La Redacción
CHIHUAHUA, Chih.
(proceso.com.mx).- A dos semanas de los asesinatos de cuatro mujeres
profesionistas en la Sierra Tarahumara, la presidenta de la asociación Justicia
para Nuestras Hijas, Norma Ledezma Ortega, advirtió que esto puede tratarse de
un delito de género porque ya hay antecedentes en aquella región y calificó
como “una estupidez” que sólo se investigue el caso por robo de vehículo.
“Es una estupidez
que digan que se trató de un robo cuando las mujeres fueron torturadas y las
encontraron con el tiro de gracia, lo que sólo habla de la posición y el
control que tienen los cárteles en la sierra y la colusión de algunas
autoridades”, sentenció Ledezma.
Las víctimas eran
dos ingenieras hermanas y dos maestras, también hermanas.
Marisa Aidé Díaz
Peinado, de 32 años, era jefa del departamento de Gestión Tecnológica y
Vinculación del Instituto Tecnológico de Cuauhtémoc y su hermana Mayra Lorena,
de 39 años, era gerente de producción de una maquiladora; Josefina Díaz de
Rempening era maestra de piano y Elisa Díaz Martínez, profesora jubilada de
secundaria.
Ledezma explicó que
el año pasado se registró el caso de dos hermanas que fueron privadas de la
libertad y luego asesinadas, el cual no puede quedar aislado de lo que sucede
actualmente en la sierra.
Se trata de Nancy y
Daisy Caraveo, quienes tenían 20 y 26 años cuando fueron victimadas, en agosto
de 2011.
Las dos originarias
de Bahuichivo fueron encontradas en una narcofosa en el municipio de Bocoyna.
Ellas eran empleadas
de una Conasupo y salieron de su casa para dirigirse a hacer unas compras. El
padre de una amiga les ofreció ride, pero al llegar a San Juanito, municipio de
Bocoyna, los tres fueron secuestrados. El hombre era Gonzalo Díaz Molina, de 52
años y su cuerpo fue encontrado cinco días después.
La familia reportó
su desaparición en Cuauhtémoc y al ver que las autoridades no actuaban,
acudieron a Justicia para Nuestras Hijas, que encontró el expediente inactivo,
recordó Ledezma Ortega.
Las mujeres fueron
encontradas más de un mes después. Justicia para Nuestras Hijas colaboró con el
rastreo, a la par de la familia y autoridades.
Ledezma Ortega consideró
que se trata de un caso más de dos muchachas totalmente inocentes que
estuvieron en el lugar y día equivocados.
Desde octubre de
2011, la activista ha denunciado que grupos delictivos asentados en la Sierra
han creado campos de concentración donde reclutan a mujeres de aquella región
para abusar sexualmente de ellas.
Las oportunidades
laborales y estudiantiles en la Sierra son pocas, “llegan los narcos hasta los
pueblos por alimentos, las ven en las plazas, en las calles y se las llevan
porque ellos están aislados generalmente”, añadió.
Ledezma llamó a las
familias a acudir a la ciudad para poner un reporte, pero indicó que también se
requiere una alerta de género que las autoridades no han activado, con el
argumento de que matan por igual a hombres que a mujeres, sin reconocer que la
vulnerabilidad en aquella región es mayor para ellas.
Desde el año pasado
la propuesta de la activista es apoyar a las familias que tengan hijas
desaparecidas para que puedan encontrarlas, porque en muchas ocasiones no saben
dónde están y se resignan a que “se casó” o a que “se fue por su voluntad”,
pero el crimen organizado es una realidad que acecha a las mujeres, enfatizó.
El sacerdote Javier
El Pato Ávila dijo que el asesinato de las cuatro mujeres ha generado un fuerte
malestar entre los pobladores de la sierra, y aunque señaló que es “el pan de
cada día”, el reclamo es que hasta ahora no han sido dados a conocer ni el
móvil ni los responsables.
Destacó que las
estadísticas y las muertes no mienten, pero agregó:
“Pareciera que los
muertos de hoy sepultan a los de ayer y nadie recuerda a los anteriores, sólo
los apilan, pero se deben apilar en horizontal, para recordarlos, para verlos”.
El reclamo a las
autoridades, de nuevo, es la impunidad, destacó, porque sólo se dedican a decir
que la violencia ha bajado cuando no es cierto.
“Por más que
cacareen es puro cacareo, como las gallinas que pusieron huevo”, afirmó Ávila.
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