lunes, 10 de febrero de 2020

MALAYERBA: BORRACHERA



Casada con un hombre que la dejaba hacer y deshacer, ese mediodía decidió aceptar la invitación de su amiga para empedarse en algún bar como regularmente lo hacían. Empezarían temprano en algún antro, combinando en sus gargantas un arcoiris de sabores y comida: del ron al vodka y de ahí saltar a la ginebra y volver de nuevo al tequila y el güisqui.

Pistearon hasta las dos de la mañana y luego se despidieron. Dolor de cabeza, intolerancia a los ruidos, hipersensibilidad a los olores que viajaban desde el baño y la cocina y se estacionaba en la sala, donde estaba sentada. Decidió acomodar su abultado trasero en la poltrona de la cochera.

Ahí estaba, sin brasier y en camiseta. Con un pantalón holgado. Dos hombres llegaron hasta su acera y descendieron del surito blanco. De tres brincos ya estaban frente a ella, sometiéndola. Órale hija de la chingada, súbete al carro. Empujones, mentadas. Con la blusa le cubrieron el rostro.

Le ataron las manos con las tiras de plástico que usan para amarrar. La llevaron a un paraje enmontado y ahí le dijeron que confesara de una vez. Ella, alterada, anegada en agua salada, contestó a gritos que no sabía de qué se trataba. No te hagas pendeja. Tú fuiste, cabrona. Ella reclamó, lloró, siguió insistiendo, y preguntó de qué se trataba. Tú la mataste. Y no preguntes: encontramos a tu amiga muerta, cocida a puñaladas, después de la peda que se pusieron anoche.

Abrió más las llaves de su llanto. Lo negó todo y dijo que tenía una hija que la esperaba. El que más le gritaba le pegó una cachetada y envolvió su cara con una bolsa de plástico. Confiesa, cabrona. Facilítame la chamba, para desocuparme temprano. Ándale perra, suelta la sopa. Estaba abatida por la noticia de la muerte de su amiga y aterrada por estar en manos de esos dos.

Uno de ellos se bajó del carro. Fumó un cigarro. Hizo un par de llamadas. Regresó y amenazó con ponerle de nuevo la bolsa de plástico. No por favor. Luego la agarró de la blusa y la acercó a él. La besó y le sobó más allá de las fronteras de algodón. Estás bien buena y se ve que eres cabrona, que aguantas. Deberías trabajar conmigo. Ella pidió que la dejara en paz, que quería ver de nuevo a su hija.

Mientras el otro solo miraba, el más fiero de esos dos parecía no escucharla. Le dijo tienes buena nalga. Deberías ir a bailar conmigo un día de estos. Le dio una orden al que permaneció frente al volante y emprendieron la marcha. Él se acercó de nuevo para besarla. Casi brinca hasta el asiento trasero. Me caes bien. Fueron a la oficina del Ministerio Público y se bajó con ella. La condujo hasta la secretaria y la hizo firmar algo que no leyó. Como despedida el hombre le dio una nalgada: deberíamos irnos a bailar, cabrona.

Columna publicada el 05 de enero de 2020 en la edición 884 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/ MALAYERBA/ JAVIER VALDEZ/ ENERO 7, 2020, 6:43 AM)

MALAYERBA: SIN NOMBRE




Raúl sintió que los ojos se le llenaban de vidrios: sin pedirle permiso, las lágrimas empezaron a emanar y correr piel abajo. Uno de sus hijos había sido secuestrado. La policía dijo que era un levantón, pero él sabía que de un momento a otro le iban a llamar para pedir rescate.

Sonó su celular. Traía el tono de El palo verde y él se sintió avergonzado de ese sonido macabro en medio de la tragedia. Su hijo de dieciséis años. El segundo de tres. Vio a su esposa derrumbada, echa polvo, sentada en el sillón y secándose esa dolorosa fuga de agua con sal. Chingada madre, musitó.

Aplastó el botón verde del Motorola y pronunció un imperceptible y tembloroso bueno. Mira hijo de la chingada, tenemos a tu hijo. Y se lo pasó para que el morro gritara un aterrador papá. Le pidió el dinero a cambio de dejarlo ir y le explicó dónde y cómo debía dejarlo. En cuanto sepamos que lo dejaste ahí, lo soltamos. Chingo mi madre si no. Él lloró otra vez y le suplicó que no le hiciera daño al muchacho.

Juntó la lana y la llevó. No avisó a la policía porque tuvo miedo. Son los mismos, le dijo su mujer. Así menos les aviso. Esperó y esperó y esperó. No tuvo noticias de su hijo en dos días. Al tercero, lo encontraron tirado: lesiones por golpes y orificios, ya sin color, yermo y con los ojos a medio cerrar.

Lo enterraron como si el morro estuviera vivo. El padre le hablaba, le pedía opiniones y le exigía que se levantara. La madre estaba desecha, colapsada. Y sus otros hijos ausentes, en medio del diluvio, de lágrimas oscuras y amargas, y la hiel de esos días aciagos. Pero la vida no se cansa y las malas noticias nunca llegan solas: bastaron unos meses para que le secuestraran a otro de sus hijos. El mayor.

Esta vez denunció y la policía se puso a sus órdenes. Montaron un operativo en casa, intervinieron teléfonos, asignaron a una unidad especializada de la policía investigadora e instalaron la parafernalia de los encapuchados, los fusiles automáticos, las manos con guantes y los chalecos antibalas. Vamos a dar con ellos, señor, le dijo el comandante. Él no confiaba del todo pero tenía que contar con asideros y no podía pasarle lo de su otro hijo.

Llamaron a su cel de nuevo. El palo verde sonó varias veces porque así se lo ordenaron los agentes que estaban custodiando el teléfono. El matón le pidió dinero, le prometió soltar al morro cuando lo hiciera. Los polis le pidieron que hiciera tiempo durante la llamada pero el secuestrador ni chance le dio. Hizo todo lo que le exigieron pero el hijo ya no regresó.

Más llanto, las grietas en la piel y vidrios en los ojos. Hiel más hiel. Desgraciados, culeros, gritó él. Una vecina dijo que cuando el padre muere, uno queda huérfano. Cuando muere la esposa, enviuda. Pero cuando muere un hijo no tiene nombre.

Columna publicada el 12 de enero de 2020 en la edición 885 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/ MALAYERBA/ JAVIER VALDEZ/ ENERO 14, 2020, 7:41 AM)

MALAYERBA: PAGADOR



Hombre de familia. El hogar era su guarida, la mejor tibieza, la calentura inacabada que le había permitido procrear a esa morrita que ya era toda una señorita y seguir al frente de su clan de tres. Cada quince días se ausentaba dos: se montaba en la Cheyenne café y partía con maletines repletos de cheques.

Subía por la sierra e iba para la sierra, caminos agrestes y contoneados. El brincoteo, los laureles y tabachines que luego eran los pinares tupiendo la orografía inconmensurable. Llegaba, saludaba, repartía, convivía, dormía, despertaba con el amanecer y se despedía. Así lo hizo durante años, sin contratiempos ni ausencias.

A su alrededor, se le juntaban los muertos. A este por qué, preguntaba. Le decían casi siempre lo mismo: por traidor, por bocón, por malapaga. Mantuvo relación de trabajo y hasta de amistad con algunos de ellos, pero una vez despedazados a cuernazos y a la vera del camino, él tenía que hacer como si nada y seguir avanzando hacia la serranía de Durango o a su casa.

Y él incólume y apacible. No usó armas, actuó prudente hasta en sus adquisiciones. Con los años se compró una camioneta de lujo y luego otra. Nadie nunca lo vio en ellas porque eran para su mujer y su hija, aunque ninguna sabía manejar y parecía no interesarles. Compró un departamento y una casa de interés social a la que luego le construyó dos cuartos y techó la cochera.

Siguió mudo, llevando esa valija llena de papeles y regresando con la bolsa vacía y el orgullo del deber cumplido. Sentado, frente a la tele, dejaba que lo cobijaran los brazos de sus amadas y lo colmaran de apapachos. La sala, ese espacio de la casa, se iluminaba con él y ellas, que hacían que la primavera se estacionara en cada rincón del inmueble, aunque afuera caía un otoño siniestro, nebuloso y de lluvia.

Así era él. Sentado en ese sillón, se echó cuando más tres cervezas y nunca fumó. A los cuarenta y siete estaba pleno, entero, feliz y realizado. Muchos muertos en su vida, pero ninguno tan cercano como para que lo despojara de ese amor o sembrara sombras en su devenir. Todos, al final, eran muertos ajenos, distantes, ya retirados de los vericuetos insondables de esa memoria de precisión de juego geométrico.

Tenía cuarenta y siete cuando se quedó dormido. El medico dijo fue un infarto: quieto, con una media sonrisa en su rostro y esa apacibilidad envidiable. Su esposa tiene ahora que aprender a manejar, vender las camionetas y rentar las casas. Ella trabaja en un supermercado y dice que es feliz porque también lo amó y le dejó todo, menos deudas.

Él era pagador. Llevaba los cheques a la gente de arriba, a la sierra. Sin pólvora en los dedos ni orificios en la piel. Trasladó millones todos esos años y ni siquiera un asalto.

Columna publicada el 19 de enero de 2020 en la edición 886 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/ MALAYERBA/ JAVIER VALDEZ/ ENERO 21, 2020,10:28 AM)

MALAYERBA: USTED PERDONE



La empleada vio las tres camionetas que llegaron. De ellas bajaron unos quince hombres, la mayoría armados con fusiles automáticos. Entraron al motel y lo sitiaron. A ella le dio miedo. Qué hago, se preguntó. Musitando se respondió voy a hablar a la policía. Le dio miedo que causaran destrozos, que pusieran en riesgo a los empleados y a otros huéspedes. Se sintió en la mirilla de los cuernotes de esos malencarados.

Marcó el cero sesenta y seis. Lo hizo temblando y su voz sonó con un resuello desesperado. Respiración agitada. Metieron mujeres y tomaron quince de los veinte cuartos. Y la poli que no llegaba. Y los municipales que no llegan. Y dónde está la autoridad. A la chingada los clientes, está gente me da miedo. Estamos en peligro.

Diez minutos y llegaron dos patrullas de la municipal. Se bajaron prestos, mostraron su entrenamiento impecable. Marcharon impecables y se acomodaron: poses para la foto. Los hombres salieron de los cuartos portando las armas y sin dar muestras de rendición: se echaron grito, saludaron, diálogo ínfimo, los agentes desinflados. Los policías se despidieron de lejos, inclinados. Parecían decir estamos a sus órdenes, jefe.

La mujer se preguntó qué pasó, por qué se van. Les hizo señas, les echó gritos. Los uniformados hicieron como que no oyeron. Ella marcó de nuevo al teléfono de emergencia. Se quejó. Explicó lo que había pasado. Le pasaron al supervisor operativo y le dijo ahorita vamos a checar, no se preocupe, yo le aviso. No volvió a saber nada. A los días le llegaron voces de que esos hombres armados eran narquillos y yuniorcitos de primera fila, hijos de la gente que controla la ciudad. Ah bueno, pues me aguanto, respondió.

Una semana después manejaba rumbo al trabajo. Iba tranquila, como conducía ella: una anciana a su lado era un bólido. Platicaba con un compañero de trabajo. Activó el manos libres para conversar cómodamente. Le dijo pérame, ahí viene una patrulla y como que me hacen señas de que me detenga. Le encendieron la torreta y las luces. Ella se detuvo y no bajaba el vidrio cuando golpeaban las ventanas del vehículo. Le gritaban este carro es robado, bájese por favor.

Ella respondió no es posible. Yo lo compré usado, en una agencia. Ya lo checamos, señora. Es un carro robado y usted está detenida. Nos la vamos a llevar. Metieron medio cuerpo y esculcaron el tablero, los sillones, tapetes y cajuela. No encontraron nada, pero repetían lo mismo. Fue lo último que se supo de ella. Nada qué ver con el usted perdone, patrón, que les respondieron los polis a aquellos hombres armados que seguían en esa orgía: interminable festín.

Columna publicada el 26 de enero de 2019 en la edición 887 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/ MALAYERBA/ JAVIER VALDEZ/ ENERO 28, 2020,6:33 AM)

MALAYERBA: EL COMANDANTE DEL MAL



Vio al comandante maltratando a varios campesinos y desde lejos le gritó. Déjalos. El hombre se acercó mientras le seguía hablando al uniformado: qué te hacen, no abuses de la gente humilde, no más porque traes patrulla y andas armado y con ese uniforme. Si quieres acusarlos, pues detenlos y llévalos ante el Ministerio Público. Pero no los insultes ni los andes zangoloteando.

El comandante lo vio con el rostro surcado. Parecían hondas líneas las que aparecieron en su rostro, a la hora de responderle a esa persona que le había impedido desquitar su furia contra esos campesinos, a quienes ni los bolsillos les pudo esculcar para sacarles unos cuantos billetes.

Vio la camioneta en que se subió ese desconocido que había osado en hablarle de esa manera. Se sintió ofendido, humillado, con el poder en entredicho y exhibido frente a los otros agentes y a esos tacuaches que él siempre veía como enemigos, punteros al servicio de los narcos del otro bando, delincuentes en potencia, enrabiados y arrinconados con tantos operativos que les realizaba.

Apuntó las placas y pidió a uno de los agentes que investigara. Quiero saber quién es este cabrón. No era gran cosa: apenas un hombre honesto que se dedicaba al transporte de material para construcción, que de vez en cuando tenía algo de dinero y otras veces apenas sacaba para la comida y la escuela de sus hijos. Un empresario que al mismo tiempo era albañil, chofer, cargador, vendedor y distribuidor, con dos empleados a su servicio. Y también un ciudadano valiente, entero y digno.

Una tarde al señor la falló una góndola y se fue con uno de sus empleados a la ciudad más cercana a comprar la pieza descompuesta. En la refaccionaria le dijeron cuesta cinco mil. Mucha lana. Fue a buscar una usada y la encontró a menos de dos mil. Unos conocidos le invitaron una cerveza: no gracias, compa, no pisteo cuando estoy trabajando y tengo la máquina atorada.

Circuló en esa camioneta y se encontró con un retén. Cosa de que me detengan, esculquen la camioneta, me pidan identificación, papeles. Eso pensó. Dijo dos minutos y nos vamos. Un testigo contó que los bajaron y abrieron a navajazos el asiento y destriparon el tablero y batieron todo. Dizque buscaban drogas, armas. No encontraron nada, pero se los llevaron a ellos. Esposados, corvos, disminuidos. Así los subieron a la patrulla.

Dos días después los encontraron. Estaban en esa misma camioneta, en el fondo de un canal de riego y esposados: los pies amarrados, las prendas perforadas y golpes contusos en cabeza y rostro.

El que estaba al frente del retén, dijo el testigo aquel, era el mismo comandante que ese hombre enfrentó cuando abusaba de unos señores de campo. Era el mismo uniforme y patrulla. Le apodaban el comandante del mal.

Columna publicada el 02 de febrero de 2020 en la edición 888 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/JAVIER VALDEZ/ IMPRESO/ MALAYERBA/ FEBRERO 4, 2020, 6:05 AM)


ANATOMÍA DE UN TIMO


Ni se pudo vender el avión presidencial, ni se pudo arrendar, ni se rifó. La promesa de campaña del presidente Andrés Manuel López Obrador no podrá ser cumplida. No porque no lo haya intentado, sino porque descubrió que prometer cosas sin conocimiento, a veces resulta imposible de cumplir. La solución que encontró tampoco le resultó, y las críticas le cayeron como tormenta en altamar desde el viernes en que anunció que habría rifa, pero no del avión, sino de dinero. El timo, sin embargo, desnudó cómo funciona la mente del presidente Andrés Manuel López Obrador para gobernar.

Lo primero fue que para cumplir con su promesa de campaña, se deshizo del avión “José María Morelos y Pavón” a las 72 horas de haber asumido la Presidencia, al enviarlo a una base en California para que, como en aparador, se vendiera al mejor postor, siempre y cuando el precio fuera de 130 millones de dólares, como había salido el avalúo. Durante mucho tiempo presumió que había varios compradores, pero la retórica se agotó a finales del año pasado. No hubo ninguna oferta seria, con dinero sobre la mesa, y sólo fueron ofertas de palabra.

Los únicos compradores serios, que invirtieron dinero para enviar expertos a revisar el avión presidencial a California, fueron los empresarios Oscar Wyatt Jr., de Houston, y su socio Morris Douglas J., de San Antonio, quienes pusieron 69 millones de dólares sobre la mesa. El presidente no quiso, porque eran casi 60 millones de dólares por debajo del avalúo, y se resistió a aceptar que la propuesta reflejaba lo que le llaman “apetito del mercado”. Más no obtendría en el mercado.

López Obrador tuvo la ocurrencia de ofrecérselo al presidente Donald Trump, quien lo ignoró, y recientemente le propuso un canje del avión por medicinas y equipo médico, pero tampoco lo volteó a ver. Se lo ofreció entonces al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, tras chocar su avión en octubre cuando lo cambiaban de hangar, pero los canadienses rechazaron la propuesta: ¿cómo iban a adquirir un avión que se había publicitado como “el más lujoso del mundo?”. El propio López Obrador había matado esa posibilidad por su demagogia electorera.

En enero admitió que no habría venta, pero no reconocería incumplimiento a su promesa de campaña. ¿Cómo salvar cara?

Daniel Chávez Morán, del Grupo Vidanta, el empresario más cercano a él, salió con otra idea: arrendarlo. Él lo haría por un mes y le dijo a López Obrador que consiguiera otros empresarios que lo hicieran por los 11 meses restantes. El presidente habló con varios, pero le dijeron que era imposible porque no lo aprobarían sus accionistas. Pero como tenía la oferta de Chávez Morán, la presentó como una de las cinco opciones en su comparecencia mañanera el 17 de enero, cuando también mencionó la rifa.

Las complicaciones financieras y logísticas de la rifa, que provocó carcajadas en muchos lados ante probablemente la mayor ocurrencia de su vida pública, lo llevó a sugerir hace alrededor de 10 días que si no había rifa ni se vendía, cuando menos tenía un empresario, que lo rentaría por 200 millones de pesos al año. De haberse consumado, esto sería una ganga, pues le estarían dando 628 horas de vuelo a un precio menor que el de la renta comercial, y a su vez podría reutilizarlo como chárter y sacarle utilidad. Con ese dinero el presidente no resolvería el problema de fondo en el que él mismo se metió, aunque pagaría una parte del mantenimiento.

El tema del arrendamiento no voló. Un anuncio sin sustento realizado por el presidente, volvió a frustrarse.

Quedaba la rifa de marras, convertida en un divertimento nacional. El viernes pasado López Obrador anunció que habría una rifa, pero que no del avión, sino de dinero. Aplazó cuatro meses la fecha del sorteo y realizó otro juego de dónde quedó la bolita. Aunque el cachito de lotería engañará con la imagen del avión, el ganador sólo se llevará 20 millones de pesos. Cada cachito costará 500 pesos, y el miércoles pasará la charola a empresarios para que compren 40 mil boletos por un total de cuatro millones de pesos cada uno, para completar lo que calificó el vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas, como “la gesta colectiva”.

Esta gesta tiene otra variable del juego de donde quedó la bolita. De los tres mil millones de pesos que esperan recaudar, dos mil serán para el pago de los premios y mil para comprar medicamentos. El Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado fondeará el pago de los premios con el dinero que tiene de los decomisos en efectivo a presuntos criminales. El porqué si el Instituto tiene dos mil millones de pesos, no se compra de inmediato medicinas y equipo médico, no ha sido explicado. Con tanto dinero en manos de 100 potenciales ganadores, las críticas por la fracasada venta del avión, ícono de su campaña electoral, no han cuajado.

En medio de las críticas queda la enseñanza de cómo gobierna López Obrador. El timo de la rifa develó al presidente como un improvisado, sin preocuparse de diagnósticos, ni estrategias, con permanentes fugas hacia delante mediante engaños retóricos y placebos populares. Las alternativas para deshacerse del avión, en cambio, las desechó. El viernes pasado regresó al 3 de diciembre de 2018, cuando el avión partió a California. Se seguirá pagando, y permanecerá estacionado en el viejo hangar presidencial y continuará deteriorándose. Los caprichos presidenciales tenían que cuadrar a como dé lugar, pero queda un daño al erario y deberá haber consecuencias legales para alguien en su gobierno. No será ahora, pero el poder, como se ha dicho en este espacio, no es para siempre.

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(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 10 DE FEBRERO DE 2020)

LA REFORMA NO VA


La controvertida reforma judicial, que consensuada y corregida iba a presentarse ante el Senado, está en entredicho. El presidente Andrés Manuel López Obrador cambió de opinión el miércoles por la mañana, antes de ir a Querétaro a conmemorar la Constitución, y dentro del gabinete se espera su cancelación. No se ha dado explicación clara del porqué, y varios funcionarios se sorprendieron por la decisión, después de haber trabajado el paquete de iniciativas la Fiscalía General, la Secretaría de Gobernación y la Consejería Jurídica de la Presidencia. La decisión del presidente parece, de concretarse en los próximos días, eminentemente política.

La reforma preparada por el fiscal Alejandro Gertz Manero, provocó polémica y una airada protesta por la violación de los derechos humanos que pretendía normalizar y legalizar, junto con la restauración del poder en el ministerio público ante lo que consideraba como fracaso del sistema penal acusatorio. Gertz Manero nunca estuvo de acuerdo con el sistema, desde que empezó a ser planteada en el gobierno de Felipe Calderón, así como durante el proceso que fue llevado a cabo por el gobierno de Enrique Peña Nieto, cuyo gasto incontrolado e ineficiente en la Secretaría de Gobernación para la capacitación y consolidar el cambio, nunca se dio. La posición de Gertz Manero siempre fue pública, y por la coyuntura que se le abrió en la actual administración y empoderado por una autonomía sin para consolidar lo que antes era una barrera infranqueable, marchó sobre todos para alcanzar su objetivo, argumentando que el Ejecutivo no podía impedirlo.

Tres imponderables, jurídicos y de la política real, se le atravesaron. El primero fue que la Fiscalía no puede presentar iniciativas de Ley; el segundo fue el reclamo dentro del gabinete que había sido pasado por alto, y el último, el presidente. Para quienes valoran las garantías individuales y los derechos humanos, son buenas noticias que la Ley Gertz, que las vulneraba, si las señales desde el despacho presidencial se mantienen inalterables, no vaya a caminar. También, que en la decisión salomónica de conciliar los deseos de la Fiscalía con el resto del gobierno, se evite una mini reforma. El presidente quiere cancelarla en su totalidad, con lo que también evitaría que el encono y la confrontación se acentuaran dentro de su equipo de trabajo, al decidirse por una reforma que no recogiera a plenitud las propuestas de Gertz Manero, quien está muy enojado por lo que sucedió al frustrarse la presentación de su reforma. No hay fecha para una nueva reforma judicial, pero se podría pensar que no se cruzaría con el proceso electoral del próximo año. López Obrador tiene demasiados fierros calientes sobre la estufa para añadir uno más que afecte lo que sí le preocupa, los votos.

La valoración de cancelarla ha sido unilateral, pero no se puede entender sin el contexto y el ánimo con el que anda el presidente últimamente. Funcionarios federales apuntaron el enojo que carga el presidente desde hace unas semanas ante el escenario complejo y difícil que está enfrentando, donde las cosas no están saliendo como deseaba. Las perspectivas económicas lucen oscuras para sus proyectos y programas, y no habrá manera de cambiar la inercia porque no habrá inversión privada. No tendrá recursos suficientes para el Tren Maya, ni para la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía, o para otras grandes obras de infraestructura. Los inversionistas desconfían de López Obrador y consideran que no hay garantías jurídicas para la inversión, que la toma de decisiones en una persona conlleva enormes riesgos en el diseño y la ejecución.

La agencia calificadora Moody’s explicó como uno de los factores por los que como otros 10 bancos y consultoras han recortado la expectativa de crecimiento a uno por ciento para este año, es la gobernanza, que tiene que ver con la relación entre gobernantes y gobernados. Esto significa que lo que se ve en el exterior es que la forma como López Obrador está gobernando, excluyendo a dos terceras partes del país, difamándolos, atacándolos, hostigándolos y amenazándolos con los recursos del poder que causan el mayor terror, la Unidad de Inteligencia Financiera y el SAT, que sólo lleva a una tensión en el sistema, a confrontaciones institucionales y, eventualmente, a una profundización de la ruptura del consenso nacional. Otra es cómo toma las decisiones.

Eurasia, otra consultora internacional, ha señalado que la toma de decisión en su gobierno, que depende casi en su totalidad y exclusividad de él, implica un riesgo por los enormes márgenes de error que entraña. Desde hace un año Eurasia ha venido alertando sobre la centralización de las decisiones, que reduce los márgenes de maniobra para sus colaboradores. “Como quedó claro con la cancelación del proyecto del aeropuerto de la Ciudad de México”, señaló en un reporte en enero de 2019, “tomará decisiones basadas en sus creencias y preferencias personales, con asesores moderados que tienen una influencia limitada”. La experiencia en el primer año de gobierno confirmó el diagnóstico.

En el caso de la reforma judicial, a partir de lo revelado por funcionarios federales, ha seguido el mismo camino. Ni consultó a nadie de su equipo, ni lo pasó por un proceso previo de deliberación. El miércoles por la mañana comenzó a plantear la posibilidad, que tomó desprevenidos a todos. Pero nadie dijo nada. Si López Obrador quiere cancelar la reforma judicial, lo hará. Sus consideraciones no atraviesan, como ninguna de sus decisiones, salvo cuando se le convirtieron en un problema insalvable, por cálculos político-electorales. La reforma judicial se contaminó demasiado por los atropellos a la libertad, y se ha convertido en una papa política demasiado caliente. Un problema más, no lo necesita el presidente.

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(EJE CENTRAL / ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 7 DE FEBRERO DE 2020)

CHOQUE DE REALIDAD


La centralización del ejercicio del gobierno y el discurso, hace que cada tema delicado le estalle al presidente Andrés Manuel López Obrador todos los días en su comparecencia pública. Por lo mismo, el desgaste del ejercicio del poder se ha acelerado como nunca antes, al igual que la crítica. Es proporcional. Si él es el único dueño de la verdad oficial y carece de amortiguadores, toda la metralla recae sobre de él, al no distribuir las cargas negativas, cada vez más grandes que las positivas. La enorme atención mediática sobre él, es consecuencia de su estilo unipersonal de gobernar.

Su discurso es deliberadamente paranoico y conspirativo -los conservadores lo quieren desbarrancar y hay complots universales para impedir que cumpla con lo prometido-, pero al mismo tiempo épico -no lo vencerán, y será imposible que se revierta lo construido-. Políticamente sagaz y retóricamente habilidoso, detiene los golpes, pero no resuelve nada. Esta percepción, observan expertos en opinión pública, le empieza a afectar negativamente. Encuestas próximas a publicar encontraron que el blindaje de López Obrador se rompió, y que la gente empieza a vincular su persona con un mal gobierno.

La rifa del avión, lance innecesario salvo como al parecer fue su intento de desviar la atención que estaba enfocada en el desabasto de medicinas, evolucionó como se había previsto, aplacando momentáneamente la molestia de la gente, sin solucionar el problema, creando otros dos, cómo resolver la venta del avión en medio de la generación de altas expectativas, y llevar a López Obrador al límite de la ridiculez. Francisco Abundis, director Asociado de Parametría, ubica el tema del Insabi, el Instituto para la Salud y el Bienestar, donde 3 de cada 4 personas se enteraron de la sustitución del Seguro Popular, como uno de los puntos más dañinos al presidente. Se puede explicar no por la creación del, sino porque se mezcló con el desabasto de medicinas.

Datos preliminares de las nuevas encuestas, sugieren que la gente está dejando de creerle. No ha sido tan drástico como cuando el 17 de octubre pasado, en una sola tarde, la gente dejó de creer su manejo sobre la seguridad, como se apreció en la encuesta que publicó El Financiero esta semana, pero cobró una alta cuota a su credibilidad. El reciente tema de las pensiones, donde reemergió la jurisprudencia de la Suprema Corte sobre el tope de salarios mínimos, no era nuevo, como tampoco el rechazo por parte del director del Seguro Social, pero dejó un sabor de boca en muchos que el presidente sí pensó en hacerlo. Cierto o no, ya no es relevante. López Obrador se ha encargado de anidar en el imaginario mexicano, la realidad a partir de los símbolos, no de los hechos.

Todo esto es lo que ya pasó. Falta lo que vendrá, como el impacto que tendrá el aumento al peaje en las carreteras, vigente desde ayer, 17% promedio, un costo que se sumará a los 92 mil millones de pesos de pérdidas anuales por robos, o su nueva idea de eliminar los puentes de conmemoraciones cívicas, que repercutirá directamente en el turismo y la economía. Los escenarios son negativos, particularmente en materia de seguridad, donde la violencia continuará mientras crece la percepción de que el verdadero poder en México es el Cártel de Sinaloa, y en la economía, que se perfila a un estadio ominoso para el crecimiento.

Todos los bancos, consultoras y encuestas en México y el mundo, ya redujeron la tasa de crecimiento para este año entre 0.6% y 1.3%, lo que significa que si el año pasado estuvimos mal, este puede ser peor. La Secretaría de Hacienda mantiene su expectativa de crecimiento en 2% para este año, pero del subsecretario Gabriel Yorio, lo rechazó porque, dijo, ellos tienen otra información, traducido al newspeak de López Obrador de yo tengo otros datos. El discurso permea. En una entrevista con el Financial Times este miércoles, el director de Fonatur y responsable del Tren Maya, Rogelio Jiménez Pons, respondió a cuestionamientos sobre el la viabilidad financiera de los ambiciosos proyectos de infraestructura, con esta frase: “Es una diferente visión de desarrollo; no nos prejuzguen”.

Diferentes palabras, mismo sentido. El yo tengo otros datos se ha vuelto el ADN del régimen lópezobradorista, al que la realidad lo alcanzó desde el 17 de octubre pasado en Culiacán, cuando muchos perdieron la inocencia sobre la capacidad y las intenciones impolutas del presidente y su equipo, como se aprecia en todas las encuestas. El discurso del presidente está entrando probablemente en el último tramo de efectividad, en la forma y encuadre como lo tiene, a decir por la manera como quienes eran antes cercanos a él y lo apoyaron durante años, le han dado la espalda. Dos comunicadores de larga carrera, Ricardo Rocha y Víctor Trujillo, ya rompieron públicamente con él. Rocha, quien dentro de los medios figuró entre sus más entrañables, dijo recientemente que la frase “haremos historia” se esta volviendo en “haremos histeria”. Cuando el núcleo duro se quiebra, algo se pudrió por dentro.

López Obrador lleva menos de 15 meses en el poder y falta mucho por avanzar en el sexenio. Hasta ahora, los resultados han sido magros, salvo por la agitación al sistema -que se agradece- y a un eficaz muro para la rendición de cuentas -que también se le aplaude-. Pero no basta. De palabras, promesas y chistoretes no vive un país. Con actos de fe tampoco trascenderá a la Historia, ni será un buen presidente, como tanto anhela. Tiene a su favor que hay tiempo para corregir. En su contra, sin embargo, se ancla su reduccionista visión que tiene sobre México y el mundo, que ni siquiera es plenamente compartido dentro de su gobierno.

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(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/6 DE FEBRERO DE 2020)


MISTERIO EN LA UNAM


El martes en la madrugada un grupo de hombres y mujeres buscó infructuosamente cerrar violentamente la Facultad de Derecho de la UNAM, agrediendo a los profesores que encontraron a su paso. Pertenecen a la Facultad de Filosofía y Letras, que lleva tres meses en paro, para exigir acciones contra la violencia de género, resumida en 72 denuncias anónimas en las redes sociales de acoso y abuso sexual. Agrupadas en el colectivo Mujeres Organizadas de la Facultad de Filosofía, plantearon en noviembre 11 demandas que, según las autoridades universitarias, todas han sido respondidas, salvo una difícil de conciliar, si la denuncia anónima, como quieren ellas, es suficiente para la remoción o sanción del señalado. No se sabe si quienes buscaron cerrar Derecho forman parte de este colectivo, pero lo que sí está claro, es la existencia de grupos que están desestabilizando la UNAM. El problema es que nadie sabe cuál es la mano, si existe una como tal, que está meciendo esa cuna.

Nueve escuelas de la UNAM están en paro, con lo que afectan a unos 70 mil estudiantes que apenas habían regresado a clases, y otra facultad, la de Arte y Diseño, que se ubica en Xochimilco, fue tomada ayer contra el deseo de la mayoría. El martes se realizaron asambleas en las facultades de Arquitectura, Ciencias y Economía, en los colegios de Ciencias y Humanidades de Azcapotzalco, Naucalpan, Oriente, Sur y Vallejo, la Prepa 5 y las facultades de Estudios Superiores de Iztacala y Cuautitlán para hablar sobre el problema. Tampoco nadie,  autoridades universitarias o gubernamentales, han identificado los vasos comunicantes de la movilización, o si como piensan algunos, son pequeños grupos que su activismo ha despertado fuerzas dormidas dentro de la UNAM que, incluso, no respondan a ninguna directriz externa.

Hay individuos que están en el universo del conflicto. Dentro de la Facultad de Filosofía y Letras existe comunicación entre el colectivo de mujeres con Alejandro Echavarría, que adquirió notoriedad hace 20 años como “El Mosh”, uno de los líderes que ocasionó la huelga más larga en la historia de la UNAM – 10 meses-, y quien en la actualidad está registrado como maestro en Michoacán, afiliado a la Coordinadora Magisterial. “El Mosh” se ha reunido varias veces con el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, sin que se haya informado de ello a las autoridades responsables de la educación superior. No se conocen los detalles de esas pláticas, celebradas en las oficinas de Durazo.

Otra línea de contacto político con fuerzas antagónicas dentro de la UNAM proviene del alcalde de Gustavo A. Madero, Francisco Chíguil Figueroa, quien ocupó el cargo en 2008, cuando sucedió la tragedia del antro News Divine, donde murieron nueve jóvenes y tres policías, en una redada que envió la entonces delegación. Chíguil, a través de una funcionaria en la Dirección de Obras y Desarrollo Urbano, mantiene relación con porros de Prepa 9, que tienen tomada la escuela.

El fondo de la demanda de las mujeres es irrebatible, el punto final al acoso y abuso sexual, y que haya seguridad. El rector Graue ha dicho que la violencia contra las mujeres es inaceptable, inadmisible y no cabe en la UNAM. Sin embargo, las cosas no avanzan; empeoran. Las autoridades universitarias no han visto cabezas visibles para poder establecer un diálogo con representantes de la comunidad, como ha sucedido en el pasado con liderazgos representados, como en el paro de hace poco más de 20 años lo fue el Consejo General de Huelga o años antes, durante la Rectoría de Jorge Carpizo, fue el Consejo Estudiantil Universitario, al cual pertenecieron varios miembros del entorno más cercano al presidente López Obrador, como la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, o el senador Martí Batres. Los liderazgos están atomizados.

Pero el problema no se detiene ahí. Los servicios de inteligencia federales y de la Ciudad de México, tampoco tienen información sobre los diversos grupos que se han movilizado en la UNAM, ni sobre sus liderazgos reales o si tienen vinculaciones con grupos políticos ajenos a la institución, pero que quieran causar desestabilización en esa casa de estudios. López Obrador no está en la lógica de la inestabilidad en la UNAM, y alentó la reelección de Graue conteniendo a cercanos a su proyecto para no interferir en el proceso universitario. El presidente no necesita un conflicto en una institución que por su magnitud y diversidad puede ser explosiva e incontrolable, por lo que pudiera descartarse, en principio, que cercanos a él estén buscando alterar la vida universitaria y lograr el descarrilamiento de Graue.

Lo que se está experimentando en estos días en la UNAM está focalizado, y la institución no se está incendiando. Pero así comienzan las cosas. La UNAM ha sido un microcosmos del país de donde han surgido movimientos transformadores y reaccionarios. Ha sido un botín acariciado por políticos que han visto en ella un instrumento de presión y chantaje para el gobierno en turno. Lo mejor que puede pasar en la actualidad, es que la agitación sea resultado de una preocupación colectiva en torno a una misma causa, atendible completamente, y no a quienes, como en el pasado, quieran aprovechar para atacar no sólo a Graue, sino a López Obrador.

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(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 5 DE FEBRERO DE 2020)

EL PRESIDENTE ES MEZQUINO


¿Se puede afirmar que el presidente Andrés Manuel López Obrador ejerce un poder mezquino? Definitivamente sí. La definición de mezquino de la Real Academia Española, incluye ser “falto de generosidad y nobleza de espíritu”. El presidente lo ha sido de manera clara y sistemática. No es generoso salvo con sus fieles y sus clientelas electorales, por lo que ha polarizado el país como lo hizo en Tabasco en los años 90, en la Ciudad de México a principio de siglo, y en 2006 a nivel nacional, tras perder la elección presidencial, derrota que nunca admitió.

López Obrador ha sido consistente, pero de corta visión. No era lo mismo dividir a una sociedad tras haber perdido una elección para gobernador, o luchar contra un desafuero infame, o incluso partir las emociones durante una campaña electoral visceral –que dividió a familias incluso- y un conflicto postelectoral tormentoso, que hoy, que es el Jefe del Estado Mexicano, y con responsabilidad con la tercera parte del país que lo apoyó -53% de quienes acudieron a votar-, sino también con el otro 70% que votaron en contra. López Obrador es presidente, no jefe de una tribu, como se comporta.

A algunos les parecerá que la palabra mezquina es dura. Lo es, aunque la pregunta es si también es injusta. La valoración depende de varios factores como la ideologización, la capacidad de autocrítica, el entorno, niveles de información, aptitudes para poder separar entre lo bueno y lo malo del presidente y de sus antecesores, o de aspectos que tocan la razón y el estómago, como si los agravios de gobiernos anteriores son todavía superiores a lo que están experimentando en el país.

La reflexión es libre, como también descubrir o rechazar si la mezquindad se ajusta a la actitud del presidente López Obrador. Como botones de muestra:

1.- El fin de semana llegaron a México 52 estudiantes mexicanos que estaban en China, en vuelos comerciales. El gobierno federal no los ayudó. El gobierno de Guanajuato cubrió los gastos. Otros 10 mexicanos fueron evacuados de Wuhan por el gobierno francés, y llegaron a un aeropuerto militar en el sur de Francia, donde estarán en cuarentena durante dos semanas por el coronavirus. Los primeros entraron sin recibir ninguna atención de la Secretaría de Salud; los filtros sanitarios se los hicieron al salir de China y en los aeropuertos donde hicieron sus conexiones.

La semana pasada el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, dijo que sólo seis personas habían solicitado el regreso a México, y advirtió que no todas podrían ser repatriadas. ¿Por qué? Las razones no son claras, pero en medio de toda esta falta de información, lo que tenemos hasta ahora es de alrededor de 70 que ya dejaron el país o están en ese proceso, y el 90% aproximado, sin apoyo federal. Ebrard dijo que no se justificaba enviar un avión por ellos.

Sí se justificó enviar un avión Boeing 737-800 de la Fuerza Aérea por las cenizas de José José, que tiene capacidad para 162 pasajeros. De haberlo utilizado tendría que haber hecho varias escalas, como los vuelos comerciales, que no habrían resultado necesarias con el avión presidencial que se rifará o rematará, por el cual mejor se sigue pagando un millón de pesos mensuales por tenerlo estacionado, porque como es un símbolo de corrupción para el presidente, es intocable. La seguridad de los mexicanos no basta para que cambie de opinión.

2.- El 12 de enero se reunió el presidente con miembros de la familia LeBarón-Langfod en Bavispe, tras sufrir el asesinato de tres madres y seis menores, y días después que la familia buscó entrevistarte con el presidente Donald Trump. López Obrador propuso levantar un memorial para las víctimas –algo que no ha hecho con ninguna otra víctima, como los masacrados en Minatitlán y Coatzacoalcos-, y prometió que habrá justicia. Ocho días después, los LeBarón, junto con el activista Javier Sicilia, encabezaron una caminata para pedir justicia y paz, y fueron agredidos en el Zócalo por simpatizantes de López Obrador, y hubo actitudes xenófobas contra los LeBarón, que tienen la doble nacionalidad estadounidense, como su nieto, por cierto. López Obrador se negó a deslindarse de esa turba violenta, minimizando las agresiones e insultándolos por reclamar el fin de la violencia y pedir justicia para sus víctimas.

3.- El problema del desabasto de medicinas llevó al extremo comprensible a los padres de niños con cáncer, que tomaron acciones radicales para llamar la atención a la situación en la que se encontraban, donde sus hijos están entre la vida y la muerte. La reacción del presidente fue relegar el problema y enfocarse en acusaciones de corrupción, señalando a directores de hospitales infantiles de conspirar contra el gobierno y amenazar a funcionarios con meterlos a la cárcel acusándolos de sabotaje con las medicinas.

En estos tres ejemplos, el presidente no ha mostrado empatía, pero sí ha dejado claro que todo aquello que está fuera de su agenda electoral, es visto como un virus político que hay que erradicar. El caso de la familia LeBarón es lo más diáfano: cuando creció la presión en la opinión pública y Estados Unidos por esa matanza, y ante la eventual injerencia de Trump, entró rápido a controlar daños. Cuando esa presión bajó, los insultó. El maltrato a los padres con los niños de cáncer entra en esa categoría, y la doble moral política en el caso de los mexicanos que buscaban ser evacuados de China, ignorados por su gobierno, se compara con la manera como se desplegaron todos los recursos y un avión militar para ir por Evo Morales a Bolivia, a quien le otorgaron un asilo que no solicitó y le dieron trato de jefe de Estado.

¿Mezquino? Por supuesto.

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(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 4 DE FEBRERO DE 2020)

VIAJES DE IGNOMINIA


Ocho legisladores, mujeres y hombres, senadores y diputados, de Morena y el PAN, además de una magistrada, están a punto de emprender un viaje de ignominia a Seúl, capital de Corea del Sur. Van con todos los gastos pagados por la Federación Universal de la Paz, a la cumbre mundial 2020. La Cumbre abordará una amplia variedad de temas durante toda la próxima semana que no tienen que ver con las comisiones en donde participan los parlamentarios, ni se sabe qué propósito tendría para su trabajo legislativo esa participación. Quizás no saben el trasfondo de ese encuentro internacional, ni conocen las raíces donde surgió esa Federación. Ignorarlo es una vergüenza; saberlo e ir de cualquier forma, es una afrenta.

El nombre con el que se bautizó la Cumbre es rimbombante, “Logrando la Paz Mundial y la Reunificación de la Península de Corea a Través de la Interdependencia, la Prosperidad Mutua y los Valores Universales”, que dice todo y a la vez no dice nada. Pero el fondo del encuentro, deberían de saberlo o explicar porqué a sabiendas asistirán, es menos altruista: conmemorar los 100 años del nacimiento de Sun Myung Moon, que significa Luna que Resplandece con el Sol, fundador de la Iglesia de la Unificación, desde donde se creó un imperio económico y político al servicio de los gobiernos más conservadores de Estados Unidos, embarcados en la destrucción de la Unión Soviética.

Moon, el reverendo Moon, como se le conocía, fue en todos los sentidos un personaje de armas tomar. Tras la fundación de la Iglesia en 1954, construyó durante un cuarto de siglo ese imperio de ideología extremista, expandiéndose al mundo en los 80’s, cuando el autoproclamado “mesías” se convirtió en el feroz gladiador de la Guerra Fría al servicio de los gobiernos republicanos en Washington y sus aliados en Europa, Asia y América Latina. Cuando murió en 2012, su fallecimiento fue noticia mundial. 

En el obituario que publicó The Guardian por su muerte, describía cómo en varios momentos fue propietario o controlaba una armadora de autos en China; una mina de titanio, una fábrica de armas y una empresa de industria pesada en Corea del Sur; poseía casinos, hoteles y largas extensiones de tierra en América del Sur; un hotel en Nueva York, una pescadería en Alaska, un campo de golf en California, una compañía de computadoras en Japón; una universidad en Nueva Inglaterra; periódicos en Corea del Sur, Argentina y Japón; y en Estados Unidos era propietario del periòdico The Washington Times, de la agencia de noticias UPI, de la revista Insight, de una cadena de televisión por cable; una casa editorial y el periòdico Tribune en Nueva York y numerosas joyerías y restaurantes”.

Eran los años de gloria del Imperio Moon, con acceso a los líderes que peleaban por la destrucción de la Unión Soviética, y que servía los intereses estratégicos de las fuerzas más reaccionarias de Estados Unidos, de su gobierno y los servicios de inteligencia. En América Latina entraron por Uruguay, donde gobiernos de derecha e izquierda aceptaron sus inversiones con gusto, llegando a ser conocida su capital como “Moontevideo”. En Buenos Aires lanzó un periódico semanal de adoctrinamiento, Noticias del Mundo, que se llegó a distribuir gratuitamente en las casas de diferentes colonias de la Ciudad de México.

Asociarse al reverendo Moon era como acomodarse en la trinchera de los sectores más arcaicos en el pensamiento, e ideológicamente más beligerantes.The Guardian recordó en el obituario que tenía una historia documentada de una política teocrática de extrema derecha, de antisemitismo, empapado en rumores sobre abusos sexuales que, además, había estado preso en 1982 en Estados Unidos por evasión fiscal. Todo ese pasado es la síntesis que recogen las diversas organizaciones controladas por la Secta Moon, como fue mundialmente conocida.

Pero a la delegación mexicana parece no importarle ese pasado, o no tuvieron el cuidado de averiguar a dónde se iban a meter. Las invitaciones fueron bien recibidas aunque, según personas que conocieron del proceso, algunos de los participantes decidieron cancelar el viaje, pero no por lo que significaba asociarse con la Secta Moon, sino por la epidemia de coronavirus en China.

En la lista de invitados figuran dos miembros de Morena, la diputada Lucía Meza Guzmán y el senador Ulises Murguía Soto. Por el PAN acudirán las diputadas Madeleine Bonnafoux Alcaraz, Annia Sarahí Gómez Cárdenas, Ana Paola López Birlain y Janet Melanie Murillo Chávez, junto con el diputado panista Felipe Fernando Macías Olvera. Finalmente, en ese comitiva irá Graciela Guadalupe Buchanan Ortega, magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Nuevo León.

El borrador del programa muestra claramente lo que han sido las prioridades de la Secta Moon. El primer día hay cuatro sesiones sobre los medios de comunicación, sus desafíos y cómo restablcer su reputación. Los medios fueron la cabeza de playa del Reverendo Moon, donde la propaganda y la desinformación, encuadrada en una buena técnica periodística, sirvieron para orientar y alinear a la extrema derecha en varias naciones. El otro gran tema sobre el cual giró el imperio fue la religión creda por él a partir de raíces evangélicas, donde combinaba los credos cristianos con el espiritualismo oriental y según, viejas denuncias, los abusos sicológicos formaban parte de sus procesos de adoctrinamiento. Estas sesiones se extenderán por dos días.

La delegación mexicana tendrá exposición a sus técnicas de enajenación, e interactuará con organizaciones hermanas de ese movimiento, que se enfocan en acciones tan nobles como la paz mundial y el desarrollo. El evento, al cual asistirán personas de todo el mundo, no tiene el apoyo gubernamental. De hecho, las autoridades se deslindaron de su organización y desarrollo. La Secta Moon no es lo suyo. Aquí, por ideología o ignorancia, van en sentido contrario.

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(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL7 RAYMUNDO RIVA PALACIO/31 DE ENERO DE 2020)