Aunque
se empezó a filtrar semanas antes, la víspera de la pasada reunión del Consejo
Nacional del Partido de la Revolución Democrática ya se sabía que Carlos
Navarrete presentaría su renuncia a la dirigencia nacional del partido. Lo hizo
el sábado 8 de agosto que inició el Consejo y su aceptación, que implica
renovar por completo el CEN, fue solo un trámite. El ex senador Navarrete,
cumplía así, un ciclo que duró apenas diez meses, en medio de la crisis más
profunda del partido desde que se fundó en 1989.
Carlos
Navarrete asumió la dirigencia del partido una semana después de que estalló el
conflicto en Iguala, con la desaparición de 43 estudiantes normalistas de
Ayotzinapa, lo cual hundió al PRD en el descrédito total, debido a la relación
que tenía con el ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca.
La
deserción constante de militantes para irse a otros partidos o para mantenerse
como figuras independientes, como Cuauhtémoc Cárdenas, fue otro de los
elementos que ensancharon las grietas del PRD. Desdibujado en el espectro
nacional, Navarrete se vio imposibilitado para encabezar el relanzamiento del
instituto más sólido que, hasta ahora, ha tenido la izquierda en México.
De
acuerdo al documento aprobado en el Consejo, presentado por el propio
Navarrete, su renuncia tiene varios propósitos, enmarcados en nueve puntos, en
cuyo entorno gravita el reencuentro de las izquierdas. Más allá de si el
partido se ancla como verdadera oposición, o si vigilan a sus gobiernos para
que sean congruentes con los postulados del PRD, o si sus gobernantes
reivindican la ética pública y la transparencia, proponerse reunificar a las
izquierdas en torno a un proyecto de Nación, debiera ser el eje rector de una
reforma interna de este partido.
Al
PRD lo ahogaron sus tribus. Ellas se lo tragaron y lo hundieron en la mierda en
la que ahora se encuentra. Se advirtió desde hace muchos años. Los postulados
que le dieron origen se fueron esfumando en medio de las ambiciones de poder y
de lucro. Pero hasta para las corrientes que lo conforman se agotó el esquema
que les dio vida, pues la base social que las sostenía se fue desmoronando. Sin
embargo, hay todavía en el PRD, y eso puede salvarlo, hombres y mujeres de bien
que se resisten a que todo aquello que soñaron y sueñan aún, se vaya al hocico
de los cerdos.
Es
posible que el gesto de Carlos Navarrete tenga que ver con estos sueños. Llegó
a la dirigencia en el peor momento. Era imposible evitar el descalabro en medio
de tanta inmundicia que salió a flote con el asunto de los muchachos desaparecidos
de Ayotzinapa. Y solo por la reivindicación de estos anhelos vale la pena
explorar un nuevo escenario para este partido. Tiene de dónde sacar fuerzas.
Ahí están los militantes de base, la gente que todavía cree que no todo está
perdido, la base electoral refrendada —aunque con bajas significativas, sobre
todo en el Distrito Federal, su principal bastión— en el proceso electoral
pasado.
Pero
resurgir o, al menos evitar peores escenarios, pasa por la necesidad de una
autocrítica profunda y real, preparando, como lo dijo Navarrete en su propuesta
del 8 de agosto, el relevo generacional en el partido.
La
oportunidad para convertirse en otro, para regresar a ese pasado glorioso lleno
de esperanza para los millones de mexicanos más jodidos que creyeron en este
proyecto, la están brindado en charola de plata, a la izquierda, el rotundo
fracaso de doce años de panismo en el poder y la debacle de un priismo que
regresó solo para demostrar que sigue siendo el mismo dinosaurio voraz que ya
había sido colocado en el basurero de la historia.
Pero
esa oportunidad es para la izquierda en su conjunto, no para el PRD. De ahí el
valor que en este momento tendría una profunda reflexión sobre este contexto
entre los que ahora se pelean por lo que queda de este partido.
BOLA Y CADENA
BIEN
VALE, EN ESTE MARCO, ponderar la intención de algunos grupos perredistas
locales, de apoyar las aspiraciones de Gerardo Vargas Landeros, secretario
general de Gobierno, que no ha dejado de hacer campaña con recursos públicos.
Es verdad que el PRD forma parte de la coalición que llevó a Malova al poder,
pero a la vuelta de cinco años lo que debiera discutirse es en qué benefició al
PRD esta aventura y qué ganó su proyecto, si es que se puede decir que a nivel
estatal tenga uno. El PRD no es más de lo que era en 2010 en ningún aspecto y,
por el contrario, puede afirmarse que sus bonos como partido, ya devaluados
desde entonces, ahora valen menos, pues forman parte (lastimosa, pero parte al
fin) de uno de los gobiernos más corruptos de la historia moderna de Sinaloa.
SENTIDO CONTRARIO
LA
NOTA LA HAN DADO los regidores de Mazatlán, Esparanza Kazuga y Humberto
Batista, quienes están demostrando que el contrato de 353 millones de pesos
para instalar 30 mil lámparas led, asignado a la empresa Equipos y Productos
Especializados, tiene, al modo, los costos inflados. Los regidores presentaron
cinco propuestas cuyos costos están muy por debajo del aprobado en la
licitación, la más cara, con una diferencia a favor de 116 millones de pesos. ¿Qué
dirá ahora el alcalde Carlos Felton? ¿Qué hará el Congreso del Estado?
HUMO NEGRO
¿CUÁNTOS
MUERTOS MÁS, cuántos cateos ilegales, cuánto abusos, cuánta violencia contra
inocentes habrá que esperar de la Marina Armada de México para que alguien le
ponga un alto? ¿Quién responderá por el asesinato de Carlos Eduardo Gaytán
Ramírez? ¿El soldado que disparó, el jefe que dirigía el operativo, el
secretario de Marina o el presidente de la República, jefe de las fuerzas
armadas? ¿A quién se acusa en este caso y quién responde?
(RIODOCE/
COLUMNA”ALTARES Y SÓTANOS” de Ismael
Bojórquez/ 23 agosto, 2015)
Aunque
se empezó a filtrar semanas antes, la víspera de la pasada reunión del Consejo
Nacional del Partido de la Revolución Democrática ya se sabía que Carlos
Navarrete presentaría su renuncia a la dirigencia nacional del partido. Lo hizo
el sábado 8 de agosto que inició el Consejo y su aceptación, que implica
renovar por completo el CEN, fue solo un trámite. El ex senador Navarrete,
cumplía así, un ciclo que duró apenas diez meses, en medio de la crisis más
profunda del partido desde que se fundó en 1989.
Carlos
Navarrete asumió la dirigencia del partido una semana después de que estalló el
conflicto en Iguala, con la desaparición de 43 estudiantes normalistas de
Ayotzinapa, lo cual hundió al PRD en el descrédito total, debido a la relación
que tenía con el ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca.
La
deserción constante de militantes para irse a otros partidos o para mantenerse
como figuras independientes, como Cuauhtémoc Cárdenas, fue otro de los
elementos que ensancharon las grietas del PRD. Desdibujado en el espectro
nacional, Navarrete se vio imposibilitado para encabezar el relanzamiento del
instituto más sólido que, hasta ahora, ha tenido la izquierda en México.
De
acuerdo al documento aprobado en el Consejo, presentado por el propio
Navarrete, su renuncia tiene varios propósitos, enmarcados en nueve puntos, en
cuyo entorno gravita el reencuentro de las izquierdas. Más allá de si el
partido se ancla como verdadera oposición, o si vigilan a sus gobiernos para
que sean congruentes con los postulados del PRD, o si sus gobernantes
reivindican la ética pública y la transparencia, proponerse reunificar a las
izquierdas en torno a un proyecto de Nación, debiera ser el eje rector de una
reforma interna de este partido.
Al
PRD lo ahogaron sus tribus. Ellas se lo tragaron y lo hundieron en la mierda en
la que ahora se encuentra. Se advirtió desde hace muchos años. Los postulados
que le dieron origen se fueron esfumando en medio de las ambiciones de poder y
de lucro. Pero hasta para las corrientes que lo conforman se agotó el esquema
que les dio vida, pues la base social que las sostenía se fue desmoronando. Sin
embargo, hay todavía en el PRD, y eso puede salvarlo, hombres y mujeres de bien
que se resisten a que todo aquello que soñaron y sueñan aún, se vaya al hocico
de los cerdos.
Es
posible que el gesto de Carlos Navarrete tenga que ver con estos sueños. Llegó
a la dirigencia en el peor momento. Era imposible evitar el descalabro en medio
de tanta inmundicia que salió a flote con el asunto de los muchachos desaparecidos
de Ayotzinapa. Y solo por la reivindicación de estos anhelos vale la pena
explorar un nuevo escenario para este partido. Tiene de dónde sacar fuerzas.
Ahí están los militantes de base, la gente que todavía cree que no todo está
perdido, la base electoral refrendada —aunque con bajas significativas, sobre
todo en el Distrito Federal, su principal bastión— en el proceso electoral
pasado.
Pero
resurgir o, al menos evitar peores escenarios, pasa por la necesidad de una
autocrítica profunda y real, preparando, como lo dijo Navarrete en su propuesta
del 8 de agosto, el relevo generacional en el partido.
La
oportunidad para convertirse en otro, para regresar a ese pasado glorioso lleno
de esperanza para los millones de mexicanos más jodidos que creyeron en este
proyecto, la están brindado en charola de plata, a la izquierda, el rotundo
fracaso de doce años de panismo en el poder y la debacle de un priismo que
regresó solo para demostrar que sigue siendo el mismo dinosaurio voraz que ya
había sido colocado en el basurero de la historia.
Pero
esa oportunidad es para la izquierda en su conjunto, no para el PRD. De ahí el
valor que en este momento tendría una profunda reflexión sobre este contexto
entre los que ahora se pelean por lo que queda de este partido.
BOLA Y CADENA
BIEN
VALE, EN ESTE MARCO, ponderar la intención de algunos grupos perredistas
locales, de apoyar las aspiraciones de Gerardo Vargas Landeros, secretario
general de Gobierno, que no ha dejado de hacer campaña con recursos públicos.
Es verdad que el PRD forma parte de la coalición que llevó a Malova al poder,
pero a la vuelta de cinco años lo que debiera discutirse es en qué benefició al
PRD esta aventura y qué ganó su proyecto, si es que se puede decir que a nivel
estatal tenga uno. El PRD no es más de lo que era en 2010 en ningún aspecto y,
por el contrario, puede afirmarse que sus bonos como partido, ya devaluados
desde entonces, ahora valen menos, pues forman parte (lastimosa, pero parte al
fin) de uno de los gobiernos más corruptos de la historia moderna de Sinaloa.
SENTIDO CONTRARIO
LA
NOTA LA HAN DADO los regidores de Mazatlán, Esparanza Kazuga y Humberto
Batista, quienes están demostrando que el contrato de 353 millones de pesos
para instalar 30 mil lámparas led, asignado a la empresa Equipos y Productos
Especializados, tiene, al modo, los costos inflados. Los regidores presentaron
cinco propuestas cuyos costos están muy por debajo del aprobado en la
licitación, la más cara, con una diferencia a favor de 116 millones de pesos. ¿Qué
dirá ahora el alcalde Carlos Felton? ¿Qué hará el Congreso del Estado?
HUMO NEGRO
¿CUÁNTOS
MUERTOS MÁS, cuántos cateos ilegales, cuánto abusos, cuánta violencia contra
inocentes habrá que esperar de la Marina Armada de México para que alguien le
ponga un alto? ¿Quién responderá por el asesinato de Carlos Eduardo Gaytán
Ramírez? ¿El soldado que disparó, el jefe que dirigía el operativo, el
secretario de Marina o el presidente de la República, jefe de las fuerzas
armadas? ¿A quién se acusa en este caso y quién responde?
(RIODOCE/
COLUMNA”ALTARES Y SÓTANOS” de Ismael
Bojórquez/ 23 agosto, 2015)
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