domingo, 20 de octubre de 2013

EL REGRESO DE JOSEFINA

Raymundo Riva Palacio
Josefina Vázquez Mota llegó a la candidatura presidencial del PAN en 2012 de forma arrolladora. La apoyaban casi tres veces más militantes que a Santiago Creel –el hombre del establishment-, y cuatro veces más que a Ernesto Cordero –el candidato extraoficial. En su corta vida política, sobrevivió a Marta Sahagún, que no pudo dominarla pese a ser la presidenta adjunta de su esposo Vicente Fox, y a Elba Esther Gordillo, a quien enfrentó abiertamente cuando fue secretaria de Educación. Renació de entre las cenizas cuando el equipo compacto del presidente Felipe Calderón, encabezado por Juan Camilo Mouriño la demolió, y tuvo la fuerza interna para levantarse y llegar a la campaña presidencial envuelta en altas expectativas.

Vázquez Mota, la gladiadora, era una opción entre dos maquinarias electorales. La del grupo mexiquense de Enrique Peña Nieto, y la de la izquierda y las fuerzas antisistémicas de Andrés Manuel López Obrador. Pero nada funcionó desde el principio. Un spot elaborado por Pedro Torres -cuyas empresas trabajaban en paralelo para Peña Nieto-, la aniquiló. Aparecía en un salón de clases con paredes oscuras y poca iluminación, con un suéter azul que la hacía ver pequeña. Proyectaba ternura, pero cero liderazgo y fuerza de mando.

Lo agresivo de su equipo en los spots contra Peña Nieto, que le quitaron rápidamente positivos y le rompió el teflón que lo había protegido por años como gobernador del estado de México –donde ninguna crítica le quitaba puntos de popularidad y respaldo-, no los pudo capitalizar. Desórdenes logísticos en su campaña, sin mensajes claros ni la voz para transmitirlos, iniciaban el naufragio. Quiso victimarse en un principio y su equipo filtró a la prensa una grabación supuestamente realizada por el secretario de Seguridad Pública y la vocera presidencial que demostraba que la espiaban.

Tiros de escopeta. En la Ley del Talión panista, le mandaron decir que si insistía en la mentira –no existió el espionaje que denunciaron los suyos-, se daría a conocer la petición de ella al entonces secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, de grabaciones sobre Peña Nieto para utilizarlas en la campaña. Dejó de hablar del tema. De cualquier forma, ya se había visto en las encuestas que la victimización no le había dado puntos frente a sus adversarios. De hecho, nada le daba puntos para subir en las preferencias electorales.

La derrota de Vázquez Mota en la elección presidencial no sorprendió a nadie. Quienes la vieron el domingo de la debacle, la observaron muy deprimida. Vázquez Mota confirmó su estado de ánimo poco después de la jornada electoral, cuando junto con su familia se fue dos meses al norte del Reino Unido y desapareció de la escena pública. Cuando regresó se ocultó. La primera ocasión que se atrevió realmente a salir del ostracismo fue el 1 de diciembre, invitada distinguida al mensaje de toma de posesión del presidente Peña Nieto en Palacio Nacional. Llegó cuando muchos ya estaban sentados, y causó sensación. Políticos de todos los partidos se pararon a saludarla; los empresarios también. Ella correspondía con una sonrisa. Sólo Gordillo la ignoró. Y fue recíproco.

Los dos bloques políticos que buscan la presidencia del PAN son asimétricos, pero en efecto sólo hay dos. Madero tiene actualmente la mayor parte del respaldo, mientras Cordero encabeza el ala radical. La polarización del partido es lo que unió a los ex gobernadores y a Bravo Mena en torno a Vázquez Mota, a quien utilizan como herramienta para que empiecen a ser oídos. Estuvieron mucho tiempo fuera de los espacios de toma de decisiones, y se les ven ganar de regresar. Solos, lo vieron recientemente, no podían.

El regreso de Vázquez Mota esta semana comenzó con una comida con los ex gobernadores y Bravo Mena, que difundió ella misma en su cuenta de twitter. Fue en la víspera que publicaran un desplegado en la prensa sobre los puntos básicos de su plataforma política: no a las reformas energéticas y fiscal en los términos como las planteó el gobierno; sí a una oposición crítica constructiva. Es decir, ni colaboracionista como describen a Madero, ni confrontacional, como ven a Cordero. Es una apuesta intermedia para conquistar el ánimo de los panistas y conseguir que lleven a Vázquez Mota a la presidencia del PAN.

La ex candidata presidencial entiende que no será un asunto de voluntarismo, sino de persuasión. En buena medida por eso no ha dicho abiertamente que se lanzará por la presidencia del partido. “Lo tengo que evaluar”, dijo a la prensa, “aún no está decidido”. No podría hacerlo.

Haber salido esta semana movió el metabolismo en el PAN y verán ella y los políticos que la acompañan si por las reacciones ven posibilidades reales de buscar el partido. Falta poco. Si Vázquez Mota anuncia que va por el partido, significará que encontraron ese espacio. Si no lo hace, querrá decir que una aventura así estaría encadenada al fracaso, algo que no puede permitirse. No puede volver a equivocarse, sobretodo si su corazón aún late por el 2018. 
 
(ZOCALO/ Columna de Raymundo Riva Palacio/ 20 de Octubre 2013)

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