Culiacán,
Sin.- Eran los años 50 (algunos dan la fecha de 1948) cuando Guadalupe Leyva
Flores “Lupita” con apenas veinte años, muy hermosa y con toda una vida por
delante, se había enamorado perdidamente de Jesús y él también de ella, ambos
eran amigos de Ernesto desde la infancia.
Aquel
día, Jesús le pidió matrimonio y ella encantada aceptó. Todo estaba perfecto y
la felicidad no podía ser mayor, pero Ernesto no se enteró hasta que Jesús le
pidió de favor que fuera su padrino de bodas. Éste, con la furia en la sangre
fue a la casa de Lupita a reclamar, porque él sentía un amor muy grande por
ella, desde que eran niños. Lupita le dijo que ella lo quería como un hermano,
que amaba a Jesús y que por favor lo entendiera. Otra versión cuenta que Lupita
emocionada fue quién contó de su boda a su amigo de la infancia, Ernesto.
Llegó
el día de la boda, en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, dicen que la catedral
lucía esplendida, era un domingo y se encontraba repleta de familiares y
amigos, y el templo lucía sus mejores adornos; Jesús, llegó primero y esperaba
con ansias a su hermosa novia acompañado por su padrino. Cuando la vio llegar,
sus ojos se le iluminaron, era tanta la felicidad que sentía que nada que
pudiera pasar se la quitaría, la abrazó y le dio un beso en la frente.
Ernesto
no pudo soportar aquello, era como si se estuvieran burlando en frente de él;
sacó una pistola y le dio un balazo en la cabeza a Jesús. Todos estaban
espantados y Lupita no lo podía creer, de hecho nunca lo creyó, lloró sobre su
cuerpo, mientras que Ernesto se daba un tiro también cayendo muerto al
instante.
Otra
versión indica que Lupita llegó resplandeciente pero antes que el novio,
situación que a muchos les pareció de mal augurio, Lupita esperó y Jesús llegó
a tiempo, pero justo al entrar, también llegó Ernesto y lo mató con un tiro en
la cabeza. Sobre el futuro de Ernesto hay quien asegura que se suicidó ahí
mismo y quién dice que huyó de la iglesia enloquecido y no se supo más de él.
Lo
cierto es que ese día, Lupita se quedó sin habla y con la mirada perdida, hasta
el siguiente domingo que exactamente a las cinco de la tarde empezó
tranquilamente a ponerse su vestido de novia, se arregló y emprendió de nuevo
su camino hacia la catedral de Culiacán; así fue cada domingo durante unos 30
años, hasta que murió el 12 de mayo de 1982, un ritual empujado sólo por la
esperanza de que Dios le retornaría el amor perdido aquél domingo de su boda.
A
Lupita se le veía hablar sola, ida, ilusionada, muchos dicen que veía a su
novio muerto y se le veía pasear por las calles de la ciudad, con su vestido
blanco de novia ya desgarrado por el tiempo, era una mujer menudita con un
rostro acariciado por el paso del tiempo, una mirada muy tierna y a la vez
llena de esperanza, era simplemente la imagen viva de un alma en pena.
Lupita
ha dejado su imagen en los sitios por los que transitó vestida de novia: la
Avenida Álvaro Obregón, Ángel Flores, Miguel Hidalgo, el Mercado Garmendia, en
las tiendas de telas y mercerías.
La
gente recuerda su incesante espera en Catedral para ser recibida por el Obispo
para que la llevara con el Papa y comunicarle la encomienda de la Virgen de
Guadalupe de recuperar el Tesoro de la Divina Gracia.
La
historia de Lupita es una historia real que se ha vuelto leyenda y un ícono de
la capital de Sinaloa.
(ZOCALO/
Agencias/ 23/06/2015 - 12:55 PM)
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