miércoles 3 de julio; al salir del establecimiento de comida Tacos May en Cabo San Lucas, municipio de Los Cabos, los comerciantes fueron alcanzados por una camioneta, subidos a la fuerza y golpeados brutalmente.

Los robos son más violentos, asaltantes golpean a sus víctimas y las amenazan con armas de fuego, además de que entran a las viviendas mientras están sus ocupantes para extraer más pertenencias

“Manifiestan los afectados que les robaron 8 mil y 2 mil pesos, incluso al llegar los agentes, a uno de ellos le era imposible levantarse de los múltiples golpes que recibió. El detalle es que esta bandita sigue operando, y lo malo es que ahora se quedaron en La Paz y estamos previendo que pasen estos hechos también”, declaró el integrante de la Mesa de Seguridad Pública.

Baja California Sur sigue registrando altos índices de privaciones ilegales de la libertad, este caso se trató de un “secuestro exprés”. De enero a mayo de 2019, contra el mismo periodo de 2018, se refleja un incremento del 53.7 por ciento para este año; es decir, en 2019 se han denunciado 83 delitos contra la libertad personal, mientras que el año pasado fueron 54.

Los comerciantes denunciaron a las fuerzas de seguridad sentir temor y represalias por parte de sus plagiarios, ya que se quedaron con sus identificaciones personales, por lo cual cuentan con la dirección de sus viviendas y la ubicación de sus negocios.

Mencionaron que acudirían a denunciar los hechos, sin embargo, no se tiene registro de denuncia al respecto.

Otro de los delitos a la alza en la entidad en los primeros cinco meses del año -según datos proporcionados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública-, fue el de amenazas, con un aumento del 24.7%  de un año a otro, y se mantiene con altos niveles de impunidad.

“Lo que hacen los delincuentes, es que al verse protegidos por la impunidad, actúan de esta manera, con amenazas y cobijados por la inoperancia de un sistema que garantiza más la seguridad de los delincuentes que de las víctimas, los ciudadanos salimos perdiendo”, lamentó Silvia Lupián Durán, representante del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal en BCS.

Los delincuentes ya no temen a la justicia, pese a que se trabaja en campañas de denuncia.

Los celos fueron los principales motivos por los cuales Felipe de Jesús tomó la determinación de privar de la vida a su pareja y madre de sus dos niñas.

De enero a mayo de 2018 se registraron 69 extorsiones, y en el mismo periodo, pero de 2019, el Secretariado Ejecutivo registra 99 denuncias por extorsión, 44% más que el año pasado. Es uno de los delitos que preocupa en la entidad, al igual que otros que aparecen en Rojo y Amarillo en Semáforo Delictivo: narcomenudeo, robo a casa habitación, robo a negocio, lesiones, violación y violencia familiar.

ROBOS

Según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, a cargo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en la primera quincena de junio de 2019, Los Cabos, Baja California Sur se encuentra entre los municipios con menor percepción de inseguridad de marzo a junio.

“Es el municipio donde más se han localizado fosas clandestinas en los últimos meses, con los registros más altos de violación y delitos sexuales, narcomenudeo; es el municipio donde hay más extorsiones, algo no está cuadrando. Además, Los Cabos cuenta con más del 55% de las denuncias por robo total o parcial de vehículo”, dio a conocer Silvia Lupián Durán desde el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal.

La madrugada del miércoles 17 de julio, tres hombres armados y encapuchados ingresaron al domicilio ubicado en Baja California y Bravo del fraccionamiento Perla en La Paz; los violentos asaltantes irrumpieron y golpearon en múltiples ocasiones a un adulto mayor de 72 años, conocido médico de la zona.

“La víctima señala que fue azotado un múltiples ocasiones para que revelara dónde tenía escondidas sus pertenencias, todo lo de valor, el señor de la tercera edad poco pudo hacer, y fue hasta muy temprano que se denunció el hecho por parte del hijo de la víctima”, reveló un elemento de la Agencia Estatal de Investigación Criminal.

Los asaltantes amagaron y amarraron a la víctima, ahí aprovecharon para golpearlo y así extraer la mayor información posible de los artículos de valor, como una caja fuerte, 50 mil pesos y 2 mil dólares en efectivo, una camioneta Volkswagen Tiguan 2019 de color vino, joyas y documentos importantes. El afectado confirmó que los maleantes esculcaron todas las habitaciones de la vivienda y se llevaron lo más que pudieron.

“El vehículo fue localizado a cien metros de la playa El Sonorense con rumbo a Pichilingue, y 200 metros aproximadamente adentro por el camino de terracería, de una brecha que conduce  a los cerros. Se destaca que solo se observó el automotor, por lo que aún no se  localiza la caja fuerte que también fue robada y que contenía en su interior dinero en efectivo, joyas y documentos”, expresaron los elementos de Seguridad Pública al día siguiente.

Agentes de Investigación Criminal dijeron a ZETA que están tras la pista de una posible banda que está operando con hechos violentos para hacer más rápida la operación.

Información de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSPE), a través de la Policía Estatal Preventiva, revela que en lo que va de 2019 se han logrado recuperar 91 vehículos con reporte de robo, sin embargo, de acuerdo a las cifras de robo total o parcial de vehículo, se tiene registro de 650 denuncias por robo de vehículo; 91 ya fueron resueltas, pero falta más del 86% de las denuncias por resolver.

ASESINATOS A GOLPES

Ciria Nayeli Huerta Díaz, de 32 años y madre de dos pequeñas, fue víctima de un ataque de celos por parte de su pareja sentimental, Felipe de Jesús Martínez Palomares, ex empleado de la mina El Boleo de Mulegé, a las afueras de Santa Rosalía; su muerte quedó registrada con fecha 9 de abril en las inmediaciones del barrio denominado El Montado, en Santa Rosalía.

Felipe de Jesús Martínez Palomares asesinó a su pareja sentimental a golpes por una situación de celos, una razón más por qué BCS sigue estando en rojo en violencia intrafamiliar.

Todo parece indicar que el hecho se desencadenó por la furia de su pareja, al no soportar que otros hombres la llenaran de piropos en sus fotografías en su red social Facebook, algunos insistentemente le escribían admirando su belleza.

“Es uno de los móviles que tenemos en cuenta, el más cercano, la víctima recibió múltiples golpes que, según la autopsia, fueron vitales para privarla de la vida. El ahora imputado intentó huir de las fuerzas de seguridad, se trasladó vía ferry a Mazatlán, Sinaloa y sigue su traslado vía carretera hasta Santa Rosa de Múzquiz del Estado de Coahuila de Zaragoza, de donde es originario para sustraerse de la justicia”, explicó una fuente de la Mesa de Seguridad Pública de BCS.

El domingo 14 de julio, agentes de Investigación Criminal ejercieron una orden de aprehensión por el delito de homicidio doloso calificado en agravio de la fémina.

Otro de los casos violentos que han perturbado a la población, es el asesinato a sangre fría de Jesús María Núñez Cossío, de 72 años, quien se encontraba en su domicilio en la colonia Francisco Villa, cuando llegó José Ricardo Espinoza Ojeda, de apodo “El Gordo” y/o “El Chocho”, de 30 años, ex empleado de una empresa de seguridad.

El viernes 12 de julio, pasadas las diez de la noche, agentes de Seguridad Pública de La Paz recibieron el reporte de una persona al parecer drogada provocando riña en el domicilio de Jaime Bravo entre Independencia y Reforma, de la Colonia Guerrero. Sin embargo, al llegar a la dirección no encontraron nada, sino una cuadra adelante.

“Sale una mujer exaltada gritándole a los compañeros de la unidad, solicitando que se detenga y al mismo tiempo apuntando a ‘El Gordo’ y/o ‘El Chocho’: ‘Agárrenlo acaba de matar a mi amigo’, posteriormente ingresaron al domicilio observando a una persona del sexo masculino desfigurada del rostro. La persona ya no contaba con signos vitales”, informaron miembros de Seguridad Pública Municipal.

José Ricardo fue vinculado a proceso bajo la carpeta de investigación LPZ/21/2019 por el delito de homicidio calificado.

En las últimas semanas, los robos, riñas, lesiones y asaltos han sido más violentos, terminando en lesiones que ponen en riesgo la vida. Las lesiones dolosas han aumentado más del 11% este año, lo cual causa preocupación ante la impunidad y oportunidad para actuar de los delincuentes.

Los Cabos y la Paz son los municipios con más delitos, como narcomenudeo, robo de auto, a casa habitación, a negocio, violaciones y extorsión.

“Hay personas que están cansadas de que se denuncia y no pasa nada, los delincuentes salen, ese es el malestar que percibimos y escuchamos de la propia sociedad. Cuando los invitamos a denunciar, dicen ‘para qué, si no pasa nada’”, lanzó Silvia Lupián Durán, del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal.

Ciudadanos organizados solicitan a las autoridades no solo capacitarse, sino trabajar en equipo para que los delincuentes no tengan salida y se apliquen candados en las investigaciones, ya que habitualmente cada institución hace su trabajo por sí sola, y al momento de unir las investigaciones, surgen disparidades que permiten la liberación de los malhechores.

“Debe haber una mayor coordinación entre Seguridad Pública y los fiscales, porque a la hora de una denuncia, en algunos hechos, el primer respondiente a veces no va muy fuerte, no va bien armado el Informe Policial Homologado y, si no va bien armado, al momento de solicitar una audiencia para vincular a proceso ante un juez, este dice que no hay elementos suficientes, hay violaciones a los derechos del imputado”, remató la representante ciudadana.

(SEMANARIO ZETA/ EDICIÓN IMPRESA / INVESTIGACIONES ZETA /MARTES, 23 JULIO, 2019 01:00 PM)


HOMICIDIOS CON SAÑA


Por la carretera rumbo a la Playa El Saltito fue hallado un cadáver con huellas de tortura. En la zona cercana a la termoeléctrica se han registrado hechos similares, por lo que se investiga la actividad de un posible grupo de sicarios. Este hallazgo se suma al crimen del padre del cantante Kim Samuel el martes 16 de julio, con señas de violencia

Aproximadamente a las 6:20 pm del martes 23 de julio, por la carretera que lleva a la playa El Saltito, a 1.8 kilómetros de la desviación a la termoeléctrica, un cuerpo sin vida fue hallado a 50 metros por una brecha que conduce a las torres de alta tensión.

“Vengo con mi familia para hacer de mis necesidades, ya que veníamos de la playa y al momento de meterme a hacerlo, veo un bulto raro y la bolsa medio abierta, vi que eran restos humanos y olían feo, nos movimos para hacer una llamada a los números de Emergencia, de ahí nos fuimos y se quedó otra persona, la verdad yo no quería problemas”, se estableció en los testimonios.

Familiares se han acercado a la PGJE para solicitar información sobre el cuerpo localizado rumbo a Playa El Saltito, ya que en ese periodo en que operó cierta banda delictiva, hubo muchos desaparecidos

Los restos fueron encontrados dentro de una bolsa color negro, al nivel de la cintura, el cadáver tenía una cuerda plástica color amarillo y estaba maniatado con un cable gris; presumiblemente contaba con huellas de tortura y el tiro de gracia. Portaba una camisa de color rojo.

“Le calculamos de seis meses a un año de muerto, ha habido personas que se han acercado con nosotros, sobre todo para saber si pudiera ser su familiar, ya que en la época en que anduvo operando un grupo criminal de Sinaloa de tal ‘Tío Sam’, los registros con los que contamos es que por esa zona estuvieron trabajando, ellos operaron muchos levantones, fue cuando se quiso control en los últimos meses de 2018 y principios de 2019”, informó un elemento de la Agencia Estatal de Investigación Criminal (AEIC).

Lo que dejó claro y evidenció las operaciones que realizó el grupo delictivo a cargo del “Tío Sam”, fue la detención de dos células criminales, una en Los Cabos y otra en La Paz, con dos golpes prácticamente simultáneos, ejecutados el 10 de abril, a solo unas horas de diferencia. En esos operativos se aseguró un poderoso arsenal, dos narcomantas y hubo cinco detenidos. Allí comprobaron que la banda operaba levantones, desapariciones y homicidios al estilo de la delincuencia organizada.

“Asta aqui llegaron mata mujeres e inocentes les yego la limpia atodos los que no ce alinien y sigan trabajando para el rosas y el R ban acer ejecutados. Primer Y Ultimo aviso. ATT LA gentE del 20”, se leía en las mantas confiscadas.

Desde noviembre de 2017, agencias de seguridad han encontrado personas sin vida en la zona, lo que indica que sicarios operaban por la termoeléctrica. Esos indicios quedaron en los registros de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).

“Es muy grande el área, ya hemos encontrado, pero en el arroyo. Hemos hecho búsquedas por la zona y obtenido resultados positivos. Si las autoridades no cuentan con personal suficiente, nosotros seguiremos recorriendo la zona”, dijeron a ZETA miembros de colectivos de búsqueda de personas desaparecidas.

Las fuentes de seguridad confirmaron que los grupos que han operado la zona, en cuanto a abandonar cuerpos de personas, han sido violentos, han actuado con saña, todos han sido torturados, maniatados y con hasta cinco impactos de bala. A algunos incluso les han dejado inscritos mensajes en el cuerpo”, se informó.

“La zona es muy característica por contar con muchas brechas que conducen a las rancherías cercanas, hay poco flujo vehicular, es esporádico y principalmente es hacia El Saltito, por ello que fácilmente sicarios pueden ingresar y confundirse entre los autos que van a la zona de playa y meterse entre las brechas. Por la lejanía con la zona urbana pueden accionar sus armas, la falta de señal retarda también que se haga una denuncia a cuerpos de seguridad”, expresó el integrante de la AEIC.

La estrella de K-Pop Kim Samuel ha recibido miles de mensajes apoyándolo y brindando sus condolencias por la pérdida de su padre en Los Cabos

Según la PGJE, se han tenido registros por parte de rancheros de la zona, quienes han escuchado detonaciones de arma de fuego, pero por tratarse de un cañón despoblado, por la noche, es difícil detectar qué punto es y el tipo de vehículo, solo se aprecian huellas de unidades móviles grandes y pequeñas.

La PGJE confirmó que los sicarios que operaron levantones y homicidios en el lugar, son extremadamente violentos y en su mayoría han sido detenidos, sin embargo, siguen tras la pista del líder y algunos delincuentes más que siguen en libertad.

EL CRIMEN DEL PADRE DE KIM SAMUEL

El martes 16 de julio fue localizado sin vida el empresario de la rama automotriz José Arredondo, de 58 años, originario de Ciudad de México y padre de la estrella de K-Pop Samuel Arredondo Kim, mejor conocido como Kim Samuel.

La mañana del martes 23 de julio se reportó vía Centro de Control Comando Comunicación y Cómputo (C4) una persona del sexo masculino sin vida dentro de unos condominios en el Kilómetro 19.5 de la Carretera Transpeninsular Cabo San Lucas a San José del Cabo. Allí se confirmó el deceso del propietario, de nombre José Arredondo.

Los agentes confirmaron que “a simple vista, presentaba huellas de violencia al parecer por objeto contuso”, hechos confirmados al realizarse la necropsia de Ley por especialistas del Servicio Médico Forense.

“José Arredondo fue golpeado brutalmente dentro del domicilio hasta que le dieron muerte, el agresor o agresores ingresaron al domicilio, parece que no se forzó la chapa y lo tomaron por sorpresa, su muerte desde luego preocupa. Tenemos a todos los empresarios de Los Cabos encima en la búsqueda del esclarecimiento de los hechos, preocupa que alguien de su nivel económico haya sido privado de la vida”, declaró un miembro de la Mesa de Seguridad Pública de Baja California Sur.

Familiares y amigos han revelado a las fuerzas de seguridad que es muy posible que haya participación de la delincuencia organizada en el homicidio, puesto que su socio, Roberto Guadalupe González Martínez, y quien según el testimonio que se brindó a la autoridad correspondiente fue el último que vio con vida a José Arredondo, se encuentra desaparecido.

Roberto Guadalupe fue visto el viernes 19 de julio, y según declaraciones vertidas, se dedica “a bienes raíces, se encontraba haciendo una llamada telefónica con su jefe, cuando hombres armados le cerraron el paso. Momentos más tarde, cercanos recibieron la llamada del mismo Roberto solicitando la cuantiosa cantidad de 55 mil dólares por librarlo”, expresan las declaraciones en el caso.

Grupos de búsqueda de personas desaparecidas han intensificado recorridos por la zona, debido a que se les informó que es un área en que operó un grupo criminal liderado por El Tío Sam

El socio y allegado a José Arredondo fue denunciado como desaparecido oficialmente el 20 de julio, bajo la carpeta de investigación NUC-LPZ/4882/2019. Su desaparición ocurrió a tres días después del brutal asesinato del empresario automotriz.

Isabella González Kaminsky, hija de Roberto Guadalupe, ha salido en algunos medios en Canadá declarando que su padre se encuentra desaparecido en Los Cabos, la autoridad sigue en la búsqueda de su paradero, ya que es una pieza clave para esclarecer el homicidio del padre de Kim Samuel, suceso que le ha dado la vuelta al mundo.

LA HISTORIA DE LOS ARREDONDO

A finales de la década de los 70, José Arredondo y su hermana llegaron a Estados Unidos siendo huérfanos, a sus 12 años de edad inició lavando coches y, con el paso del tiempo, logró ascender a vendedor de autos hasta conseguir un capital importante y comprar su propio lote de carros.

Para los 90, Arredondo estableció su propio negocio de autos en Bakersfield, California, lo que daría vida a Family Motos Acura, que sería el despegue de su carrera en el mundo automotriz. Así llegarían otras empresas más, como Taft Family Motors, Family Used Cars, Delano Family Motors, Delano Family Motors Hyundai, Fillmore Family Motors y Santa Paula Family Motors.

El empresario logró una fortuna a través de los diversos negocios que emprendió, era bien visto en Baja California Sur, donde además de ser empresario, compró varios bienes inmuebles en Los Barriles, Buenavista, San José del Cabo y Cabo San Lucas.

Era padre de Mariana y Samuel Kim Arredondo, este último ha revolucionado el género musical K-Pop, su nacionalidad es mexicana-coreana a través de su madre y debutó en el estrellato como parte del dúo 1Punch. En la actualidad vive en Corea del Sur, donde debutó como solista en 2017.

Kim Samuel presentó proyectos junto al grupo Silentó, que dieron frutos y los llevó a ganar el premio de Colaboración Global en los Seoul Music Awards.

El artista ha recibido miles de mensajes lamentando la muerte de su padre, solicitando la intervención de diversas agencias de investigación para que participen para el esclarecimiento del asesinato, el cual ha marcado a la estrella de doble nacionalidad.
“Samuel, lo siento pero, por favor, sé fuerte, será difícil y probablemente tardarás un poco en recuperarte, pero tómate todo el tiempo que necesites, solo sé que estamos aquí para ti y te apoyaremos”, es uno de los tantos mensajes recibidos por Kim Samuel.

El joven ha agradecido todas las muestras de apoyo de sus seguidores, quienes siguen de cerca el desenlace de la investigación por el homicidio de su padre, y con base a los últimos datos recibidos, va muy avanzada.

(SEMANARIO ZETA/ EDICIÓN IMPRESA / INVESTIGACIONES ZETA/ MARTES, 30 JULIO, 2019 01:00 PM)