México
se unió a otra comunidad global de comercio y de negocios: el Acuerdo
Transpacífico de Cooperación Económica. Fue ampliamente celebrado. Pero, 30
años después de la firma del TLCAN, el balance no es el que tanto se pregonó.
Todo lo contrario, dice un estudio apenas publicado.
Ciudad
de México, 12 de octubre (SinEmbargo).– Un análisis del Bank of América–Merrill
Lynch promovió, en 2013, la mejor noticia para captar inversiones extranjeras
en México: por primera vez, el salario por hora en el país era más bajo que en
China; casi un 20 por ciento.
La
caída del salario, planteada en el análisis como una “ventaja”, mostraba que en
los últimos 10 años el ingreso de los mexicanos había contraído tres veces su
valor frente al percibido por la población del país asiático que, en 2003,
ganaba un 188 por ciento menos que aquí.
Entrevistado
por la agencia Reuters, el economista en jefe de la firma Bank of
America–Merrill Lynch y ex analista de la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público (SHCP) y del Banco de México (Banxico), Carlos Capistrán, dijo que esta
caída en los salarios –presionados, explicó, por el aumento poblacional–, eran
una “ventaja competitiva” tan importante que incluso superaban los beneficios
de las reformas de Enrique Peña Nieto.
“Ahora
la gente está emocionada con México por las reformas. Pero cuando me pregunto:
‘¿qué es lo más importante que tiene México en términos de crecimiento?’ Es el
bono demográfico”, dijo Capistrán en la nota de Reuters.
El
comparativo en el nivel de ingresos apareció citado este año en un artículo que
analiza el impacto del modelo de libre mercado en la calidad de vida de los
mexicanos y que plantea que los bajos salarios son una explicación de la
pobreza y la precariedad laboral y, éstas, parte de la criminalidad que ha
convertido el homicidio en la principal causa de muerte entre la población de
15 a 44 años; es decir, en edad productiva.
Por
ese motivo, explica el artículo escrito por la médico social Asa Cristina
Laurell y publicado en International Journal of Health Services (o Revista
Internacional de Servicios de Salud), la desaparición de los 43 estudiantes de
Ayotzinapa muestra la punta del iceberg en el que están decenas de miles de
muertes por homicidio y más de 26 mil desapariciones.
“Hay
una conciencia cada vez mayor en México de que estos eventos son el resultado
de tres décadas de neoliberalismo, incluyendo el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN) entre México, Estados Unidos y Canadá. La razón de
esta interpretación es que la adopción del ajuste fiscal y de reformas
estructurales ha destruido la estructura productiva industrial y agrícola del
país, así como sus instituciones sociales públicas”, dice la introducción del
artículo.
“Este
proceso ha polarizado a la sociedad entre un grupo minúsculo de personas muy
ricas y una gran mayoría cada vez más empobrecida. Los más afectados son los
jóvenes que no pueden conseguir un trabajo o una oportunidad para la educación.
Al mismo tiempo, los medios de comunicación han promovido un individualismo y
consumismo al extremo, catalogando a las personas como ‘perdedoras’ o
‘ganadoras’ con base en la riqueza personal y el poder, en congruencia con la
ideología neoliberal”, agrega.
El
artículo revisa lo que la autora denomina las alteraciones políticas,
económicas y sociales que han resultado de los más de 30 años transcurridos
desde que, en 1983, México, sacudido por una crisis económica, aceptó la
“receta” del Fondo Monetario Internacional para reducir la inflación, aplicar
reformas estructurales y liberalizar el mercado.
Pero
el resultado del ajuste, dice Laurell, fue una dramática redistribución entre
el capital disponible (que aumentó 48 al 64 por ciento entre 1982 y 1988) y el
trabajo (que se redujo de un 42 al 29 por ciento), una caída del 30 al 40 por
ciento en los salarios, aumento en el desempleo y reducción del 35 por ciento
del gasto social.
Entre
1990 y 2012, agrega, si bien el Producto Interno Bruto creció menos que en las
décadas anteriores (sólo un 1.2 por ciento), el promedio de ingresos como
producto del trabajo se estacionó, “lo cual indica una distribución en el
ingreso regresiva”. Los salarios mínimos, mientras, siguieron a la baja, al
caer 26 por ciento entre 1994 y 2014 (5.5 dólares diarios de finales de marzo
pasado).
Otros
saldos mencionados son los más de 12 millones de mexicanos que han emigrado a
Estados Unidos y el 58 por ciento de la población económicamente activa que,
para 2014, se contaba en el sector informal.
En
ese periodo también, y gracias a las privatizaciones de empresas estatales a
bajo costo, se creó una oligarquía nacional y trasnacional que ha “capturado”
el poder político y debilitado la democracia representativa a través de un
proceso marcado por la corrupción, la represión y la violencia.
El
TLC, por su parte, devastó el campo y dejó a los agricultores en desventaja
frente a los subsidiados agronegocios de Estados Unidos; proceso en el que
México se convirtió en importador neto de productos agrícolas y que culminó,
agrega el análisis, en 2008, cuando concluyó la protección a la tarifa de
granos básicos como el frijol y el maíz.
En
ese tiempo se expandieron los cultivos de opio y mariguana y, también, menciona
el análisis, la economía criminal empezó a jugar un papel creciente; el Partido
Revolucionario Institucional (PRI) perdió el control que tenía sobre los
cárteles y surgió una especie de narco-Estado. La infiltración del dinero del
narcotráfico en diferentes sectores de un país con los índices de crecimiento
económico más bajos de América Latina da gran importancia a los giros
criminales, lo cual explicaría, dice el estudio de Laurell, que la guerra
contra las drogas no haya perseguido el dinero de los cárteles.
Portada
del estudio publicado en la Revista Internacional de Servicios de Salud. Foto:
SinEmbargo
“La
frontera entre el Estado de Derecho y el Estado de excepción es borrosa. El
ajuste económico estructural con la liberalización y las privatizaciones ha
provocado crisis recurrentes, pero ha sido mantenido, conduciendo a la
destrucción de la estructura nacional en favor de las corporaciones
supranacionales, particularmente financieras”, dice el texto.
“La
asociación entre la economía criminal y la criminalidad económica también se
discute. La privatización de los beneficios sociales y los servicios requiere
subsidios del Estado que permiten la privatización de las ganancias y la
socialización de las pérdidas. El impacto social de este proceso ha sido devastador,
con una polarizada distribución del ingreso, salarios en caída, aumento del
empleo precario, desigualdad en aumento y violencia extrema”, agrega.
El
título del artículo, comenta la autora en entrevista, fue decidido a medida que
avanzaba con la acumulación de los datos disponibles públicamente sobre
política económica, desigualdad y criminalidad: “Tres décadas de neoliberalismo
en México. La destrucción de la sociedad”.
DAÑOS A LA SALUD DE LOS MEXICANOS
Cirujana,
epidemióloga, doctora en Sociología, la investigadora Asa Cristina Laurell fue
también una de las fundadoras del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y,
entre 2000 y 2006, Secretaria de Salud del Distrito Federal con el entonces
Jefe de Gobierno Andrés Manuel López Obrador.
Antes
fue coordinadora de la Maestría en Medicina Social de la Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM); disciplina que analiza el contexto histórico en el que se
generan las enfermedades y en la cual está considerada una de las autoras más
importantes en América Latina.
Desde
esa perspectiva, en su estudio sobre los 30 años de neoliberalismo plantea que
el aumento en la mortalidad por diabetes y enfermedades isquémicas del corazón
–cuya tasa, cita el texto, aumentó de 46 a 77 por cada cien mil habitantes
entre 2000 y 2012 en el caso de la primera, y de 43 a 67 en el caso de la
segunda– son también evidencia del impacto de este modelo económico en el
estilo de vida y en la salud de la población, caracterizadas ambas por un
“estrés crónico” a nivel social e individual, así como el reemplazo de la dieta
tradicional por la comida “chatarra”.
Estos
indicadores, agrega el análisis, son los más altos entre países
latinoamericanos con producción nacional similar, como Argentina, Brasil o
Chile. El caso de la muerte por diabetes, especifica el estudio, llegó a ser
hasta cuatro veces más alto que los países mencionados en 2013.
En
ese contexto aparecen también las muertes por homicidio, sobre las cuales el
artículo muestra un tabulador en el que se observa que los asesinatos de
hombres aumentaron a más de doble entre 2000 y 2012, al pasar de nueve mil 442
a 22 mil 986. El impacto, dice, fue sobre todo entre los hombres en edad
productiva, como el grupo de entre 15 a 44 años, cuyas muertes aumentaron un
160 por ciento al pasar de seis mil 538 a 17 mil 54 casos.
En
entrevista, Laurell hace notar otro dato que dice considerar también de alarma
y que fue difundido en 2014 por el Colegio de México en el estudio “El
estancamiento de la esperanza de vida en México en la primera década del Siglo
21: el Impacto de las muertes violentas” y que expone cómo, después de años de
crecimiento, este indicador bajó de 73 a 72 años entre 2000 y 2010; la mitad de
esta reducción por causa de la violencia.
“La
reversión de la esperanza de vida esencialmente ha ocurrido en dos o tres situaciones.
La primera, durante las guerras, y yo creo que, independientemente de cómo se
llame, claro que en México vivimos una violencia comparable con la de una
guerra; y otra es durante cambios socioeconómicos muy abruptos, como fue el
caso de los países socialistas cuando cambiaron y asumieron el modelo
neoliberal”, dice Laurell en entrevista. “Por eso le llamé la destrucción de la
sociedad”, agrega.
En
la conversación, Laurell precisa que ahora es integrante del Movimiento de
Regeneración Nacional (Morena) formado por López Obrador. Pero lo ocurrido en
los últimos 30 años en México, dice, no es cuestión de ideología ni de un
“pleito de populistas”.
“Hay
todo un proceso comprobable sobre lo que ha pasado en México, y ahí está; sólo
hay que juntar los datos de ese proceso”, comenta.
SinEmbargo
envió un correo electrónico al analista de Bank of America–Merrill Lynch
consultando si consideraba que los bajos salarios de México tenían alguna
relación con la violencia pero, al cierre de este artículo, no había sido
respondido.
TPP, EN BENEFICIO DE FARMACÉUTICAS
En
junio pasado, en un artículo de opinión publicado en La Jornada, Laurell
analizó también la poca información oficial disponible sobre el nuevo pacto
multilateral denominado Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (o TPP,
sus siglas en inglés) y cuestionó la secrecía de las negociaciones que,
escribió, podrían afectar los términos de propiedad intelectual,
específicamente en materia de productos farmacéuticos, impactando también su
disponibilidad.
“…propone
ampliar la vigencia de las patentes; proteger los datos de las farmacéuticas
para retardar el registro de genéricos; obstaculizar la producción estatal de
medicamentos genéricos baratos para tratar enfermedades relevantes; desmantelar
las flexibilidades de salud pública en la legislación internacional; entre
otros”, advierte el texto publicado el 4 de junio en el mencionado periódico.
“El
otro tema, ISDS (o mecanismos para resolver conflictos entre empresas privadas
y Estados, o Investor-State Dispute Settlement), no es menos relevante en el
terreno de la salud. Es así porque facilita a las empresas o corporaciones
transnacionales llevar a los gobiernos ante una instancia de arbitraje
internacional privada si consideren que un cambio en la política nacional
perjudica la expectativa de ganancias de su inversión”, agregó el artículo.
(SIN
EMBARGO.MX/ Sandra Rodríguez Nieto/ octubre 12, 2015 - 00:05h)
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