domingo, 27 de octubre de 2013

DEL CLÓSET A LA SILLA PRESIDENCIA

Zacatecas, Zac.- Pasadas las 3 de la tarde de un viernes, se abre la puerta del despacho central de la Presidencia Municipal de Fresnillo, en Zacatecas. Una voz amable saluda, un hombre tiende la mano y da la bienvenida.

No lleva peluca ni maquillaje en su rostro. Detrás del escritorio de la sobria oficina hay una persona pulcra y con estilo. Benjamín Medrano Quezada tiene 48 años y ya hizo historia: es el primer alcalde asumido públicamente como homosexual, es cantante y dueño de dos antros gay.
A más de un mes de haber tomado protesta, su agenda está llena. Su nombre se volvió escándalo y medios como la BBC de Londres y el diario español “El País” le buscaron para concertar una entrevista, propuestas que aceptó para asegurar que nada tiene que ver su gusto por los hombres con su trabajo político.
El “alcalde rosa” describe su vida como una novela llena de capítulos multifacéticos: lágrimas, risas, altas y bajas, pero con el esfuerzo y la perseverancia por protagonistas. Su carácter amable y su sonrisa pródiga fluyen como la marea en una charla amena en la que imprime su sello particular: la sinceridad.
La edad de la inocencia.
Nació en Nochistlán, Zacatecas, en una familia de escasos recursos; es el quinto de 11 hijos de un matrimonio tradicional. A los 6 años, junto con un hermano mayor, cruzó de ilegal la frontera de México con Estados Unidos, lo pasaron con un “coyote” por Tijuana.
Estuvo hacinado, junto con sus hermanos y con 80 personas en una casa. A los 10 años regresó a su hogar. Tiempo después conoció a un sacerdote que fundó un mariachi de niños huérfanos que buscaban fondos para construir un orfanato en Los Reyes, Michoacán, y entonces inició el recorrido en caravanas musicales.
El mundo de fantasía en el que los protagonistas eran las grandes figuras hoy reconocidas internacionalmente: Vicente Fernández, Juan Gabriel, empezaba con su canción “No Tengo Dinero”, Lola Beltrán y “Chatanuga”.
Entonces Benjamín era un chiquillo, Julio Alemán fue su padrino de Primera Comunión y quien lo apoyó para despegar en 1972 en el mundo de la música. Visitó ciudades como Nueva York, grabó tres discos y visitó importantes lugares de entretenimiento estadounidenses.
En una familia de músicos, donde la mayoría canta y toca algún instrumento, Benjamín aprendió desde niño a tocar el piano y a sentirse cómodo con una vida diferente a la de los demás.
Crece un hombre
El Alcalde es católico, la gente de Fresnillo sabe que cree en Dios, le regalan detalles religiosos. “Hijo mío, no te olvides de mi ley y tu corazón guarde mis Mandamientos”, dice el proverbio que le entregó una señora, impreso en una hoja de papel.
Antes, otra persona le llevó hasta su oficina el Nuevo Testamento. Es un hombre de fe. “Yo fui pobre, yo viví en una casa de estudiante y hoy la vida me sonríe, tengo 48 años de vida aunque aparente 35, no estoy “cirujeado”, soy un hombre pleno al que no le gusta complicarse la vida”.
El arco de las cejas delineado en la frente tersa, sobre pestañas tupidas. De tez blanca, Benjamín cuida su apariencia, no niega que de vez en cuando es necesario una inyección de botox para reactivar el rostro. Aunque nunca ha recurrido a cirugía estética.
Tiene una sonrisa perfecta. Los dientes alineados unos con otro, son de blanco reluciente, su camisa casual y su chamarra de gamuza combinan con su pantalón y zapatos. Pero conserva el gusto sencillo, portando sólo un reloj en la muñeca derecha.
Antes de ser Presidente Municipal comía a sus horas, se apegaba a una dieta balanceada, dedicaba tiempo al gimnasio, pero desde que asumió su nuevo cargo su dinámica ha cambiado. Duerme pasadas de la 1:30 horas y se despierta a las 7:00 para comenzar con su agenda pública.
Evita la tragedia todos los días. Por eso se concentra por la mañana, temprano, en leer los periódicos nacionales y locales como “La Jornada” de Fresnillo, “El Universal”, “El Sol” de Zacatecas y cualquier otro que contenga información de su interés.
En el poco tiempo libre que le queda abre un espacio para distraerse. Le gusta ver programas de National Geographic o Infi, canales de televisión privada, con programas como la vida de un tigre o la manera de cazar de alguna tribu africana.
A Benjamín no le gusta complicarse la vida, por eso prefiere lecturas sencillas, ligeras. En lugar de leer “La Metamorfosis” del checo Franz Kafka, elige “Memorias de mis Putas Tristes” del colombiano Gabriel García Márquez, que le divierte y le hace reflexionar.
Tiene alma de romántico y es “popero”. Es común escuchar en la sala de su casa las canciones de Alejandra Guzmán y Franco De Vita, pero ama el sombrero vaquero y Juan Gabriel o Joan Sebastian también forman parte de sus favoritos.
Tiene un piano, que toca cada vez que puede y quiere. Es romántico por naturaleza, se apasiona con letras de amor, pero también de decepción.
Claro que le han roto el corazón, algunas decepciones amorosas le han marcado, pero sólo lo necesario para entender que la felicidad radica en uno mismo, pero asegura que nunca ha sufrido por infidelidad.
Uno de sus libros favoritos “No soy Gran Cosa, pero soy Todo lo que Tengo”, le ha reforzado la filosofía del optimismo. En lugar de complicarse, busca soluciones en todos los aspectos de su vida.
Víctima de discriminación
Tres macanazos, tres chingadazos. “Súbase, pinche puto”. No fueron pocas las veces en que Benjamín sufrió agresiones por ser homosexual. Si se vestía o hablaba de manera “afeminada”, la gente lo ofendía por las calles.
No era el único, sus compañeros, amigos del medio del espectáculo, sufrían igual. Comenzaba la década de los 90 y en las persecuciones y redadas los travestis perdían las pestañas postizas y las pelucas entre la corredera de policías municipales y los empujones.
“En mis tiempos, si te peinabas de tal manera te gritaban y te humillaban, y te decían ‘puto’, y esas cosas que te lastiman, hoy no, hoy la gente dice ‘soy gay’ y le va mucho mejor, no digo que no, pero antes la Policía no entendía de derechos humanos”.
Nunca se sintió en el clóset, pero fue cerca de los 20 años cuando comenzó a asistir a bares gay y mostrarse tal como era.
“Yo mismo tuve un bar gay, el primero en Zacatecas, y fuimos motivo de persecuciones y redadas… fuimos agredidos, en redadas nos llevaban al bote, nos lastimaban, una vez nos apostamos en la Policía Municipal un grupo de 80 porque el director había mandado a las patrullas a llevarse a los travestis; hemos sido defensores”.
Pero esta parte de su historia sólo es una cicatriz de vida. Su camino siguió y en menos tiempo de lo que pensó la farándula lo llevó a la política, combinándolas, ahora se siente satisfecho por lo que ha logrado.

(ZOCALO/ Paola A. Praga /27/10/2013 - 04:00 AM)

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