Había
cierta frustración ese jueves 23. El juez había diferido la audiencia
intermedia para que la defensa, dijo, tuviera tiempo de analizar los nuevos
elementos probatorios presentados por la FEADLE. La defensa ya los conocía. Se
trata de los testimonios de dos hombres que trabajaban con el clan de los
Dámaso y que aportaban pruebas contra los probables autores materiales del
crimen de Javier Valdez y señalaban a Dámaso López Serrano, el Minilic, como el
autor intelectual.
La
audiencia se había postergado cuatro veces y con esta sumaban cinco. En mayo
del año pasado, en el marco de los homenajes que se le hacen a Javier cada
aniversario de su muerte, dije que el caso no presentaba avances, que estaba
estancado y que temíamos que también aquí, como en todos los casos de
asesinatos de periodistas, reinara la impunidad.
Ricardo
Sánchez Pérez del Pozo, titular de la fiscalía especializada, reviró al día
siguiente y defendió sus oficios; dijo que el caso seguía caminando (no dijo
que a paso de tortuga) y que esperaba resultados pronto. No fue pronto, en
realidad, y hasta el miércoles no se tenían resultados tangibles más que dos
detenidos a los que nunca se había confrontado y la sospecha sobre quien había
ordenado matar a Javier.
Dámaso
López Núñez había declarado en enero del año pasado, durante el juicio contra
Joaquín Guzmán Loera, que los hijos de su compadre (Los Chapitos) habían
mandado asesinar a Javier y eso generó polémica en los medios y dudas.
Para
nosotros, Dámaso solo estaba protegiendo a su hijo porque él mismo podía estar pensando
o sabía que su hijo había ordenado el crimen y quería ponerlo a salvo de un
juicio en México por esta razón. El Minilic, como su padre, se acogió al
programa de testigos protegidos de los Estados Unidos y está esperando
beneficios en la sentencia, la cual le podría ser dictada en las próximas
semanas o meses.
Este
logro parcial de la Fiscalía no es poca cosa, toda vez que en casi ningún
crimen de periodistas en México se ha logrado llegar al punto de señalar un
autor intelectual. En el caso de Manuel Buendía, asesinado el 30 de mayo de
1984, fue culpado de la autoría intelectual José Antonio Zorrilla Pérez,
entonces titular de la Dirección Federal de Seguridad, pero se sospechó siempre
que fue solo un “chivo expiatorio” y que arriba de él, en la decisión de
asesinar al periodista, hubo alguien más.
En
un caso más casero, el del fotorreportero Gregorio Rodríguez, asesinado en
noviembre de 2004 en Escuinapa, Sinaloa, el caso se enturbió tanto que
estuvieron presos primero dos hermanos, Ulises y Abraham Sedano Ornelas, luego
tres nayaritas que después de pasar varios años en la cárcel fueron absueltos;
y al final un ex jefe de la policía municipal, Abel Enríquez, que salió luego
de un juicio abreviado. Pero el presunto autor intelectual, un narcotraficante
llamado Antonio Fraustro Ocampo, que era el jefe de la plaza para el Cártel de
Sinaloa y ahora está preso en los Estados Unidos acusado de narcotráfico, nunca
fue tocado.
Falta
mucho para que el caso se esclarezca totalmente y se castigue como hemos estado
demandando estos casi tres años que han pasado desde que mataron a Javier. La
lentitud parece algo consustancial a nuestro sistema de justicia y eso hace que
la “justicia”, cuando llega, no parezca justicia. El hecho de que al ahora
presunto autor intelectual esté siendo juzgado en los Estados Unidos por otros
motivos, retrasará un posible proceso en Sinaloa.
Y
mientras eso ocurra, mientras alguien no señale las motivaciones concretas o él
no las acepte, nos seguiremos preguntando por qué, qué fue lo que le hizo
ordenar el crimen de Javier. Dije alguna vez que fue un crimen de ira, que no
fue una decisión pensada, calculada, mucho menos consensuada entre mandos del
narcotráfico; que fue una decisión arrebatada, muy estúpida, irracional,
absurda.
No
habrá pausa en nuestra demanda de justicia. Muy lejos está el caso de concluir.
Bola y cadena
HAN SIDO CASI TRES AÑOS TORTUOSOS para nosotros, para los amigos y para la familia de
Javier, debido a la lentitud con que ha caminado el caso. El cambio de gobierno
vino a empantanar más las investigaciones debido a las reformas que se hicieron
en la PGR, ahora FGR; incluso la falta de recursos ha impedido que la FEADLE
avance con celeridad; los agentes del Ministerio Público están muy lejos de la
altura de miras que se requiere y del profesionalismo que un caso así exige. Y
no se ve que el gobierno federal esté muy interesado en superar estas
deficiencias; los recursos a la fiscalía especializada se siguen escatimando
igual que al mecanismo de protección a periodistas y defensores de derechos
humanos. No son temas prioritarios para el gobierno: eso nos queda claro.
Sentido contrario
NO HACE MUCHO, EL SENADOR RUBÉN ROCHA llevó a Jesús Vizcarra para que saludara y platicara
con su jefe legislativo, el senador Ricardo Monreal. “No te equivoques –le
habría dicho afable el zacatecano– éste es el bueno. “Rocha sabe que tiene todo
mi apoyo”, dicen que le respondió el empresario. Y sí, Rocha tendría el apoyo
de muchos priistas, con el riesgo de que si llega a la gubernatura llegue junto
con él, a gobernar, buena parte de lo que los electores ya tiraron a la basura.
Humo negro
TODO EL MUNDO DA POR HECHO que Rubén Rocha “es el bueno”, lo cual no hace más que
confirmar que en materia política estamos viendo la misma vaina. Quien va a
decidir las candidaturas no es Morena, que ni estructura de partido tiene, sino
el presidente de la república. Como dijo PORFIRIO
MUÑOZ LEDO hace unos días “… hemos
dado un salto hacia atrás de 30 o 40 años, y lo puedo decir porque lo viví”.
(RIODOCE/ ISMAEL BOJÓRQUEZ/ ALTARES Y
SÓTANOS/ IMPRESO/ JAVIER VALDEZ /ENERO 28, 2020, 6:28 AM)