MÉXICO, D.F. (apro).- Hace una década, en agosto de 2003, publiqué un reportaje
sobre las investigaciones que el FBI ya realizaba sobre posibles
vínculos del exgobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, con el crimen
organizado.
Basado en documentos de esa agencia estadunidense, desde entonces se
señalaba que el político del PRI estuvo vinculado con el narcotraficante
Osiel Cárdenas (Proceso 1397) lo cual fue rechazado no sólo por el
tamaulipeco sino por el consulado de Estados Uidos. Hoy el gobierno de
Barack Obama ha girado una orden de captura contra el político mexicano
que en el año 2000 quiso ser candidato a la Presidencia de la República.
De acuerdo con la documentación de la Oficina Federal de
Investigación (FBI por sus siglas en inglés) durante su gobierno
(1999-2005) Yarrington le dio protección a Osiel Cárdenas, jefe entonces
del Cártel del Golfo, para que realizara sus operaciones a cambio de
dinero. Las indagaciones estadunidenses inscritas en ese documento
indicaban que el exgobernador tamaulipeco incluso había usado una de las
aeronaves del narcotraficante para asistir a una corrida del rejoneador
Pablo Hermoso de Mendoza en Torreón, Coahuila.
A pesar de que ya había indicios de esta vinculación, los gobiernos
de Vicente Fox y Felipe Calderón, y ahora de Enrique Peña Nieto, no
hicieron –y no han hecho– sus propias investigaciones para aclarar si
Yarrington es encubridor y cómplice de Osiel Cárdenas en el tráfico de
droga a Estados Unidos. La ausencia de una investigación implica
encubrimiento y también complicidad, al menos, por omisión.
La vinculación entre políticos y narcotraficantes es una historia de
años y en ella no hay distinción de corrientes ideológicas ni de
partidos. Pero en toda esta zaga de relaciones pocos son los han sido
investigados y mucho menos los encarcelados. Ahí están los casos del
panista exgbernador de Morelos, Sergio Estrada Cajigal y sus relaciones
con Juan José Esparragoza El Azúl; también del diputado federal Julio
César Godoy, hermano del exgobernador perredista Leonel Godoy, ligado a
La Familia, y que hoy sigue prófugo; las acusaciones en contra del
exgobernador del PAN en Chihuahua, Francisco Barrio, con Amado Carrillo;
los señalamientos en contra de los gobernadores del PRI Patricio
Chirinos y Fidel Herrera en Veracruz, Jorge Salomón Azar en Campeche ,
Víctor Cervera Pacheco en Yucatán, Óscar Ornelas en Chihuahua y Mario
Villanueva Madrid en Quintana Roo, el único en la cárcel.
La impunidad en la mayor parte de las denuncias de vinculación entre
políticos y organizaciones del crimen organizado es una de las razones
que ha hecho crecer el poderío de estas últimas en todo el país y
principalmente en algunos estados como es el caso de Michoacán donde el
Estado de derecho está en entredicho.
El exgobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington Ruvalcaba, no ha sido
investigado en México a pesar de que desde 2003 se hicieron públicas
las indagaciones en Estados Unidos donde ahora ya se tiene una orden de
captura por colaborar más de una década con el narcotráfico.
El gobierno de Enrique Peña Nieto, representado por el procurador
general de la República, Jesús Murillo Karam, dijo hace unos días que no
había todavía una petición de captura de Estados Unidos, pese a que el
caso contra el exgobernador priista fue consignado desde mayo en una
corte de Brownsville, Texas.
Indicó que el gobierno mexicano actuaba conforme a la ley pero fue
evasivo cuando se le inquirió sobre su compañero de partido. “Hace
tiempo hubo una averiguación, hubo un amparo, hasta donde estoy
enterado, que era lo que había suspendido. (No habrá orden de
aprehensión) mientras no se resuelva”, respondió.
Es más que evidente que el caso de Tomás Yarrington incomoda al
gobierno de Peña Nieto, pues no hay explicación que justifique la
indolencia ante este caso y otros más que siguen abonando las relaciones
entre los políticos y los narcotraficantes y que seguirá extendiéndose
mientras no se tenga la intención de desbrozar la hiedra en que se ha
convertido esta vinculación entre estos dos poderes que ya son uno solo.
Twitter: @GilOlmos
/4 de diciembre de 2013)
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