El diputado
local David Martínez Martínez consideró que su secuestro podría tener tintes
políticos, pues sus captores no pidieron dinero para liberarlo y durante el
cautiverio le echaron en cara su filiación perredista
Cuernavaca, Mor.—
“Independientemente de que consigamos el dinero o no, tú no nos convienes vivo,
así es que te vamos a matar, y te vamos a entregar destazado, porque ni tú ni
todos ustedes nos convienen vivos”.
Esa fue la frase que
terminó con toda esperanza de vida para el diputado del PRD David Martínez
Martínez, quien fue secuestrado el pasado miércoles afuera de su domicilio,
ubicado en la colonia Pueblo Viejo, en el municipio de Temixco, localizado a 10
kilómetros de esta ciudad.
Para el legislador morelense
fue una acción política la privación de su libertad, que recuperó en la
madrugada de este jueves en un operativo realizado por fuerzas federales y
estatales, en el que se logró detener a ocho presuntos integrantes del grupo
criminal Guerreros Unidos.
“Al no recibir mi
familia alguna llamada de pago de rescate y al no hablarme más del tema, y al
concertarse que me iban a matar porque no les convenía vivo, me hizo pensar en
que es una acción en contra del gobierno del estado, por lo que representamos,
por el trabajo que hemos realizado en el combate a la delincuencia”, consideró
David Martínez, al relatar los momentos que vivió cautivo.
Quienes lo
levantaron le hicieron referencia en varias ocasiones que iban por todos los
del PRD, partido por el que llegó a la gubernatura de Morelos Graco Ramírez y
con cuya política en contra de la delincuencia coincide y ha colaborado el
diputado Martínez Martínez, según comentó.
En una entrevista
con EL UNIVERSAL, realizada en Cuernavaca, horas después de ser rescatado, el
legislador quien estaba acompañado de su familia, sin cinturón sujetando su
pantalón, pues dijo que el que tenía —que le había regalado su hermana— se lo
quitaron sus captores.
El plagio. La mañana
del pasado miércoles se encontraba en su domicilio cuando tocaron la puerta.
“Me asomé por el ventanal y era una señora que me quería entregar una petición.
Le dije que me permitiera cambiarme de ropa y con mucho gusto la atendía.
“Afuera de mi casa,
cuando recibía su petición, llegó mi hija y me acompañó. Cuando terminé con la
señora, en el momento en que volvía a entrar a mi casa, se detiene un vehículo
enfrente de mí y un sujeto me dijo que si me podía hacer una pregunta. Le
respondí que sí, cuando veo que sacan las armas y me exclamó: ‘Ya te cargó la
chingada’, se metieron a mi casa y le apuntan a mi hija, me puse en medio y
muevo a mi hija. Ella corrió y el que apuntaba le ordenó a otro tipo que fuera
por mi hija, porque se la iban a llevar, pero ella corrió y logró esconderse.
“Me agarraron a mí y
me subieron a un vehículo; me llevaron por unos minutos y después me subieron a
otro vehículo en la cajuela, pero no la cerraron bien y logré abrirla un poco y
por ahí iba viendo por dónde me llevaban. Pensé en aventarme, pero vi que
venían atrás otros dos carros; pensé que eran de ellos mismos y no lo hice.
“Ya en la segunda
casa, una vivienda de dos pisos, me amarraron las manos con una trusa y un
lazo. Me cubrieron la cara con una pañoleta, pero no me la amarraron,
únicamente me la pusieron encima.
“Ahí pude ver a
algunos de los que participaron. Eran como siete hombres y escuché la voz de
una mujer. En total había 11 personas implicadas”, aseguró el legislador local,
quien comentó que lo tuvieron sin comer y únicamente le daban agua; además,
señaló, le permitieron ir cuatro veces al sanitario durante su cautiverio.
El baño, recalcó, se
encontraba en el segundo piso de la vivienda, y en una de las idas quien lo
llevaba le preguntó que quién era, a lo que respondió que era el diputado David
Martínez. Extrañado el hombre que le preguntaba le decía que las cosas estaban
muy “calientes”, que había gran alboroto por su secuestro y que lo mejor era
matarlo rápido, pero que tenían que esperar a otras personas.
El diputado contó
que ya en la noche quiso aprovechar para ver si podía escaparse, pero las
puertas tenían cadenas y era imposible salir, por lo que decidió regresar a la
colchoneta que le pusieron debajo de las escaleras de la casa, donde permaneció
hasta que llegaron las fuerzas policiacas a rescatarlo
“En momentos escuché
mucho ruido, y dijeron ‘aquí está la víctima’, y alumbraban con lámparas, pensé
que eran de los mismos delincuentes, pero no, eran los elementos que me
rescataron”, recordó.
Señaló que durante
el tiempo que estuvo en cautiverio, no escuchó que hablaran de los Guerreros
Unidos, y que sólo le dijeron:
“Nos vamos a chingar
a todos Los Rojos, y tenemos información que tú tienes relación con ellos”, a
lo que les respondió que no los conocía y que no sabía quiénes eran, lo que
provocó uno lo golpeara en dos ocasiones en la cara con el puño cerrado. Antes,
dijo, había recibido un golpe en la frente con la cacha de una pistola.
Martínez Martínez
sostuvo que en ningún momento negoció algo con los delincuentes y que siempre
se mantuvo firme, a pesar de que en un momento que sintió que iba a morir.
Comenzó mentalmente
a despedirse de su familia.
“Visualicé la cara
de mis hijos y de mi esposa y me despedí de ellos. Y a mi papá, que ya murió,
le dije en voz alta ya voy contigo”, relató con la voz cortada.
(DOSSIER POLITICO/ / Julián Sánchez Enviado / El
Universal/ 2014-12-19)
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