jueves, 19 de diciembre de 2013

LA VIDA DE LOS HIJOS DE EL CHAPO, SEGÚN TWITTER


México, D.F.- Se llaman Iván y Alfredo Guzmán. Son hijos de Joaquín Guzmán Loera, el mítico hombre que ha puesto a sus pies al mundo del narcotráfico.

Teóricamente siguen en la mira de la PGR y la DEA. Han pasado tiempo en prisión o han estado a punto de hacerlo, por lo cual parecería que se mantendrían en la oscuridad. Pero hay algo que ningún treintañero o veinteañero, aun si se es hijo de El Chapo, puede dejar de hacer: tuitear.

Y ellos lo hacen con alegre frecuencia: cientos de fotografías y miles de comentarios, conversaciones y retuits dejan muy pocas dudas de la autenticidad de las cuentas. Paquetes de cocaína, campos de marihuana, torres de dinero en efectivo, rifles bañados en oro, cadáveres ensangrentados, aparecen en el día a día de los hermanos, dejando muy poco a la imaginación.

Pero no todo lo que tuitean está relacionado a su negocio.

Como las chicas Hilton o los niños Trump, Alfredo e Iván exhiben con desenfado los frutos del exitoso negocio de su padre. Mansiones, ropa y autos de lujo, viajes y animales exóticos, fiestas interminables.

No hay nada fuera de su alcance y quieren que el mundo lo sepa.

Sería mentira decir que era un desconocido, pero lo cierto es que Joaquín El Chapo Guzmán se convirtió en un hombre mítico del mundo del narcotráfico desde que, escondido en un carro de ropa sucia, se fugó de una prisión de alta seguridad en el año 2000.

Y desde entonces no ha perdido el tiempo. En 13 años ha construido la empresa de tráfico de drogas más pujante del mundo. Su cártel, el de Sinaloa, ofrece en el mercado negro todas las drogas conocidas a clientes ubicados en todos los continentes. Sus ganancias, casi ilimitadas, fluyen en una red global de lavado de dinero, cuyas ramas alcanzan incluso los sistemas financieros de China e Irán.

Eso es lo que dicen las por lo menos cuatro causas penales que existen en su contra en México por homicidio, narcotráfico, lavado de dinero y uso ilegal de armas. En Estados Unidos tiene acusaciones por delincuencia organizada y lavado de dinero en California, Arizona, Texas, Florida, Nueva York e Illinois.

Así que tiene lógica que la PGR, el FBI y la DEA desplieguen todas sus baterías para detener al hombre más buscado aquí y allá. Pero como cualquier mortal, El Chapo no sería nadie sin su equipo. El Cártel de Sinaloa no sólo funciona con un modelo empresarial con miles de empleados alrededor del mundo, sino que está construido como un negocio familiar. De sus ocho hijos, dos (Iván Archivaldo y Jesús Alfredo) son considerados por los gobiernos de México y Estados Unidos como operadores clave del imperio Guzmán.

Iván, de 33 años, apodado El Chapito, coordina principalmente operaciones de lavado de dinero en México. Fue arrestado por la policía de Zapopan en febrero de 2005 por liderar una célula criminal en la zona y tres años después fue sentenciado por un juez penal del DF a cinco años de prisión por operar con recursos de procedencia ilícita.

La condena duraría poco. En abril de ese año, un par de meses más tarde, el entonces juez del tercer tribunal unitario Jesús Luna Altamirano lo absolvió de todo cargo, con el argumento que había sido acusado simplemente por ser hijo de El Chapo.

“Ese criterio es contrario a todo derecho y aplicarlo sería como afirmar que cualquier pariente de un delincuente, por el simple hecho de serlo, también es criminal”, dijo el juez en entrevista con el diario La Jornada.

En 2012, ya exonerado en México, Iván fue incluido en la lista de narcotraficantes del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que asegura que “juega un rol significativo” en el Cártel de Sinaloa. Ese mismo año, el juez Luna Altamirano fue suspendido y sometido a investigación por sus presuntos vínculos con el narcotráfico.

Iván no es el único investigado en Estados Unidos. Alfredo, de 28 años, está incluido en el juicio contra su padre iniciado en 2009 en la corte de Illinois.

Según documentos de la corte, El Chapo, Ismael El Mayo Zambada y otras nueve personas, incluido Alfredo, lideran una red de tráfico de cocaína y heroína en Chicago y sus alrededores. La fiscalía federal asegura que Alfredo es el “coordinador de logística”, encargado de las entregas de cocaína y heroína en EU, así como del traslado ilegal a México del dinero en efectivo producto de la venta de droga en EU.

Como su hermano mayor, Alfredo ha estado en algún momento en la mira de las autoridades mexicanas. De hecho, ha vivido momentos de apremio, como cuando la Secretaría de Marina anunció el 22 de junio de 2012 que había dado un golpe de gran magnitud: había detenido a Alfredo Guzmán en Zapopan y, de hecho, lo presentaron a los medios de comunicación.

La DEA felicitó al gobierno mexicano. “Este es el primer paso para llevar a otro capo despiadado a la justicia”, dijo Rusty Payne, el entonces vocero de esa agencia.

La celebración duró muy poco. Al día siguiente, la Marina anunció que habían detenido a la persona equivocada. Se trataba en realidad de Félix Beltrán León. Su madre exhibió fotos de su infancia para demostrar que su hijo no era el hijo de El Chapo.

La Marina no tuvo otra salida más que reconocer el error. Había vencido a un fantasma.
* * *

Iván y Alfredo heredaron la habilidad o la suerte de su padre para evitar la prisión o no permanecer mucho tiempo en ella. Luego de la falsa captura de Alfredo, parecía que los hermanos se mantendrían en la oscuridad, lejos de los radares policiacos. Pero hay algo que ningún treintañero o veiteañero, aun si se es hijo de El Chapo, puede dejar de hacer: tuitear.

En septiembre de 2012 y junio de este año, Iván y Alfredo abrieron, respectivamente, sus cuentas en la red social de Twitter. Desde entonces y hasta octubre y noviembre de este año publicaban entre dos y hasta 30 tuits al día.

Los cientos de fotografías y miles de comentarios, conversaciones y retuits dejan muy pocas dudas de la autenticidad de las cuentas. Paquetes de cocaína, campos de marihuana, torres de dinero en efectivo, rifles bañados en oro, cadáveres ensangrentados, aparecen en el día a día de los hermanos, dejando muy poco a la imaginación.

En la era digital, si no estás en línea no eres nadie, incluso el narco lo sabe. Por eso al mexicano Andrés Monroy Hernández, investigador de nuevos medios y redes sociales del Massachusetts Institute of Technology (MIT), no le sorprende que los hijos de El Chapo se hayan unido al fenómeno de comunicarse en 140 caracteres.

“Desde el punto de vista global, no es algo nuevo”, explica el doctor en artes y ciencias mediáticas. “Diferentes grupos y personas antagónicas han usado las redes sociales, como los hijos de Gaddaffi, los integrantes de Hezbollah o Hamas”.

Monroy Hernandez ha analizado desde 2010 el uso de las redes sociales en zonas azotadas por el narco en México. Sus estudios han concluido que las comunidades encontraron en las redes sociales un medio para alertar y comunicar al resto de la población sobre la violencia y el crimen en sus ciudades, compensando la falta de información veraz tanto de los medios informativos tradicionales como de gobiernos corruptos.

Pero así como las comunidades se han empoderado, también lo han hecho aquellos ligados al crimen y la violencia. “El proceso de empoderamiento de estas organizaciones por medio de redes sociales ha venido sucediendo; en YouTube hemos visto videos con comunicados dirigidos a enemigos, gobierno o a la población”, comenta.

No todo lo que tuitean los hijos de El Chapo está relacionado a su negocio. Como las chicas Hilton o los niños Trump, Alfredo e Iván exhiben con desenfado los frutos del exitoso negocio de su padre. Mansiones, ropa y autos de lujo, viajes y animales exóticos, fiestas interminables. No hay nada fuera de su alcance y quieren que el mundo lo sepa.

Pero Monroy Hernández, también investigador en el FUSE Lab de Microsoft Research, predice que tarde que temprano, los tuits de los hermanos Guzmán podrían llegar a ser a los ojos de los usuarios de internet tan mundanos como los del ciudadano promedio. En pocas palabras, su estatus como presuntos narcotraficantes se normalizaría. “En una investigación reciente, encontramos que conforme pasa el tiempo, los mensajes en Twitter han dejado de provocar las reacciones emocionales de antes, un fenómeno llamado affective desensitization (insensibilidad afectiva)”.

Por ahora los hijos de El Chapo se han ganado la muy codiciada atención de los usuarios de Twitter. En dosis de 140 caracteres o menos, los hermanos Guzmán Salazar ofrecen una mirilla a un mundo que aterra y a la vez fascina a México y al mundo. Sus intenciones, sí es que las tienen, continúan siendo un misterio.


(ZOCALO/ Sin Embargo/19/12/2013 - 02:18 PM)

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