El agente del
Ministerio Público le mostró la ropa y los zapatos quemados del primer
fallecido en la explosión. María del Rosario De la Torre Meza comenzó a llorar,
tras dos días de dudas e incertidumbre sobre el destino de su hijo.
El agente le mostró
fotografías del cuerpo, pero también un pantalón, unos tenis y parte de una
camisa carbonizada que reconoció como propiedad de Miguel Ángel.
Finalmente, le
entregaron una cartera donde conservaban documentos del fallecido, lo que fue
determinante para que la mujer aceptara una realidad, a la que se negaba.
Ahora María del
Rosario debe esperar cuatro días para que el análisis de las muestras de ADN
sea entregado al Ministerio Público. Firmó un acta de reconocimiento.
Se siente cansada y
triste por el desenlace pero con fuerzas para enfrentar días pesados. Está
tranquila, segura de que su hijo está con Dios y lista para prepararle un
funeral en compañía de sus seres queridos, pero eso será hasta el miércoles.
Ese día deberá
regresar a la Fiscalía para que le entreguen los restos de Miguel Ángel.
Tuvieron que pasar,
48 horas para que María del Rosario fuera a la Fiscalía General del Estado
(FGE) para identificar los restos. El viernes en la tarde, personal de
Servicios Periciales le tomó muestras de saliva para cotejarlas con el ADN del
cuerpo casi calcinado.
Previo a ello, María
del Rosario, con su piel blanca y cabello cano, buscó en clínicas privadas y
hospitales del IMSS a su hijo.
Desde el jueves de
la explosión se aferraba a encontrarlo con vida. Daba vueltas y vueltas con su 1.50 metros de
estatura alrededor de la cerca de la maquiladora. Quería hurgar entre los
escombros.
Preguntaba por su
hijo a todo el que tuviera algo de autoridad para entrar a la planta. Se alisaba el cabello recogido, en un
recorrido de la sien hasta la nuca mientras esperaba respuestas, o mientras
hablaba con la prensa.
Finalmente se
decidió. Casi a las 11 de la mañana del sábado, llegó hasta la Fiscalía
acompañada de otra mujer, una empleada de Recursos Humanos de la fábrica
Blueberry que no se quiso identificar. Entraron a la Unidad Especializada en la
Atención a Delitos contra la Vida (homicidios) y un agente del Ministerio
Público las atendió.
Al final del
encuentro María del Rosario salió. En una mano llevaba la cartera de Miguel
Ángel y en la otra el cinto, se fue por donde llegó, consolada por su otro
hijo, lista para hacer un “funeral tranquilo” en compañía de su nuera y sus
otros seres queridos. (D. Domínguez/El Diario)
ddominguez@redaccion.diario.com.mx
(El Diario / Daniel Domínguez/ 2013-10-26 | 23:27)
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