martes, 3 de enero de 2012

¿QUIÉN LE PAGÓ A EL RECODO?



Martín Durán

Se ha repetido hasta el cansancio que las finanzas municipales van hacia la quiebra, pero la sindicatura de Eldorado se adjudicó un festejo tan lucido como extraño y oneroso: una posada navideña amenizada por “la madre de todas las bandas”, El Recodo, agrupación que puede cobrar hasta un millón y medio de pesos por concierto. ¿De dónde salió el dinero en un pueblo que apenas el mes pasado reclamaba más presupuesto al Ayuntamiento y cuyo servicio de recolección de basura es precario?



De boca en boca la noticia se esparció por toda la sindicatura desde el viernes 16 de diciembre: la banda El Recodo de don Cruz Lizárraga estaría para celebrar la víspera de Navidad, con un baile al que el Comité de Desarrollo de Eldorado nombró su Primera Gran Posada Navideña.

Aquí no hubo voceadores ni espectaculares que anunciaran el magno baile, al que según consta en el pase de cortesía ofrecido a los habitantes, también se presentaría el grupo de música norteña Los Titanes de Durango, en el estadio Joaquín Redo.

Las calles aledañas al nuevo edificio de la sindicatura, en el sector centro, se desbordaron de personas que acudieron a conseguir su boleto. Ahí afuera estaba Miguel López, representante de Derechos Humanos del Valle de San Lorenzo, con un grueso bloc de pases para el evento, repartiéndolos para aquellos que se apersonaran en la sindicatura.

No nada más las banquetas se llenaron, también la noticia corrió a través de las redes sociales, y más tardó en esparcirse que en agotarse el boletaje. Al fin y al cabo era gratis.

“Decían que las colas estaban bien largas, pero cuando llegué nada más había cuatro o cinco personas, así que me formé para pedir los míos”, relató un vecino de Eldorado que no se perdió el baile.

Al llegar con Miguel le estiró un boleto nada más, pero luego de insistirle que quería llevar a su familia le entregó el resto. El edificio donde despacha el síndico Luis Fernando Gaxiola Noriega también fue adornado con cartulinas que invitaban al festejo.

En el transporte público, en la plaza y el mercado municipal no se hablaba de otra cosa en los días previos a la fiesta, que la llegada de “la madre de todas las bandas”, algo inusual por aquellos lares. Y menos si era del “pueblo y para el pueblo”.

El boleto de color azul y con el logotipo de El Recodo anunciaba que la posada estaba programada para el martes 20 de diciembre en el Joaquín Redo a partir de las 20:00 horas. Al reverso, podía observarse un sello con el escudo del Ayuntamiento de Culiacán y las letras que señalaban que era del Comité de Desarrollo de Eldorado.

La pachanga
Por eso Agustín no dudó en alistarse esa noche temprano para llevar a su mujer a la fiesta. Después de cenar en una taquería, llegó a la calle del estadio bloqueada por varias patrullas de la Policía Municipal.

La unidad deportiva, tradicional en el pueblo, estaba vestida para el baile. Un escenario imponente se alzaba en el campo de futbol, con una pantalla gigante en medio y altoparlantes que indicaban que todo era un equipo de sonido bastante profesional.

La posada, según supo Agustín y relató a Ríodoce, era limitada para 3 mil personas, todas con pase sin excepción, así que aquellos que no alcanzaron quedarían excluidos del baile.

Poco a poco el estadio se fue abarrotando con miles de invitados que entraban y salían para abastecerse de cerveza de los expendios o, en su defecto, atiborrarse de finos licores llevados en hieleras. El alcohol corrió en abundancia, como un cóctel del que nadie podía salvarse para ver y oír a la banda.

A las 20:00 horas, los integrantes de Los Titanes de Durango abrieron el telón, en voz de su acordeonista Sergio Sánchez Ayón. Según fuentes de espectáculos consultadas, el grupo norteño llega a cobrar en temporada navideña hasta 150 mil pesos por contrato. La duración de cada concierto es de cuatro a cinco horas.

El repertorio del grupo no se hizo esperar, el bailongo que se prolongó hasta las 23:00 horas, cuando Los Titanes se despidieron del público presente y le abrieron espacio a un intento de discurso del síndico municipal, Luis Fernando Gaxiola Noriega, quien desde marzo pasado despacha en ese puesto.

Ya para entonces, las carpas que fueron puestas para invitados especiales, apartados del resto de la plebe, lucían repletas. Solo ellos tenían disponibles asientos cómodos y un techo bajo el cielo frío de la costa sinaloense.

Gaxiola Noriega tardó más en iniciar su discurso de gratitud hacia los eldoradenses que en ser callado por la multitud que esperaba el arribo de El Recodo al escenario, pues la banda ya había sido anunciada con un remix de sus éxitos.

Y por fin el verde brillante de los trajes y el amarillo reluciente de los instrumentos de viento de los músicos estalló en escena con aplausos y gritos, en su mayoría del público femenino. Incluso algunas eufóricas se brincaron la valla de protección y se treparon al escenario para besuquear a sus estrellas, repetidas en la megapantalla que reproducía las expresiones.

Para arrancar, la banda de don Cruz Lizárraga cantó un corrido improvisado en memoria del exsíndico de Eldorado, fallecido en septiembre del 2009, Dámaso López García.

Alguien tuvo que pasarle una hoja con la letra escrita al vocalista e improvisar con la armonía de otra canción el ritmo del corrido dedicado a Dámaso, padre de Dámaso López Núñez, ubicado por la PGR como operador del Chapo Guzmán.

Una vez cumplida la complacencia, el baile inició con la canción Pena tras pena, y los contoneos de caderas, el ritmo de la música sinaloense contagió a los que celebraban la gran posada, con una banda que según sitios web de espectáculos llega a cobrar un millón y medio de pesos por concierto. Y no solo esa cifra estratosférica, pues El Recodo cobra por hora.

A este concierto al que invitaron las autoridades de la sindicatura, le duró a la gente tres horas y media de un repertorio harto conocido, por ser una de las agrupaciones más famosas en el género.

Gritos y aplausos, fotografías con Alfonso Lizárraga, líder de la banda, se adueñaron de los perfiles de Facebook de muchas jovencitas preparatorianas de la sindicatura.

El baile terminó hacia las 03:30 horas del día siguiente. Felices, los invitados partieron, rodeados de una seguridad garantizada por las patrullas y agentes municipales apostados alrededor del recinto deportivo.

Derroche en la crisis
Pero apenas el 7 de noviembre pasado, el síndico Luis Fernando Gaxiola Noriega se quejaba en una entrevista concedida al periódico El Debate, que los 55 mil pesos semanales que entregaba la Comuna alcanzan escrupulosamente para pagar la gasolina y el servicio de recolección de basura en el pueblo, ya que en estos conceptos se van solamente 40 mil pesos.

Indicó al rotativo que 55 mil pesos son muy pocos para atender a más de 20 comisarías y 27 colonias.

Además, recordó que a su oficina a diario acuden unas 50 personas a solicitar algún tipo de apoyo y no tiene presupuesto para ello. Dijo que solicitó más recursos y está en espera de respuesta.

En este mismo diario se han expuesto otros problemas de servicios públicos que enfrenta la sindicatura. A fines de noviembre, decenas de habitantes clamaban por una eficiente recolección de basura.

Los bultos de deshechos, se quejaban, se iban apilando en las calles de algunas colonias pues los dos únicos camiones recolectores con los que cuenta el pueblo nunca pasaban.

También los habitantes de la colonia Renato Vega denunciaron en esa época que el alcalde Héctor Melesio Cuen Ojeda solo había ido a dar el banderazo de una obra en el campo deportivo, pero que nunca se había parado un albañil en el lugar para mover un ladrillo.

Pero el pueblo entero se volcó la noche del martes 20 en un festejo sin fin, olvidando aquellos problemas presupuestales lloriqueados semanas atrás por la autoridad.



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