Dos
exalcaldes del área metropolitana de Monterrey, uno panista y otro
priista, quienes son mencionados como posibles candidatos a la próxima
gubernatura de Nuevo León, no solamente lograron reducir notablemente
los delitos en sus demarcaciones con proyectos municipales que
desafiaron a las estructuras y estrategias federales y estatales, sino
que aprueban las autodefensas en todas las zonas olvidadas del país que
no reciben seguridad por parte de las fuerzas gubernamentales.
MONTERREY,
NL (Proceso).- Dos exalcaldes metropolitanos, el panista Mauricio
Fernández Garza, de San Pedro, y el priista Jaime Rodríguez Calderón,
del municipio de García, impulsaron sus propios proyectos municipales de
autodefensa y, por encima de las estructuras que pretendieron imponer
los gobiernos federal y estatal, consiguieron reducir los índices de
delincuencia.
El albiazul conformó un “equipo rudo” con el que
confrontó directamente a las bandas criminales que pretendían instalarse
en el municipio. El tricolor hizo su propia policía comunitaria al
designar en cada colonia a un juez auxiliar y a un policía de barrio,
que se encargaron de denunciar y prevenir las acciones delictivas.
Ambos,
alcaldes en el trienio 2009-2012, coinciden en que la creación de
pelotones civiles de autodefensa en Michoacán evidencia la inutilidad de
las estructuras de gobierno, que contemplaron pacientes el avance de la
agrupación de Los Caballeros Templarios.
Mauricio Fernández
justifica la conformación de los grupos de rancheros que tomaron las
armas para pertrecharse en sus comunidades, aunque advierte sobre el
riesgo de que se salgan de control, como ocurrió en Colombia, cuando los
civiles primero se defendieron y después detentaron el poder para
extorsionar.
Jaime Rodríguez dice estar seguro de que las
autodefensas no se desviarán y considera que una estrategia similar
puede ser empleada en los municipios rurales de Nuevo León, asolados por
los criminales y olvidados por el gobernador Rodrigo Medina, quien sólo
los visita en helicóptero y desconoce la dura realidad que viven.
Como
políticos, ambos son incómodos porque ignoran la línea de sus
respectivos partidos y han sido críticos al interior de los mismos.
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 1944 de la revista Proceso, actualmente en circulación.
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