martes, 22 de enero de 2013

MANOS DE BARRO SALTILLENSE: AGONIZAN LADRILLERAS




Paola A. Praga
Saltillo, Coah.- Las laderas de la colonia Héroe de Nacozari se pierden entre las casas hechas de cartón y lámina. Entre tumultos de tierra café y piedras deformes, los niños corren despacio. Si hace calor o frío da igual, sólo se protegen con delgadas playeras de manga larga.

Metros abajo, encaramados en los hornos y el barro hay cuatro hombres. Los ladrilleros de Saltillo que se resisten a dejar morir el negocio que hace más de dos décadas vivió la época de oro, fabricando material para la exportación.

José Ángel Flores trae puesto un pantalón sucio, despintado y una playera azul con las mangas dobladas. Tiene 57 años de vida y 40 con las manos en el barro. Tiene la piel morena arrugada y rugosa.

Las manos tienen callos y las comisuras de sus uñas están llenas de residuos de barro. Se detiene para hablar y le tintinean los dientes. Es un día de invierno y José Ángel se lamenta bajo la niebla que provoca 2 grados en el oriente de Saltillo.

“No hay movimiento, está muerto señorita, apenas cargamos 2 mil ladrillos después de tres meses, imagínese, pero esos chiquillos que ve ahí, los que andan corriendo, a esos hay que mantener”.

Guarda silencio y retoma la respiración para otra vez agacharse y en fila colocar los cuadros de 30 por 30 que están cuidadosamente colocados sobre unas tripas de tierra y barro para su secado.

Del ayer, de hace más de dos décadas no queda nada. “No se exagera, mire lo que ganamos por estos dos millares, son como unos 4 mil pesos que nos dividimos entre los cuatro que andamos aquí sin fallas”.

La zona de las colonias de la Guayulera y Providencia, que en las décadas del 80 y 90 logró concentrar al 75% de los 4 mil 500 ladrilleros que producían en Saltillo, está en agonía.

Diciembre de 2008 se marcó como el mes más difícil en la historia de este oficio, negocios establecidos, informales y pequeños productores coinciden en que la venta de ladrillos, losetas y otros aditamentos no alcanzó ni el 3 por ciento.

Entonces vino la debacle de la que los ladrilleros no han podido levantarse. De más de mil 500, ahora son 70 familias que tienen de pariente a la pobreza y que aún conservan la esperanza en el ladrillo.

LADRILLO PARA SOBREVIVIR

Tal como le ocurre a José Ángel Flores, Juan Rodríguez tiene las manos rugosas por el barro. Intentan sobrevivir de la miseria material y salen a trabajar. Ambos rememoran aquella época en que, apurados, trabajaban para sacar cientos de ladrillos que serían exportados a Estados Unidos.

“Fíjese… pasan los años y todo aumenta y todo está bien caro y nosotros ganamos menos de lo que ganábamos antes, está canijo”.

En los barrancos que albergan a las ladrilleras desde hace más de una década los hombres trabajan por poca paga, pero que les da para comer. La situación para las familias es tan crítica que no buscan el pago de servicios básicos o la educación, sino comida.

José Ángel y Juan lo viven en carne propia. Cuando se para la producción tienen que buscar plástico, cartón o aluminio para vender y llevar tortillas y una bolsa de frijol a la mesa.

Son ancianos que además de su pareja tienen que mantener a un par de nietos. “Estamos bien fregados, yo tengo ocho hijos, tengo nietos y pues rasguñando aquí y allá, así es como le hago”.

José Ángel desde hace tiempo se conforma con una tortilla con sal y un jarro de café. “En la fábrica ya no nos quieren por viejos, a los jóvenes de volada”, dice entre risas chimuelas.

“Mire, así de simple, uno ya está pasado de moda, va uno a buscar chatarra para sobrevivir, no me puedo quedar sentado y mis hijos pidiendo qué comer, hay cuatro chicos y cuatro grandes y no se completa, el mandado está bien caro”.

LLANTA POR ACEITE, SIN ÉXITO

“Nos trajeron que aceite para que dejáramos de quemar llanta, y el ladrillo nos salía pinto, ¿pos cómo se iba a vender? Ahorita ya quemamos con pura leña, no es el mismo ladrillo que cuando quemábamos hule”, dice el ladrillero.

Los productores se refieren al Programa de Reconversión Ecológica con Combustibles Alternos, en el que participaron el Gobierno del Estado, la Semarnat, el Ayuntamiento de Saltillo y la Comimsa, con el que cerca de 50 hornos se instalaron en el sector.

Carlos Martínez lleva 15 años trabajando en las ladrilleras, fue testigo del cambio de llanta por el aceite reusado, que hasta ahora no hay el suficiente para distribuir entre los productores.

“Ahí están los hornos, sirvieron un tiempo pero ya no hay, ya no se usan, pagamos 500 pesos de un viaje de leña pa’ cocer, porque con la llanta nos multan”.

La Ley para la Conservación Ecológica y Protección al Ambiente, y el Reglamento Municipal de Ecología prohíben la quema a cielo abierto de cualquier tipo de residuos sólidos o líquidos no peligrosos, como neumáticos, materiales plásticos, entre otros.

Actualmente las llantas de desecho son acumuladas, trituradas y enviadas a la Planta de Cemento de Holcim Apasco en Ramos Arizpe, para su coprocesamiento en los hornos cementeros, con lo que se cumple con los acuerdos ambientales internacionales.

Para cocer 5 ó 6 mil ladrillos los productores requieren más de mil 500 litros de aceite para seguir la producción, pero no tienen manera de conseguirlo. Y es que debido al cambio de tecnología para la cocción del ladrillo, más de mil productores decidieron cerrar sus negocios.

“En mi familia son nueve en total, vivimos en San Nicolás de los Berros, yo me iba a la obra pero ya no nos quieren, en los ladrillos tengo más de 30 años y tengo 49, empecé de chavo a jalar aquí”, relata Juan.

De acuerdo con el estudio “Panorama de la Producción de Ladrillo” y su impacto ambiental en diferentes regiones “Producción de ladrillo en América Latina” del InstitutoNacionaldeEcología, el impacto en zonas urbanas y políticas públicas sobre calidad del aire es grave.

Se presenta una constante la presencia de hornos artesanales en zonas urbanas, incluso en grandes ciudades se incluye a Saltillo con Cuzco, en Perú, Cuenca, en Colombia, Guadalajara y Santa Cruz en México.

Como características generales se contempla la alta marginación de productores y sus familias, el bajo nivel de escolaridad, poco acceso a servicios básicos, informalidad del sector, poco o nulo (en su gran mayoría) acceso a crédito a productores.

El informe señala que el tema de la producción artesanal está en la agenda local o estatal y sólo en muy pocos casos en la agenda nacional. En cuestión ambiental no son regulados los límites de emisión para hornos ladrilleros, se requiere ordenamiento territorial y uso del suelo.

En el estudio realizado en 2012 se evaluó la calidad del producto, competitividad, apoyo financiero a empresas chicas y medianas, y se concluye que se requiere de formalización.

Además señala limitantes como las sociales, además de las malas condiciones de ubicación de ladrilleras respecto a comunidades, programas de desarrollo social, trabajo infantil y equidad de género.

De acuerdo con el artículo científico “Los ladrillos cocidos y el aceite quemado” de Martín Gómez Anguiano, José M. Arzola Garza, Bernardo Rosales Méndez y Roberto Juan Ramírez Chávez, investigadores de la Universidad Veracruzana, el proyecto ha sido exitoso, sin embargo, los ladrilleros ya no utilizan el aceite quemado, sino madera.

“El empleo del aceite quemado en esta industria ha tenido su primer éxito en las ladrilleras de Saltillo, Coahuila, donde se llevó a cabo una adecuación tecnológica con este tipo de combustible a una plantilla de mil 224 hornos que utilizaban llantas como combustible principal, emitiéndose así una gran cantidad de gases a la atmósfera”.

Publicado en 2007, señala: “Actualmente se ha cambiado el método de cocción, usándose aceite quemado y quemadores especiales para su combustión, lo que ha reducido las emisiones contaminantes a la atmósfera y los costos de producción, sin contar que uno de los mayores beneficios aparejados ha sido el rescate de la planta productiva de dicha industria.

“Cabe mencionar que en tan importante proyecto participaron el Gobierno del Estado de Coahuila, la Semarnat, el Ayuntamiento de Saltillo y Comimsa”.

Un trabajo artesanal…

» Para iniciar la fabricación de ladrillo se tiene que tener lista la materia prima, arcilla, barro.

» En seguida, los ladrilleros alimentan el horno con leña y esta es sin duda la etapa más agobiante que tienen que vivir los artesanos, ya que las temperaturas son muy altas.

» Luego sigue la preparación, amasado o batido de la arcilla con aguas negras o recuperadas: como primer acción, el trabajador tiene que extender el montículo de arcilla y hacer una poza en donde agregará agua que tiene que acarrear en cubetas de 20 litros, luego mezclar y remover a base de azadón y golpeando con los pies persistentemente hasta lograr que la arcilla tenga una consistencia uniforme y plástica.

» Después viene el llenado de la moldera con cinco porciones o tiras de barro, el trabajador toma entre sus manos dicha bola y la deposita en el molde; esta acción se repite cinco veces hasta llenar el molde.

» Esta actividad la tiene que realizar hincado, flexionando el tronco hacia adelante y hacia los lados y luego enderezándose y levantando la bola de arcilla para depositarla en el molde.

» “Oreado” de los ladrillos: este procedimiento se lleva a cabo paulatinamente y conforme los ladrillos se empiezan a “orear”, y consiste en voltear el ladrillo de tal manera que quede apoyado en su propio canto. Dicha operación se repite en relación directa con el número de ladrillos producidos.

» El “Apilado” de los ladrillos para “secado”: consiste en el acomodo de los ladrillos en pilas de aproximadamente ochenta centímetros de altura. La repetición de los movimientos está en relación con la cantidad de ladrillos fabricados.

» Y por ultimo el secado es una de las fases más delicadas del proceso de producción, de esta etapa depende el buen resultado y calidad del material.

(ZOCALO DE SALTILLO/ Revista Visión Saltillo/ Paola A. Praga/ 22/01/2013 - 01:10 PM

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