Chihuahua.- Hace 33 años, “Ana” llegó a la capital del
estado, proveniente de un pueblo de Largo Maderal, ubicado en la sierra.
Vino en busca de un ingeniero, quien en uno de sus viajes la embarazó y
le prometió matrimonio, pero no volvió por ella. Fuente: El Diario de Juárez
“Ana” decidió no esperarlo y emprendió el viaje a la capital para buscarlo, entonces se dio cuenta que su enamorado había faltado a la promesa porque había fallecido.
Eligió quedarse en las calles, donde comenzó a prostituirse para juntar dinero y pagar su parto. Poco tiempo después, trajo de la sierra a su mamá y hermanos menores y se instalaron en esta ciudad.
“Mi familia siempre ha respetado mi profesión. Me respetan por amor, porque yo nunca he faltado al respeto a mi hogar, no he llevado hombres, ni consumo alcohol, ni drogas”.
“Ana” tiene 3 hijos. “Tengo una de parición y dos que me dieron desde que estaban chiquitos, yo los crié y son míos, soy su única madre”, dijo. “Los tres me han salido muy buenos, trabajadores y sin ningún vicio, me siento orgullosa de los tres, porque los tres son míos, nunca hubo una diferencia para mí, si tenía que comprarle algo a uno, me esperaba a juntar para todos”.
“Tengo 6 nietos, juego con ellos a la lotería, les cuento cuentos y me dan mucha felicidad, los quiero mucho y me gusta pasar tiempo con ellos”.
En sus expresivos ojos verdes, “Ana” refleja paz. “Yo no me puedo quejar, porque el Creador me ha hecho tan feliz, que si volviera a nacer no cambiaría nada de mi pasado, si me dieran a escoger estar aquí o ser una reina, volvería a estar aquí, con mi profesión, con mi familia, porque he sido inmensamente feliz. Existen mujeres a las que las obligan a prostituirse, pero no son todas. Yo elegí esta profesión y estoy aquí porque quiero”, dijo.
“Ana” no busca una pareja estable. Lo único que le interesa es trabajar, ya que dice que a todos los hombres les encuentra defectos, nadie sería una buena pareja para ella.
“Todo hombre que se acerca con una mujer que se prostituye es para quitarle el dinero. Dicen que las van a ayudar y cuidar, pero lo hacen sólo para enamorarlas, al final de cuentas ellas los terminan manteniendo, hasta carrera les pagan, ellos estudiando y ellas trabajando.
“Pero a mí no han podido verme la cara. Yo no me enamoro… mi único amor fue aquel ingeniero, y nadie más… aún después de muerto lo sigo amando… y no me he vuelto a enamorar”, dijo.
“Ana” trabaja sola. Las demás sexoservidoras no se acercan a su espacio. “Hace muchos años todas aquí éramos amigas. Se enfermaba una y todas íbamos a ver por ella, pero eso se acabó. Ahora sólo somos compañeras de trabajo. Cada quien que vea por sí misma y si llega una mujer nueva que se las arregle sola”, expresó Ana, ya que existen en la zona mujeres que vienen del sur del país y “Ana” prefiere mantenerse al margen para evitar problemas con padrotes.
“Ana” decidió no esperarlo y emprendió el viaje a la capital para buscarlo, entonces se dio cuenta que su enamorado había faltado a la promesa porque había fallecido.
Eligió quedarse en las calles, donde comenzó a prostituirse para juntar dinero y pagar su parto. Poco tiempo después, trajo de la sierra a su mamá y hermanos menores y se instalaron en esta ciudad.
“Mi familia siempre ha respetado mi profesión. Me respetan por amor, porque yo nunca he faltado al respeto a mi hogar, no he llevado hombres, ni consumo alcohol, ni drogas”.
“Ana” tiene 3 hijos. “Tengo una de parición y dos que me dieron desde que estaban chiquitos, yo los crié y son míos, soy su única madre”, dijo. “Los tres me han salido muy buenos, trabajadores y sin ningún vicio, me siento orgullosa de los tres, porque los tres son míos, nunca hubo una diferencia para mí, si tenía que comprarle algo a uno, me esperaba a juntar para todos”.
“Tengo 6 nietos, juego con ellos a la lotería, les cuento cuentos y me dan mucha felicidad, los quiero mucho y me gusta pasar tiempo con ellos”.
En sus expresivos ojos verdes, “Ana” refleja paz. “Yo no me puedo quejar, porque el Creador me ha hecho tan feliz, que si volviera a nacer no cambiaría nada de mi pasado, si me dieran a escoger estar aquí o ser una reina, volvería a estar aquí, con mi profesión, con mi familia, porque he sido inmensamente feliz. Existen mujeres a las que las obligan a prostituirse, pero no son todas. Yo elegí esta profesión y estoy aquí porque quiero”, dijo.
“Ana” no busca una pareja estable. Lo único que le interesa es trabajar, ya que dice que a todos los hombres les encuentra defectos, nadie sería una buena pareja para ella.
“Todo hombre que se acerca con una mujer que se prostituye es para quitarle el dinero. Dicen que las van a ayudar y cuidar, pero lo hacen sólo para enamorarlas, al final de cuentas ellas los terminan manteniendo, hasta carrera les pagan, ellos estudiando y ellas trabajando.
“Pero a mí no han podido verme la cara. Yo no me enamoro… mi único amor fue aquel ingeniero, y nadie más… aún después de muerto lo sigo amando… y no me he vuelto a enamorar”, dijo.
“Ana” trabaja sola. Las demás sexoservidoras no se acercan a su espacio. “Hace muchos años todas aquí éramos amigas. Se enfermaba una y todas íbamos a ver por ella, pero eso se acabó. Ahora sólo somos compañeras de trabajo. Cada quien que vea por sí misma y si llega una mujer nueva que se las arregle sola”, expresó Ana, ya que existen en la zona mujeres que vienen del sur del país y “Ana” prefiere mantenerse al margen para evitar problemas con padrotes.
“Si veo alguien con malas mañas o pasado de lanza, yo agarro mi banquito y me meto, para no tener problemas”, dijo. “Una llamada a la policía y vienen a ayudarnos, en 33 años que tengo trabajando en esta zona no tengo ninguna queja de la Municipal, siempre han sido atentos con nosotras.
“A veces los clientes llegan muy prepotentes, pero yo no los atiendo, les digo que espero a alguien y se van, yo elijo a quien le doy servicio, si veo un poco de riesgo, me retiro”.
Yo cumplo con mi registro sanitario, cada 2 semanas voy a revisión, cada 6 meses me hago las pruebas de sida, sífilis, hepatitis, porque yo me tengo que cuidar, por eso no trabajo sin protegerme contra esas enfermedades.
No todas las sexoservidoras tienen la suerte de “Ana”. Algunas mujeres son explotadas sexualmente por sus propias parejas, quienes la prostituyen y les quitan el dinero.
Muchas mujeres vienen del sur, lo que hace pensar a “Ana” en la posibilidad de que las mujeres que desaparecen en nuestro estado sean llevadas a prostituirse a otros lugares del país.
Durante algunas horas, “Ana” espera la llegada de clientes, a la luz del día, sentada en un banquito. Después de un buen rato y antes de que anochezca, se va a su casa a convivir con su familia, principalmente con su madre, quien vive con ella.
(ZOCALO/ Agencias /05/08/2014 - 07:33 AM)
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